Descubren unas extrañas esferas con restos humanos en el Amazonas brasileño
En lo profundo del Amazonas brasileño, un árbol de más de 15 metros de altura cayó tras años de resistir lluvias, sol y crecidas del río. Lo que parecía solo un incidente natural desencadenó uno de los hallazgos arqueológicos más misteriosos de los últimos años. Bajo las raíces del imponente Paricarana, emergieron siete urnas funerarias de cerámica precolombina. Dos de ellas, de casi 90 centímetros de diámetro, contenían restos humanos; las demás, fragmentos de peces, tortugas, ranas y semillas.
por Natalia Rodríguez
El descubrimiento tuvo lugar en Fonte Boa, en el sitio arqueológico de Lago do Cochila, una región de várzea —una planicie que se inunda estacionalmente— ubicada en la cuenca del Solimões, una de las arterias principales del Amazonas. Este hallazgo no solo revela los rituales mortuorios de una cultura ancestral, sino también su ingenio arquitectónico: las urnas estaban enterradas en una isla artificial construida siglos, o incluso milenios atrás, para protegerse de las inundaciones.
¿Quiénes fueron los antiguos constructores del Amazonas?
Los arqueólogos del Instituto Mamirauá para el Desarrollo Sostenible (IDSM) aún no han podido determinar la antigüedad exacta de las urnas, pero todo indica que pertenecen a una civilización precolombina desconocida. Las islas artificiales sobre las que se encontraron fueron elaboradas con tierra y fragmentos cerámicos para servir como plataformas habitables durante la temporada de lluvias. Un logro de ingeniería que demuestra una comprensión ambiental avanzada para su época.
“Esta gente no solo sobrevivía al entorno hostil del Amazonas, lo dominaba con técnicas sostenibles”, explicó Márcio Amaral, arqueólogo del IDSM.
Cerámica verdosa y rituales funerarios únicos
Uno de los detalles más intrigantes del hallazgo es la arcilla verdosa poco común utilizada para elaborar las urnas. Según Geórgea Layla Holanda, arqueóloga del equipo, este tipo de material solo se ha detectado en contados yacimientos del Alto Solimões, lo que sugiere una tradición cerámica única, no relacionada con estilos conocidos como la Tradición Polícroma Amazónica.
Las urnas no contaban con tapas cerámicas visibles. Esto apunta a que fueron selladas con materiales orgánicos —probablemente hojas o tejidos vegetales— que ya se han descompuesto por completo. Además, la disposición de los restos apunta a un ritual funerario complejo, que incluía dejar el cuerpo en el río para que los peces consumieran los tejidos, antes de recoger los huesos desarticulados, cremarlos y colocarlos dentro de las urnas. Este proceso simbolizaba una “nueva piel”, una transformación hacia otra existencia.
Una excavación desafiante, una comunidad unida
El descubrimiento no habría sido posible sin la colaboración activa de la comunidad local de São Lázaro do Arumandubinha, quienes incluso alertaron a los arqueólogos sobre el hallazgo. Fueron ellos quienes, con madera y lianas, construyeron una plataforma elevada de más de tres metros de altura para permitir las excavaciones en una zona completamente anegada.
Llegar al sitio fue una verdadera odisea: más de 24 horas de navegación desde Tefé, 18 kilómetros en canoa a través de aguas estacionales y una caminata de una hora abriéndose paso con machetes por la selva.
Una vez extraídas, las urnas fueron embaladas cuidadosamente con vendas de yeso, plástico de burbujas, madera y telas protectoras para emprender un nuevo viaje de entre 10 y 12 horas por el río hasta el laboratorio del Instituto Mamirauá.
¿Un nuevo capítulo para la arqueología del Amazonas?
Este hallazgo podría cambiar el panorama de la arqueología sudamericana. Las similitudes con otras urnas encontradas en la región —algunas con “tapas” representando cabezas humanas y protuberancias a modo de brazos— abren una nueva línea de investigación sobre las identidades culturales del Amazonas precolombino.
Además, se han recibido nuevos reportes de urnas en islas artificiales cercanas, lo que podría ampliar el mapa arqueológico de esta región hasta ahora poco explorada. “Este no es un hallazgo aislado, sino el comienzo de una historia más grande que apenas empezamos a entender”, concluye Holanda.
Un legado enterrado bajo raíces milenarias
En el corazón verde del Amazonas, donde la selva parece impenetrable y eterna, un árbol derribado abrió una ventana al pasado. Bajo la tierra, en una isla construida por manos anónimas, dormían no solo huesos y cerámica, sino pistas de una civilización con un profundo conocimiento de su entorno y una cosmovisión tan compleja como sofisticada.
Fuente: https://ecoosfera.com/sci-innovacion/amazonas-esferas-restos-humanos/ Imágenes: Crédito: Instituto Mamirauá para el Desarrollo Sostenible