Somos naturaleza y su deterioro es el nuestro

De la voluntad de resistir y de la memoria y consciencia de que se puede vivir de otra manera, llegan la desobediencia, la consciencia de que no se puede construir sola y la necesidad de alianzas. Para poder construir una normalidad diferente no podemos contar solo con círculos de personas afines y, por ello, la construcción de otros mundos requiere sumar. Quedarse en la distopía se convierte hoy en algo conservador, que alienta el miedo sin encontrar otra salida que hacer caso omiso de las señales

Por Yayo Herrero
 
En estos días hablamos mucho sobre normalidad y excepción. Volver a la normalidad. Wuhan vuelve a la normalidad, a la producción, al trabajo, a la contaminación… en distintos lugares se aprovecha para desmantelar la legislación social o ambiental que le pone freno a la normalidad. Nuestra nueva normalidad puede ser una patada adelante en la espiral que conduce hacia un colapso ecológico y social, pero también podría ser una realidad ecológica y terrible. El capitalismo verde que hace negocio y encuentra oportunidades en el desastre o los ecofascismos que estigmatizan y culpan a otro pugnan por convertirse en normalidad. No conviene ignorarlos. Pueden existir sociedades que sean sostenibles en el plano biofísico y, a la vez, misóginas, racistas, injustas y autoritarias.
Quiero una  nueva normalidad que no deje a nadie atrás, que sea compatible con la regeneración de los sistemas vivos. Las nuevas normalidades hay que construirlas. La normalidad nueva que muchas deseamos exige mirar cara a cara la realidad.
La excepcionalidad por su parte ofrece un corto minuto de luz para dejar al descubierto los monstruos que habitan la normalidad: los recortes en la sanidad; las residencias en las que las personas mayores esperan la muerte y quienes les cuidan están explotadas; obispos que rechazan un ingreso mínimo vital y se preocupan más por que la gente viva subsidiada que por el hecho de que no vivan o vivan mal; la patronal del agua que pide abiertamente poder cortar el agua a la gente confinada; un goteo de informes que van mostrando la correlación entre la mayor virulencia y letalidad del coronavirus y el hecho de vivir en lugares en los que de forma prolongada se ha respirado aire contaminado; personas que viven en infraviviendas, que tienen dificultades para comer; gente que vigila desde el balcón, que señala, denuncia, odia; y unos pocos que hacen caja electoral o económica con la mentira o el odio que provocan.
¿Podemos organizar la existencia para que la vida de la gente, el territorio o los animales tengan sentido en sí mismos y no solo por ser valiosos –monetariamente valiosos? ¿Cómo convertir en normal la explosión comunitaria que estamos viviendo? ¿Es posible pensar en una forma de alimentarnos, de acceder a la vivienda, de cuidarnos y de construir seguridad que sea igualitaria? ¿Es posible construir horizontes de deseo que sean compatibles con las condiciones materiales que los hacen posible para todas? ¿Es posible blindar suelos mínimos de necesidades para todas las personas?¿Se puede aprender a vivir bien con lo suficiente? ¿Es posible dejar de destruir y regenerar esa tierra que nos alimenta y nos sostiene? ¿Cómo construir una autodefensa colectiva que nos proteja de quienes desahucian toda forma de vida con tal de ganar dinero?
Y sobre todo ¿es posible hacer que este horizonte sea deseable para mucha gente? Probablemente requiera un equilibrio sabio y amoroso de distopía y utopía... Ojalá sepamos caminarlo. 

Yayo Herrero es activista y ecofeminista. Antropóloga, ingeniera técnica agrícola y diplomada en Educación Social.
Fuente: Para leer el texto completo https://ctxt.es/es/20200401/Firmas/32033/covid-sanidad-residencias-crisis-ecologica-pobreza-Atwood-Yayo-Herrero.htm - Imagenes OEI - Ovacen - hd_fondosEU


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