Argentina: La memoria de la experiencia de las Ligas Agrarias en Chaco

El libro “Violencias del pasado reciente en el Nordeste Argentino: represiones, resistencias y política en Chaco, Corrientes, Formosa y Misiones”, coordinado por Daniel Chao y María del Mar Solís Carnicer, aborda los años dictatoriales y el rol de la organización campesina. Aquí, fragmentos del capítulo 7 sobre cómo, en democracia, el campesinado reconstruye la historia de las Ligas Agrarias.

Por Claudia Calvo (*)

Durante los años setenta del siglo pasado los sectores rurales subalternos del nordeste argentino asistieron a un proceso de organización y de lucha por la defensa de sus derechos en un contexto signado por la movilización social, la radicalización de las organizaciones populares y la generalización de la violencia política. Gran parte de ese proceso confluyó en las Ligas Agrarias, herramienta de representación de las familias vinculadas a los complejos agroindustriales. Creadas inicialmente en Chaco, se expandieron luego al resto de las provincias de la región. Partícipes del proceso de radicalización política, sufrieron la represión estatal incluso antes del golpe.

En la provincia del Chaco las Ligas Agrarias (en adelante, LACH) constituyeron la expresión resultante de dos experiencias de organización que venían desarrollándose desde hace varios años: el Movimiento Rural de Acción Católica (MR) y el cooperativismo algodonero. Este trabajo propone abordar los sentidos que circulan sobre el vínculo que existió entre las Ligas Agrarias Chaqueñas y la lucha armada; para ello propone examinar los testimonios de ex militantes que participaron de ese pasado y de las nuevas generaciones que lo interrogan.
En los testimonios de las organizaciones campesinas, ¿cómo se recuerda? ¿Dónde emerge la memoria y de qué hablan esos relatos sobre el proceso de radicalización y violencia política?
En las comunidades rurales de Chaco todos tienen una versión de lo que pasó durante los años setenta. Durante buena parte del periodo democrático, desde 1984, esas narrativas circularon sólo al interior de las familias campesinas o entre grupos de pares. Recién hacia fines de la década del 2000 los sentidos hasta entonces imperceptibles o inéditos sobre el periodo de radicalización política en el campo comenzaron a emerger de manera intempestiva al interior de la comunidad rural, contribuyendo a la posibilidad de tejer un relato compartido sobre el pasado acorde a las necesidades del presente.
Mario Cáceres y Panchi Zaluzalsky, son históricos referentes de la Unión de Pequeños Productores del Chaco (Unpeproch) de la zona de Maipú en el centro norte de Chaco, epicentro de la organización y acción colectiva de las LACH. Sus padres y abuelos fueron liguistas, alguno de ellos incluso llegó a ser delegado zonal. Al historizar el resurgimiento de la organización campesina tras el retorno democrático, señalan la invisibilización de las Ligas Agrarias, de sus reivindicaciones y acciones colectivas.
Vinculan ese silencio a una reticencia social que hubo durante los años ochenta y noventa, entre la población campesina, incluso entre activistas, para hablar del pasado; limitación ligada a la persistencia del miedo y el tabú, producto de la ferocidad de la represión en el campo, pero también, de la vigencia de un imaginario que las asoció a las LACH a una otredad peligrosa. Así, en las memorias comunitarias de las zonas donde existieron las Ligas quedó registrada la imagen de algunos parajes como un lugar peligroso y algunos pobladores juzgados por sus compromisos militantes pasados, un retrato negativo del territorio rural y de la organización. Sostenemos que este ideario “antisubversivo” tuvo efectos de largo plazo en el tejido social rural, y que su efectividad puede ser vinculada, en parte, a los sentidos construidos en torno a la asociación de la organización campesina con la experiencia de la lucha armada durante ese periodo.
Una mirada genealógica permite indagar en los procesos de emergencia y procedencia de esa imagen cristalizada en la figura de la “subversión” (Foucault, 1992), historizando los procesos mediante los cuales las familias nucleadas en las Ligas y los territorios donde éstas tuvieron inscripción comenzaron a ser “peligrosos” .
A modo de estigma, esta imagen fue inscripta especialmente en la figura de los dirigentes provinciales (sobrevivientes, exiliados, desaparecidos o asesinados) quienes fueron difamados durante el terrorismo de Estado mediante la constante distribución de carteles de “buscado” y “prófugo” en los espacios públicos de todos los pueblos y arrojados desde los helicópteros del ejército.  Con ello no solo se instó a la delación sino también a la demonización comunitaria del activismo.

Archivo Gustavo Molfino

En su reflexión sobre el pasado reciente y la actualidad del sector, Mario y Panchi señalan que recién en los años 2000 las LACH volvieron a ser nombradas en el espacio público. Según sus propias evocaciones, hasta entonces las Ligas habían sido el “cuco”, “algo malo que no se quería… al hablar de eso la gente no se quería juntar”.
Otros miembros de Unpeproch recuerdan, sobre la misma época, la llegada de una persona que “empezó a agitar en esa época para armar nuevamente una organización de los campesinos, generando desconfianza porque eran gente de las Ligas” . O bien como recuerda Damián Herrera, otro miembro de la organización campesina, que participó activamente de las LACH, que “después de que hubo el desarme de todas las organizaciones, una de las que primero apareció habrá sido Improch. Ramón (Chávez, emblema de las Ligas Agrarias en Tres Isletas) me invitó. La gente al principio no quería saber nada (…) Hay algunos que con el pasado no… quedó muy asustado”.
El siguiente diálogo muestra cómo el miedo y del tabú operaron en proporción directa a la falta de conciencia de clase y politización:
—¿Y entre padres e hijos se hablaba?
—Mario: Y la gente que nació después del golpe ¡también tiene miedo! Los padres lo cuentan como algo feo.
—Panchi: Mi padre me decía que eso era feo cuando arrancamos en UNPEPROCH, en los años ochenta. No le gustaba, “vas a terminar como terminaron los de las Ligas” (…) siempre están los que no quieren que se junten, le dice a los otros que ahí va a renacer las Ligas Agrarias… (quedó) un “cuiqui” para tomar liderazgos como antes.
La emergencia de evocaciones sobre el pasado comenzó entre familias que, en muchos casos integraron la base social de la organización durante los años setenta, pero, sobre todo, que actualmente integran organizaciones que realizan peticiones colectivas y manifestaciones en reclamo de acceso a derechos. Esta pertenencia habilita la verbalización de una interpretación del pasado, no solo como testigos o audiencias, sino principalmente como miembros de una organización del sector.

(*) Descargá el libro para acceder al capítulo completo y a todo el contenido:  https://www.teseopress.com/violenciasdelpasadorecienteenelnordesteargentino/
Fuente: https://agenciatierraviva.com.ar/la-memoria-de-la-experiencia-de-las-ligas-agrarias-en-chaco/
 

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