Argentina: Minería sustentable, un oxímoron de moda

Son tiempos revueltos y por tanto,  tiempos de amar. Y amamos tan acorazadamente en estos tiempos que dejamos poco espacio para la escucha, la pregunta, la duda sobre lo que se dice.  Así, repetimos construcciones como  “realidad virtual”, “periodismo independiente”,  “noticias falsas” o “minería sustentable”.  Cada una de estas y otras combinaciones constituye un oxímoron de moda, una contradicción en sí misma que nos zambulle en el mundo de la falacia (que como el oxímoron también está de moda)  y nos pone a pedalear en una rueda discursiva infinita que revuelve aún más los tiempos y nos resta el de amar sin coraza.
 
Por amor a nuestra  gente y a la tierra de todos,  y porque el lenguaje nos constituye como personas y como pueblo, necesitamos desarmar  esos binomios que congelan los sentidos.  Puntualmente vamos a referirnos al par “minería sustentable” porque  nos compete como movimiento social que construye conocimiento sobre el tema desde hace 18 años. Y lo haremos en parte como respuesta al artículo ¿Es posible una minería sustentable? publicado el  5 de enero en Página 12.
Sobre las posiciones opuestas e irreconciliables
Plantear la discusión en términos de oposición, minería sí/minería no,  enmascara una discusión mucho más profunda, discusión en la que la megaminería se inscribe como una expresión y que es extractivismo sí/extractivismo no.
No es una máscara menor: la megaminería al igual que el agronegocio son expresiones del extractivismo. Hacemos mención al agronegocio porque en el artículo se señala que  Argentina exporta poco y que sus exportaciones se concentran en “el sector agrícola que disfruta de un poder económico y político excesivo”.  Coincidimos en ello pero necesitamos señalar que agronegocio y megaminería son elementos de un mismo modelo así que la megaminería no estaría restándole poder al agronegocio sino más bien complementándolo. En ambos casos nos enfrentamos a actividades intensivas en el uso de la tierra y el agua, altamente contaminantes, que compiten en el aprovechamiento de la infraestructura estatal con las poblaciones que generalmente se ven obligadas a abandonar sus lugares de residencia porque ninguno de los megaemprendimientos extractivos genera desarrollo local.
La primera falacia que nos propone el oxímoron “minería sustentable” entonces es la definición de los términos de oposición. No se trata de minería sí/minería no sino de extractivismo sí/extractivismo no.
Como nuestro movimiento ha construido fundamentalmente conocimiento en torno a la minería, profundizaremos en el oxímoron “minería sustentable”. Lo sustentable es aquello que sobrevive por sí mismo y la idea de “sustentabilidad” es usada en economía y ecología para designar un sistema que puede mantenerse en el tiempo sin necesidad de agotar los recursos naturales ni causar daños graves al medio ambiente. La ley 24.196 no es una ley de sustentabilidad minera, es una ley de inversiones mineras es decir, una ley que solo asegura ganancias para las empresas, y además, las Inversiones Extranjeras Directas se han convertido en una de las principales fuentes de financiación de los países empobrecidos y: no son fuentes de producción e industrialización, sino fuentes de financiación y sabemos que cuando financiamos, terminamos pagando más de lo recibido. Nos hemos explayado sobre estos temas aquí y aquí. Y está harto demostrado que no hay desarrollo local en torno a los emprendimientos mineros. Solo hay que ir a Jáchal, Santa María, Belén, etc…
En síntesis, la sustentabilidad de la minería no se vincula con el ambiente y las poblaciones, ni siquiera con los Estados de los países en los que se practica sino con la provisión de ganancias hacia el capital transnacional. Duras conclusiones a las que se llega además al saber cuáles son los costos, por ejemplo que hay que destruir una tonelada de roca para obtener un anillo de oro o  que minera La Alumbrera consume cien millones de litros de agua por día y el 80% de la energía eléctrica de Tucumán y que el tope de regalías mineras en Argentina es del 3%.
Sobre institucionalizar acuerdos sociales
Cuando dos partes se disponen a establecer un acuerdo  necesariamente deben reconocerse como iguales ¿Hay que ilustrar aquí la desigualdad entre las corporaciones mineras y las poblaciones, sobre todo cuando los Estados provinciales son aliados de esas corporaciones? ¿Qué promesa creíble puede hacerse a una comunidad a la que se le ha negado la provisión de agua siendo que vive sobre un acuífero y ve morir de sed a sus animales? Nos referimos puntualmente a la Meseta Central de Chubut.
¿Qué tipo de dinamismo tiene el pueblo chileno que desde hace dos meses tomó las calles? Sin agua porque está privatizada para uso minero y con deudas de por vida para pagar sus estudios a pesar de exportar diez veces lo que exporta Argentina?
El derrame en Veladero, la rotura de represas de relaves mineros en Brasil y otros tantos ejemplos en Latinoamérica y el mundo hablan por sí mismos de la incompatibilidad de la megaminería con la vida.  Canadá, Estados Unidos, Australia y Sudáfrica, no son ejemplos de impactos positivos de la minería, solo hay que hurgar un poco en su historia.
Sobre la licencia social
Volvamos sobre lo dicho hasta aquí. Extractivismo sí o no, no es solo un posicionamiento irreconciliable sobre la megaminería, se trata de un posicionamiento ante la vida o por la vida ¡Cómo puede esperarse que los pueblos demos licencia social para matar(nos)! ¿Cómo es posible que no se ponga en su real valor el trabajo genuino? La posible exportación de productos con certificación ecológica: semillas sin modificar, carnes y alimentos naturales en general, tejidos, vestimenta, tecnología limpia y conocimiento, inclusive minería de roca caliza o laja por ejemplo que no es la gran minería… ¿cómo es posible que el Estado en quien delegamos algunas de nuestras facultades nos proponga el ecocidio como forma de pago de una deuda ilegítima?
No hay ni puede haber licencia social para la minería a gran escala como no pueda haberla para la destrucción del agua y la tierra. El agronegocio tampoco tiene licencia social pero fue impuesto en tiempos en los que los conocimientos sobre el cuidado de la vida no circulaban popularmente.
Hay una dimensión desconocida para muchos voceros del establishment, empresarios, políticos, funcionarios, académicos: la enorme construcción de conocimiento popular y colectivo que se produjo en estos años. Algo que también podemos exportar.
Aquí, no queremos dejar pasar otro enmascaramiento: la supuesta neutralidad de algunas de las voces que abogan por el diálogo, el debate y el consenso. La Dra. Anabel Marín, autora del artículo al que hacemos referencia, tiene un Convenio con la Cámara de Proveedores Mineros para realizar un estudio centralizado en la minería metalífera de oro, cobre y plata que involucra a empresas de CAPMIN y a Cámaras de Proveedores Provinciales y Locales, empresas mineras y al Estado en sus diferentes estamentos.
Sobre amar en tiempos revueltos
Amarnos más es imperativo. Las recetas neoliberales no contienen amor como ingrediente. Tampoco como estrategia. El extractivismo es neoliberalismo. Hay que quitarse la coraza, ligarse con los otros de verdad. Como el agua, impregnarnos de saber popular y afecto. Si vamos a usar el verbo transitivo “invertir” que sea para dar pasos hacia el encuentro en el que todos ganemos porque si hay zonas de sacrificio no es con todos. Exportar metales es otra forma de seguir acrecentando el poder de unos pocos.

Asamblea de Vecinos Autoconvocados por el NO A LA MINA- Esquel, Chubut
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¿A Green New Deal? (¿Un nuevo pacto ecológico?)

El Ministro de Ambiente y Desarrollo sustentable de la Nación, Juan Cabandié, se reunió recientemente con el Ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas (prestemos atención: dos ministerios para el “desarrollo” en un país al que el capital globalizado le asigna el rol de productor primario asumido históricamente por todos los gobiernos).
Al término de la reunión, Cabandié publica la foto que ilustra esta nota con el epígrafe: “con el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, acordamos impulsar la agenda del Green New Deal y el desarrollo sostenible”.  A Green New Deal  (Un Nuevo Pacto Verde) es un informe elaborado en 2008 por el Green New Deal Group y publicado por la New Economics Foundation  que define una serie de políticas para abordar el cambio climático y la actual crisis financiera en el momento en que la producción petrolera empieza a declinar.
El informe A Green New Deal  propone una mayor regulación de la economía y los impuestos y apela a que los gobiernos inviertan más en energías renovables.   “Un nuevo pacto ecológico: Políticas integradas para solucionar el triple crack de la crisis del crédito, el cambio climático y los elevados precios del crudo” sería la traducción al español del título del informe.
Actualmente el crecimiento económico en realidad es antieconómico, nos está costando más en términos del sacrificio de bienes y servicios procedentes del ecosistema que lo que ganamos en términos de los beneficios obtenidos de la producción.  Aunque el discurso del crecimiento y sus beneficios “nos” involucraría a todos,  la realidad indica que  solo le va muy bien al famoso 1% que no registra que daña al 99% restante.
Herman Daly sostiene que la economía es un subsistema dentro de otro más amplio, la ecosfera, que es finita, no se expande y está materialmente cerrada. Está abierta al flujo de energía solar, pero el propio sol no crece. En esas condiciones, el crecimiento no puede ser infinito e ilimitado y por lo tanto debe alcanzar un “estado estacionario”. Habla entonces de una economía que satisface las necesidades de las personas sin socavar los servicios de soporte vital del planeta.
Robert Pollin por su parte señala que las economías pueden seguir creciendo siempre y cuando ese crecimiento no esté atado a los combustibles fósiles para reducir así las emisiones de dióxido de carbono.
Estamos convencidos que es imperioso  contrarrestar la contaminación y el calentamiento global dando espacio para el desarrollo de las renovables y permitir así la regeneración de los ecosistemas ¿por qué?
Porque la desaparición de especies de flora y fauna se está produciendo actualmente a un ritmo entre mil y diez mil veces superior al normal; una velocidad solo comparable a la última gran extinción que tuvo lugar hace sesenta y seis millones de años, cuando un enorme asteroide impactó contra la Tierra y desencadenó las erupciones volcánicas de las Traps del Decán.[1]

Les preguntamos entonces Sres. Ministros:
¿DÓNDE Y CÓMO SE INSERTA AQUÍ LA MEGAMINERÍA?

Tratemos de no recitar los argumentos del sector minero sobre la creación de trabajo.
Cuando hablamos de energías renovables no hablamos solo del viento, el sol o el agua. Las energías renovables son también las que nos proporcionan nuestros músculos y los de otros animales. La energía del trabajo. Revitalizar el trabajo humano y animal implica volver, entre otras cosas, a poblar los campos para realizar, por ejemplo,  las tareas agrícolas que hoy hacen potentes máquinas que consumen energía no renovable. No es lo único, claramente, pero es un inicio. En Chubut hay mucho por hacer en ese sentido en lugar de devastar la meseta.
Varios autores coinciden en que la solución es trascender el capitalismo de mercado, sea con un modelo “con mercado” (no “de mercado”,  que no es lo mismo) o sin él. Un tránsito indispensable -porque el capitalismo necesita obligatoriamente expandirse- que se vincula con otro eje del Nuevo pacto verde: la distribución de la riqueza. [2]
Al respecto solo vamos a dejar una reflexión en clave de pregunta: si hay un ingreso mínimo establecido para la supervivencia de las personas ¿por qué no hay un ingreso máximo?
No nos salten a la yugular… quienes tienen enormes ingresos son quienes más energía proveniente de combustibles fósiles consumen. La necesaria redistribución no es solo de ingreso sino también de egreso de bienes comunes. Las transnacionales mineras con sus grandes capitales se ubican justo ahí por lo tanto no pueden incluirse en A New Green Deal.
Nos ilustra en tal sentido el Dr. Marcelo Giraud:
“De las entrañas de NuestrAmérica Latina salió, sobre el total de lo extraído durante la década 2008-2017 en todo el mundo, el:
45% del cobre
15% del hierro
20% del oro
51% de la plata
19% de la bauxita
21% del zinc
10% del níquel
14% del plomo
19% del estaño
29% del molibdeno.
En América Latina vivimos el 8,4% del total de habitantes de esta Tierra, y nuestro consumo total de metales ronda apenas 6 a 7% del total mundial.
Pero son tan caraduras como para decirnos que si nos negamos a que destripen aún más nuestros territorios, tendríamos que renunciar a todo producto con metales.”

Por Asamblea de vecinos NO A LA MINA de Esquel
[1] Elizabeth Kolbert, The Sixth Extinction: An Unnatural History, Nueva York, 2014
[2] https://traficantes.net/sites/default/files/pdfs/documentos_nlr_5_web.pdf


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