Patagonia argentina / Parque Nacional Nahuel Huapi: La isla Victoria funcionó como centro de irradiación de fauna exótica

Durante dos décadas, el corazón del Parque Nacional Nahuel Huapi recibió centenares de ejemplares foráneos, tanto de fauna como de flora, hasta que se advirtió su carácter pernicioso. Las consecuencias, a la vista: Después de los jabalíes llegarán los conejos. Al menos, esa es la advertencia que formuló un funcionario municipal del área de Planeamiento a partir de su considerable presencia en áreas de la provincia de Neuquén y de Chile. No obstante, hace décadas que a nivel de la percepción popular se especula con la llegada masiva de los pequeños mamíferos de origen exótico, sin que hasta el momento se concretara la amenaza. No obstante, nadie aguardaba la explosión que tanto agrado provocaría en el célebre Obelix, aunque muchas voces la anunciaron.

Por Adrián Moyano

En general, la introducción de fauna exótica en la Patagonia se atribuye a sectores adinerados que, con el afán de practicar caza deportiva, en el largo plazo provocaron estropicios ambientales que todavía hoy se padecen. Es que, como sucedió con los pinos, no hace tanto que se sabe que incorporar en un ambiente determinado especies a priori foráneas, genera daños tanto en la fauna como en la flora nativas.
De hecho, fue el propio Parques Nacionales que en sus orígenes introdujo en isla Victoria 50 cisnes provenientes del Zoológico de Buenos Aires, 100 ciervos moteados de origen asiático y 50 casales (parejas) de faisanes, entre otras acciones que precisamente, en el mediano plazo contribuyeron a la modificación sustantiva del ecosistema isleño. Si bien en determinado momento se puso fin a esas metodologías, sus consecuencias están a la vista.

En la década de 1930, “se desplegó en la zona de puerto Radal de la isla Victoria una Estación para la Fauna, con el objetivo de constituirse en una suerte de zoológico a cielo abierto en el entorno natural”, afirma la joven historiadora Giulietta Piantoni en “Un laboratorio a cielo abierto. La ciencia en la isla Victoria”, artículo que publicó en la revista “Desde la Patagonia. Difundiendo saberes” (2021).

“Allí se buscaba conformar un muestrario de fauna autóctona para su exhibición a los turistas, así como realizar la cría experimental de algunas especies exóticas”, añade el texto de la investigadora. “Luego de las primeras experiencias de introducción de fauna realizas por Aarón Anchorena, a principio de siglo XX, una de las primeras experiencias de introducción de animales fue realizada por la propia repartición de Parques Nacionales. La misma se produjo a partir del ingreso de 50 cisnes, gestionado ante al Zoológico de Buenos Aires, en 1935”, establece el relato.
Como en su casa
Con idéntica idiosincrasia, “otra de las acciones tempranas de intervención de la naturaleza por medio de la introducción de especies exóticas fue a través de la piscicultura, desde 1904. Si bien el Ministerio de Agricultura ya había establecido en Bariloche una estación donde se producían alevinos, Parques fomentó esta práctica por medio de la siembra de estos en los cuerpos de agua, con el objetivo de promover la pesca deportiva”, informa Piantoni.

Algunas de las especies se encontraron como en su casa. “En 1937 fueron incorporados 100 ciervos moteados (Axis axis) provenientes de Asia por parte de Parques Nacionales y donados por el propio Anchorena y 50 casales de faisanes. Los ciervos fueron puestos en libertad con una muy buena respuesta de aclimatación, por lo que era posible observarlos en la isla e incluso fuera de ella, razón por la que se aventuraba que algunos individuos habían cruzado a nado el lago y que en poco tiempo el Parque se vería invadido por esta especie”.
De más está decir que “hoy existen en la zona jabalíes europeos, introducidos en estancias privadas que, por descuido o negligencia, se han propagado dentro del área protegida. Sin especies competidoras ni predadoras, y con una favorable adaptación, esta especie de jabalíes ha provocado un fuerte impacto en los ecosistemas locales”, concluye el relevamiento de la historiadora, que recordemos, se publicó cuatro años atrás.
Con ese extraño y un tanto omnipotente afán de mejorar -supuestamente- la naturaleza, “se introdujeron también otras tres especies de cérvidos, en franca competencia con las especies nativas: huemules y pudúes, que han impactado a través del ramoneo el crecimiento natural de plantas como el maqui, la laura, el maitén y el radal, entre otras”. Las dos mencionadas están en peligro de extinción y en el presente, la misma repartición hace esfuerzos considerables para contribuir a su preservación.

Con la intención de “embellecer” o “adornar” espacios que ya eran bellísimos, se trasladó “fauna autóctona dentro de los Parques Nacionales a zonas o ambientes en los que no se los encontraba antes. Esta reubicación produjo la ampliación del alcance y hábitats de estas especies, lo que finalmente impactó en dinámica de esos ecosistemas. Esto claramente puede observarse en el caso de los huillines y los coipos nativos de otras zonas del Parque Nahuel Huapi, e introducidos en la isla Victoria en 1946 y 1948”.
Recomponer-Restaurar
Unos 15 o 20 años después de las políticas que favorecieron la propagación de especies exóticas, se intentó ponerles fin y restablecer los equilibrios previos. En efecto, ya en 1951 se hablaba de “recomponer” el impacto que había generado la presencia humana y su actividad. “Por medio de la reproducción en cautiverio en la isla, se buscaba obtener ejemplares suficientes para salvar las especies nativas, ya que se debían subsanar los desequilibrios ocasionados por todas las acciones llevadas a cabo hasta entonces”.
Aporta Piantoni que “también era una fuerte razón de peso para su captura y cautiverio, el interés que producían estos simpáticos animalitos en los visitantes. Esta parece ser una clara intersección entre el turismo, la ciencia y la conservación. En la plaza del Centro Cívico y en la avenida costanera 12 de Octubre en San Carlos de Bariloche, previo a la utilización de perros san Bernardo, se utilizaban para la toma de fotos a turistas otras especies como guanacos y pudúes, generando en los visitantes un interés a través de estos animales, considerados un atractivo. Con su cautiverio se producía un incentivo mayor en la excursión a la isla”. Unos 70 años después, ya no queda margen para tamañas idas y vueltas.

Fuente: https://www.elcordillerano.com.ar/noticias/2025/11/23/225179-la-isla-victoria-funciono-como-centro-de-irradiacion-de-fauna-exotica  - Imagen de portada: Muelle en Puerto Anchorena, isla Victoria (1930). Colección Lunde en Archivo Visual Patagónico.

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