El próximo problema con el desmantelamiento de la central nuclear de Garoña (España) y de todas las que existen en el mundo: No hay almacén para "guardar" tanto uranio de manera segura durante decenas de miles de años.

Desmantelar por completo una central nuclear es un proceso lento que, en el caso de Garoña, se prolongará entre 13 y 16 años. El gran problema ahora para Nuclenor, gestores de la planta de Garoña, será que hacer con los residuos de la central, que incluyen el combustible ya empleado en el reactor y que, en total, superan los varios miles de toneladas. Otro ejemplo es Japón, - ‪Greenpeace calcula que ese país ha generado nueve millones de metros cúbicos de residuos distribuidos en 113.000 emplazamientos‬

Antonio Villarreal

Los residuos generados por el cierre de las centrales nucleares
Según el Plan de Gestión del Combustible Gastado de C.N. Santa María de Garoña, un documento interno de la Empresa Nacional de Residuos (Enresa) obtenido por El Confidencial mediante una petición al Portal de Transparencia, la empresa valoraba a finales de 2011 cuatro alternativas sobre qué hacer con el uranio consumido para producir electricidad, todas ellas condicionadas a la construcción del Almacén Temporal Centralizado en Villar de Cañas (Cuenca).
Las cuatro opciones
Aunque Enresa se negó a facilitar a este periódico información acerca de la disposición de la piscina o el inventario de combustible gastado, sí que reveló las opciones que en aquel momento -meses antes de que Endesa e Iberdrola decretaran el cese de operaciones- barajaban como vías de gestión: esperar hasta que el ATC estuviera operativo y trasladar allí los residuos directamente desde la piscina, almacenar los residuos en un Almacén Temporal Individualizado, bien parcialmente o en su totalidad, o reprocesar el combustible y enviarlo al emplazamiento de Villar de Cañas.
Aunque la piscina es, en sí misma, un almacén, el propio informe descarta mantener el combustible allí durante un tiempo prolongado: "La solución de utilizar infraestructuras existentes es de viabilidad dudosa", indica este análisis.
A día de hoy, y con la construcción del ATC paralizada, la única opción viable para el uranio de Garoña está en el ATI que lleva construyéndose desde 2012. Fuentes de Nuclenor y de la compañía Idom, empresa encargada de la construcción de esta infraestructura, confirmaban ayer a Teknautas que las obras, cuya finalización estaba prevista para marzo de este año, no han concluido aún. "No puedo precisar una fecha concreta, pero les falta poco", explicaban desde Idom.
Los problemas del ATI de Garoña
Inicialmente, se contaba con que el ATC de Villar de Cañas estuviera listo para 2017 ó 2018, por lo que el almacén de Garoña estaba previsto para cobijar de forma provisional el combustible de la central. Pese a esto, en el plan de gestión Enresa recomendaba que se solicitara una licencia "para la totalidad del combustible, teniendo en cuenta que el elemento más costoso, que es el propio contenedor, es por principio modular y el esfuerzo de licenciamiento y coste de la infraestructura no varía mucho con el tamaño".
En septiembre de 2015, el BOE detallaba la declaración de impacto ambiental del ATI de Garoña, uno de los requisitos legales para llevar a cabo el proyecto. En esta disposición se describían las características del futuro almacén: 32 contenedores cilíndricos ENUN 52B con un peso -una vez cargados de combustible- de unas 70 toneladas cada uno. Esto daría una capacidad total de alrededor de 2.256 toneladas, insuficientes ante las 6.079 toneladas de residuos radiactivos previstas por Enresa.
En comparación, la central de Trillo dispone de un ATI con capacidad para 80 contenedores.
Existe además otro problema. Los contenedores ENUN 52B están diseñados para usarse con dos tipos específicos de combustible (GE-6 y GE-7), pero no se indica qué ocurrirá con los otros tipos (GE-4, GE-5, GE-8, GE-10, GE-11 y GE-14) presentes en el reactor. En el caso de Garoña, hay un total de 2.505 elementos de los que solamente 594 son aptos para estos contenedores.
El último acta de inspección realizada por los inspectores del Consejo de Seguridad Nuclear a la central, del 24 de mayo de 2017, explicaba que el titular de Santa María de Garoña tenía previsto comenzar a cargar en el ATI los primeros cinco contenedores con combustible gastado en el primer semestre de 2018, algo que parece impracticable a fecha de hoy.
Desde el CSN advierten que la historia está lejos de terminar. "Nosotros ni aprobamos ni desaprobamos, sólo somos asesores del gobierno sobre ese ATI", explican a Teknautas fuentes del consejo. En 2013, el CSN ya emitió un informe favorable a la construcción del almacén, denominado Informe de Ejecución y Montaje, "pero aún nos falta por emitir un segundo documento, que está en fase de evaluación y por tanto no se puede comunicar nada aún sobre el mismo".
"Informe Preceptivo y Vinculante para la Autorización de la Modificación de la Autorización, así se llama", indican estas fuentes. De este análisis, de farragoso título y seguro que apasionante contenido, dependerá que en los próximos meses pueda desbloquearse la situación de un desmantelamiento que, según el ministro Nadal, comenzará "inmediatamente".
A día de hoy, en Santa María de Garoña, no hay almacén para tantos residuos radiactivos.

Fuente: https://www.elconfidencial.com/tecnologia/ciencia/2017-08-02/proximo-problema-garona-uranio-almacen_1423970/ - Imagenes: ‪123rf.com‬
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El negocio nuclear languidece con las centrales francesas bajo la lupa


    •    El supervisor nuclear francés ha anunciado una nueva revisión de las centrales que se extenderá hasta 2018
    •    En EE UU, como en España, las cuentas del negocio nuclear no cuadran con pérdidas en aumento
Francia, el país nuclear por excelencia, con 58 centrales activas, una inactiva y 12 desmanteladas, se convierte, poco a poco, en el termómetro de una industria en declive. Lo último es la decisión de la ASN, el consejo de seguridad nuclear galo, de revisar los componentes fabricados en las instalaciones de Creusot Forge instalados en las centrales que explota la eléctrica pública EDF, un proceso de revisión de todo el parque nuclear que se extenderá hasta 2018. En España tampoco cuadran los números. 
El negocio nuclear post Fukushima no es rentable por las exigencias de inversión y es lo que ha llevado al cierre de la central de Garoña en pleno mes de agosto. 
El desastre de Fukushima, en 2011, fue el punto de inflexión. Desde entonces se han endurecido en todo el mundo las cuestiones de seguridad y las consiguientes exigencias de nuevas inversiones. Ese factor, junto al desarrollo de las energías renovables empujan el negocio nuclear hacia un callejón sin salida.  Las empresas ven que las cuentas no salen. No hay beneficio y es lo que ha llevado a compañías como Iberdrola, en España, a plantear la posibilidad de un desmantelamiento progresivo de instalaciones.

Por S.C


Una actividad que se agota
El panorama en los grandes países occidentales es el que corresponde a una actividad que se agosta. En Francia, la gran empresa de ingeniería nuclear Areva quebró y tuvo que ser rescatada, en una especie de cambio de cromos –las dos son empresas controladas por el estado- por la eléctrica estatal EDF y en EE UU  Westinghouse Electric –filial de Toshiba Corporation- también ha ido a la quiebra con pérdidas superiores a los 4.500 millones de dólares.
El panorama es desolador: en EE UU, 34 de las 61 instalaciones nucleares pierden dinero, según Bloomberg. En España, como ha demostrado el caso de Garoña, las cuentas tampoco cuadran. Iberdrola detalló que sus nucleares acumulan pérdidas de 1.000 millones desde 2013 y Endesa precisó que en el caso de Garoña, una posible la prórroga requeriría menos impuestos y menos inversiones. 
Más aún. El informe de PWC sobre Garoña, a petición de Iberdrola, indicaba que alargar su vida útil a 60 años acarrearía pérdidas por 1.062 millones y exigiría un precio del mercado mayorista entre 65 y 69 euros MWh.
La cuestión de la seguridad y de las inversiones para mejorarla es clave. A finales de 2016, el gobierno de Japón casi duplicó las proyecciones de costes relacionados con el desastre nuclear de Fukushima hasta situarlos en 21,5 billones de yenes (188.000 millones de dólares). Y la cuenta no está cerrada.
Minimizar los riesgos
Francia quiere minimizar riesgos y por ello, va a revisar de nuevo las centrales en operación. La ASN justifica la medida porque Areva puso de relieve el pasado año "deficiencias en algunas cuestiones nucleares de fabricación de equipos a presión fabricados por su fábrica de Creusot Forge". Por ello, plantea a la empresa pública EDF "revisar todos los registros de fabricación de los equipos instalados en sus reactores en funcionamiento. EDF realizará la revisión dos meses antes del reinicio de cada uno de sus reactores después de una parada para repostar. 
En principio, no se espera que la medida tenga las consecuencias del pasado invierno, cuando la paralización de parte del parque nuclear francés afectó a los precios de la electricidad de media Europa, incluida España. Francia anunció este año que pretende reducir la generación nuclear en un 50% para 2025, lo que conllevará el cierre de hasta 17 centrales. Alemania ha ido más allá en sus planes y en 2011 acordó el abandono total de este tipo de energía en el año 2022.
Actualmente existen en la UE 129 reactores atómicos operativos en 14 miembros comunitarios. El problema es que esas instalaciones tienen una antigüedad media de 30 años, según datos de la Comisaría de Acción Climática y Energía que dirige el español Miguel Arias Cañete. Mantenerlas no será barato.
La Unión Europea, según la Comisión, necesitará invertir entre 350.000 y 450.000 millones de euros hasta 2050 para mantener las centrales, algo que considera necesario. Porque pese al declive del negocio, Arias Cañete sostiene -así lo dijo en mayo en un encuentro de expertos- que la energía nuclear en la UE "no está muerta"

http://www.lainformacion.com/economia/Energia-Nuclear-centrales-electricidad-Francia_0_1054695510.html - Imagen:  Central nuclear de Flamanville, en el norte de Francia. EUROPA PRESS

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