Apilar piedras y otras conductas evitables que impactan en el medio natural: Con la masificación del turismo , acciones aparentemente inofensivas pueden acarrear consecuencias nefastas para los ecosistemas.

Desde hace unos años se ha puesto de moda apilar piedras en entornos naturales, especialmente en espacios emblemáticos y masificados por el turismo. Una única pila de piedras, como los clásicos hitos que guían a los senderistas, no es un problema, pero sí su proliferación por puro placer o postureo instagramer. Una pila lleva a otra y acaban siendo decenas de ellas. Lo que aparentemente comienza siendo una acción totalmente inofensiva puede acabar acarreando consecuencias nefastas para los ecosistemas naturales. “Las piedras sirven de refugio para muchos animales, retienen la humedad del terreno, favorecen el crecimiento de plantas… ¡hay especies que dependen de ellas para poder vivir!”

Lorena Farràs Pérez

“Levantas una piedra y lo que encuentras es vida”, asegura Carles Castell, experto en conservación de espacios naturales y colaborador del Centre de Recerca Ecològica i Aplicacions Forestals (Creaf). “En entornos de condiciones extremas, donde la vegetación suele ser escasa y dispersa, sirven de refugio para muchos animales, retienen la humedad del terreno, favorecen el crecimiento de plantas… ¡hay especies que dependen de ellas para poder vivir!”, afirma el experto. De aquí la importancia de dejar las piedras en paz.


Fuente de vida

Castell bromea señalando que es como si “obligásemos a las pobres plantas y animales, acostumbrados a vivir en un pueblecito de plantas bajas, a adaptarse a un entorno mucho más similar a Manhattan”. Pero para algunas especies de animales dista mucho de ser una broma. Para el Akis bremeri, un escarabajo endémico y amenazado de las dunas de la isla de Formentera, o la Podarcis pityusensis, la sargantana de Formentera, es una cuestión de pura supervivencia. Estos animales necesitan el espacio bajo las piedras para reproducirse, refugiarse del sol o encontrar alimento.

La sarganta de Formentera, la 'Podarcis pityusensis', es una de las especies amenazadas cuya supervivencia      depende, en parte, de los hábitats bajo las piedras (Ricard Ferre Jornet / Getty Images / iStockphoto)

La pasada primavera, un colectivo de científicos de varias universidades del sud de Europa, entre otros centros, escribió una carta al editor de la revista Human–Wildlife Interactions alertando sobre esta amenaza para la biodiversidad. En algunos espacios, las autoridades competentes ya se han puesto manos a la obra y han instalado paneles informativos y coercitivos. Combatir esta práctica está al alcance de todos. Más allá de no apilar piedras, Castell insta a derrumbar las pilas que nos encontremos (siempre que no sean hitos) y a intentar repartir las piedras por el suelo.
Otras acciones no tan inofensivas
“Aunque el impacto cero no existe”, reconoce el colaborador del Creaf, sí es conveniente que se eviten determinadas conductas. Acciones que, al igual que apilar piedras, pueden parecer inofensivas a priori, pero no lo son. Castell se refiere a caminar fuera de los senderos y caminos señalizados, por ejemplo. “Al pisar el terreno, lo erosionamos, una sola persona o dos no se notan, pero muchas sí. No hay más que ver el recorrido de los propios senderos”, explica el experto. Amontonar piedras es una manera narcisista de decir que "yo estuve allí".
Castell insta también a llevar atados a los animales de compañía. “Provocan daños a la fauna y suelen ocasionar problemas con el ganado”, señala. Otras recomendaciones habituales son respetar la flora y la fauna, no recoger plantas, no liberar animales, no hacer ruidos innecesarios que puedan perturbar a la fauna salvaje o no bañarse en los ríos o lagos. De forma individual son acciones inofensivas, “el problema es la suma de impactos”, concluye el experto en conservación de espacios naturales.

Fuente: https://www.lavanguardia.com/natural/espacios-naturales/20200913/483396174248/pilas-de-piedras-espacions-naturales-ecosistemas.html - Imagen de portada: El Cap de Creus, en la Costa Brava, es uno de los típicos lugares en los que los visitantes tienen tendencia a hacer pilas de piedras (VvoeVale / Getty Images/iStockphoto)


 

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