Economía verde: El subprime ambiental
"Si fue ese modelo neoliberal, enraizado en el capitalismo salvaje, el responsable por la crisis ambiental y la exclusión social, ¿como puede ese mismo modelo ser la solución del problema? Ningún problema puede resolverse por el mismo estado de conciencia que lo generó. Es necesario ir más lejos. Yo pienso 99 veces y nada descubro. Dejo de pensar, me zambulló en un gran silencio y la verdad me es revelada".
(Albert Einstein)
Por Amyra El Khalili*
Por Amyra El Khalili*
El sistema financiero internacional está en crisis, enfrenta serios problemas de credibilidad por fraudes y corrupciones denunciadas desde 2008, con el escándalo del subprime, con la quiebra del banco Lehman Brothers, operaciones pirámides, con demisión de ejecutivos de la banca por manipular los cálculos de la Tasa Libor (2012), entres otras especulaciones.
La Cumbre de los Pueblos, movimiento paralelo a la RIO+20, no se ha posicionado contra ese modelo neoliberal exclusivamente por cuestiones ideológicas, sino por hechos comprobados al cansancio y sus consecuencias trágicas contra los pueblos indígenas, pueblos tradicionales, campesinos y vulnerables, y contra la degradación y la devastación ambiental.
El teórico Roger Babson, en septiembre de 1929, fijó el célebre vaticinio -“más temprano o más tarde vendrá el crash, y podrá ser tremendo”- y ha sido ironizado, desacreditado y asacado por los guardianes de Wall Street. En octubre de 1929, los periódicos destacaron esta noticia: “!Quebró! Una irrefrenable ola de ventas derrumba el precio de las acciones, provoca pánico en la Bolsa de New York y lleva millonarios a la bancarrota. ¿Para dónde va la economía del país más rico del mundo?”
El economista Luiz Gonzaga Belluzzo, en artículo “Geringonças teóricas” (jerigonzas teóricas) (Carta Capital, 2012) analizó: “En los años 1980 y 1990, en la academia y en el debate público, pocos eran los que osaban discordar de las virtudes de la liberalización y de la desreglamentación financiera, presentadas como la forma más eficiente de alocar los recursos. Casi en unísono, los economistas acusaban el fallecimiento de las viejeces y ineficacias de las políticas intervencionistas en los mercados de crédito y de capitales”.
Cuando los apostaderos firman contratos con agentes de valores y de mercancías concuerdan con las cláusulas de los contratos, entre ellas, la de que saben que están negociando en mercados de riesgo. Ni hay como argumentar después que han sido “engañados”, pues los contratos son rigurosamente normalizados para evitar cualquier posibilidad de que los agentes financieros sufran posibles pérdidas.
En los mercados derivativos (derivativos de activos), las operaciones son instantáneas y, en muchos casos, para minimizar los riesgos, necesitan trabajar (comprar y vender contratos) con otros activos. Surgen entonces las complejas jerigonzas financieras.
El mercado de derivativos en Brasil es relativamente nuevo, tiene treinta años, iniciado en 1986 en la Bolsa de Mercancías y Futuro (BM&F). Inicié con el primer ladrillo de la BM&F hasta llegar a los mercados de activos ambientales. Hoy soy extremadamente crítica en lo que se refiere a la financiarización de las economías mundiales desencadenada por los derivativos.
Financiar es parte de una política económica que permite emprender negocios, comprar o producir bienes y servicios, pagando su deuda en largo plazo. Diferente de las economías de los países desarrollados, en este continente latinoamericano y caribeños, nos enfrentamos con altas tasas de interés, considerando que aquí la calculadora suma, disminuye, multiplica, divide y exponencía, es decir, hace cinco operaciones matemáticas. Utilizamos interés compuestos cuando la calculadora de los capitalistas del lado abastado del planeta utiliza cuatro operaciones con tasas lineares (interés simples).
Este es el principio de la “financiarización” –sumase a esa cuenta otros artefactos, como tasas de seguro, análisis de riesgo, consultorías de portafolios, corretaje, emolumentos de las bolsas, contabilidades, impuestos-, y junte a todo eso las tasas de interés con la sopa de letras. A eso todo llaman de “: gestión financiera de la cosa”. De esa forma, el costo del financiamiento es muy caro para sostener toda la industria construida al derredor de la “financiarización”, sin contar con la estructura de suministro de crédito, validación, certificación y consultorías de proyectos ambientales pirotécnicamente complicados.
El economista Luiz Gonzaga Belluzzo, en artículo “Geringonças teóricas” (jerigonzas teóricas) (Carta Capital, 2012) analizó: “En los años 1980 y 1990, en la academia y en el debate público, pocos eran los que osaban discordar de las virtudes de la liberalización y de la desreglamentación financiera, presentadas como la forma más eficiente de alocar los recursos. Casi en unísono, los economistas acusaban el fallecimiento de las viejeces y ineficacias de las políticas intervencionistas en los mercados de crédito y de capitales”.
Cuando los apostaderos firman contratos con agentes de valores y de mercancías concuerdan con las cláusulas de los contratos, entre ellas, la de que saben que están negociando en mercados de riesgo. Ni hay como argumentar después que han sido “engañados”, pues los contratos son rigurosamente normalizados para evitar cualquier posibilidad de que los agentes financieros sufran posibles pérdidas.
En los mercados derivativos (derivativos de activos), las operaciones son instantáneas y, en muchos casos, para minimizar los riesgos, necesitan trabajar (comprar y vender contratos) con otros activos. Surgen entonces las complejas jerigonzas financieras.
El mercado de derivativos en Brasil es relativamente nuevo, tiene treinta años, iniciado en 1986 en la Bolsa de Mercancías y Futuro (BM&F). Inicié con el primer ladrillo de la BM&F hasta llegar a los mercados de activos ambientales. Hoy soy extremadamente crítica en lo que se refiere a la financiarización de las economías mundiales desencadenada por los derivativos.
Financiar es parte de una política económica que permite emprender negocios, comprar o producir bienes y servicios, pagando su deuda en largo plazo. Diferente de las economías de los países desarrollados, en este continente latinoamericano y caribeños, nos enfrentamos con altas tasas de interés, considerando que aquí la calculadora suma, disminuye, multiplica, divide y exponencía, es decir, hace cinco operaciones matemáticas. Utilizamos interés compuestos cuando la calculadora de los capitalistas del lado abastado del planeta utiliza cuatro operaciones con tasas lineares (interés simples).
Este es el principio de la “financiarización” –sumase a esa cuenta otros artefactos, como tasas de seguro, análisis de riesgo, consultorías de portafolios, corretaje, emolumentos de las bolsas, contabilidades, impuestos-, y junte a todo eso las tasas de interés con la sopa de letras. A eso todo llaman de “: gestión financiera de la cosa”. De esa forma, el costo del financiamiento es muy caro para sostener toda la industria construida al derredor de la “financiarización”, sin contar con la estructura de suministro de crédito, validación, certificación y consultorías de proyectos ambientales pirotécnicamente complicados.
Por fin, indígenas, pueblos ribereños, quilombolas, pobres y vulnerables no tienen competencia para cuidar de lo que le es peculiar: su medio natural. Quién está preparado para la difícil tarea de hacer la “gestión financiera de la cosa”, con el aparato alrededor de esas nuevas formas de garantizar el aporte de recursos y captaciones para implementar tales políticas públicas ambientales, además de los banqueros y sus indicados consultores e investigadores, manipulados con sus conclusiones por encomienda, son algunas ONGs.
La “financiarización” demuestra la complejidad con que se desarrollan proyectos financieros socio ambientales vehementemente defendidos por la doctrina de la Economía Verde como la única alternativa para salvar la naturaleza de las ganancias humanas. Y por eso también fue duramente criticada por la Cumbre de los Pueblos durante la RIO+20.
Existen informes de especialistas en finanzas internacionales, como el Munden Project, que concluyó que, entre otros factores, los agentes intermediarios son los mayores beneficiarios del mercado de carbono replicado con el REDD (Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación) y sus variables, mucho más que las comunidades a ser atendidas con la protección de la naturaleza. Diversos son los informes del Movimiento Mundial por las Forestas Tropicales (WRM) que, didácticamente esclarecen cómo funciona y porque es controvertido el mercado de carbono en los países del Norte y sus consecuencias para las comunidades locales y los pueblos de las florestas.
La Interpol publicó, en junio de 2013, el “Guide to carbon crime”, una guía de alerta a los inversionistas sobre los fraudes y estelionatos en los mercados emergentes de activos ambientales. Entre los crímenes más frecuentes: manipulación fraudulenta de mediciones para lograr más créditos; venta de créditos que no existen o que pertenecen a otras personas; divulgación de informaciones falsas sobre posibles beneficios ambientales y financieros; fraude fiscal; robo de créditos por la Internet y lavado de dinero.
Hay que considerar también el robo de tierras indígenas como una evolución de la ingeniería del crimen contra los pueblos y el patrimonio ambiental y cultural de la humanidad. El sitio Redd Monitor sigue y registra los hechos más controvertidos que proliferan con la voracidad de ganar dinero fácil por medio de esos mecanismos de finanzas.
Por lo tanto, al rebatir a los críticos del paquete financiero, que llaman de “Pagos por Servicios Ambientales” (PSA), con sus instrumentos económicos correlatos, arguyendo que no saben (los críticos) como las cosas funcional y no entienden de nada versos nada, intentan, en verdad, esconder, como el avestruz que entierra la cabeza, el tamaño del magistral rombo que se prenuncia con el engaño de la Economía Verde.
La “financiarización” demuestra la complejidad con que se desarrollan proyectos financieros socio ambientales vehementemente defendidos por la doctrina de la Economía Verde como la única alternativa para salvar la naturaleza de las ganancias humanas. Y por eso también fue duramente criticada por la Cumbre de los Pueblos durante la RIO+20.
Existen informes de especialistas en finanzas internacionales, como el Munden Project, que concluyó que, entre otros factores, los agentes intermediarios son los mayores beneficiarios del mercado de carbono replicado con el REDD (Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación) y sus variables, mucho más que las comunidades a ser atendidas con la protección de la naturaleza. Diversos son los informes del Movimiento Mundial por las Forestas Tropicales (WRM) que, didácticamente esclarecen cómo funciona y porque es controvertido el mercado de carbono en los países del Norte y sus consecuencias para las comunidades locales y los pueblos de las florestas.
La Interpol publicó, en junio de 2013, el “Guide to carbon crime”, una guía de alerta a los inversionistas sobre los fraudes y estelionatos en los mercados emergentes de activos ambientales. Entre los crímenes más frecuentes: manipulación fraudulenta de mediciones para lograr más créditos; venta de créditos que no existen o que pertenecen a otras personas; divulgación de informaciones falsas sobre posibles beneficios ambientales y financieros; fraude fiscal; robo de créditos por la Internet y lavado de dinero.
Hay que considerar también el robo de tierras indígenas como una evolución de la ingeniería del crimen contra los pueblos y el patrimonio ambiental y cultural de la humanidad. El sitio Redd Monitor sigue y registra los hechos más controvertidos que proliferan con la voracidad de ganar dinero fácil por medio de esos mecanismos de finanzas.
Por lo tanto, al rebatir a los críticos del paquete financiero, que llaman de “Pagos por Servicios Ambientales” (PSA), con sus instrumentos económicos correlatos, arguyendo que no saben (los críticos) como las cosas funcional y no entienden de nada versos nada, intentan, en verdad, esconder, como el avestruz que entierra la cabeza, el tamaño del magistral rombo que se prenuncia con el engaño de la Economía Verde.
También hay informes que muestran los resultados infelices de esas polémicas políticas públicas adoptadas por algunos gobiernos, atropellando la etapa anterior a la de legislar, es decir, la de consultar a la sociedad para saber si está de acuerdo o no con la política pública referida. Digo, la legítima consulta pública. No esa práctica que suelen convocar reuniones de última hora y, de preferencia, con la conclusión ya debidamente concertada con algunas ONGs, con los territorios a ser explotados previamente combinados y acertados los valores.
Después, al pueblo desavisado no le resta sino concordar y entonces, ¡cuídese de quien criticar! Este no sabe nada, no entiende nada u no participó de nada. Por otro lado, los conocidos aprovechadores del mercado financiero llaman a la crítica de “inconsistencia conceptual”, confundiendo, propositivamente, una cosa con otra a través de la práctica del asedio conceptual subrepticio. Cuando se apropian de las ideas ajenas, las dejan vacías de su contenido original y la llenan con contenido espurio.
Pero, por favor, seamos honestos: el mercado de carbono se ha sofisticado de tal manera que inspiró, a remolque y en los mismo moldes, la formación de otros mercados, como los de compensación, de reserva legal, de créditos a recibir, de pasivos transformados en activos, entre otras impresionantes creatividades. Cosa complicada hasta para quien conoce en profundidad el mercado de commodities y derivativos. Parece algo muy inteligente, pero no hay que dejarse ilusionar: se trata de una “tapa-huecos” de las perdidas sufridas en otros mercados internacionales. Para intentar contener la burbuja financiera desencadenada por las operaciones de subprime y derivativos, buscan nuevas formas de captación de recursos.
Hay muchas empresas que venden crédito de carbono y compensaciones de áreas de Brasil y de toda América Latina y Caribe en el exterior. El bioma amazónico, en toda su extensión, es el más codiciado por la atracción que ejerce en la mente de los pueblos extranjeros y de potenciales inversionistas de tierras, por sus riquezas forestales, por la biodiversidad, por los minerales, aguas dulce y subterráneas. Hay sospecha de que los millones de hectáreas ofrecidas en el exterior, es probable que algunos estados enteros han sido vendidos, sin exageración, faltando tan solo contabilizar y entregar.
Ese tipo de negocio se llama “venta al descubierto” (short sale). Es cuando se vende en el mercado de commodities y derivativos sin que se tenga el activo para entrega futura. Después se corre para comprar en el mercado spot (al contado) para honrar las operaciones. Cuando eso ocurre, el movimiento es llamado de corner(significa acorralar). El vendedor (short) es obligado a comprar por el precio que está en oferta en el mercado: asimismo, no logra encontrar liquidez para comprar lo que vendió sin que lo tenga para entregar.
Simultáneamente, algunos gobiernos, más preocupados con elecciones que con los riesgos y resultados desastrosos de esos acuerdos, los siguen haciendo con instituciones financieras internacionales y empresas extranjeras. Es así que son producidas una especie de “subprime ambiental: poniendo en un solo paquete las deudas, los crédito tanto los buenos como los malos, transformando pasivos (contaminación, basura química, tóxicos entre otros) en activos ambientales y poniendo la cuenta de los “recibibles” (a recibir) para que paguen las futuras generaciones.
No por acaso la Constitución brasileña se la está desmantelando para viabilizar esa ofensiva sobre las tierras, mientras al mismo tiempo se instalan bases militares de potencias imperialistas en el continente y proliferan conflictos por la posesión de las tierras con confrontaciones y asesinatos de activistas, líderes comunitarios y periodistas de resistencia.
Por esos motivos, investigamos posibles fraudes en publicidad de venta de esos créditos. Actuamos para apurar las denuncias y seguir cobrando rigurosamente del poder público y de los organismos de fiscalización, a pesar de los que rebaten nuestras críticas. Hasta porque ¡no sabemos nada, no entendemos nada y no participamos de nada!
En ese sentido –en el de ganar dinero con el servicio ajeno (la naturaleza), militarizándola y financierizandola, así se produce ese nuevo “subprime ambiental”-, que de hecho son pioneros.
Referencias:
EL KHALILI, Amyra. Economia Verde: O subprimeambiental. Fórum de Direito Urbano e Ambiental(FDUA), Belo Horizonte, a. 12, n. 69, p. 9-11, mai./jun. 2013.
LANG, Chris. INTERPOL: Intangible carbon markets at risk from criminal networks. Acesso em: 8 ago. 2013. Capturado em: 28 mai. 2017, aquí
EL KHALILI, Amyra. Lass commodities ambientales y la métrica del carbono, aquí. Acesso em: 17 fev. 2017. Capturado em: 17 fev. 2017.
EL KHALILI, Amyra. Lo que se entiende por financiarización de la naturaleza? aquí. Acesso em: 29 abr. 2016. Capturado em: 28 mai. 2017.
*Colaboradora de Diálogos del Sur. Amyra El Khalili es profesora de economía socio ambiental y editora de las redes Movimiento Mujeres por la P@Z! y Alianza RECOs – Redes de Cooperación comunitaria Sin Fronteras.
Diálogos del Sur
http://operamundi.uol.com.br - Imagen: Ivan Lira
Después, al pueblo desavisado no le resta sino concordar y entonces, ¡cuídese de quien criticar! Este no sabe nada, no entiende nada u no participó de nada. Por otro lado, los conocidos aprovechadores del mercado financiero llaman a la crítica de “inconsistencia conceptual”, confundiendo, propositivamente, una cosa con otra a través de la práctica del asedio conceptual subrepticio. Cuando se apropian de las ideas ajenas, las dejan vacías de su contenido original y la llenan con contenido espurio.
Pero, por favor, seamos honestos: el mercado de carbono se ha sofisticado de tal manera que inspiró, a remolque y en los mismo moldes, la formación de otros mercados, como los de compensación, de reserva legal, de créditos a recibir, de pasivos transformados en activos, entre otras impresionantes creatividades. Cosa complicada hasta para quien conoce en profundidad el mercado de commodities y derivativos. Parece algo muy inteligente, pero no hay que dejarse ilusionar: se trata de una “tapa-huecos” de las perdidas sufridas en otros mercados internacionales. Para intentar contener la burbuja financiera desencadenada por las operaciones de subprime y derivativos, buscan nuevas formas de captación de recursos.
Hay muchas empresas que venden crédito de carbono y compensaciones de áreas de Brasil y de toda América Latina y Caribe en el exterior. El bioma amazónico, en toda su extensión, es el más codiciado por la atracción que ejerce en la mente de los pueblos extranjeros y de potenciales inversionistas de tierras, por sus riquezas forestales, por la biodiversidad, por los minerales, aguas dulce y subterráneas. Hay sospecha de que los millones de hectáreas ofrecidas en el exterior, es probable que algunos estados enteros han sido vendidos, sin exageración, faltando tan solo contabilizar y entregar.
Ese tipo de negocio se llama “venta al descubierto” (short sale). Es cuando se vende en el mercado de commodities y derivativos sin que se tenga el activo para entrega futura. Después se corre para comprar en el mercado spot (al contado) para honrar las operaciones. Cuando eso ocurre, el movimiento es llamado de corner(significa acorralar). El vendedor (short) es obligado a comprar por el precio que está en oferta en el mercado: asimismo, no logra encontrar liquidez para comprar lo que vendió sin que lo tenga para entregar.
Simultáneamente, algunos gobiernos, más preocupados con elecciones que con los riesgos y resultados desastrosos de esos acuerdos, los siguen haciendo con instituciones financieras internacionales y empresas extranjeras. Es así que son producidas una especie de “subprime ambiental: poniendo en un solo paquete las deudas, los crédito tanto los buenos como los malos, transformando pasivos (contaminación, basura química, tóxicos entre otros) en activos ambientales y poniendo la cuenta de los “recibibles” (a recibir) para que paguen las futuras generaciones.
No por acaso la Constitución brasileña se la está desmantelando para viabilizar esa ofensiva sobre las tierras, mientras al mismo tiempo se instalan bases militares de potencias imperialistas en el continente y proliferan conflictos por la posesión de las tierras con confrontaciones y asesinatos de activistas, líderes comunitarios y periodistas de resistencia.
Por esos motivos, investigamos posibles fraudes en publicidad de venta de esos créditos. Actuamos para apurar las denuncias y seguir cobrando rigurosamente del poder público y de los organismos de fiscalización, a pesar de los que rebaten nuestras críticas. Hasta porque ¡no sabemos nada, no entendemos nada y no participamos de nada!
En ese sentido –en el de ganar dinero con el servicio ajeno (la naturaleza), militarizándola y financierizandola, así se produce ese nuevo “subprime ambiental”-, que de hecho son pioneros.
Referencias:
EL KHALILI, Amyra. Economia Verde: O subprimeambiental. Fórum de Direito Urbano e Ambiental(FDUA), Belo Horizonte, a. 12, n. 69, p. 9-11, mai./jun. 2013.
LANG, Chris. INTERPOL: Intangible carbon markets at risk from criminal networks. Acesso em: 8 ago. 2013. Capturado em: 28 mai. 2017, aquí
EL KHALILI, Amyra. Lass commodities ambientales y la métrica del carbono, aquí. Acesso em: 17 fev. 2017. Capturado em: 17 fev. 2017.
EL KHALILI, Amyra. Lo que se entiende por financiarización de la naturaleza? aquí. Acesso em: 29 abr. 2016. Capturado em: 28 mai. 2017.
*Colaboradora de Diálogos del Sur. Amyra El Khalili es profesora de economía socio ambiental y editora de las redes Movimiento Mujeres por la P@Z! y Alianza RECOs – Redes de Cooperación comunitaria Sin Fronteras.
Diálogos del Sur
http://operamundi.uol.com.br - Imagen: Ivan Lira