El striptease del Estado: Homenaje a Zygmunt Bauman
Una de nuestras voces alterglobalizadoras (altermundistas) más reputadas nos ha dejado en este mes de Enero de 2017. Se trata del intelectual polaco Zygmunt Bauman. Este autor nos ha servido de inspiración y fuente de conocimiento para elaborar algunos de los textos que podrás encontrar en este blog. Nos sentimos deudores de su pensamiento y, por ello, vamos a realizar una breve reseña sintética de alguna de sus ideas.
* Durante las últimas décadas del siglo XX la “modernidad sólida”, que ofrecía a las personas un cierto sentido de pertenencia y una identidad social estable (a través de elementos como la familia, el trabajo, el barrio o la cultura propia, entre otros) pasa a convertirse en una “modernidad líquida” donde muchas coordenadas vitales se tambalean y la incertidumbre parece inundarlo todo. En este contexto se impone la volatilidad, la temporalidad y la provisionalidad de gran parte de los compromisos y certezas que en otro tiempo aportaban cierta raigambre identitaria a las vidas de millones de personas. La modernidad líquida propia de la globalización capitalista choca, sin embargo, contra dos potentes muros: el tiempo y el espacio. La aniquilación del tiempo y el espacio constituyen un objetivo primordial para el modelo consumista propio de este tipo de modernidadad ya que constituyen los principales “muros naturales” para su expansión.
* En el entorno de “modernidad líquida”, propio de la globalización capitalista, la identidad puede llegar a convertirse en un producto más de consumo. Las clases acomodadas tienden a encontrar “identidades líquidas” o fabricadas a medida de sus propias necesidades. Se mueven libremente, viajan y escogen las etiquetas que más le gustan o les conviene en cada caso: “Mi Dios es judío, mi pizza italiana, mi coche japonés, mi democracia griega, mis números aŕabes, mis letras latinas… solo mi vecino es extranjero”. El poder se vuelve “ingrávido” y aspira a “desterritorializarse”. A la vez un segundo estrato de población, mucho más numeroso que el anterior, tiene que aceptar identidades forzadas de las que le resulta casi imposible desembarazarse. Estas clases subalternas tienden a ser encerradas en demarcaciones territoriales, raciales o culturales cada vez más estrictas y rígidas. Por último podría hablarse de un tercer grupo a los que se les niega la identidad, son la “no-personas”, las invisibles, aquellas que ni siquiera pueden llegar a aspirar a una identidad impuesta y forzada. Estamos ante una globalización asimétrica y tramposa, diseñada a la medida de las élites económicas que manejan a su antojo los “semáforos” de los flujos migratorios, y las fronteras, dando siempre luz verde a los “turistas” y luz roja a los “vagabundos”. La solidaridad con el excluido no es una opción razonable en esta “modernidad líquida”, solo la evitación y la separación. No es cuestión de amar u odiar al prójimo sino de mantenerlo inmóvil y a distancia, así se anula el dilema y la elección se vuelve innecesaria. En la mesa de la globalización capitalista no hay sillas para estas colectividades, obligadas permanentemente a “esperar fuera”, de forma estática, un turno de entrada que nunca llega. Además debe soportar mientras tanto pesadas identidades y condiciones existenciales no libremente elegidas. La inmovilidad es la derrota mientras el movimiento es el único camino hacia la victoria.
* Los “inversores”, sin embargo, exigen entornos fiables, predecibles y estables para desplegar sus mecanismos de acción, “generadores de riqueza”. La contrapartida es un entorno cada vez menos fiable, predecible y estable para la trabajadora/trabajador condenada a soportar sobre sus espaldas la molesta carga de la incertidumbre, el miedo al futuro o los riesgos crecientes para sus expectativas vitales. Otros autores, como Wallerstein, ya hablaron de estos mecanismos de desplazamiento del riesgo, que pueden ser espaciales, temporales o intersociales, generando entornos de alta desigualdad con concentraciones progresivas de poder, capital y de capacidad de libre elección.
* En este contexto la maquinaria política de los estados tiende a especializarse en la represión y el control social de sus poblaciones, mediante dispositivos jurídicos, policiales y mediáticos diseñados al efecto. El resto de las funciones tradicionalmente vinculadas a los gobiernos y al estado del bienestar, tales como suministrar soporte vital mínimo a sus poblaciones en forma de servicios sanitarios, educativos, de vivienda, de crédito o energéticos, son ignorados y no aceptados como parte de su campo de acción o responsabilidad. “En el cabaret de la globalización capitalista el Estado realiza un striptease y al final de la función solo queda lo mínimo: el poder de su maquinaria represiva”. Los estados rivalizan entre ellos para servirles a las élites globales masas de trabajadores/as dóciles y dispuestas a ser explotadas/fecundadas por el salvífico capital nómada. A estas élites financieras les interesa estados débiles desde el punto de vista de su soberanía política-económica pero fuertes desde el punto de vista de su capacidad policial y propagandística.
La voz de Bauman, en definitiva, accesible a través de su abundante producción intelectual en forma de libros, ensayos, artículos o conferencias, constituye una herramienta relevante para entender el mundo en que vivimos y para encontrar líneas de actuación que nos ayuden a transformarlo.
Fuente: https://alterglobalizacion.wordpress.com/ - Imagenes: Revista Sputnik