EDITORIAL DE HORIZONTE SUR A LA INTEMPERIE, SEGUNDA SEMANA DE MARZO DE 2010





En estos días en que las crisis políticas se repiten primero como en un revival y se cronifican luego como en una esquizofrenia; tal como está ocurriendo y porque esas crisis responden a un modo de confrontar y de producir acontecimientos banales como quien produce salchichas, uno vive inmerso en un clima de polémicas y de polarizaciones que, en realidad tiene más que ver con las cajas y los subsidios que se adjudican algunos, que con lo que llamábamos la política. No obstante, en cualquier lugar se escucha acalorarse a los bandos en pugna, uno enciende la televisión y nos abruman los programas en que los diversos sectores exponen sus reclamos, sus quejas y reproches mutuos; organizamos en casa una asado con los amigos y los escuchamos asimismo, desplegar sus opiniones sesgadas de unos contra otros o los vemos justificarse el tener que tomar posiciones, porque aún siendo unos malos, los otros serían peores; en la mesa familiar inclusive no podemos evitar los lugares comunes del River y Boca en que pareciera haberse transformado la política y que, aunque nos tiene afuera por rechazo o por ininteligibilidad, también nos tiene en buena medida, atrapados como tema omnipresente.

Por supuesto, no estamos de acuerdo con cultivar y solazarse en el charco de la mediocridad, de los lugares comunes y de los alineamientos tribales, tal como ocurre ahora. Creemos que estamos en medio de una escenografía, una escenografía cuidadosamente montada para que veamos lo que algunos vivillos quieren que veamos, y en especial para que no veamos lo importante, que es lo que condiciona y ciega todo futuro para los argentinos. Pues digámoslo claramente y con valor, porque se requiere valor para ver el mundo de los locos como si fuésemos cuerdos o acaso el mundo de los cuerdos como si fuésemos locos: nos negamos a meternos en la charca de inmundicias en que han convertido estos progresistas la convivencia política, en que ha convertido la izquierda subsidiada el pensamiento político y el modo de opinar sobre la política, nos negamos a jugar el juego de las confrontaciones cuando sabemos bien que en el fondo están de acuerdo todos en mantener el modelo colonial que tanto hemos denunciado. Me pregunto ¿Qué en estos días Menem vuelva a ser el árbitro de una situación dada, o que Duhalde vuelva a ser candidato, es demérito de la oposición y de la llamada derecha, o es el penoso fruto amargo de la colosal impotencia de la llamada izquierda en el gobierno? En realidad, ellos, todos ellos, gobierno y oposición, izquierdas y derechas, han naturalizado la actual situación, o sea que la han convertido en algo tan natural que al fin nos termine pareciendo normal y aceptable el vivir como vivimos...

Pues no nos parece normal producir miles de niños con meningocele, con leucemia, con deformaciones u otros males tanto o más espantosos, y además, justificar ese genocidio en los record de cosechas. No nos parece normal que el destino argentino sea alimentar los chanchos de China o los automóviles europeos, mientras uno de cada tres de nuestros niños sufre desnutrición por hambre. No nos parece normal que se desertice el territorio, que se pierdan los suelos, que haya que levantar los pueblos centenarios porque debajo las corporaciones hallaron metales raros, no nos parece bien que los cipayos de izquierda, nos censuren en la Radio Pública por expresar un sentimiento de patria, tal como el que expresamos durante más de cinco años y tal como nos censuraron y echaron de la Radio publica, algunos que ayer seguían al "Robi" Santucho y hoy siguen al becerro de oro y al culto a la personalidad. No aceptamos ese destino de producir forrajes, tampoco aceptamos el destino de producir agrocombustibles, menos todavía aceptamos el tener que optar entre lo peor y lo menos malo. Así de sencillo y estamos convencidos que la lógica, la sencillez y el sentido común es el arma más formidable para enfrentar a los simuladores, a los fariseos, a los expertos en simulacros, hábiles en representaciones donde las viejas gestas libertarias son puestas al servicio del conformismo, de los negocios con las empresas, de la claudicación de las reivindicaciones nacionales y de la tergiversación de la historia reciente para justificar los actuales desatinos.

Converso con mis amigos, escucho a quienes me rodean. Ellos, mientras comen esa comida chatarra y contaminada que es hoy gracias a los Agronegocios, la comida de los argentinos, opinan que en relación a años anteriores estamos mejor, que en este verano la concurrencia a las playas batió record, que hay cientos de miles de nuevos beneficiados por las pensiones, por los subsidios, por los diversos planes elaborados para contener la pobreza. Lo dicen porque lo creen, porque es lo que ven, es lo que experimentan y sin duda debe ser verdad. ¿Qué es lo que tengo que decir frente a ello? Tengo que decir que lo que dicen mis amigos o aquellos a los que consulto o escucho, posiblemente sea verdad, pero que esa verdad, es solo la superficie de la realidad en que vivimos y que más allá de la suerte de cada uno, deberíamos preocuparnos y no lo hacemos, por la suerte del conjunto y en especial por la suerte de esos argentinos que todavía no nacieron y que van a ser nuestros descendientes. esos argentinos aún no nacidos, me temo que hallarán apenas un páramo donde vivir, así de ese modo terrible les estamos hipotecando el futuro..

Tenemos que decirlo, el mérito de pensionar o de subsidiar con planes a millones de pobres se explica y justifica en un país en que no hay ni habrá trabajo, porque ese país está basado en un modelo agro exportador que no requiere empleos, un país que no genera puestos de trabajo, porque produce comodities o bienes naturales que se van por los puertos, un país que no genera empleos pero que si genera una renta formidable que depende de las cosechas y de las exportaciones. Es un modelo de país. Un modelo de país que hemos aceptado, y donde no hay ni habrá empleo, y donde existe el consumismo porque cada año entran miles de millones de dólares para repartirle a las empresas del transporte, para hace negocios de obra pública, para pagar los intereses de la deuda externa, para hacer política o asistencialismo clientelar o alimentar la pobreza con un mínimo de dinero como para que esa pobreza masiva de los argentinos se mantenga en el borde de la marginalidad, y sea capaz de reproducirse y continuar manteniendo con sus votos, esta democracia estéril que es el caldo de cultivo de una casta de parásitos de la política. Y cuando decimos que el gobierno actual es mejor que los anteriores porque distribuye mejor, estamos aceptando ese modelo de país que se nos impuso, un país agro exportador, un país republiqueta sojera, un país asediado por los ingleses que nos están mordiendo y comiendo todo el mar continental, un país aplastado por una deuda que a la dirigencia no le interesa discutir sino simplemente ver cómo paga, y que, en última instancia y en un acto de absoluto desprecio por la soberanía, deposita en manos de las mismas empresas que exploran el petróleo en esas islas australes donde duermen su sueño incumplido todavía, tantos cientos de nuestros jóvenes soldados.

Entonces, hemos naturalizado el país de los monocultivos y de la mega minería, y solamente pensamos en cómo mejorar en algo la distribución de las rentas del país colonizado. Somos unos miserables. Pero además de ser miserables somos tan tontos como para plantearnos que la derecha sería más egoísta que la izquierda en el modo de distribuir esos dineros. ¿Qué izquierda, qué derecha? ¿A qué nos referimos cuando referimos a la izquierda o a la derecha? ¿Nos referimos a esos conversos con prontuarios o a esos empresarios prebendarios que no son capaces de atravesar el más mínimo examen de gobernabilidad.? A doscientos años del nacimiento de la Patria y sobre el mar de sangre y heroísmo de nuestras luchas nacionales, no podemos ser tan obtusos de pensar que esta charca de mediocridad es la política y que ese horizonte de pensiones y subsidios es todo lo que podemos soñar para un país como el nuestro. Seamos capaces una vez más de pensar otra Argentina y rebelarnos frente a los que nos venden un destino colonial.

Jorge Eduardo Rulli

http://horizontesurblog.blogspot.com/

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