Africa: Las consecuencias del cambio climático y el “reverdecer” de los combustibles fósiles por interés

 

Los proyectos de explotación de gas y petróleo se disparan en África, venciendo las resistencias de la agenda medioambiental, ahora que Europa necesita esa energía. Precisamente cuando las lluvias torrenciales muestran las consecuencias directas del cambio climático. La frenética actividad contrasta con unas malas previsiones económicas que amenazan con cebarse con los más vulnerables.

Carlos Bajo Erro

Las lluvias estacionales son anormalmente fuertes y provocan devastación a su paso, 600 muertos en Nigeria, cinco millones de afectados en África occidental y central, casi un millón en Sudán del Sur. Suma y sigue. La cara más evidente del cambio climático. Un calentamiento global atribuido, en parte, al uso de combustibles fósiles, que ha llevado a contener su explotación… hasta que Europa se ha enfrentado a la crisis energética. En busca de alternativas, los proyectos de explotación del gas y el petróleo florecen en África. Mientras las previsiones auguran un frenazo económico que no impedirá el aumento de los precios de productos básicos.
La esperanza de la energía
De pronto parece que la extracción de combustibles fósiles se ha disparado en África. Aquí y allí aparecen nuevos proyectos de prospección petrolífera o de conducción de gas, en todos sus posibles formatos. Tal vez, esta inesperada atención, tiene que ver con el interés de Europa por buscar nuevas formas de suministro con el grifo ruso parcialmente cerrado. Ante la extorsión energética rusa, los países europeos pronto han entendido que necesitaban alternativas, pero antes de buscar fuentes alternativas de energía, se han conformado con buscar lugares alternativos de aprovisionamiento. Además, con las urgencias existe el riesgo de que algunos estándares medioambientales queden olvidados en profundos cajones. Ante esa misma situación, los países africanos se han dado cuenta, pronto, que su posición de negociación mejoraba ostensiblemente.
Así, a los grandes productores ya tradicionales, como Nigeria o Angola, o aquellos con unas cifras totales un poco menores pero con un impacto económico incluso mayor como la República del Congo, Guinea Ecuatorial o Gabón; se suman ahora otros pabellones a los que les ha resultado atractivo explotar esta oportunidad. Los yacimientos que no habían terminado de despegar, en un momento en el que parecía marchitarse el negocio de la extracción a la sombra de la lucha contra el cambio climático, como los descubiertos hace ya años en Senegal o la República Democrática del Congo, se encuentran ahora con una nueva oportunidad. Se consolidan las esperanzas de encontrar, ahora sí, inversores y empresas interesadas en echar a andar los proyectos. Mientras, las organizaciones de defensa del medio ambiente, advierten de las precauciones que las prisas podrían llevar a olvidar.
El contexto se presta a aventuras y empresas audaces y los titulares transmiten esa fiebre de las soluciones faraónicas. Ocurre, por ejemplo, con el mayor oleoducto de África, que tubo a tubo se va convirtiendo en una realidad. Esta enorme conducción debe unir los campos petrolíferos de la zona de Agadem, en el sureste de Níger, con el puerto de Sèmè, en Benín. Una distancia de cerca de 2.000 kilómetros. En realidad, no hace falta que una estos dos territorios tan dispares, basta con que conduzca una parte considerable de los 110.000 barriles de crudo diarios que Níger pretende producir en 2023.
Las aspiraciones de Yoweri Museveni de pescar también en este río revuelto, parecen haberse topado con los escrúpulos de la Unión Europea. El Parlamento Europeo aprobó una resolución en septiembre en la que condenaba el último plan del presidente ugandés para explotar las reservas de petróleo del país y trasladar el crudo hacia el Índico a través de Tanzania, conocido como EACOP. La cámara europea consideraba que el proyecto suponía un riesgo real para los derechos de las comunidades en los que realizará la extracción y por las que pasará la tubería, sin olvidar que una parte del proyecto afecta directamente a espacios naturales protegidos. El gobierno ugandés, con Museveni a la cabeza, reclamó airado la soberanía nacional que la resolución cuestionaba y nada hace pensar que se vayan a frenar los planes, a pesar de que entre las empresas implicadas hay compañías europeas, como la petrolera francesa TotalEnergies
Empeoran las previsiones económicas en África
La última actualización que el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha hecho en relación con las previsiones económicas globales y las de África subsahariana no traen buenas noticias. Curiosamente, datos macroeconómicos como estos acostumbran a tener poco impacto en la economía real de la ciudadanía de a pie, cuando son positivos; pero tienen un reflejo casi inmediato en el empeoramiento de las condiciones materiales de vida, cuando son negativos. Y los últimos que se han conocido son negativos. El FMI calcula que el crecimiento de las economías de África subsahariana caerá más de un punto en 2022 respecto a las cifras de 2021. Si el pasado año se había salvado, después del tropezón provocado por la pandemia, con un 4,7% de crecimiento. Este año la dinámica vuelve a interrumpirse y se prevé que el crecimiento baje al 3,6%.
Los analistas de la institución internacional son categóricos. “La recuperación del África subsahariana se ha interrumpido abruptamente”, señalan. Atribuyen este frenazo a la confluencia del enfriamiento de la economía global y, sobre todo, la de los principales mercados de exportación del continente, junto al aumento de los precios de los alimentos y la energía provocados por la guerra en Ucrania. Otras consideraciones que transmiten la misma perspectiva negativa, hablan precisamente del impacto en la economía real, cuando señalan que “el aumento de los precios de los alimentos y la energía está afectando a los más vulnerables de la región”. Y en paralelo el FMI recuerda que “la deuda pública y la inflación se encuentran en niveles no vistos en décadas”.
Mandatos presidenciales extraelectorales
Los subterfugios de la política institucional no dejan de multiplicarse. En Chad, Mahamat Idriss Déby se ha convertido en una especie de presidente constitucional por la vía de los hechos. Desde la muerte de su padre, Idriss Déby, en combate, en abril del año pasado, Mahamat Idriss Déby asumió el poder, sin ningún aval legal, pero con el apoyo del ejército que él mismo lideraba. A todos los efectos dirigía una junta militar que debía conducir a un trasvase del poder a los civiles. Sin embargo, a principios de mes, la junta fue disuelta y Mahamat Idriss Déby pasó a convertirse en presidente de la transición en Chad sin etapas intermedias. Así se extiende su mandato por dos años más y se reviste de una pátina de camino hacia la democracia, que por otro lado comienza a transitar un camino tortuoso.
Por otro lado, el golpista burkinés Ibrahim Traoré ha sido declarado presidente de la transición que se prolongará hasta 2024. Dos semanas después del levantamiento que derrocó al teniente coronel Paul-Henri Sandaogo Damiba y que colocó a Traoré al frente del Mouvement patriotique pour la sauvegarde et la restauration (MPSR), una consulta nacional formada por representantes del ejército, la policía, las autoridades tradicionales y religiosas, los sindicatos y otros colectivos de la sociedad civil designaron a Traoré para liderar la transición, con lo que se ha convertido en el presidente más joven del mundo, a sus 34 años. Una de las condiciones de carta de la transición aprobada en la consulta es que Traoré no podrá presentarse a las elecciones presidenciales que se celebrarán al término de la transición.
El efecto devastador de las lluvias
Más de 600 personas han muerto en Nigeria como consecuencia de las inundaciones que están asolando el país. Las autoridades han llegado a reconocer, al menos, 1,3 millones de personas desplazadas por la subida de las aguas. Y, mientras, el desastre ha agravado el impacto de una inflación que se encuentra disparada y dificulta aún más la situación de todas esas personas. Las infraestructuras tampoco se están salvando del poder arrollador de las aguas.
El de Nigeria es solo uno de los escenarios. El Programa Mundial de Alimentos (WFP, por sus siglas en inglés) asegura que las inundaciones han afectado a cinco millones de personas en 19 países de África occidental y central. La organización del complejo onusiano advierte que las inundaciones provocadas por el cambio climático se suman a otra serie de circunstancias como la inflación global o la pandemia, para colocar a los habitantes de la región en una situación límite. Y las previsiones climatológicas anuncian un mantenimiento de precipitaciones estacionales superiores a la norma en la región.
Pero es que las lluvias torrenciales no solo afectan a África occidental y central. En Sudán del Sur la cifra de afectados supera las 900.000 personas. Las inundaciones afectan a prácticamente la totalidad del territorio del país, según la información de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas (OCHA, por las siglas en inglés), lo que implica que además de las personas directamente afectadas, la devastación ha llegado a campos de cultivo y ganado, haciendo más difícil la supervivencia de la población, y también a infraestructuras clave y a instalaciones de servicios básicos.
Aumentan las medidas de contención por el ébola en Uganda
El pasado 20 de septiembre el gobierno ugandés declaraba un brote de ébola en el país. Desde ese momento el número de casos ha ido creciendo progresivamente a pesar de las medidas desplegadas por las autoridades y el apoyo de organizaciones internacionales. A estas alturas, se han confirmado ya 23 muertes por la enfermedad y se sospecha que otras 20 más podrían estar relacionadas con la fiebre hemorrágica. La cifra de casos asciende a 60. La progresión de contagios ha llevado al gobierno a endurecer las medidas de contención. El pasado lunes, el propio presidente anunció el confinamiento total durante tres semanas de dos distritos con una incidencia especialmente alta. La preocupación por la evolución de este brote en Uganda era especialmente alta debido a que se trataba de una cepa del conocido como virus de Sudán que no puede ser tratada con las vacunas existentes.
Restitución desde EEUU
La conocida como Cabeza de un rey u Oba se ha convertido en el símbolo de la restitución de obras de arte expoliadas en África, desde un origen poco convencional porque no ha estado implicado directamente en el proceso colonial en el continente. Esta es una de las 31 piezas devueltas al gobierno de Nigeria desde museos de Estados Unidos. El martes 11 de octubre, en una ceremonia oficial en el instituto Smithsonian de Washington, el lote fue entregado a los representantes de las Colecciones Nacionales de Nigeria.
Las piezas forman parte de la colección conocida como bronces de Benín, que fueron expoliados por las fuerzas coloniales británicas a finales del siglo XIX durante el saqueo del reino de Benín y que posteriormente se han repartido por diferentes museos, instituciones y colecciones por todo el mundo. De esta manera se abre la puerta a la devolución de obras más allá de los responsables más directos de su sustracción.

Fuente: https://www.elsaltodiario.com/actualidad-africana/consecuencias-cambio-climatico-reverdecer-combustibles-fosiles-por-interes- Imagen de portada: La crisis climática altera las lluvias en África. En la imagen, inundaciones en Nigeria en octubre de 2022. Fuente: NASA.

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