Argentina: El INTA prohíbe el uso de la palabra agrotóxico

Era previsible, pero no por eso menos preocupante. Una comunicación interna del INTA -Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria- organismo que supo ser un bastión para la defensa de una producción agro ganadera, con contenido y ciencia nacionales, da cuentas de la intervención en su manejo de las multinacionales que han instalado el modelo productivo de agricultura industrial en base al uso de tóxicos y venenos.
Dice la orden interna firmada por el ingeniero agrónomo Hernán J. Trebino, difundida en estos días: “Estimados Directores: En las comunicaciones de los profesionales, así como en los materiales impresos, virtuales, o en cualquier otro tipo de comunicación institucional correspondiente al INTA o a alguna de sus unidades, Programas, Proyectos, o instrumentos de intervención, cualquiera sea su categoría, deberá practicarse una abstención irrestricta del empleo del término “agrotóxico”. Se debe emplear “productos fitosanitarios” o “agroquímicos” en vez de “agrotóxicos” o cualquier otra referencia que implique un posicionamiento sobre estos productos que no se corresponde con decisión institucional alguna”.
Son expertos en marketing. En forma permanente diseñan estrategias para comprar voluntades vía el engaño o directamente el soborno. Inventaron la palabra “fitosanitarios”, y ahora, habiendo copado el mayor instituto de investigación y extensión de nuestro país, el INTA, prohíben el uso de la palabra “agrotóxicos”.
La forma de llamarlos implica un posicionamiento ético frente al tema.
Los que promueven su empleo los llaman fitosanitarios; los que tratan de tener una postura hipotéticamente neutra, agroquímicos y los que luchamos contra su uso, agrotóxicos.
Aparecieron como armas en la primera guerra mundial, pero sus efectos sobre los seres humanos son tan devastadores e inhumanos que decretaron que no podían usarse ni siquiera en éste, el más insensato de los escenarios sociales.
Por supuesto que la prohibición nunca fue cumplida. Los nazis los usaron en sus exterminios, los Estados Unidos para eliminar la vida vegetal en Vietnam (y de paso la humana y la animal) y en la actualidad están secretamente presentes en todos los arsenales militares.
Sin embargo las compañías químicas que los diseñaron les encontraron otra aplicación en un nuevo modelo de agricultura industrial, el mayor proyecto jamás imaginado para controlar el planeta a través del apoderamiento y administración del total de alimentos necesarios para la vida humana. Aunque Usted se resista a pensarlo.
La idea es simple y verificable: en vez de usar barbechos y rotaciones de cultivos para controlar la naturaleza que compite con los cultivos comerciales, se usan estos venenos, lo que en el cortísimo plazo permite volver a cultivar en los mismos lotes, acelerando de este modo su degradación y pérdida de fertilidad al no reponerse los nutrientes de las plantas, sino sólo extraerlos.
Con la ingeniería genética desarrollaron plantas que son momentáneamente resistentes a los venenos utilizados logrando de este modo dos objetivos maquiavélicos: en primer lugar cultivar los productos que nos alimentan, utilizando estos temibles venenos y entonces apropiarse de las especies vegetales que se usan para producir alimentos vía patentes de exclusividad, lo que nos obliga a pagarles dinero por cada bocado que comemos.
Las ganancias obtenidas por este sistema de producción y tráfico alimentario las hacen, junto con las petroleras, las empresas que más ganan y más se apropian de los recursos planetarios. Más poderosas incluso que muchos países, con su propio ejército, como es el caso de Monsanto, que es la dueña de Blackwoter, el mayor ejército privado del planeta.
Ahora han tomado el control de nuestro INTA, augurando un más que sombrío panorama para nuestra salud y la de nuestra naturaleza.

Fuente:
Por FUNDAVIDA

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