Tres cuartas partes de España están en riesgo de desertificación


España es, junto a Grecia, el país europeo con mayor estrés hídrico. Casi 12 millones de personas sufren algún tipo de restricción en su uso del agua en el país, según un nuevo informe de Greenpeace: El suelo se agrieta cada vez más en España. La situación hídrica en el territorio, agravada por el cambio climático y prácticas insostenibles, ha favorecido que el 75% de la superficie se encuentre en riesgo de desertificación, según un nuevo informe de Greenpeace.

Esto ha provocado que España se sitúe, junto a Grecia, como el país europeo con mayor estrés hídrico. Lo que se traduce en que la demanda de agua en el país es superior a la disponible: actualmente, casi 12 millones de personas sufren algún tipo de restricción en su uso, y amplias zonas de Andalucía, Catalunya, cuenca del Segura, cuenca del Júcar o Tenerife están en fase de emergencia por sequía.

Pero la sequía no solo afecta al agua en la superficie. El 44% de las masas de agua subterránea en España se encuentra en mal estado por la sobreexplotación y la contaminación. Ante ello, Greenpeace exige “información acerca de cuánta agua se dispone, cuánta se está utilizando y, más aún, cuánta se está robando”. En 2023, la Guardia Civil detectó más de 1.300 infraestructuras de extracción de agua ilegales y 92 personas fueron detenidas o investigadas por el robo de agua.
No hay datos reales del número de pozos ilegales del país (aunque la entidad estima que superan el millón), y todos los años se extrae, ilegalmente, el consumo equivalente a abastecer una población de 118 millones de personas. Sin ir más lejos, recientemente WWF publicó un estudio analizando los cultivos de Doñana, y concluyó que el 16,7% de los cultivos de regadío de la zona son ilegales.
El país europeo con más embalses grandes
Más allá de eso, la demanda por parte de algunos sectores de más embalses, trasvases o desaladoras, lejos de ser una solución es, según Greenpeace, un “grave problema”, debido a que España, con una capacidad de almacenamiento en superficie superior a los 56.000 hm3, es el país europeo con mayor número de grandes embalses (más de 1.200), lo que genera un elevado coste ambiental, social y económico.

“Son las infraestructuras que mayores impactos producen, ya que su construcción conlleva una total alteración de la red hídrica, destruyendo el ecosistema fluvial en todo su recorrido y dejando los cauces de los principales ríos y sus afluentes totalmente segmentados y artificializados”, explica el informe.
“A pesar de las enormes inversiones públicas dirigidas al ahorro de agua, como por ejemplo la mal llamada modernización de regadíos o la reducción de fugas en conducciones, este supuesto ahorro se ha visto anulado por el crecimiento de más hectáreas en riego o de los usos lúdicos, algo que merma los recursos hídricos en un contexto, además, de menor precipitación”, asegura Julio Barea, responsable de la campaña de aguas de Greenpeace.
Aunque algunos embalses, como el pantano de Sau en Catalunya, han recuperado agua gracias a las últimas precipitaciones, la sequía sigue atravesando España. La falta de agua tiene una relación directa con los incendios, por lo que Greenpeace alerta de que en 2024 puede aumentar la probabilidad de que ocurran, que aumente la frecuencia e intensidad, y que el suelo de las zonas quemadas sea cada vez menos productivo y tenga menos capacidad de retención de agua.
Por ese motivo, la entidad demanda, más allá de una transición energética, el uso sostenible y eficiente del agua en la industria y el sector agrario; mejorar la conservación de ríos, lagos y mares; mejorar la gestión forestal y adoptar prácticas diarias que reduzcan el consumo de agua.

Fuente: EFE/CLIMÁTICA

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