Del fetiche a la palabra

Primero fue el fetichismo de la imagen: tótems, el sol, animales, etc., aunque solían ir acompañados de alguna palabra (sol de la vida, el misterioso gato, etc.).

Después disminuyó en importancia la imagen, para ceder el principal protagonismo a la palabra, pero sin llegar a abandonar del todo la imagen. El catolicismo y religiones afines no abandonaron el fetichismo con su iconolatría santuaria. Pero se reforzó la palabra que hablaba de los premios o castigos del más allá, y que imbuía un gran temor a la muerte y al otro mundo.
Desde la Ilustración y revolución industrial se desarrollo un potente fetichismo laico, pero en él siempre predominan los discursos sobre el dominio de la imagen. Un discurso narrativo que es, en definitiva, el que crea la nueva realidad.
Actualmente la clase más inculta la mayoría de los consumidores, quienes rara vez acceden a la universidad y al poder, es la que está más expuesta la lógica de la imagen casi muda del marketing. Pero que no es del todo muda, sino que ésta llena una intencionalidad narrativa, conseguida después del uso de la palabra por parte de la clase política dominante y la clase financiera educadas mediante la palabra en las universidades. Así que éste fetichismo es creado después de la palabra. Un fetichismo subliminal que fue difundido de forma muy profusa, casi universal, y contagiosa. Y que tiene como misión básica crear fieles al consumismo. Es una prédica parecida a la de las Iglesias pero sin alardear de su expansión del miedo al mas allá, sólo se dedica a difundir el miedo a este mundo en el que vivimos; a base de temor al paro, a la guerra, a la represión policial. etc.
Es una publicidad que te empuja a comprar más que el otro y a creerte que por ello vives mejor que el otro. Pero en realidad a lo que es más probable es que llegues a vivir tan mal como el 99%.
Y es que el ejército de feligreses consumistas hoy es la base de rentabilidad en beneficios en crecimiento de acumulación del PIB.
Por ejemplo la imagen, en foto o video, de la guerra (una invasión, la destrucción de un bombardeo, la muerte de un soldado o un civil producida por una pequeña bala, etc.) se admite casi como un accidente, como parte de la realidad existente, una imagen sin origen ni fin, simplemente es así. Y lo admitimos olvidándonos de las causas que las genera y de los efectos trágicos que produce.
En fin, a base de repetir la imagen de los desastres bélicos en los todos los medios (el TV, en prensa, etc.) nos han acostumbrado a verla guerra como un hecho normal, nos han borrado del espíritu la indignación inicial, nos han insensibilizado. Pero no es así, es una tragedia humana sin justificación alguna, únicamente la justificación del botín de guerra, el latrocinio a grandísima escala. Algo que se tapa con palabras con cuentos narrativos de una realidad totalmente falsa.
Por ejemplo, cuando una cadena como Fox News repitió recurrentemente los argumentos del gobierno de George Bush (de la ocultación de armas de destruición masiva) para invadir Irak, una abrumadora mayoría de gringos creyó en la veracidad de esos argumentos y la guerra se hizo realidad. Cuando se hizo evidente que ésta narración del gobiernoUSA no eran cierta, se argumentó que el ejército puede equivocarse. Y comienza la narración de pequeños errores, comienza a perfilarse una narrativa nueva justificadora.
En todos los países en tiempos de paz se alzan estatuas venerable al heroico“ soldado desconocido”, ese desconocido soldado que murió, se dice que por la libertad de un pueblo, por amor a la patria, etc. Y se dice esto aunque la oligarquía sabe muy bien que murió por: una detestable acción al servicio de una dictadura o por ordenas estrictas de un imperio exterior y agresor. Con este enfoque y falsedad se da la circunstancia de que se ha conseguido la cuadratura del circulo: un soldado cuya misión neta es tener como profesión la de asesino de soldados, civiles, mujeres y niños; pero que a la vez no es culpable sino que encima es un héroe digno de un pedestal.
Y es que en realidad no se le puede considerar un culpable, sino una victima previamente zonificada por ejemplo en la Academia de las Américas. Y con esta idílica y mentirosa frase, del “soldado desconocido” se garantiza que puedan haber otros soldados que engañados con un falso ideal sigan creyéndose héroes y cometiendo horribles crimines masivos de inocentes en nombre de la libertad.
Por otra parte, esa frase hecha tan repetida de: "una imagen vale por mil palabras" es una careta. Lo que importa es la habilidad literaria (de las palabra) del poder mediático para integrar a ese soldado en una ficción completamente justificadora y heroica en defensa de la paz y alejadora de la verdadera realidad. Por tanto, el verdadero campo de batalla y el origen de toda guerra es el de la palabra el de la narración previa de las clases dirigentes de una oligarquía que sólo supone un 1%.
Así que: “Como Dios, el poder crea su mundo a partir del verbo”  Y como conclusión podríamos decir que: “Una palabra veraz dice mas que mil imágenes falsamente narradas”. O simplemente: “Una palabra poética dicen más que mil imágenes”.

Fuente: decrecimiento.info

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