¿Es la pérdida de la biodiversidad un problema biológico-ecológico?
El tema de la conservación de la biodiversidad se ha estudiado y analizado desde muchos ángulos; sin embargo, las especies se siguen extirpando de los ecosistemas, los ecosistemas siguen deteriorándose, paisajes enteros siguen desapareciendo o modificándose en grado tal que ya no pueden sostener la integridad de los ecosistemas y sus especies. La mayoría de las personas entiende por biodiversidad la variedad de especies de una localidad, región o país; sin embargo, biodiversidad es mucho más que eso.
Por Silvia Matteucci
¿Qué es la biodiversidad?
Se la define como la variedad de elementos en un conjunto a todas las escalas, desde la genética, pasando por las especies, los ecosistemas y los paisajes. En una población, el conjunto de organismos de la misma especie que la forman contienen biodiversidad genética; en una comunidad o ecosistema, la biodiversidad está dada por la cantidad de especies y la tasa de distribución de los individuos en las especies; en un paisaje, la diversidad depende de la cantidad de tipos diferentes que conforman el paisaje; y así podríamos seguir hasta el nivel continental o planetario. Por lo tanto, la biodiversidad no es un objeto sino una propiedad del objeto de estudio a nivel jerárquico correspondiente.
Para algunos es difícil comprender la importancia de la conservación de las especies, ecosistemas o paisajes. ¿Qué importancia tiene que se extirpen especies de un ecosistema o paisaje? Estas personas creen que la importancia de la biodiversidad radica en el número de especies o de ecosistemas. Sin embargo, los números no son lo fundamental, lo más importante es que cuando se deteriora el sistema natural se interrumpen flujos entre sus elementos, se dañan mecanismos que dependen de las múltiples funciones ecosistémicas que son fundamentales para el bienestar de los humanos.
La importancia de su conservación
La biodiversidad existe y persiste gracias a estas influencias mutuas entre los elementos, lo cual ha llevado a considerar que más importante que la diversidad de tipos es la diversidad de funciones horizontales y a través de escalas. Por ejemplo, el funcionamiento cíclico de los nutrientes en un ecosistema se asocia con la diversidad de especies del mismo; la estabilidad del sistema depende de las interacciones tróficas entre las especies; los flujos de materiales en el paisaje dependen de las interacciones entre los elementos del paisaje y la resiliencia del paisaje depende de la diversidad de funciones de sus elementos. Por ejemplo, la pérdida de especies en una comunidad, puede afectar el funcionamiento del sistema a los niveles superiores (ecosistema, paisaje) y a los inferiores (población, genético). La asociación de especies en un ecosistema es tan estrecha que por cada planta que se extirpa desaparecen otras 30, muchas de ellas micro-organismos, cuya fisiología y ecología probablemente se desconocen.
En el medio científico se discute aún si existe un umbral de número de especies por debajo del cual el ecosistema pierde integridad. Algunos proponen que los ecosistemas pueden prescindir de las especies “redundantes” (aquellas que cumplen una misma función). Este criterio es simplista; ante un cambio en el medio ambiente, algunas de esas especies “redundantes” podrían desaparecer y si ya se ha reducido la redundancia puede que no queden especies para alguna de las funciones. No podemos decir que algunas especies son más importantes que otras porque cada una cumple una o varias funciones dentro del ecosistema. La integración de estas funciones genera diversidad de hábitat para la persistencia de las especies. Es decir, la persistencia de las especies es importante para la integridad del sistema y la integridad del sistema es esencial para la persistencia de las especies. Un sistema que funciona bien es aquel que persiste a pesar de las fluctuaciones ambientales naturales y de las modificaciones causadas por la actividad humana. Con esto quiero decir que no se trata de conservar sólo por razones estéticas o éticas, sino de planificar el uso de modo que se mantengan las funciones ecológicas que son útiles y a veces imprescindibles para los humanos.
Desde el punto de vista ecológico, la diversidad biológica funcional es más importante que la diversidad de especies, ya que son las funciones de las especies y sus interrelaciones espaciales y temporales a diversas escalas las que dan resiliencia al sistema; esto es, permiten que el ecosistema persista ante la presencia de fluctuaciones ambientales. Un sistema ecológico que tiene replicadas las funciones en varias especies tiene más posibilidades de persistir que aquel que tiene una especie para cada función. Si la función está replicada en varias especies que operan a distintas escalas, la resiliencia del sistema es aún mayor.
Beneficios económicos
Las naciones valoran la biodiversidad por los beneficios económicos que podría aportar la riqueza genética endémica de cada región y se preocupan por las consecuencias de su apropiación, en muchos casos ilícita, por parte de países desarrollados. El valor económico de la biodiversidad puede desglosarse en el valor genético de las especies útiles y el valor de los productos químicos naturales empleados en las industrias farmacéutica, cosmética y de agroquímicos. La apropiación de estos productos por investigadores, empresas y naciones ha generado conflictos entre países desarrollados y países en desarrollo y entre grandes empresas y pequeños productores la oportunidad de conflicto surge porque los países no desarrollados todavía tienen una riqueza de especies cuyo potencial económico no ha sido explorado.
El valor genético ha sido y sigue siendo tema de controversia entre las grandes empresas productoras de organismos genéticamente modificados y los productores pequeños y medianos. Puede verse este fenómeno biotecnológico moderno como la segunda revolución verde porque, al igual que la primera, ha incrementado notablemente la producción de alimentos a un costo social muy grande, ya que ha ampliado aún más la brecha entre ricos y pobres sin mejorar el estado de la alimentación nacional y mundial. Los cultivos mágicos de la revolución verde de las décadas de 1940 a 1970 tenían rendimientos comparativamente altos pero requerían una tecnología de producción muy costosa, que dejó fuera del sistema a muchos pequeños productores que no podían acceder a los créditos imprescindibles para el abastecimiento de insumos agrícolas. Desde el punto de vista de la conservación del patrimonio nacional, la protección de la biodiversidad natural y cultural es un requerimiento justo ya que la diversidad de genotipos domesticados es uno de los más importantes recursos biológicos de un país y fuente de genes para el mejoramiento de los cultivos, los cuales deberían ser patrimonio de la humanidad, como lo fueron durante muchos siglos, sino también por el otorgamiento de patentes que impide el uso libre de los productos aún a las comunidades que los domesticaron y mejoraron a lo largo de siglos de cultivos.
Tema central de la agenda ecológica
El tema de la biodiversidad está en el centro de la agenda ecológica desde hace más de dos décadas. En los últimos 50 años los humanos hemos cambiado los ecosistemas más rápida y extensivamente que en cualquier otro período de la historia humana. Los impulsores de los cambios son la creciente demanda de alimentos, agua potable, madera, fibra y combustible, lo cual ha resultado en una importante pérdida irreversible de biodiversidad. Sin embargo, esta demanda no parece provenir de toda la comunidad humana puesto que la pobreza sigue existiendo y la cantidad de poblaciones sin necesidades básicas satisfechas sigue creciendo.
Pese al cúmulo de estudios todavía se desconoce la cantidad de especies que habitan la tierra, la cual se estima entre 2 millones y 250 millones para la flora y fauna en conjunto y de los aproximadamente dos millones de especies que han sido identificadas y registradas, sólo una pequeña proporción ha sido estudiada en profundidad; de la gran mayoría se ignora su importancia biológica, ecológica, económica o medicinal. Los mismos países que mostraban preocupación por la conservación de la biodiversidad fueron los que a mediados de la década de 1965 produjeron desmontes masivos para producir ganado en grandes extensiones de pasturas implantadas, transformando las selvas pluviales en pastizales y la agricultura trashumante de subsistencia en una agricultura devastadora.
La deforestación, que afectó a países de América Central, Venezuela y Brasil generó que los científicos discutieran si era socialmente justo que poblaciones nativas fueran desplazadas para producir hamburguesas para las poblaciones urbanas del norte.
¿A qué se debe el fracaso en la conservación de la biodiversidad? La pérdida de la biodiversidad es un problema global pero sin duda son los países menos desarrollados los que actualmente sufren una mayor tasa de pérdida, en razón de un conjunto de factores: a) una parte de estos países se localizan en zonas tropicales, donde la diversidad es mayor; b) las presiones sobre la biodiversidad han sido menores y todavía quedan áreas y recursos naturales; c) el desarrollo tecnológico ha sido menor y no ha habido una exploración sistemática de potenciales recursos provenientes de la biodiversidad; d) la legislación referida a los cambios de uso de la tierra, explotación de recursos naturales e instalación de empresas han sido más laxas, facilitando la expoliación de riquezas naturales.
Al nivel local la degradación ambiental está ligada con las inequidades sociales y los sistemas locales están restringidos por cuestiones económicas de escala más amplia, como por ejemplo la demanda del mercado internacional. Esto se ve claramente en el proceso de deforestación de la región chaqueña, en que las comunidades de aborígenes y de criollos son desplazadas de sus tierras por el avance de la soja y la degradación es producida por cambio directo de la cobertura de la tierra y por una mayor presión de los campesinos marginales sobre los recursos naturales al ser acorralados en espacios más reducidos. Las poblaciones de animales que proveen de alimentos a las comunidades locales decrecen por la fragmentación de su hábitat por deforestación y por la caza para suplir alimento.
Al fin llegamos a la respuesta de la pregunta inicial: ¿es la pérdida de la biodiversidad un problema biológico-ecológico? La respuesta es no, al menos no totalmente.
La pérdida de la biodiversidad a todos los niveles no es un problema ecológico, ni de falta de información, ni técnico, ni económico. No es por falta de conocimiento biológico o ecológico.
Los investigadores de universidades y organismos de investigación se han mantenido activos y han producido un cúmulo de información de muy buena calidad, pero no son leídos por usuarios y tomadores de decisiones, y si lo son, no son “creídos”.
Nunca se termina de investigar, hay muchas cosas por conocer, pero si esperamos a conocer todo para actuar, corremos el peligro de que la acción llegue demasiado tarde.
Un problema político
No es un problema técnico, ya que no faltan herramientas para la investigación y el análisis. Los investigadores y técnicos cuentan con lo necesario para procesar datos, generar información y transferirla.
La pérdida de la biodiversidad no es un problema económico; el financiamiento de la investigación ha mejorado mucho en los últimos años y tengo la impresión de que los fondos para transferencia de información también existen.
Quizás podría cuestionarse que a veces se producen gastos innecesarios, especialmente por la duplicación de tareas por falta de un banco de datos accesible a los investigadores y técnicos.
El problema de la pérdida de biodiversidad es político. La Argentina no tiene políticas de Estado que aseguren la continuidad de las investigaciones y los planes de gestión del espacio; no cuenta con una legislación coherente ni con los mecanismos de control y vigilancia; se requiere una ley nacional que establezca los presupuestos mínimos para el acceso y la utilización de los recursos y su distribución equitativa; se requiere fortalecer las capacidades de los individuos y las organizaciones para que se constituyan en defensores del patrimonio natural y cultural de los argentinos; no parece existir la voluntad o la decisión para unificar criterios entre organismos y niveles jerárquicos y aparecen muchas contradicciones de modo que mientras un organismo promueve la conservación otro propone normativas y acciones que impiden cumplir con los objetivos de conservación.
La Argentina está muy atrasada en la ejecución de planes de ordenamiento territorial ambiental integrado a todas las escalas. El ordenamiento territorial por sectores solo sirve para general más conflictos entre ellos por el uso de la tierra y siempre sale perjudicado el sector “áreas protegidas”.
Solo con políticas de Estado que promuevan el ordenamiento territorial ambiental, diseñado con el objetivo de producción sostenible, junto con mecanismos que permitan controlar el cumplimiento del ordenamiento, se podrá conservar el patrimonio natural, que es nuestra mayor riqueza.
Nota (*) Este artículo llegó a la redacción con el siguiente mensaje: "Considero importante compartir un artículo de mucha actualidad apoyado en bibliografía científica, sobre el tema de la biodiversidad publicado por la doctora Silvia D. Matteucci del Grupo de Ecología del Paisaje y Medio Ambiente de la Universidad de Buenos Aires, a la que le agradezco su autorización para realizar un resumen del mismo, a los fines de su divulgación. (Doctor Juan Prause)"
Fuente: www.diarionorte.com Publicado en el Boletín Nº 308 de Ecosistemas.cl - Imagenes: proyectodecarlos.blogspot.com - geolit.es