Un especialista detalla mitos y verdades sobre el patógeno que mantiene al mundo en vilo: “Si nuestro sistema de salud no estalla, puede tratarse sin ningún problema”

Diálogo de Pablo Esteban con el investigador del Conicet Juan Manuel Carballeda: Argentina tiene una chance histórica por el sitio geográfico que ocupa en el globo. El gobierno y el cuerpo de especialistas que lo acompañan cuentan con la oportunidad de aprender de las experiencias –aciertos y errores– que tuvieron otras naciones a las que el coronavirus llegó sin previo aviso. La cuarentena es una acción que cristaliza ese aprendizaje manifiesto. Al mismo tiempo, sin embargo, muchos de los datos que los medios comunican todavía son erróneos o poco precisos. Por ello, nada mejor que el testimonio de un especialista.

-¿La ciencia sabe todo sobre el contagio o aún se investigan nuevas vías de transmisión?
-Nos contagiamos cuando entramos en contacto con partículas virales. En este caso nos contagian los virus propiamente dichos; esta aclaración no resulta trivial porque con otros, como el HIV, lo que nos infecta son las células. Durante el período en los que tenemos los síntomas existe bastante carga viral en las mucosas (allí comienza con su ciclo de replicación), de manera que cuando tocemos se produce el instante de mayor liberación de microgotas con estas partículas. Además, si tosemos y queda en superficies, existen evidencias que indicarían que permanece por algún tiempo en varios materiales. Naturalmente, si las tocamos puede que el patógeno se quede en nuestras manos. Por eso es que los especialistas recomiendan lavarlas tan seguido. También se está observando que hay bastante carga viral en la materia fecal. La vía fecal-oral es un canal que utilizan otros virus como el de la polio. Pero no hay que adelantarse, el punto es no entrar en contacto con partículas virales. No duran toda la vida en el ambiente porque el corona es un virus envuelto.
-¿Y ello qué implica?
-Son aquellos que cuando salen de la célula se llevan un pedazo de su membrana celular y expresan sus proteínas a través de ella. Esta condición, aunque les brinda consistencia, los vuelve menos resistentes en el ambiente. Por el contrario, los que no tienen envoltura son los que más se aguantan el exterior. Hay algunos que resisten meses en el pasto (como el parvovirus), por ello, es que hay que vacunar a los perros cuando son cachorros.
-¿Qué hace el coronavirus una vez que ingresa al organismo? ¿Por qué afecta a las vías respiratorias?
-Cada virus posee sus células-blanco particulares; para el HIV, por ejemplo, serán las del sistema inmune. Para entrar a una célula, el patógeno debe engañarla y luego comenzar a gobernarla. El coronavirus encuentra a su blanco en las células del sistema respiratorio y una vez que se introduce en nuestros organismos provoca que la maquinaria celular se ponga a trabajar en función de sus intereses. Este fenómeno termina matando a las propias células que pierden su capacidad de metabolismo y mueren. Incluso, en otros casos, es el sistema inmune –que comúnmente nos salva y defiende– que empieza a operar de manera exacerbada y provoca las complicaciones en los cuadros más graves. Esta situación de inmunodeficiencia deja, finalmente, a nuestros cuerpos más propensos a nuevas infecciones. En este caso, las neumonías ocasionadas por bacterias que se aprovechan de la situación.
-El principal problema que los especialistas revelan es el período de contagio cuando todavía los individuos están asintomáticos.
-Sí, son unos 4 o 5 días desde que un infectado está asintomático hasta que finalmente se manifiestan los primeros rasgos del cuadro. Al mismo tiempo, lo que vamos comprendiendo es que un montón de portadores de coronavirus son asintomáticos. ¿Qué quiere decir? Que podemos atravesar toda la situación de infección-enfermedad-cura sin reconocer un solo síntoma y contagiar, en promedio, por unos 12 o 14 días.
-Por eso la importancia de respetar la cuarentena: si se corta la cadena de contagio el virus deja de propagarse…
-Exacto, cuanto más solos atravesemos la infección menos posibilidades de contagio existirán. Como se transmite por el contacto, si nosotros logramos reducirlo, le estamos restando posibilidades de propagarse en la población. Su despliegue exponencial tal cual se ha manifestado en muchas sociedades del planeta, a eso me refiero. Los modelos matemáticos muestran muy bien que cuando hacemos aislamiento se achata la curva de los casos. Si estás infectado, en vez de ver a 30 personas, solo te juntás con una y si esa, a su vez, en vez de ver a otras 30 solo tiene contacto con una, la cosa cambia drásticamente. Contagiados va a ver, pero debemos darle respiro al sistema sanitario para que pueda responder.
-Que no colapse el sistema de salud es clave.
-Con un sistema de salud que no estalle y se banque todo el proceso, este virus se trata sin ningún problema. Son pocos los casos que requieren de atención más compleja, pero si no estamos preparados no los podemos atender. Es lo que ocurre, por ejemplo, con el caso italiano que asusta tanto.
-¿Por qué el frío complicaría más las cosas?
-En el laboratorio, los virus los guardamos a 80 grados bajo cero. El frío, por lo general, ayuda a que se conserven por más tiempo. Hay sobrada evidencia científica que afirma que el calor funciona como un agente de inactividad de los patógenos. Por ello la gripe se mueve mejor con el invierno. Lo que hay que comprender es que no todo es un blanco y negro: cuando se dice “Por arriba de los 28 grados se mueren todos los virus”, hay que tomarlo con pinzas. No es posible afirmar que si mañana hace 28.1 grados estaremos a salvo porque se reventaron todos los virus que había en el ambiente. Hay que relativizar; capaz ese virus que en una superficie aguantaba tres horas, con el incremento de temperatura lo hace por una hora y media.
-Una persona que ya fue infectada y curada, ¿puede volver a infectarse?
-Está habiendo reportes y se está analizando. Se manifiestan reinfecciones pero hay que evaluar bien si se trata de individuos inmunodeprimidos, o bien, que el virus mutó tanto que cuenta con la capacidad de volver a infectar. Todavía no estamos capacitados para poder afirmar o negar nada en relación a ello. No puedo responderlo con certeza.
-Por último, su expansión tan veloz: ¿se debe a que este virus tiene más potencia de contagio que ningún antes otro, o bien, a que se propagó en tiempos de globalización?
-Las dos cosas. Nos movemos muchísimo más que en el pasado; el hecho de que te tomes un avión y en apenas unas horas estés a miles de kilómetros es una situación que el mundo no había experimentado en siglos anteriores. Tenemos una capacidad de propagar patógenos nunca antes vista. Al mismo tiempo, la potencialidad intrínseca de cada virus de expandirse también debe tenerse en cuenta en este caso. Los otros coronavirus que emergieron (2002, SARS y 2012, MERS) no exhibieron tanta plasticidad para la dispersión, pese a que los aviones ya brindaban, por supuesto, la chance de vuelos internacionales. Entonces, como en todo tema complejo, son muchos factores que juegan. Los contemplamos todos.

Fuente: pagina12.com. - poesteban@gmail.com - Imagen de portada: Sputniknews.com
Juan Manuel Carballeda es investigador del Conicet en el Laboratorio de Virus Emergentes del Instituto de Microbiología Básica y Aplicada de la Universidad Nacional de Quilmes.

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