Chile: El agua de los ríos no se pierde en la mar

Con suma urgencia debemos tomar conciencia del estado lamentable de las cuencas hidrológicas y los ríos chilenos desde Arica hasta las regiones de Los Ríos y Los Lagos. En documentos técnicos se habla de ríos bio-ecológicamente moribundos, con tramos secos, con varios que prácticamente ya no desembocan en la mar: Loa, Huasco, Aconcagua, Maipo, Maule, Biobío… La peor prueba: todas las especies de peces y bentónicas de agua dulce, de los ecosistemas fluviales de Chile, están desapareciendo. Lo que muestran estos “bioindicadores” es alarmante. Los peces endémicos chilenos no son ‘espectaculares’, pero están (o estaban) muy bien adaptados a los torrentes cordilleranos y sus afluentes. Su presencia o ausencia es indicadora de la salud del ecosistema, para la cual la integridad de los ecosistemas ribereños o riparianos tiene una relevancia fundamental.
Por: Juan Pablo Orrego

Es brutal, pero hay que decirlo francamente: desde la fundación de la república, este país ha ido asesinando sus ríos en forma despiadada, lo que se agudizó significativamente durante las últimas décadas. Las causas son múltiples: embalses hidroeléctricos y de riego; deforestación y plantaciones; extracción descontrolada de áridos; extracciones masivas de agua para la agroindustria; contaminación con riles o aguas residuales de diverso origen (doméstico, industrial); y, en gran parte del país, la perniciosa influencia de los tranques de relaves mineros que envenenan aguas superficiales y subterráneas. 
Cabe destacar la destrucción masiva de humedales, que suelen ser componentes de los ecosistemas ribereños de los ríos. Concepción, Valdivia, y el barrio industrial en la salida norte de Santiago, por ejemplo, fueron fundados sobre vastos y magníficos humedales pletóricos de biodiversidad. Los humedales sustentan diversas y complejas funciones ecosistémicas, que se traducen en múltiples servicios ambientales para los habitantes de la cuenca, incluyendo a los humanos. Empezando por el abastecimiento de agua. Como el nombre lo indica, estos ecosistemas son reservorios vivos de humedad, residencias de aguas limpias.
El lamentable estado de nuestras cuencas y ríos no debiera sorprendernos tanto. Al escuchar recientemente el tradicional discurso sobre el estado de la nación, constatamos una vez más atónitos que tenemos un presidente de la república que cree que “el agua de los ríos se desperdicia en el mar”, como también lo hacen senadores y diputados.

Esta afirmación es una barbaridad ecológica que da vergüenza escuchar de boca de cualquiera, pero aún más de la del presidente de nuestro país, o de honorables legisladores. Es un bochorno ante la comunidad internacional más ilustrada. Delata una nula comprensión del ciclo del agua, del rol vital de los ríos en la productividad y equilibrio de los estuarios, así como de los ecosistemas costeros en general, y asimismo de la fisiología marina/oceánica, y planetaria. Totalmente inexcusable hoy en día en un planeta devastado a causa de tanta ignoracia. Observaciones recientes muestran la brutal fragmentación y degradación de la mayoría de los grandes ríos a nivel planetario, y la desaparición del 50% de los bosques del mundo, en pocas décadas.
La idea de que el agua de los ríos se pierde en la mar es un deliberado intento de ‘incepción’, de infección con una ideología sin fundamento, una “creencia” absurda, una superstición promovida persistentemente por el empresariado que lucra y busca seguir lucrando con la explotación de nuestras aguas y ríos. Este discurso lo venimos escuchando de boca de los ejecutivos de Endesa desde comienzos de los años ‘90, en el contexto de la campaña de defensa del río Biobío, que duró más de una década. El problema es que esta es una ideología cuyas consecuencias atentan literalmente contra la vida, contra la actual biosfera, humanidad incluida.
Vamos a ser anfitriones de la COP25 y hay mucho discurso al respecto. Si es que existe una defensa real ante el vertiginoso cambio climático son las cuencas sanas, forestadas con bosque nativo, y los ecosistemas fluviales íntegros. De hecho, la única forma de revertir el cambio climático es devolviéndole su protagonismo a la naturaleza, darle el espacio para reponer el metabolismo, la ‘geo-fisiología’ de la biosfera. Esto es incontrovertible. Necesitamos imperiosamente restaurar cuencas y ecosistemas.
Una cuenca relativamente íntegra, forestada con especies nativas, como la del río San Pedro es como un órgano vital de la biosfera que sustenta, como decíamos, y usando el lenguaje oficial, innumerables funciones ecosistémicas y servicios ambientales: absorción de dióxido de carbono, emisión de oxígeno (es decir regulación del equilibrio gaseoso de la atmósfera terrestre), regulación del ciclo del agua (se podría decir que los bosques en la cuenca ‘producen’ agua: la atraen, dispersan, y reciclan en forma constante a través de sus cuerpos por absorción y evapotranspiración; en las cuencas forestadas los ríos llevan más agua y sus ciclos son más regulares). Por lo tanto, las cuencas son abastecedoras de agua pura, subterránea y superficial, para todo el bioecosistema, y sustentan diversa biodiversidad de los cinco reinos (bacterias, protoctistas, hongos, animales y plantas), calidad de vida para los habitantes locales y regionales, entregan frutos y hongos silvestres comestibles, belleza y esparcimiento. Una cuenca sana significa sinergia a nivel global, regional y local.
Las cuencas íntegras –con un río principal “de alta singularidad”, como ha sido definido el San Pedro en los estudios técnicos– son cada día más escasas en Chile, y por lo tanto cada vez más valiosas. El valor socioambiental de una cuenca—o sea lo que entrega–depende directamente de su integridad ecológica. Un proyecto como el de Colbún, del incomprensiblemente tozudo grupo empresarial Matte, solo puede degradar grave e irreversiblemente este inapreciable patrimonio cultural y ambiental, que es, teóricamente, de todos los chilenos y chilenas, y las aguas, también muy teóricamente son “bienes nacionales de uso público”, pero en ambos casos, empíricamente, en la práctica, se nota que no es así. En este momento son bienes naturales de explotación privada con fines de lucro desmedido. No hay otra forma de decirlo.
Por todo lo que se lee en esta “Historia de la Central Hidroeléctrica San Pedro de Lorenzo Palma, y el autor muestra las evidencias con cortés diplomacia, nos preocupa muchísimo que la ‘participación ciudadana’–siempre no-vinculante– respecto de este proyecto se está transformando una vez más y desde hace rato en una co-opción compensatoria sistemática de autoridades, personas y comunidad vulnerable en las dos comunas involucradas. La investigación evidencia demasiadas gestiones extrañas, arbitrariedades, irregularidades, y contradicciones, a lo largo de todo el proceso de evaluación y autorización del proyecto. No es posible que el dinero siga hablando más fuerte que la razón, la ciencia y el sentido común… y la supervivencia. Este es un patrón que tiene a la humanidad en un derrotero catastrófico.
Acabo de visitar la zona y a dirigentes locales que se oponen al proyecto por múltiples y fundadas razones para compartir experiencias. Es de esperar que el movimiento ciudadano siga floreciendo, se multiplique, y presione con persistencia, y que así, por la razón, prime la cordura y se salven, por el bien de todo y de todas, esta preciosa y muy apreciada cuenca y río San Pedro. Haremos lo posible para que así sea. Si la ciudadanía pudo detener el monstruo de HidroAysén, con mayor razón debiéramos ser capaces de detener este otro proyecto descabellado.

Descargar Lanzamiento libro CHSP JPO 100719

Fuente: ecosistemas - Imagen de portada: Imagen 1 Río Copiapó, Chile Sustentable - ‪werken rojo‬ - ‪Futuro Renovable‬


[Intervención de Juan Pablo Orrego en lanzamiento de la “Historia de la Central Hidroeléctrica San Pedro”, trabajo de investigación de Lorenzo Palma publicada con el apoyo de Fundación Plantae.]
En primer lugar, extender felicitaciones al autor Lorenzo Palma por su excelente trabajo de periodismo investigativo y a Fundación Plantae por apoyar esta publicación. Ojalá todos los conflictos ambientales contaran con una investigación y memoria semejante. Material de alta utilidad para los estudiantes y activistas, para la comunidad en general, y en particular para las personas interesadas e involucradas en la defensa territorial.
Gracias al Senador Alfonso De Urresti por la organización y convocatoria al conversatorio sobre el trabajo de Palma y el controvertido proyecto San Pedro, que incluyó la proyección del bello documental “Río Sagrado” realizado por Bestias del Sur Salvaje (Congreso Nacional, Santiago, 03/06/19).

Entradas populares de este blog

Científicos declaran oficialmente el fluoruro (flúor) como una neurotoxina

Francia: ‘Mi orina contiene glifosato, ¿y la tuya?’ Denuncia contra el polémico herbicida

Japón decidió deshacerse de todos los hornos de microondas en el país antes de finales de este año