Caza furtiva y tráfico de animales silvestres en la Amazonía peruana

Perú es uno de los diez países con mayor biodiversidad del mundo. Según el Ministerio del Medio Ambiente de Perú, es el segundo después de Colombia en cuanto a cantidad y tipos de aves, y se ubica entre los cinco primeros a nivel mundial en anfibios, mamíferos y plantas. Esto ha llevado a que el país sea un semillero para el tráfico de vida silvestre, parte de la cual es cazada furtivamente para el comercio de mascotas. También es cazada para ser consumida como carne de animales silvestres, o sacrificada para remedios tradicionales y rituales religiosos. Otras especies se utilizan en investigaciones científicas o para atraer turistas.

Katie Jones

El Servicio Forestal y de Fauna Silvestre (Serfor) es responsable de desarrollar e implementar la estrategia nacional de lucha contra el tráfico de vida silvestre. El Serfor también está a cargo de hacer cumplir la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES), acuerdo internacional que rige la caza y el comercio de especies en peligro de extinción. Las responsabilidades de la agencia gubernamental incluyen la concesión de licencias de exportación, licencias de caza, cuotas de captura y la regulación y el monitoreo de la comercialización de productos animales.

El Organismo de Supervisión de los Recursos Forestales y la Fauna Silvestre (Osinfor), por su parte, desempeña el papel de inspeccionar la vida silvestre, incluidos los planes de manejo, centros de rescate, centros de cría y zoológicos, así como sancionar a los infractores.
Según el Serfor, entre 2015 y 2020, las autoridades rescataron más de 20.000 animales vivos que iban a ser traficados. Los anfibios, particularmente las ranas titicaca (Telmatobius marmoratus), fueron las especies que con más frecuencia se encontraron en las incautaciones. Los mamíferos y los reptiles, como las iguanas verdes y las tortugas, también se trafican bastante. Sin embargo, las aves son las especies que más atraen la atención de los traficantes.
“Su belleza es su perdición”, dijo a InSight Crime Jessica Gálvez-Durand, jefa de la Dirección de Gestión Sostenible del Patrimonio Forestal y de Fauna Silvestre del Serfor.
Los mensajeros humanos contrabandean las aves en su equipaje de mano y las llevan a Europa, donde los animales hacen parte del comercio de mascotas. Los pájaros cantores, como el semillero de pico grueso y el jilguero, son traficados para su uso en concursos de canto. También se trafican mamíferos. Según Gálvez-Durand, ciertas partes del jaguar, como los colmillos, son apetecidos para ser vendidos en China. Dice que un diente de jaguar les puede costar 200 soles (US$50) a los peruanos, mientras que los compradores chinos pagan US$200.
Los insectos, por otro lado, como los escarabajos y las mariposas, son traficados para los mercados de coleccionistas en Europa y Japón, según cuenta Eduardo Franco Berton, periodista que ha seguido de cerca los delitos ambientales en Perú. Estos provienen de sitios como Loreto, Ucayali y Madre de Dios. En Loreto, por ejemplo, las autoridades han detectado más de 40 zonas de extracción.
Estas áreas se suelen encontrar a poca distancia de las carreteras o cerca de áreas habitadas, como señala un informe de 2020 del organismo peruano responsable de los controles forestales. Las áreas protegidas, como los parques nacionales y las reservas forestales, están bajo una presión extrema. César A. Ipenza, abogado especializado en temas ambientales, dice que los animales son cazados furtivamente en áreas protegidas, a pesar de los planes de manejo de conservación existentes.

Cadena de suministro del tráfico de vida silvestre
El tráfico de vida silvestre en la Amazonía peruana ocurre en tres etapas: extracción, transporte y comercialización. Algunos de los animales son escondidos durante estos trayectos; otros, que hacen parte de un comercio establecido, son blanqueados en la cadena de suministro, como ocurre con la madera y el oro.
Los animales son capturados de muchas maneras. Las aves, por ejemplo, son atrapadas en redes y, en algunos casos, les cortan las alas. En otros casos, se talan árboles y se les hacen huecos en los troncos para extraer los polluelos de sus nidos. En otros casos se usan trampas. Algunos traficantes cavan pozos, los cubren con palos y ponen cebos en el medio. Los pescadores locales capturan tortugas de río con técnicas de pesca ordinarias, como cañas, redes y cebos, y luego venden sus presas en los mercados locales o a través de las redes sociales.
Una vez que los animales son capturados o matados, son llevados a centros de tráfico de vida silvestre en la Amazonía peruana. Algunos traficantes utilizan los ríos Amazonas, Marañón, Huallaga, Putumayo, Ucayali, Pastaza, Saramiriza, Trapiche, Puhunahua y Mariscal Castilla para transportar las especies por la región. Los animales también son transportados por vía aérea desde provincias remotas hasta Iquitos, la capital no oficial de la Amazonía peruana. Pucallpa, la capital de Ucayali, es también un importante punto de recolección y tránsito de la vida silvestre traficada en la región.
Los animales que han sido llevados hacia el sur, a lo largo del río desde Loreto, transitan por Pucallpa. Más al sur, Puerto Maldonado, la capital de Madre de Dios, también se utiliza como punto de recolección de tráfico de vida silvestre. A la ciudad llegan animales salvajes desde las provincias de Tahuamanu y Tambopata. También han sido enviados a Bolivia, a través del departamento de Puno, en el suroriente. Desde estos centros de tránsito regionales, la fauna capturada es llevada a otras partes de Perú, particularmente a Lima. Una investigación realizada por el Serfor en 2017 identificó 15 rutas primarias de tráfico de vida silvestre por tierra, río y aire.
Durante o después de los trayectos, los animales o sus partes son blanqueados en la cadena de distribución lícita. Esto implica la falsificación de documentos y la participación de entidades legales, como granjas de cría, zoológicos y acuarios. Algunas compañías compran animales de origen ilegal y usan documentación falsificada para utilizarla como negación plausible. El abogado César Ipenza dice que la documentación falsa está permitiendo que cada vez salgan más animales del país.
Sin embargo, la mayor parte de la vida silvestre traficada se vende a nivel local. Un estudio del Serfor identificó 41 mercados en diez departamentos, donde se venden animales ilegales, así como partes y productos de animales. Estos mercados se encuentran principalmente en Loreto, Ucayali y Lima. Las criaturas también se venden en Internet, especialmente en las redes sociales, como afirma un experto peruano en tráfico de vida silvestre. Solo alrededor del 20 por ciento de los animales son traficados en los mercados internacionales.
Las especies de ranas exóticas, por ejemplo, se venden por hasta US$100 por cabeza en los mercados internacionales, mientras que una especie de tortuga vendida en Estados Unidos alcanza hasta US$500 por unidad. Un loro de pico negro se puede vender por hasta US$1.000.
Algunas especies se venden en países vecinos como Ecuador, Bolivia, Brasil, Colombia y Chile. Las tortugas taricaya se comercializan en la frontera de Perú con Ecuador, por ejemplo, mientras que el pinzón azafrán se introduce de contrabando a Brasil para concursos de canto. Algunos funcionarios de la fiscalía de Loreto dicen además que en la frontera con Brasil se suelen vender guacamayos. Aves, reptiles, monos y ranas son traficados a Europa, a menudo a través del aeropuerto de Lima. Estas especies terminan en manos de zoológicos y coleccionistas ilegales de países como Países Bajos, Bélgica, España, Francia, Alemania, Suiza y Austria.
Otras especies se venden a compradores asiáticos. China es el mayor mercado de las plantas y animales extraídos de contrabando de Perú, seguido por Estados Unidos. Los peces ornamentales se venden en China, Hong Kong y Japón. Por su parte, las tortugas taricaya son enviadas a Hong Kong. Su exportación ilegal va de la mano del comercio legal, mediante el cual son enviadas a Hong Kong, para luego ser vendidas en países como Kuwait, Japón, Estados Unidos, Indonesia, Corea del Sur, Italia, Filipinas y Malasia.
Los colmillos y las pieles de jaguar de Perú también se venden en Asia. Según el periodista investigativo Eduardo Franco Berton, a menudo son traficadas primero a Bolivia en pequeñas cantidades, donde los controles aduaneros son menos estrictos, particularmente en los aeropuertos.
Actores detrás del tráfico de vida silvestre
Las personas jurídicas (criadores, exportadores e importadores) abastecen el comercio internacional ilícito de vida silvestre que sale de la Amazonía peruana. Los traficantes internacionales más experimentados trabajan con certificados de origen y permisos de exportación, utilizando un maquillaje legal para contrabandear especies en peligro de extinción al extranjero. Conectan a los cazadores furtivos de poca monta con los grandes mercados internacionales.
Los actores legales también a veces financian el comercio y trabajan con empresarios criminales, como intermediarios y operadores, a la vez que disfrutan de protección política. Operan a través de empresas que se dedican a la exportación legal de fauna y flora silvestres para contrabandear criaturas que no pueden ser enviadas al extranjero.
Por ejemplo, como lo ilustra un caso reciente descrito por InSight Crime, en el departamento de Loreto hay alrededor de 21 empresas con licencias para exportar vida silvestre, la mayoría de las cuales comercian peces tropicales. Sin embargo, algunos de estos exportadores esconden peces escasos y exóticos, protegidos por la ley, en cargamentos legales.
De hecho, muchas de las empresas con licencias para exportar fauna del departamento de Loreto están en la “lista roja” elaborada por la Superintendencia Nacional de Aduanas y Administración Tributaria (SUNAT), pues han sido sorprendidas traficando. Y al menos dos de esas 21 compañías eran empresas fantasma conformadas para obtener licencias de exportación y luego “alquilarlas” a los traficantes, según revelaron algunos investigadores de Loreto bajo condición de anonimato.

Los acuarios de la región también han sido acusados de traficar vida silvestre. Presuntamente trafican especies prohibidas extraídas de Colombia y Brasil, donde las restricciones son más laxas. La jefa de Direcciones Regionales de Producción (Direpro), Clara Chuquimbalqui, dice que los acuarios “financian a los traficantes”.
“Los ayudan y les prestan apoyo logístico”, afirma.
Los acuarios más grandes les pagan a los pescadores directamente con adelantos en efectivo. John Jairo Garnica, quien antes era exportador de peces tropicales y ahora dirige un centro de rescate de vida silvestre, dice que algunos acuarios usan su propio personal para que vayan a las “estaciones de recolección”, donde “reciben los peces y luego los ponen en bolsas”. En algunos casos, agrega, los acuarios también pagan para que los coleccionistas vuelen a áreas más remotas.
También se ha dicho que algunos grupos conservacionistas, como los encargados de la protección de la tortuga taricaya, han encubierto el comercio ilegal de fauna. En Loreto, los denominados grupos de manejo, conformados por comunidades locales, están encargados de proteger los huevos de taricaya y de asegurarse de que las crías lleguen a los afluentes del Amazonas. A cambio del cuidado de estos animales, a los grupos se les permite vender algunas tortugas para la exportación. Sin embargo, un ambientalista del programa y varias autoridades peruanas entrevistadas por InSight Crime señalan que descubrieron irregularidades en los registros de reproducción de algunos grupos de manejo, lo que llevó a sospechar que las tortugas que debían ser liberadas estaban siendo utilizadas para la exportación.
Intermediarios y operadores
Existen diversos intermediarios y operadores que facilitan el comercio de vida silvestre. Estos solicitan ciertas cantidades de especies específicas de fauna, y a veces financian expediciones de caza y pesca. Los operadores también aprovechan las lagunas legales y las zonas grises de las leyes. Por ejemplo, cuando se permite la caza de subsistencia, suelen atrapar un gran número de animales.
Algunos de estos operadores se conocen con ciertos nombres. Los habilitadores son los financistas que organizan grandes expediciones de caza. Estos les ofrecen adelantos en efectivo a los cazadores furtivos para que cacen ciertas especies y les proporcionan los equipos necesarios. Los acopiadores llevan a cabo un tráfico más organizado.
Mantienen contacto con las comunidades ubicadas en las zonas de extracción, para que acopien y transporten grandes cantidades de animales. Compran animales vivos o muertos, y en algunos casos viajan entre comunidades para comprar especies directamente en las zonas de extracción. En otros casos, los cazadores furtivos les traen los animales que han capturado. Los acopiadores también participan en el transporte de vida silvestre a los puntos de venta.
Un tercer tipo de intermediarios son los que se conocen como rematistas. Estos trabajan en los mercados de los municipios más cercanos a las zonas de extracción, donde les compran carne, animales vivos y partes de animales directamente a los cazadores furtivos. Luego llevan a los animales o sus partes a los mercados para venderlos.
Cazadores furtivos y agricultores
El tráfico de vida silvestre comienza con los cazadores furtivos, que a menudo son habitantes de la región que han sido contactados por exportadores, operadores o intermediarios para cazar ciertas especies bajo pedido. Según cuenta un cazador furtivo que trabaja en Iquitos, algunos también generan ingresos adicionales mediante la captura de animales vivos o la venta de sus partes con fines artesanales o supersticiosos. Las armas preferidas por los cazadores furtivos son las escopetas y los machetes, aunque ciertas especies también requieren el empleo de trampas.
Los cazadores furtivos generalmente ganan muy poco capturando y matando animales. Un cazador furtivo de la ciudad de Iquitos dijo que generalmente gana 500 soles, alrededor de US$150, en un viaje de caza de tres semanas. A medida que la vida silvestre ha desaparecido debido a la caza excesiva y la destrucción del hábitat, los cazadores furtivos se adentran cada vez más en la selva. Esto aumenta tanto el tiempo como el costo de cada viaje a cambio de pocos beneficios.
Por su parte, los agricultores capturan o matan animales al proteger sus tierras o dedicarse a la caza. Esto es así particularmente en el caso de los jaguares. Según la funcionaria del Serfor Jessica Gálvez-Durand, si un agricultor se encuentra con un jaguar, mata a la madre para vender sus colmillos y garras, y captura a sus crías para venderlos como mascotas.
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Este artículo se publicó previamente en InSight Crime. Lea el original aquí
InSight Crime se ha asociado con el Instituto Igarapé —centro de pensamiento independiente ubicado en Brasil, que se dedica al estudio de temas actuales relacionados con desarrollo, seguridad y clima— con el fin de rastrear los delitos ambientales y los actores criminales que impulsan la deforestación en la Amazonía peruana. Vea la serie completa de seis partes aquí.
Fuente: https://www.opendemocracy.net/es/caza-furtiva-trafico-animales-silvestres-amazonia-peru/ Imagen de portada: Pericos de ala amarilla a la venta como mascotas amontonados en una tina de plástico en un mercado negro de animales silvestres | Jason Edwards / Alamy Stock Photo

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