Agua: envasando lo común

La tendencia de crecimiento del consumo de agua embotellada supone un verdadero problema, además de por la mercantilización de un bien común, por el impacto ecológico que conlleva y por el impacto que pueden tener en nuestra salud los plásticos. Un gesto tan sencillo como beber agua de la canilla se convierte en la mejor alternativa. El agua es un bien común y por eso,nos pertenece a todas las personas y de todas depende su cuidado.


Sara González Castellano
Ecologistas en Acción


El 28 de julio de 2010 la Asamblea General de las Naciones Unidas reconoce que “el derecho al agua potable y el saneamiento es un derecho humano esencial para el pleno disfrute de la vida y de todos los derechos humanos”. Sin embargo, en la sociedad de consumo en que vivimos, en la que casi todo vale, el agua se ha convertido en un auténtico negocio que factura en España más de mil millones de euros anuales, según la Asociación Nacional de Empresas de Aguas de Bebida Envasadas. Más del 95% de los manantiales de agua mineral de España son explotados por empresas privadas. Gracias a la Ley de Minas 22/1973 por la que se rige, estas empresas explotan un recurso público y no con ello se ven obligadas a que parte de dicho beneficio redunde en el interés general.
“Nuestro objetivo es elevar el consumo al nivel de la cerveza o cualquier otra bebida” eran las palabras de una conocida multinacional dedicada, entre otras cosas, a la comercialización del agua. Se venden botellas de agua con diseños atractivos para niños en jugueterías y farmacias. Si pides agua en un restaurante, salvo contadas excepciones, te la sirven embotellada. Encontramos máquinas expendedoras en nuestros trabajos. Las botellas de plástico están normalizadas en muchos programas de moda de televisión o internet y tertulias; se reparten en ciertos autobuses y VTC. Incluso en algunas tiendas de ropa y complementos te invitan a comprar agua embotellada indicando que el dinero recaudado de su venta se empleará en proyectos de cooperación.
Se publicita el agua embotellada como una alternativa saludable al consumo de otras bebidas. De esta manera las grandes marcas pretenden favorecer su consumo frente al agua del grifo. Y lo consiguen: en España, el consumo de agua embotellada, excepto entre el 2009 y 2013, siempre ha ido en aumento, situándose en la cuarta posición en producción de agua mineral en Europa, según la Federación Europea de Aguas Envasadas. Este hecho es un gran éxito de publicidad si tenemos en cuenta que nos están vendiendo algo que es prácticamente gratis.
La tendencia de crecimiento del consumo de agua embotellada supone un verdadero problema, además de por la mercantilización de un bien común, por el impacto ecológico que conlleva. Es una evidencia que producimos más residuos de los que somos capaces de reciclar. La mayoría de los plásticos que tiramos acaban incinerados (con las correspondientes emisiones) y otra parte importante termina en el mar o en vertederos. Estos plásticos tardan 500 años en descomponerse, frente a los 10 minutos que se tarda en beber su contenido. Entre 5 y 13 millones de toneladas de plástico acaban en los océanos cada año en estos tiempos de usar y tirar. Además, el agua comercializada tiene que ser envasada, almacenada y transportada, con el consiguiente gasto de agua y energía.
Por otro lado, en diversos análisis realizados en botellas de agua, se ha podido comprobar una migración de compuestos y de micropartículas de plástico que pasan al agua. Esto sucede durante el proceso de fabricación o una vez envasada, especialmente por altas temperaturas o por largo tiempo embotellada. Algunos de los compuestos que se han detectado en estos análisis (ftalatos) pueden actuar como disruptores endocrinos. Hace poco, conocíamos los resultados de un estudio piloto en el que se confirmaba la existencia de microplásticos en el intestino humano. Según este estudio, uno de los plásticos más comunes encontrados es el PET o tereftalato de polietileno, material con el que se fabrican la mayoría de las botellas de agua.
Ante este panorama, debemos poner en valor el agua del grifo como alternativa necesaria, accesible y saludable. En toda España el agua que sale del grifo es potable y pasa por múltiples controles de calidad, regulados por el Real Decreto 140/2003, que garantizan su aptitud para el consumo. En algunos lugares el agua del grifo presenta mal sabor debido a diversos factores como su procedencia, época del año, o al cloro que se le añade para garantizar su desinfección. Esto normalmente se puede solucionar mediante sistemas de filtrado caseros como jarras o grifos.
El precio del agua del grifo es 150 veces más bajo que el del agua embotellada. La energía necesaria para llenar un vaso con agua del grifo es más de mil veces menor que la empleada en el proceso completo del agua embotellada.La sociedad debe hacerse consciente de que urge un cambio de hábitos, que pasa por las administraciones, el sector de la hostelería y, desde luego, por una ciudadanía consciente del problema que supone el consumo de agua embotellada.
En Ecologistas en Acción llevamos tiempo trabajando en este sentido. Entre las diferentes acciones, en Madrid, , se ha llevado a cabo una campaña en defensa y por la instalación de fuentes en la ciudad de Madrid. En las ciudades ha existido y existe una tendencia a “privatizar” el espacio público. Las fuentes dejan de tener importancia cuando estos lugares de encuentro, como son las plazas, se convierten en lugares de paso y uso comercial, a los que se va a consumir. Apostar por las fuentes en las ciudades es una manera más de reivindicar el espacio público como lugar de encuentro.
Actuaciones individuales, como pedir un vaso de agua del grifo en los bares o llevar un envase reutilizable para rellenar en fuentes o grifos, pueden marcar un cambio de costumbres que debe llegar a la sociedad desde varios lugares: desde los lugares de trabajo sustituyendo a las máquinas expendedoras de botellas de agua por fuentes, desde los establecimientos de hostelería ofreciendo jarras de agua del grifo y desde las autoridades locales velando por la calidad del agua del grifo, mejoras en la red o instalación de sistemas de mejora de las características en edificios públicos de aquellas poblaciones en las que sea necesario, y promoviendo la instalación de fuentes en plazas, parques y jardines.
Desde Ecologistas en Acción, junto a plataformas como la Red de Agua Pública de Madrid seguiremos trabajando con el objetivo de concienciar de la importancia de cada gesto individual y colectivo, y para poner de manifiesto que todo el mundo puede formar parte de la solución, en este caso con algo tan sencillo como beber agua del grifo.

Fuente: https://www.elsaltodiario.com/saltamontes/agua-envasando-lo-comun

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