Está en nuestras manos: ¿protegeremos la Antártida o la explotaremos?

El océano austral de Antártida ha sido explotado por su abundancia, en todos los niveles de la cadena alimenticia, durante más de doscientos años. Los cazadores de focas llegaron a finales del siglo XVIII y para 1825 el lobo fino estaba cerca de la extinción . Los cazadores entonces se enfocaron en otras especies de foca y en los pingüinos para extraer los aceites de su cuerpo. La caza de ballenas comenzó a principios del siglo XX y la presión ejercida por la caza alejó a algunas especies de las aguas antárticas.

José María Figueres

Incluso son recogidas cientos de miles de toneladas anuales de kril, aquellas criaturas parecidas al camarón que son una fuente de alimento clave para ballenas, pingüinos, focas y aves marinas. Ahora que el continente enfrenta también una alteración masiva por el calentamiento global, se requieren acciones multilaterales fuertes para protegerlo y a los océanos que lo rodean.
Del 22 de octubre hasta el 2 de noviembre hay una reunión de la Comisión para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos , compuesta por veinticuatro naciones y la Unión Europea, en Hobart, Australia, con la finalidad de considerar propuestas para proteger tres áreas de la costa australiana que se extienden por más de tres millones de kilómetros cuadrados. Los planes para tener reservas marinas al lado de la Antártida oriental —un hábitat clave para los pingüinos emperador y adelaida— y en el mar de Wedddel —donde se protegería a ballenas y a pingüinos— han estado sobre la mesa desde hace varios años, pero han sido bloqueados por Rusia y China. Las dos áreas también albergan corales de agua fría, hexactinélidos (o esponjas vítridas) y otras criaturas que no existen en ningún otro lado del planeta.
Necesitamos minimizar el riesgo a los ecosistemas oceánicos y construir resiliencia al cambio climático con la creación de reservas marinas que ayuden a proteger por lo menos el 30 por ciento del océano mundial.
Ahora una nueva propuesta busca establecer un santuario marino alrededor de la península antártica. La Antártida es uno de los lugares del planeta donde más han aumentado las temperaturas y la región peninsular enfrenta varias presiones, incluida la variabilidad por el cambio climático, un aumento del turismo y la pesca intensa de kril, que ha resultado en la hambruna de varias poblaciones de pingüinos.
Hace dos años, la comisión decidió establecer la mayor reserva marina del mundo al prohibir la pesca comercial en el mar de Ross, cuya dimensión es similar al tamaño de Alaska. A mediados de este año, cinco empresas de pesca de kril —que representan el 85 por ciento de la industria en Antártida— acordaron detener sus operaciones en áreas clave alrededor de la península para proteger a la fauna. Las empresas también indicaron su respaldo a que haya una red de áreas protegidas como la que discute la comisión.
Entonces puede que el ímpetu esté a favor de Antártida. Esperemos que sí o todo el planeta está en riesgo de perder muchísimo. Pese a un proceso que parece avanzar, el verdadero peligro, que ya hemos visto en el pasado, es que no sabemos cuándo dejar de explotar los recursos. Aunque el océano Austral es parte de alta mar, la parte accesible para todas las naciones, solo algunos países se han beneficiado de sus tesoros. Es por eso que la comisión ha prometido crear una red de áreas marinas protegidas.
La masa de tierra antártica ha sido prohibitiva para los humanos desde la primera vez que pusieron pie en el continente, pero sus mares están repletos de vida que es crítica para el planeta. La proliferación de algas, que proveen oxígeno para la atmósfera, es visible desde el espacio. Y hace poco se descubrió que el kril, una pieza fundamental en el ecosistema que alimenta a las ballenas, focas y otros, tiene una conducta que ayuda a retirar el carbono de la atmósfera. El ecólogo Geraint Tarling, de la institución pública British Antarctic Survey y quien registró este fenómeno, dijo que el hallazgo “equivale a que el kril requise 23 millones de toneladas de carbono hacia la parte profunda del mar” cada año, una cifra que es el equivalente de las emisiones totales de esos gases de efecto invernadero de todo el Reino Unido.
Sin embargo, los vínculos son frágiles. Sylvia Earle, bióloga marina y exploradora, así como integrante del grupo de conservación Antarctica 2020, dijo: “Hacia donde nos dirigimos en la actualidad no es muy alentador para la humanidad. Seguimos tallando y masticando sistemas que al generar oxígeno y capturar carbono mantienen una química de planeta que nos ayuda”.
Los mares y formas de vida alrededor de Antártida, pese a la incursión humana, se mantienen relativamente intactos en sus fundaciones. Antes de que eso cambie necesitamos minimizar el riesgo a los ecosistemas oceánicos y construir resiliencia al cambio climático con la creación de reservas marinas que ayuden a proteger por lo menos el 30 por ciento del océano mundial, empezando por el océano Austral.
No nos queda mucho tiempo. En junio, la revista Scientific American reportó un estudio sobre el deshielo antártico y señaló: “Desde 1992, la pérdida anual de hielo de la península antártica ha aumentado más del doble y se ha triplicado en Antártida occidental. Buena parte de ese aumento se ha dado tan solo en los últimos cinco años”. Tales cambios podrían resultar en consecuencias devastadoras en la acidez, salinidad y cubierta de hielo de partes del océano Austral. Puede que tome varios años detener o alentar este y otros impactos del cambio climático, pero por lo menos crear ahora las reservas alivia otras presiones sobre las especies marinas para que tengan oportunidad de adaptarse o recuperarse.
El que la comisión internacional actúe de esta manera durante la reunión y proteja las tres áreas sería un avance significativo para la red de áreas marinas protegidas, planeada desde hace tiempo pero que no se ha materializado, a medida que nos acercamos a 2020; ese año se cumple el ducentésimo aniversario del descubrimiento de Antártida. Las ballenas, las focas y los pingüinos no serán los únicos beneficiados: lo será el planeta.

José María Figueres fue presidente de Costa Rica de 1994 a 1998, dirigió el Foro Económico Mundial y es cofundador del grupo Ocean Unite y la campaña de conservación Antarctica 2020.
Fuente:https://www.nytimes.com/es/2018/10/24/antartida-conservacion-opinio/?rref=collection%2Fsectioncollection%2Fnyt-es - Imagen de portada: Un pingüino adelaida, una de dos especies de pingüinos que viven en la Antártida, en el este del continente CreditPauline Askin/Reuters - 
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