España: Ministra de Transición Ecológica derogará el ‘impuesto al sol’ y ojalá marque el fin de las nucleares y el carbón

La ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera (responsable de energía, cambio climático, medio ambiente y agua en el Gobierno), marcó ayer, en sus primeras declaraciones, las grandes coordenadas que marcarán su acción en los próximos meses. Ribera confirmó su voluntad de imprimir un giro copernicano en las políticas energéticas, como resultado de la propia evolución ambientalista del PSOE y del alto grado de consenso alcanzado en con otros grupos que acompañaron a su partido en la oposición.

Antonio Cerrillo

Su póker de promesas es claro: Fin del impuesto al sol, impulso a las energías renovables, negativa a prorrogar el funcionamiento de las centrales nucleares y cierre más o menos cercano de las centrales térmicas de carbón, grandes emisoras de CO2.

Ribera ha venido sosteniendo en sus primeras declaraciones (LaSexta, Antena 3) que las mejoras técnicas y la reducción de costes de las fuentes renovables van a permitir que España se sitúe en “mucha mejor” posición para emprender la transición energética. En este sentido, se mostró convencida de que en los próximos 30 años el consumo “energético tiene que ser sumamente eficiente” y basarse en las renovables.
En primer lugar, adelantó su intención de derogar el denominado impuesto al sol, una carga impositiva a la producción de autoconsumo doméstico con energía fotovoltaica implantada por el Gobierno del PP para las instalaciones solares de más de 10 kW de potencia. Este gravamen entró en vigor, pese a la resistencia de los productores y los partidos de oposición. El impuesto al sol ha sido considerado como una de las trabas que ha impedido un mayor despegue de esta fuente renovable en el ámbito doméstico.
Se muestra partidaria de aprovechar los recursos energéticos propios: sol, viento...
La ministra hizo referencia a que este bloqueo ha sido una de las “cosas más llamativas” recogidas los últimos años en los comentarios de analistas internacionales, que no entendían la implantación de barreras no técnicas sino regulatorias y fiscales.
También se pronunció a favor de fomentar las energías renovables y, al mismo tiempo, dio a entender que se darán pasos para el cierre paulatino de las centrales nucleares (a las que no se les renovaría la licencia de explotación transcurridos más de 40 años de explotación, según el programa electoral del PSOE). Tanto nucleares como las térmicas de carbón “no tienen futuro” y “ya no tienen sentido”.
“Son soluciones que se están generalizando y facilitando en la mayor parte de los países en los que la disponibilidad solar es infinitamente menor que la española”, comentó, convencida de que España debe aprovechar sus recursos energéticos, que son “fundamentalmente” sol, viento y “algo de geotermia”.
La ministra apuntó que es “más sensato” diversificar la economía de las zonas donde que acogen centrales nucleares, en vez de “alargar el riesgo”, por lo que se mostró a favor de ir preparando “salidas alternativas”.
Aboga por dar “una salida” a los colectivos afectados por este proceso de transición
También esgrime que una menor participación de las fuentes convencionales en el mix eléctrico “no tiene por qué” comportar un recibo de la luz más caro, puesto que de lo que se trata es de que éste sea reorganizado. Las tecnologías renovables, en particular la eólica y la fotovoltaica, tienen unos costes operativos y de instalación competitivos respecto a las fuentes tradicionales, reiteró.
La ministra auguró “poco futuro” a las centrales térmicas de carbón pero ha mostrado su “preocupación” por el futuro de la población en comarcas cuyo “monocultivo económico” y prosperidad dependen de las minas de carbón o de las centrales térmicas. Precisó que “en ese proceso de transición hay que ir compaginando la apuesta por el futuro con dar salida a los colectivos que se sienten en una situación de vulnerabilidad mayor”.
A su juicio, España debería de haber invertido los últimos diez años en la diversificación industrial y económica, y en soluciones alternativas que sean atractivas para los jóvenes y la población local, en vez de “desperdiciar dinero en mantener situaciones (de subsidio) que tienen poco futuro”. “Desde el punto de vista del impacto que comporta al conjunto del planeta la salud y el cambio climático, es difícil pensar que el carbón pueda tener futuro”, sentenció.

Fuente: La Vanguardia-Natural
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Vuelta a Chernóbil y Fukushima

Este 9 de junio se celebró en Salamanca una protesta que exige el fin del proyecto de mina de uranio a cielo abierto en Retortillo y el cierre de las instalaciones del ciclo de combustible nuclear en España y Portugal.
Marcha contra la mina de uranio en Retortillo, el 28 de octubre de 2017. Sergi Rugrand

La madrugada del 26 de abril de 1986 explotó el reactor número 4 de la central nuclear de Chernóbil, mostrando al mundo la peligrosidad de la energía nuclear. Supuso el mayor accidente de este tipo hasta ahora conocido y uno de los mayores desastres medioambientales. La zona acumulará restos de contaminación durante al menos 500 años más y la cifra de muertos asciende a 200.000 y se prevén casi cien mil más por cáncer, según la ONG Greenpeace. Lo mismo ocurrió con Fukushima en 2011, donde un tsunami se llevó por delante la central nuclear liberando niveles de radiactividad igualables solo a lo ocurrido en Chernóbil. Siete años después, muchas familias no pueden volver a sus casa y el mar, la tierra y el aire siguen contaminados.
Parece que este desastre nuclear se ha borrado del imaginario de los representantes públicos y estamos ante un nuevo renacer con la intención de la empresa Berkeley de abrir una mina de uranio a cielo abierto en el municipio salmantino de Retortillo. Este proyecto contempla la mina de uranio a cielo abierto más grande de toda Europa. Estaría situada a tan sólo 2,5 kilómetros del pueblo de Retortillo, destruiría el entorno natural —protegido por la Red Natura 2000— y afectaría al hábitat de especies en peligro como el águila real. Además, la mina contaminaría el río Yeltes, y este desemboca en el Duero, lo que supondría la contaminación de toda la ribera del Duero.
Berkeley está íntimamente relacionada con UraMin, que había estafado a Francia causándole al país pérdidas de 2.500 millones de euros. Asimismo, todavía carece de la Licencia Urbanística del Ayuntamiento de Retortillo y le faltan los permisos de construcción de la planta de concentrados de uranio y de puesta en marcha de la misma, que corresponde otorgar al Ministerio de Industria, en relación con las instalaciones radiactivas: planta de beneficio y almacenamiento de los residuos. Sin embargo, continúan presionando para seguir adelante con el proyecto no solo de extracción de uranio, sino de enriquecimiento del mismo por concentración.
Cuesta digerir que todavía en la actualidad existan intereses políticos que defiendan la apertura de minería radiactiva tan cerca de un núcleo de población. España necesita una nueva legislación minera, ya que se mantiene vigente la Ley de Minas de 1973, cuando Francisco Franco seguía vivo. Esta ley no contemplaba, ya que no se conocían, minerales como las tierras raras ni sus impactos. Además, considera la minería de interés naciona,l de manera que la extracción minera prevalece sobre los intereses agrícolas y ganaderos y sobre el medio ambiente, e incluso sobre las decisiones democráticas de los municipios en los que se quiere asentar.
Además de las consecuencias radiactivas nefastas directas para la población y la biodiversidad, Berkeley ha procedido a la tala ilegal de más de 1.800 encinas centenarias en la comarca para la construcción de la mina. Un acto ilegal ya que la empresa carece de permisos necesarios para proseguir al desarrollo del proyecto. Todo ello, ante la pasividad de la Junta de Castilla y León, y del Ministerio de Agricultura y Medio Ambiente.
En este sentido, el próximo día 9 de junio se celebra en Salamanca una jornada organizada por el Movimiento Ibérico Antinuclear, que culminará con una manifestación a las 18 horas para pedir el cierre de las instalaciones del ciclo de combustible nuclear en nuestro país y en Portugal, y que no se abran nuevas instalaciones como la que pretende abrir la empresa australiana Berkeley en Retortillo y en Villavieja de Yeltes.
Desde Equo Castilla y León no queremos volver a lo sucedido en Chernóbil, ni en Fukushima. Por ello, desde Equo impulsamos y apoyamos la moción que ha presentado el grupo municipal Ganemos Salamanca, de apoyo a la celebración en nuestra ciudad de la jornada antinuclear el día 9 de junio, que se dirige también a pedir que ni se autoricen ni se abran la mina de uranio a cielo abierto y la planta de tratamiento y almacenamiento de residuos radiactivos en Retortillo.

https://www.elsaltodiario.com/tribuna/mina-uranio-salamanca-retortillo-chernobil-fukushima

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