Deseo de crecer frente a la realidad física

En un Mundo finito, el uso por parte de la Humanidad de recursos no renovables lleva, inevitablemente, al decrecimiento en su disponibilidad para el futuro. Si consumimos mil barriles de petróleo al segundo, como hoy hacemos, ese crudo dejará de estar disponible, y se habrá transformado, a través de su combustión, en gases de efecto invernadero, que calientan la atmósfera. 
Esto es: decrece nuestra posibilidad de usar el recurso en el futuro, y su transformación pasa a engrosar nuestro impacto en el medio. Igual ocurre con cualquier recurso mineral. Por ejemplo, algunos autores consideran que la disponibilidad de fosfatos, la roca de la que obtenemos el fósforo básico para el crecimiento de las plantas en la agricultura industrial, podría encontrarse en declive, debido al agotamiento de una parte significativa de las reservas existentes.

Juan Jesús Bermúdez.


El decrecimiento también se da en la disponibilidad de recursos renovables. Ocurre con la pesca, cuyos volúmenes totales parecen haber entrado en declive histórico, después de que la práctica industrial pesquera esté poniendo en situación de riesgo grave de extinción importantes reservas del Mundo, sin margen apenas para la recuperación de sus cadenas tróficas. Lo mismo ocurre cuando se talan bosques o se extrae agua de acuíferos recargables con una tasa de consumo muy superior a la de reposición del recurso.
En general, cuanto más usemos de los recursos de la Tierra, menos habrá para el futuro, y menos tendrán otros que conviven al tiempo con nosotros, en el mismo Planeta. Aunque aún existe todavía, en nuestra sociedad, una práctica unanimidad sobre las virtudes del crecimiento económico, se olvida frecuentemente que éste precisa inevitablemente del crecimiento en el uso de recursos. Teniendo en cuenta, además, que la velocidad y volumen del aprovechamiento de los mismos es el más acelerado y mayor de la Historia, se entiende que, asumiendo la finitud del Planeta, el crecimiento económico implica decrecimiento posterior en la posibilidad de usar recursos naturales.
El conflicto que implican estas dos tendencias contrapuestas – el deseo de crecer versus la realidad física de cada vez menor número de recursos – siempre termina con un final “a favor” del decrecimiento físico y económico, por razones obvias (la economía, para ser tal, necesita de lo tangible, de lo físicamente valorable).
En algún momento el decrecimiento es inevitable. Civilizaciones enteras lo han experimentado, cuando han agotado los recursos vitales de su existencia, y no es ajeno en absoluto a nuestra experiencia histórica. Lo que hay de nuevo en esta nueva fase de crisis es que se suceden las advertencias de que se están alcanzando límites absolutos globales del uso de determinados recursos claves para nuestras sociedades modernas. Además, la dimensión del consumo (y, por tanto, su agotamiento) es planetaria, al estar globalizada nuestra economía.
No suelen caer en la cuenta los partidarios del crecimiento que son los mejores aliados del decrecimiento económico. De hecho, en un Planeta “lleno” y con la aceleración que nos caracteriza, retomar el crecimiento – esto es, intentar salir de la crisis – llevará a conflictos mayores en el futuro. Habría que reconvertir este momento económico de decrecimiento en una enseñanza, no sólo financiera, sino de ajuste a un uso menor de los recursos no renovables, lo que implica renunciar a seguir creciendo, y promover una agenda con la mirada puesta en esta nueva situación, precisamente para evitar que el decrecimiento sea lo traumático que se anuncia va a ser

Fuente: - decrecimiento en Canarias  - decrecimiento.info - Imagenes: ‪CEEPYS | Centro de Estudios de Energía, Política y Sociedad‬ - ‪Change.org‬

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