Steve Jobs. Paradigma de nuestra civilización

Steve Jobs no fue una persona corriente, parece condensar todo lo bueno y lo malo en estado puro, pero como en una moneda, pocas personas son capaces de ver ambas cosas a la vez, así que es odiado y adorado en grandes proporciones. Era tan solo un individuo, pero es también un símbolo, es por tanto un paradigma de nuestra civilización.

Empecemos con las presuntas virtudes que justifican la adoración de sus seguidores e imágenes como la que nos ofrece “The Economist”. Jobs fue lo que se conoce como un “emprendedor”, ¿por qué ahora se dice “emprendedor” y no “empresario”? ¿Son distintos? No, es exactamente el mismo concepto. La palabra “emprendedor” trata de resaltar virtudes que nos hagan culturalmente más aceptable la proporción de la producción que estos emprendedores consiguen.
El primero que otorgó al entonces llamado empresario una importancia primordial dentro de la dinámica capitalista, aunque hoy en día pueda sorprender por lo tardío, fue Joseph Schumpeter, en 1934. Para el economista austriaco el empresario desempeña un papel clave como motor del desarrollo económico, puesto que es quien aporta la innovación y el cambio tecnológico que hacen avanzar los negocios. Esta innovación suele tomar la forma de nuevos productos, nuevas formas de organización o la búsqueda/creación de nuevos potenciales clientes.
Jobs, o Apple, destacaron de manera prominente en cada una de las cuestiones que cita Schumpeter, en particular unieron la creación de nuevos productos con la búsqueda de nuevos clientes, aunque también realizaron aportaciones relevantes en cuanto a las formas de organización.
Comencemos por la faceta a la que debe la adoración casi religiosa de sus admiradores: comercializador o aplicador de la tecnología creada por otros. Jobs participó en la creación de los primeros ordenadores personales, y después en un nuevo reproductor de música. Finalmente crearía una especie de teléfono ordenador y algo parecido, pero más grande, que llaman tableta. En definitiva, acercó la tecnología de la información al gran público, al hombre común de la sociedad post-industrial.
Jobs subió a hombros de gigantes, tanto a nivel general como a un nivel más particular. Las tecnologías de la información han llegado a ser lo que son de una forma muy compleja, a lo largo de cientos de años y con la colaboración de miles de personas. Centenares de científicos han realizado aportaciones más relevantes que la de Jobs: lograr el producto más agradable para la masa.
No soy experto en el tema, pero una búsqueda rápida por la web me hace ver que se trata de la confluencia de varias ideas o ramas. Por un lado la idea de una máquina de calcular, de origen ancestral, con el ábaco y posteriormente la regla de cálculo, que comienza a pensarse como lo conocemos ahora a comienzos del siglo XIX, con la máquina analítica de Charles Babbage. Durante la II guerra mundial y años posteriores, matemáticos como Alan Turing y John von Neumann sentaron las bases del lenguaje de la computación, trabajando para el estado, con el fin de ganar la II guerra mundial primero, y la incipiente guerra fría después. Al mismo tiempo, la parte física de esa máquina de calcular cambiaría notablemente la fisonomía imaginada por Babbage gracias al descubrimiento del transistor, realizado por John Bardeen, Walter Houser Brattain y William Bradford Shockley en 1.947, trabajando para AT&T, la empresa que en aquella época tenía el monopolio de los servicios de telefonía en EEUU.
El tercer pilar del campo de Apple son las comunicaciones, cuyo primer gran hito es el telégrafo. La idea de comunicarse a través de una señal eléctrica había ido surgiendo paralela a la investigación de la electricidad, pero fue un pintor, llamado Samuel Morse, quien desarrolló el primer ingenio con un gran potencial práctico. Pocos emprendedores confiaban en la idea, y Morse tuvo la suerte de recibir fondos del congreso de EEUU para construir la primera línea experimental de larga distancia (60 km), entre Baltimore y Washington. Otro impulso clave fue realizado por un profesor de universidad llamado Heinrich Rudolf Hertz, a finales del siglo XIX. Hertz, además de morir pronto, nunca mostró el menor interés por las aplicaciones prácticas y la comercialización de sus descubrimientos. La radio sería desarrollada bajo un esquema -por fin- de emprendimiento convencional gracias a Guillermo Marconi. Convencional, pero no exento de aspectos turbios. Marconi, con la ayuda de grandes prohombres –entre ellos Andrew Carnagie, el barón-ladrón más importante después de Rockefeller- , arrebató la patente en los tribunales y de forma fraudulenta a Nicola Tesla. En aquella época, al igual que ahora, la Ley solía dar la razón al dinero.
Con una “máquina de calcular” de un tamaño adecuado para el hombre medio, y la información viajando a través de ondas Hertzianas, un burócrata europeo –¿existe algo más denostado que un burócrata europeo?- creó Internet. Tim Berners-Lee trabajaba en un laboratorio público de física de partículas. Posteriormente, Berners-Lee se ha dedicado a promover la interconectividad, mediante la estandarización de la tecnología -precisamente lo contrario que hace Apple-, poniendo especial empeño en que no haya patentes o derechos de propiedad por estos estándares básicos.
En toda esta historia casi nada parece suceder como debería, según la narrativa de Schumpeter. Apple y Jobs, además, se han situado en el centro de las críticas en torno al debate sobre la propiedad intelectual, Jobs no solo utilizó esta gigantesca “externalidad positiva” creada durante siglos, copió para sus primeros ordenadores las ideas de Xerox. A pesar de ello, antes de morir, no tenía empacho en crear trabas legales para que no se pudiera fabricar otro teléfono con “bordes redondeados” y ser líder en demandas sobre propiedad intelectual. Cada vez más gente opina que la propiedad intelectual es un freno tremendo a la innovación, opinión que va paralela a la extensión legal de estos derechos por periodos cada vez más largos.
Jobs y Apple se benefician, y se han beneficiado extraordinariamente bien de las creaciones de otros. Con la propiedad intelectual lo que tradicionalmente ha pasado es que quien fabricaba el soporte se quedaba con el valor. Pasó con los escritores y los editores, y fue la razón de que se creara el ahora obsoleto copyright. Ha pasado con la música, y Apple se aprovechó muy bien de ello con el iPod. Y ahora pasa también con la redes sociales, que son productos de difícil comercialización -¿Quién pagaría por estar en ellas?-, pero que resulta sencillo ver que son claves para el negocio de Jobs. Un anuncio reciente lo expresaba de la siguiente forma: “Te lo has perdido porqué no estás conectado”
Hoy, un turista japonés puede colgar en su perfil una foto de lo que está comiendo en tiempo real. Otra cuestión es ¿qué interés puede tener en hacerlo? Pero son reflexiones distintas.
Jobs fue relativamente innovador en seguir “nuevas formas de organización”. El año 1914 fue histórico no solo por el comienzo de la I guerra mundial, sino también porque en un momento de inspiración épico Henry Ford tomó la audaz decisión de más que doblar el salario a los trabajadores de su fábrica.
Ford había llevado al límite la ´”organización científica del trabajo” y había creado la cadena de montaje. Había sustituido artesanos capacitados por personal sin capacitación, y les había encomendado tareas sencillas y rutinarias. Pero algo no marchaba bien, y se encontraba al borde de la quiebra. La pasión y el gusto por el trabajo eficaz que había mostrado el artesano dentro de su comunidad, se habían transformado en la cadena de montaje en “la natural tendencia a la pereza, indolencia y torpeza de las masas”.
Con su decisión histórica Ford intentaba crear mayor vinculación de los trabajadores con la empresa. Creó también un “Departamento de Sociología”, para tratar de reproducir las condiciones de una comunidad en la fábrica, y con su nuevo salario los operarios estaban más cerca que nunca de llegar a ser propietarios de un Ford T. El refuerzo del vínculo llegaba también a través del deseo de sofisticados objetos.
Casi 100 años más tarde Jobs declaró inoportunas, improcedentes y obsoletas las “formas de organización” que descubriera Henry Ford. Sus productos serían realizados por operarios con un salario de subsistencia, en condiciones de semi-esclavitud, operarios que ni siquiera saben para qué sirve lo que fabrican y que nunca llegarán a poseerlo, pese a ser mucho más barato que un coche.
En la fábrica de Foxconn, en Shenzhen, trabajan la friolera de más de 400.000 personas, apenas hay máquinas, y realizan casi todas sus tareas a mano, en jornadas maratonianas.
Dado que no existe ningún tipo de vinculación entre el obrero y la empresa, se sigue un modelo panóptico.
El panóptico es el modelo que según Michel Foucault seguían las sociedades modernas para lograr la obediencia y disciplina. En su origen era una prisión pensada por el filósofo utilitarista Jeremy Bentham.
En ella, los prisioneros están a la vista y los guardianes escondidos, un prisionero nunca puede saber cuando un guardián le vigila. En la fábrica de Ford, al principio, antes de su decisión histórica, había muchos capataces, en la de Foxconn cámaras. Las cámaras no han podido evitar los suicidios, cuestión por la que la fábrica saltó a la fama.

Imagen de las redes añadidas a los edificios para evitar los suicidios

Una de las cuestiones que surge con los suicidios es ¿por qué lo hacen?, ¿por qué no abandonan simplemente el empleo? Pero la realidad es que lo hacen, aproximadamente un 6% dejan el trabajo cada mes, en 9 meses el 50% de la impresionante plantilla ha rotado. Menos de un 5% tienen experiencia superior a 5 años.
Por hacernos una idea ¿Cómo de largas son las jornadas? ¿Cuánto se trabaja?
Un ingeniero de Foxconn en Shenzhen, que se unió a la empresa el año pasado, recordó, "Nosotros produjimos el iPad de primera generación. Estuvimos ocupados a lo largo de un período de 6 meses y teníamos que trabajar los domingos. Sólo tuvimos un día de descanso cada 13 días. Y no había ninguna prima por horas extraordinarias los fines de semana. Trabajar 12 horas al día me dejó agotado". [1]
Disciplinar al trabajador, dentro del modelo de Foxconn, se logra por varias vías. Por las mañanas acuden a reuniones de trabajo –que no se cobran-, en donde el gerente recuerda los objetivos, la reunión termina con una pregunta del gerente “¿Cómo estáis?”, los trabajadores deben responder “Bien. Muy bien. Muy, muy bien.”
Los errores, o los fallos en alcanzar la producción establecida, se visibilizan en esas reuniones, además de exponerse en un tablón de anuncios – recordad el panóptico. Los objetivos se establecen “probando” al trabajador. Se marca un cierto número de operaciones horarias o diarias y si consigue alcanzarlas, al día siguiente se le marca un objetivo más alto. Por otro lado se intenta mantener constante la atención del trabajador por medio de trampas. Cada cierto tiempo se le envía un producto defectuoso o al que le falta un componente, si el trabajador falla en descubrir el defecto, es castigado.
En ciertos casos se llega a castigos y situaciones de acoso que resulta difícil imaginar excepto en situaciones de guerra, o en el entrenamiento de los cuerpos de élite del ejército.
El joven de 19-años de edad, Ma Xianqian, la primera víctima de los casos de supuestos suicidios en las instalaciones de producción de Foxconn en Shenzhen a principios de 2010, fue acosado antes de su muerte. Se vio obligado a limpiar el piso y las letrinas del taller, como castigo, de acuerdo con su hermana mayor.
Un trabajador en Kunshan vio a otro trabajador caminar por el césped. Un guardia de seguridad vino rápidamente a ese trabajador y le golpeó con una porra eléctrica. [1]
No son necesarias más descripciones para definir lo que es Foxconn.
Todas estas cuestiones se mantienen en una especie de nebulosa de ambigüedad para el consumidor de los países industrializados. Al fin y al cabo ¿Qué relación tiene Foxconn con Apple? Uno es proveedor del otro pero se engloba dentro de una relación más amplia llamada Chimérica.
Una relación vista con muy buenos ojos en los tiempos de bonanza. Así lo contábamos en “La guerra de divisas (II): El verdadero origen de la crisis financiera global”
Los estadounidenses están cada vez más preocupados por la creciente influencia económica de China. Con tasas de crecimiento constantemente por encima del nueve por ciento, lo acusan de robar empleos en Estados Unidos, de mantener el yuan infravalorado por vinculación al dólar, de exportar deflación mediante la venta de sus productos en el extranjero a precios desleales, de violar los derechos de sus trabajadores para mantener costos laborales bajos, y de no cumplir sus compromisos con la Organización Mundial del Comercio (OMC).
China no está robando empleos en Estados Unidos o utilizando prácticas desleales de comercio para socavar nuestro poderío económico y exportar su camino hacia el poder global. De hecho, casi el 60 por ciento de las exportaciones chinas a los Estados Unidos son producidas por empresas de propiedad extranjera, muchas de ellas estadounidenses. Estas empresas han trasladado sus operaciones al extranjero en respuesta a las presiones competitivas hacia costos de producción más bajos, y así ofrecer mejores precios a los consumidores y una mayor rentabilidad para los accionistas. Importadores estadounidenses con posiciones dominantes en China, tales como Wal-Mart y Hallmark, tienen el poder de obligar a los proveedores chinos a mantener sus costos lo más bajos posibles. Tan solo Wal-Mart compró $ 18000 millones de dólares en productos chinos en 2004, convirtiéndose en el octavo mayor socio comercial de China - por delante de Australia, Canadá y Rusia.
Entonces, ¿de quién es realmente "la culpa" de "la deflación exportada" de China y del aumento de sus exportaciones? Los importadores estadounidenses, los consumidores estadounidenses que compran productos chinos a precios muy bajos, y los accionistas estadounidenses que exigen resultados. Una guerra comercial sostenida con China dañaría a estos grupos más que a nadie.
El accionista y el consumidor son el centro ¿Quizás por eso es tan poco importante el trabajador chino o americano? Para que el accionista vea crecer su valor, Apple debe ser capaz de exprimir a su proveedor, a su vez, este literalmente exprime a sus trabajadores. La dependencia de Apple del trabajo esclavo es tan grande que los inversores entran en pánico en cuanto se producen subidas salariales mínimas en China.
Otra táctica habitual para esconder estos hechos en una niebla de ambigüedad es eliminar las diferencias entre Apple y sus competidores ¿A quien provee Foxconn? A todos.
Foxconn es una multinacional con sede en Taiwán que tiene fábricas por todo el mundo. Por ejemplo, tiene dos fábricas en otra famosa zona franca industrial, cercana a EEUU, Ciudad Juárez, en México. No relacionaríamos Apple con Ciudad Juárez y hacemos bien, ya que es en Shenzhen, conocida como “ciudad iPod”, donde se fabrican sus dispositivos. Y es también allí donde han tenido lugar gran parte de los presuntos suicidios, en la fábrica llamada Longhua.
Jobs olvidó que según la doctrina Ford el consumidor y el trabajador son la misma persona. Corporaciones como Apple y Wall Mart pedían el máximo a sus proveedores, China exportaba mucho y su moneda tendía a subir. Pero para mantener la competitividad y seguir siendo proveedores de Apple y otras corporaciones, debían mantener un tipo de cambio fijo con el dólar. Para ello los dólares en exceso se reciclaban en activos norteamericanos, un flujo de capitales flotantes que creó el boom de crédito necesario para la burbuja inmobiliaria, americana y mundial.
“Agonía y éxtasis de Steve Jobs” es un monólogo teatral de título apropiado, dado el carácter semi-divino que hemos concedido a Jobs. En un momento de la obra Mike Daisy cuenta cómo al enseñar un iPad a uno de los trabajadores de Shenzhen, este se quedó absorto hasta que dijo “tiene magia”.
Jobs fue un maestro en estimular el deseo, si el presidente Hoover había dicho a las corporaciones: “Habéis asumido la responsabilidad de crear deseo y de convertir a las masas en maquinas de felicidad en constante movimiento”. Jobs redefinió la frase como “el cliente no sabe lo que quiere, hasta que se lo muestras”.
Ese deseo, y la alienación –conocida por Ford- que provoca el no poder poseer el producto en el que se trabaja, explican historias tan inconcebibles como la del joven chino que vendió un riñón para poder comprar un iPhone y un iPad.
En esa búsqueda del deseo Jobs creo productos estilizados
Y se especializó en vender la obsolescencia programada, sacar un nuevo producto al año, prácticamente idéntico al anterior, pero que la gente compra por tener lo último, es decir, adosar un objeto a nuestra identidad.
Todo un “derroche”, y es que dado que la evolución de la cultura humana está marcada por la interacción de ambiente y tecnología, para ser realmente paradigmático Jobs debe relacionarse también con una crisis ambiental.
Para poder hacer ordenadores tan finos, y otros dispositivos electrónicos de pequeño tamaño son necesarios condensadores de tantalio, que se pueden obtener del célebre Coltan.
Una de las zonas de mayores reservas es la República Democrática del Congo, que sufrió una primera guerra entre los años 1996-1997 y posteriormente otra más hasta el año 2003.
Dicha guerra en parte ha sido posible porque diversos grupos guerrilleros y paramilitares extraían de forma ilegal Coltan, para financiar la compra de armas y el resto de su operativa. Explotan las minas secuestrando a niños, a los que hacen trabajar en condiciones de esclavitud, y sacan el mineral a países vecinos para venderlo.
En 2002 la ONU denunciaba en un informe el saqueo de Congo por los países vecinos y 29 empresas y multinacionales.
Diez años más tarde, atendiendo al último informe
El 26 de julio, el Gobierno decidió dar prioridad al establecimiento de centros de comercio controlados por el Estado para los minerales extraídos de manera artesanal en las zonas libres de conflicto de las provincias de Maniema y Katanga, en lugar de en los Kivus. Esa decisión llevó a postergar el establecimiento de los centros de comercio previstos anteriormente en las zonas de Ndjingila e Itebero del territorio de Walikale, en Kivu del Norte, hasta que la situación de la seguridad mejore. A principios de agosto, la MONUSCO empezó a ayudar al Ministerio de Minas a comprobar los yacimientos mineros de Maniema y Katanga para asegurarse de que estuvieran libres de la presencia de grupos armados o fuerzas de seguridad.
La situación parece que mejora algo, pero continúa la inseguridad en la zona de los Kivus, donde se encuentran los principales yacimientos de Coltan.
Algunos años antes, en diversas resoluciones la ONU “alentaba”
Alienta a los Estados Miembros a que adopten las medidas que estimen apropiadas para asegurar que los importadores, las industrias procesadoras y los consumidores de productos minerales congoleños sometidos a su jurisdicción ejerzan la diligencia debida con respecto a sus proveedores y el origen de los minerales que adquieran.
La idea de la ONU es sencilla. Si los fabricantes de teléfonos móviles y resto de dispositivos electrónicos se aseguran que los componentes de su cadena de suministro están libres de Coltan extraído ilegalmente en R.D.Congo, será más complicado para los guerrilleros financiar las armas que necesitan.
En 2012 Apple declara que ha comenzado a establecer la trazabilidad de su cadena de suministro, identificando 175 fundiciones de las que provienen sus componentes, de las cuales ha contactado con 34, para indicarles la importancia de obtener “materias primas libres de conflicto”.
¿Por qué? En 2010 se estableció la obligación legal en EEUU, a través de la sección 1502 de la ley de reforma financiera, de verificar la limpieza de los minerales incorporados en la cadena de suministro.
Diez años después del primer informe de la ONU, y tras múltiples intentos de movilizar a la opinión pública, y dado que esta permanecía impasible, ha sido necesaria una ley estatal para que las corporaciones acometan algo tan trivial como auditar su cadena de suministro, lo que seguramente no representa un coste mayor del 0,001% en el producto final.
Mientras tanto, todos estos años, una pequeña parte del dinero empleado en telefonía móvil ha financiado a los grupos de guerrilleros en el Congo. Guerrilleros como el Ejército de Resistencia del Señor, del que recientemente se ha distribuido este vídeo, que denuncia la situación en la vecina Uganda
Cuando se pregunta a la gente por el comercio justo o el consumo responsable, una buena parte de ellos se muestra favorable, pero la cosa cambia si se les pregunta qué productos concretos consumen, entonces empiezan a hablar de que el gobierno debería encargarse de estos problemas. Para intervenir en estos asuntos el gobierno necesita legisladores y funcionarios que vigilen el cumplimiento de las leyes, los denostados burócratas.
Schumpeter vio solo un lado de la manzana, de las dos caras de Jobs, cuando colocó al emprendedor en el centro del proceso creativo y de generación de la prosperidad. Paradójicamente, en un libro posterior, “Capitalismo, Socialismo y Democracia”, predecía el derrumbe del sistema capitalista.
Según el economista austriaco, la “revolución gerencial”, el fenómeno de difuminación de la propiedad, según el cual los gestores de las corporaciones ya no son sus dueños, produciría un cambio de actitud de los “emprendedores”. En lugar de activos agentes en busca de oportunidades de negocios, se convertirían en burócratas ¿Burócratas como Tim Berners-Lee?
Nuevamente Schumpeter intuyó una parte de los cambios, anticipando su profundo calado, pero sin llegar a una síntesis completa. La revolución gerencial hace tiempo que se completó en todo el planeta, e individuos tan dispares como Zygmunt Baumann o Paul Krugman le atribuyen una gran importancia en la forma que ha adoptado nuestro mundo
Justo antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial, James Burnham formuló de forma articulada lo que ya era un lugar común cuando proclamó que la <<revolución gerencial>> ya se había producido y que estaba a punto de culminar con la victoria de los gestores. Puede que los beneficios, sugería Burnham, siguieran afluyendo igual que antes a los bolsillos de los propietarios, pero la gestión cotidiana de los asuntos se había convertido en prerrogativa de los gestores, y nadie osaría interferir ni desearía hacerlo nunca más. Puede que algunos de estos gestores poseyeran acciones de las compañías que administraban; puede que algunos fueran, desde el punto de vista legal, empleados puros y simples, pero esto era irrelevante para la distribución del poder. El poder consiste en la toma de decisiones y está en manos de quienes las toman. Por tanto, el poder pertenecía a los gestores.
Transcurrieron unas pocas décadas, vividas a la sombra de la destrucción de la guerra y la reconstrucción de la postguerra, y se evidenció que había llegado el momento de que los gestores se desprendieran de los incómodos y engorrosos deberes gerenciales que previamente habían descargado sobre sus hombros los propietarios titulares del capital. Los gestores se dispusieron a trabajar en serio para repetir el acto de escamoteo de los propietarios del capital. Después de la era de la <<gran vinculación>>, habían llegado los tiempos de la <<gran desvinculación>>. Las épocas de alta velocidad y aceleración, de reducción de los términos de compromiso, de <<flexibilidad>>, <<reducción de empleo>> y <<externalización>>. Los tiempos en los que se permanecería juntos sólo <<hasta nuevo aviso>>, mientras <<dure la satisfacción>> (que nunca dura mucho).
Desregulación es la palabra de moda y el principio estratégico elogiado y aplicado activamente por cualquiera que tenga poder. Hay demanda de desregulación porque los poderosos no desean ser <<regulados>>: tener limitada su libertad de elección y constreñida su libertad de movimientos. [2]
Sin duda para Jobs fue muy agradable estar desregulado, pero sabemos que la absoluta desregulación de Jobs, tiene mucho que ver con la regulación estricta, vigilancia férrea y castigo ineludible de los trabajadores de Foxconn en Shenzhen, o la de los niños reclutados por el Ejército de Resistencia del Señor en Uganda.
Escaquearse implica eludir las responsabilidades, una de las cuales era el estricto sometimiento a una disciplina de mercado, que hacía caer a los torpes. Los nuevos gerentes desregulados no se volvieron aburridos burócratas, como creía Schumpeter. Un funcionario no está sometido a la disciplina de mercado, pero tampoco cosecha los parabienes del éxito. Los nuevos gerentes son más parecidos a una nueva élite aristocrática, rentista, irresponsable y siempre impune, que reclama sus rentas por cuna y no por su mérito.
Conclusión paradójica hablando de Jobs, ya que él fue adoptado por una familia de clase media, no nació pobre aunque tampoco rico. Pero hablamos de alguien al que al menos hay que reconocer algún mérito, lo cual no es común. Cuestión distinta es si eso compensa el lado podrido de la manzana.
Epílogo:
Jobs es tan solo un individuo, un símbolo, pero lo aquí expuesto transciende su figura. Mi exposición aborda, pero no cierra, múltiples cuestiones, que quizás inspiren a otra persona en un proceso similar al que llevó a Jobs, tras cientos de aportaciones de distintos individuos, a crear el iPhone ¿Cómo se fomenta realmente la innovación? ¿Qué parte del valor del que se apropian los emprendedores es creado por ellos y cual es extraído del caladero social? ¿Hasta que punto es sostenible socialmente la injusticia, mediante la difusión de ideas que la justifiquen? ¿Tenemos las instituciones adecuadas, para la red global de dependencias que hemos creado? ¿Seremos capaces de diseñar nuestras instituciones para que realicen exclusivamente la labor positiva que vio Schumpeter?

Fuentes:
[1] Workers as Machines: Military Management in Foxconn
[2] Comunidad: En busca de seguridad en un mundo hostil <<Zygmunt Bauman>>
Fuente: http://laproadelargo.blogspot.com.ar/2012/12/steve-jobs-paradigma-de-nuestra.html


Entradas populares de este blog

Francia: ‘Mi orina contiene glifosato, ¿y la tuya?’ Denuncia contra el polémico herbicida

Sobre transgénicos, semillas y cultivos en Latino América

Antártida: qué países reclaman su soberanía y por qué