Eucalipto y el veneno silencioso: expansión del monocultivo en el extremo sur de Bahía, Brasil

El proceso de transformación territorial en el Extremo Sur de Bahía dialoga y se entrelaza con la cuestión agraria en Brasil. Se asienta en la estructura territorial extremadamente desigual que se mantiene desde los tiempos de Brasil colonia, pero que acentuado recientemente con la imposición de un único modo de producción extensivo e intensivo en tierra, agua, agrotóxicos, insumos químicos, maquinaria de gran porte y biotecnología: el agronegocio y, en especial, una de sus caras: el monocultivo de eucaliptos que abastece enormes fábricas de celulosa.

Eucaliptos, agrotóxicos y la manipulación ideológica
El monocultivo de eucaliptos para la producción de celulosa conlleva la utilización encubierta de agrotóxicos. Los agrotóxicos son los productos químicos que, después de las dos grandes guerras mundiales y junto con otras materias y productos, fueron desviados de sus funciones iniciales. Los materiales explosivos ganaron status de abonos sintéticos y nitrogenados; los gases mortales se transformaron en agrotóxicos;  y los tanques de guerra en tractores (1). Así, en la segunda mitad del siglo XX, la Revolución Verde fue lanzada con el argumento de (que prometía) aumentar la producción agrícola para acabar con el hambre. Lo que no queda claro es cómo los monocultivos de árboles, como el eucalipto, están ligados al proyecto de terminar con el hambre, ya que ¡este árbol no se come!
En Brasil, ese proceso dialogó con el Plan de Metas del gobierno brasileño en la época de la pos-segunda Guerra Mundial que, con la ‘ayuda’ de Estados Unidos, buscó la modernización de la agricultura. Así por ejemplo, se incluyó la fabricación de tractores dentro de la meta de la industria automovilística y los agrotóxicos como meta de las industrias de base, ya que “las metas deberían ser definidas e implementadas en estrecha harmonía entre sí, para que las inversiones en determinados sectores pudieran reflejarse positivamente en la dinámica de los otros”. (2)
Mientras el gobierno de Brasil creaba estrategias para justificar el uso de estos productos, que fue aumentando a partir del golpe militar en 1964, Rachel Carson, una bióloga marina y escritora de los Estados Unidos, alertaba en el mismo año a través de su libro Primavera Silenciosa, sobre las consecuencias nefastas de estos productos. Según Carson, se trata del ataque más alarmante del ser humano al medioambiente, significando la contaminación del aire, suelo, ríos y de los mares con materiales peligrosos y letales. Es una contaminación irrecuperable, ya que las sustancias creadas por la mente humana no se absorben por la naturaleza y los males procedentes de los productos químicos actúan en cadena y en todos los tejidos vivos. Estos son irreversibles. Asimismo, según Carson, la supuesta necesidad de crear cada vez más sustancias es consecuencia de su uso. Los insectos por ejemplo, bajo el principio de supervivencia, adquieren resistencia a determinada sustancia, fomentando el descubrimiento de más sustancias que son aún más potentes y letales que las anteriores. (3)
Brasil, alineado al llamado Plan de Metas, ingresó así a la era de la modernización agrícola conservadora, que sustentó la violenta y perversa implementación del capitalismo en el campo. En esta perspectiva, los venenos llegan a Brasil envueltos en lo que llaman “desarrollo”. El campo dejaría de ser atrasado. Fue el pacto entre los diversos sectores de la economía, unidos para promover lo que más tarde pasó a llamarse agronegocio, ovacionado por la ciencia, por los medios de comunicación y por los políticos. Solo el consumo de herbicidas y glifosatos aumentó 5.400 por ciento de 1965 a 1979. Mientras que el agente naranja 2,4-D se usaba como arma química para matar millones de personas en la guerra de los Estados Unidos en Vietnam, Laos y Camboya en los años 1960, en Brasil ya se utilizaba considerablemente. El Banco de la Amazonia financiaba semanalmente cerca de 50 mil litros para que fueran empleados en la Amazonia y el Cerrado, especialmente por las empresas alemanas y norteamericanas. (4)
En la década de 1970, el Ministerio de Agricultura destinaba 20 por ciento de la financiación agrícola para las empresas de agrotóxicos bajo el argumento de que eran productos necesarios para producir alimentos. El Plan Nacional de Desarrollo Agrícola, (PNDA), además de financiar agrotóxicos, exigía su uso, lo que resultó en el incremento de las industrias del sector de agrotóxicos. De 14 fábricas en 1974 se pasó a 73 fábricas en 1985. (5) Vale destacar los lazos estrechos entre la dictadura militar y las grandes empresas de agrotóxicos. Por ejemplo, el Ministro de Agricultura de la época, Nestor Jost, asumió su cargo cuando todavía era Presidente del Consejo de Administración de la multinacional alemana de la industria química, BAYER, y utilizaba recursos financieros del Estado para participar en reuniones de la empresa (6).
 
Eucaliptos y lluvia de veneno 

Quien recorre las regiones ocupadas por eucaliptos no imagina el peligro que se esconde en el silencio de este monocultivo: productos químicos sintéticos con funciones diferentes para mantener y aumentar los lucros de empresas transnacionales.
Los problemas asociados al uso de agrotóxicos en los monocultivos de eucaliptos son encontrados en diversas regiones. En João Lisboa, Estado de Pará, el Presidente del Sindicato de los Trabajadores Rurales con algunos concejales denunciaron a través de un informe de 1995 la contaminación con agrotóxicos en áreas de plantaciones de eucaliptos de Celmar S/A, en el  distrito de Varejão dos Crentes. Un equipo de la Universidad Federal de Maranhão detectó la falta de uso de equipos de seguridad. En la relación de productos presentada por  Celmar aparece el Bromex (nombre comercial) que es Bromuro de metilo, prohibido en Europa, así como el DMA 806, que es el 2,4-D. Se encontraron otros productos que son altamente tóxicos como el Garlon 480 (triclopir) y Goal BR (oxifluorfem). El informe destaca la falta de pruebas específicas que permitirían verificar posibles efectos nocivos y agresiones. (7)
En 2003, el periódico Século Diario del estado de Espírito Santo difundió la denuncia del médico y doctor en Ciencias de la Salud Luiz Henrique Borges, jefe del Departamento de Salud Colectiva de Emescam, sobre el uso anual de 1.839 toneladas de agrotóxicos, lanzadas como cocteles de venenos por Aracruz Celulose, actual FIBRIA, en dos municipios, Conceição da Barra y São Mateus (8).
En el dictamen técnico número 138 de 1995, para autorizar a la empresa Veracel Celulose en el estado de Bahía, el glifosato y el sulfluramida, principales venenos utilizados, se consideraron como atóxicos, es decir, sin efecto para el medioambiente y las personas. Sin embargo, los indígenas de la etnia Pataxó, trabajadores y comunidades rurales denunciaron los venenos en diversas oportunidades. En 2011, durante las audiencias públicas sobre la ampliación de la licencia de Veracel Celulose, las personas presentes le dijeron claramente NO a la expansión de las plantaciones. El argumento principal utilizado era el uso ininterrumpido de venenos y sus nefastas consecuencias. Mundialmente, hay una extensa bibliografía que confirma que el glifosato y sulfluramida son sustancias peligrosas
Las comunidades que están cerca a los monocultivos de eucaliptos de la empresa Suzano Papel e Celulose y FIBRIA en Bahía también están sufriendo la realidad de los agrotóxicos. A mediados de 2013, sus monocultivos se infectaron con la oruga parda o oruga deshojadora de eucaliptus. Estas orugas se trasformaron en mariposas e infectaron ciudades y comunidades (9). Posteriormente, las orugas atacaron los cultivos de Veracel Celulose. El surgimiento de nuevas plagas es una consecuencia natural del desequilibrio generado por los monocultivos. Frente a este fenómeno, las empresas se organizaron y rociaron una lluvia de veneno con pulverización aérea a toda la comunidad regional. Esta práctica viene siendo utilizada en los monocultivos de café. Es una práctica peligrosa, pues: “menos de un 0,1% de los agrotóxicos aplicados en los cultivos atacan realmente a las plagas que son el objetivo. Por lo tanto, una gran cantidad de estos productos se pierde durante el proceso de aplicación causando efectos adversos para la salud humana y para la biota benéfica, y contaminando el suelo, el agua y la atmósfera del ecosistema”. (10)
La Agencia Estadual de Defensa Agropecuaria de Bahía (ADAB) fue responsable de difundir en la región, a través de paneles y folletos, que el control se estaba realizando a través de insecticidas biológicos. Según fabricantes y científicos contratados sería “(...) específico para orugas, no presenta riesgo para la salud humana ni animal” (11). Este producto tiene el nombre comercial de DIPEL (Bacillus thuringiensis), y su fabricante es Chemical-EUA. En el campo, el avión ha atravesado comunidades y aldeas prácticamente todos los días durante el 2014 y hasta el inicio de 2016. Los Asentamientos Quilombo I y II, Zumbi dos Palmares en el municipio de Mucuri, y las comunidades Quilombolas en el municipio de Alcobaça como Juerana, Aldea Mucugê I y II, Craveiro, Nova Esperança y diversas otras, comenzaron a sentir los efectos dañinos de estos productos en personas, cultivos, ríos y lagos de la región. Muchas personas se enfermaron y animales domésticos como gatos, perros y gallinas, así como cultivos alimenticios, murieron.
Los impactados luego descubrieron el uso de diversos productos asociados al DIPEL, o “insecticidas biológicos” como los llaman sus defensores. Que sean “biológicos” no quiere decir que no ocasionen impactos, pero eso ya es parte de otra discusión. Lo cierto es que el difundido insecticida aparentemente inofensivo no logró su objetivo y fue necesario un refuerzo, para lo que se utilizó otra diversidad de sustancias. En la audiencia pública ambiental realizada en Mucuri, en el mes de julio de 2016, los trabajadores sin tierra, concejales y apicultores denunciaron que además de DIPEL, el avión se proveía de otros productos. Uno de los participantes puntualizó: “la empresa solo presenta el DIPEL en la pulverización aérea, pero lo que usan en realidad es Evidence, Thiametoxan y Actare, un producto caro y fuerte”. Ante esta situación, el Centro de Estudios e Investigación para el Desarrollo del Extremo Sur de Bahía (CEPEDES) buscó información de la Agencia de Defensa Agropecuaria de Bahía (ADAB) y del Consejo Regional de Ingeniería y Arquitectura de Bahía (CREA) sobre los productos utilizados.
En la lista del CREA, referente a 2013, 2014 y 2015, aparecen productos del grupo químico neonicotinoide, derivados de la nicotina. El DIPEL aparece en la lista de 2014 con 52.857.000 litros. Conjuntamente con el DIPEL, hubo un aumento asombroso de insecticidas del grupo químico neonicotinoide, con más de 43 millones de litros. Especialmente Actara, Evidence y Tiamedoxam, (citados por los trabajadores del campo y las comunidades), siendo que el Tiametoxam contiene tanto neonicotinoide como piretroide. La suma de estos en 2014 junto con el DIPEL totaliza 96.022.100 litros. En 2015, el DIPEL fue reducido a 7.946.000 litros, pero la cantidad de los productos del grupo químico neonicotinoide aumentó, y juntos sumaron 153.194.750 litros.
Además del herbicida de principio activo Glifosato, las empresas (FIBRIA, Suzano Papel e Celulose y Veracel Celulose) utilizan otras sustancias químicas para controlar los bosques. Herbicidas de principio activo oxifluorfen, Isoxazol, Triazolona, Ciclohexeno Dicarboximida. E insecticidas, germicidas y fungicidas como Bacillus Thuringiensis (DIPEL), Cloruro de Benzalconio – Amonio Cuaternario, Neonicotinoides (Actara, Evidence 700, Tiametoxam); Organofosforados (Orthene 750 BR); Oxicloruro de Cobre – Inorgánico; Pirazol; Sulfluramida (Mirex) e Trifloxistrobina. Los principales fabricantes son: las alemanas BAYER y BASF, las estadounidenses DOW, GRIFFIN Corporation y MONSANTO, la suiza SYNGENTA y la japonesa SUMITOMO CHEMICAL.

Violaciones e injusticias acerca del veneno silencioso
Por lo menos dos o más ingredientes activos son necesarios en los monocultivos de eucalipto: uno para matar hormigas y otro para apaciguar el surgimiento de plantas invasoras, como los técnicos definen a las pocas especies de plantas que insisten en romper con el aislamiento del eucalipto. Al mismo tiempo, puede ser usado más de un componente para cada uno de esos casos, pues según las informaciones de los fabricantes, los productos se vuelven ineficaces para el fin, ya que tanto las plantas como los insectos van creando resistencias. Eso exige dosis mayores del mismo producto o nuevas composiciones y mezclas que se aplican sin tregua, ya que existen áreas con árboles de todas las edades que proveen de forma permanente a las fábricas de celulosa que funcionan 24 horas por día.
De esta forma, se comprueba que los discursos de dosificaciones correctas o uso seguro no son reales. Se trata de la construcción de una imagen positiva con la intención de ocultar la nocividad de los posibles efectos provocados en la salud y el medio ambiente. Dicha construcción demuestra la agresividad de la estrategia, reforzada y endosada por la ciencia hegemónica, que asegura cantidades adecuadas y baja toxicidad de productos letales. Pero las personas y el ambiente están siendo envenenados diariamente y los recursos hídricos contaminados en niveles desconocidos. Se suma a esto la escasez de agua causada por el alto consumo de agua que los monocultivos de eucalipto de rápido crecimiento requieren. El reciente surgimiento de la oruga parda del eucalipto refuerza aún más la situación de desequilibrio del ecosistema, provocando la aplicación área ya mencionada de mayor cantidad y diversidad de productos químicos.
En este proceso se constata que toda esa explotación perversa, incluyendo el envenenamiento de la población, en especial la población del campo, tiene como objetivo producir celulosa para abastecer al Norte global con papeles descartables. Se constata además que eso ocurre con la participación fundamental del Estado y de la Ciencia, que construyen un mundo de papel envenenado que absorbe la vida, el sudor y la sangre de la tierra. Un mundo que solo es posible mediante desigualdades profundas que dan paso a la expropiación violenta mediante la usurpación, a la explotación del trabajo humano y, sobre todo, a la impunidad apostada por los violadores.

Consideraciones Finales
Las presiones intensas del agronegocio continúan hasta el día de hoy, resultando, por ejemplo, en exoneraciones fiscales y subsidios generosos para las empresas de agrotóxicos y de celulosa, que tuvieron una fuerte expansión en la década de 1970. Del cruce entre la industria de celulosa y la industria de agrotóxicos nació el eucalipto transgénico. La empresa Suzano Papel e Celulose, a través de la empresa de biotecnología Futuragene, obtuvo permiso en 2015 para liberar dichos cultivos. Y las pruebas de campo para su uso comercial a gran escala ya comenzaron. Eso significa un mayor consumo de agua y un mayor consumo de agrotóxicos.
Es también importante destacar cómo la historia se repite. Desde el golpe político-jurídico-mediático para destituir a la Presidenta electa Dilma Roussef, se viene profundizando el retroceso en derechos del trabajador mientras que el agronegocio estimula el avance sobre las tierras tradicionales de campesinos, indígenas y quilombolas. En Bahía, cerca de 300 familias fueron desalojadas de las áreas en las cuales se desarrolla el conflicto con la empresa Veracel Celulose. Se puede ver también el enfrentamiento para debilitar a los órganos reguladores y fiscalizadores, como la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria (ANVISA), responsable de la evaluación y revaluación de los agrotóxicos. Mientras la industria de agrotóxicos y de eucaliptos para celulosa ya se beneficiaron con el golpe civil-militar de 1964, los representantes del agronegocio, que se articula íntimamente con la industria de agrotóxicos, indicaron a Blairo Maggi para el Ministerio de Agricultura del actual gobierno. Maggi es conocido nacionalmente como el “rey de la soja” y autor del Proyecto de Ley 6299 de 2002, conocido como el “Proyecto de Ley del veneno”, que prevé facilitar la comercialización, utilización, almacenamiento y transporte de agrotóxicos. Hay fuertes indicios de que el actual golpe, tal como el de 1964, tiene como base el fortalecer a las empresas de este sector. Así pues, la historia se repite y, en este caso, como una farsa desprovista de pudor o de ética.
Frente a esta situación, las condiciones materiales expuestas indican la necesidad de erradicar el modelo de producción centrado en los cultivos de eucalipto y fábricas de celulosa. Así como de realizar una transición del modo de producción de los alimentos, de monocultivos, con uso intensivo de fertilizantes y agrotóxicos, para una producción de base agroecológica que garantice territorios libres de agrotóxicos, como alternativa y producción de vida y salud para todas las personas y el medioambiente.

Ivonete Gonçalves de Souza, ivonetegsouza2017 [at] gmail.com 
Magister en Salud Pública – ENSP/FIOCRUZ – autora del trabajo de investigación “Eucalipto e o veneno silencioso: expansão da monocultura de eucalipto no Extremo Sul da Bahia. Agrotóxicos, violação de direitos e manipulação ideológica”, 2016.

La versión original de este artículo está en portugués y se puede encontrar aquí
                                              
(1) Diccionario da Educación del Campo, 2012, p. 86
(2) http://cpdoc.fgv.br/producao/dossies/JK/artigos/Economia/PlanodeMetas
(3) Carson, Rachel. Primavera Silenciosa, 1962. 1ª edición, San Pablo: Editora Gaia, 2010.
(4)  Pinheiro, Sebastião, 1989, “A Máfia dos Agrotóxicos no Brasil”.
(5) Rigotto, Raquel Maria. ROSA, Islene Ferreira. In: Caldart RS, Pereira IB, Alentejano P, Frigotto G, organizadores.In Dicionário da Educação do Campo, Editora Expressão Popular, San Pablo, 2012
(6) Ibid (4)
(7) FANZERES, Anna. (Coord). “Temas conflituosos relacionados à expansão da base florestal plantada e definição de estratégias para minimização dos conflitos identificados”, “Relatório Final de Consultoria”, “Programa Nacional de Florestas”, “Secretaria de Biodiversidade e Florestas”, Ministerio del Medio Ambiente, Brasília, Marzo 2005.
(8) Século Diário: “Agrotóxicos da Aracruz Celulose: grave problema de saúde pública por Ubervalter Coimbra”
(9) http://g1.globo.com/bahia/jornal-da-manha/videos/v/mariposas-invadem-a-cidade-de-prado-no-sul-do-estado/4306242/   y  http://g1.globo.com/bahia/noticia/2015/09/infestacao-de-mariposas-intriga-autoridades-de-cidade-do-sul-da-ba.html
(10) Departamento de Vigilância em Saúde Ambiental e Saúde do Trabalhador – DSAST – Ministério da Saúde
(12) www.abaf.org.br/download/lagarta-parda.pdf
Fuente: Boletin WRM Septiembre 2017 - Imagenes: ‪flogao.com.br‬

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España: Eucalipto, el árbol que amenaza a los bosques
Hace 40 años empezó la expansión del cultivo del eucalipto por toda la Península Ibérica.  Se vendió como la panacea rentable, una especie forestal de rápido crecimiento productora de abundante pasta de papel frente a la lentitud maderable de robledales y encinares. Actualmente hay más de 760.000 hectáreas de este árbol australiano plantadas en España y 646.000 en Portugal. Lejos de ser bosques, en realidad son enemigos del bosque dado su altísimo impacto ambiental y paisajístico.
 
César-Javier Palacios

En el Año Internacional de los Bosques, más de 20 organizaciones de conservación de la naturaleza y colectivos ecologistas de carácter estatal y de Andalucía, Galicia, Asturias, Cantabria y el País Vasco han presentado “Una Visión Común sobre el problema de las plantaciones de eucalipto”. En el manifiesto se hace un breve análisis sobre la conflictividad asociada a estas plantaciones y, sobre todo, se presenta una hoja de ruta a las administraciones públicas y al sector del eucalipto para acabar con medio siglo de conflictos.
Y es que la extensión masiva de este árbol ha provocado una seria pérdida de  biodiversidad, terribles aterrazamientos del terreno, degradando el suelo y reduciendo la disponibilidad de agua. Sólo en Galicia esta primavera se plantarán 30 millones de eucaliptos y apenas unos pocos miles de robles.
Es necesario mejorar la gestión de estas plantaciones y, poco a poco, empezando por los espacios protegidos, ir eliminándolos de nuestros paisajes más singulares y frágiles. No se trata de acabar con los eucaliptos, pero sí de fijar fronteras a su creciente e imparable expansión. Porque por mucho que se empeñen las compañías madereras, un montón de árboles plantados en fila no hacen bosque. En realidad lo deshacen.

Foto: CEPEDES - Greenpeace. Infografía: Diario Público.

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