Argentina / Córdoba: La agroecología en forma de mapa, 15.000 hectáreas productivas sin venenos

"Mapa de la Agricultura Libre de Agroquímicos (ALdeA)", es el nombre de la iniciativa de investigadores de las universidades de Río Cuarto y Villa María. En un trabajo colaborativo, relevaron 83 campos del sur de Córdoba donde producen gran variedad de alimentos sanos, trabajo y arraigo. En el mes de la agroecología, una herramienta de información e intercambio que confirma las ventajas de producir sin venenos ni transgénicos.

Por Nahuel Lag

Son 83 campos en una superficie de 14.817 hectáreas que producen aceites, harinas, mermeladas, conservas, quesos, vinos y semillas. Todo alimentos elaborados a partir de cultivos y ganado con prácticas agroecológicas, orgánicas, biodinámicas, permaculturales y regenerativa. Esta actividad ocurre en 13 departamentos del centro-sur de Córdoba y está sintetizada en el Mapa de la Agricultura Libre de Agroquímicos (ALdeA), un trabajo conjunto entre la cátedra de Ecología de Agronomía de la Universidad de Villa María (UNVM) y la cátedra de Agriculturas Alternativas de Ingeniería Agronómica de la Universidad de Río Cuarto (UNRC).
“Con la agroecología el campo vuelve a llamar la gente. Con el otro modelo de agricultura el campo es solo negocio”, reflexiona Claudio Sarmiento, director de la diplomatura en Agroecología de la UNRC, docente de la UNVM e impulsor de esta ALdeA junto a Daniel Bellomo, técnico de la UNRC y un experto en mapeos con datos abiertos. La investigación reúne las primeras 83 experiencias relevadas en el centro-sur de Córdoba, núcleo del agronegocio, busca ser una “iniciativa contagie y permita hacer el mapa de la Argentina de la agricultura libre de agroquímicos”, se esperanza Bellomo.

Sarmiento recorre desde hace años el sur-centro de Córdoba como fuente de consulta para la transición hacia la agroecología y pone los pies en la tierra: “¿Por qué pensamos esto? Porque hubo otros intentos de mapeo y, a veces, no le fue bien porque el desafío fue muy grande”. El primer paso fue volcar en el mapa la experiencias que Sarmiento conoce por su trabajo como docente y como ex coordinador del grupo de productores agroecológicos Nueva Semilla del programa Cambio Rural —política de extensión del gobierno nacional coejecutada con el INTA hasta su eliminación a manos de Javier Milei—.
Con el puntapié de esas experiencias conocidas y en solo tres meses, el mapa creció y presentó su primera versión este martes 4 de noviembre en el marco del Mes de la Agroecología, que cada año reúne experiencias a tranquera abierta y charlas en todo el país con el impulso de la Red de Municipios que fomentan la agroecología (Renama), la Sociedad Argentina de Agroecología (SAAE) y la Red Calisas. “La agroecología es un movimiento social, no está quieto, discute y resignifica. Es ciencia práctica y movimiento”, define Sarmiento. 
Esa agricultura en movimiento amplió rápidamente el número de experiencias en el mapa de ALdeA. Quienes visiten la web aldea.libre.net.ar pueden encontrar información básica y georeferenciada de las producciones regionales sin agroquímicos, con datos precisos como superficie trabajada, actividades principales y secundarias, años de producción, imágenes, videos; además de datos para hacer comunidad: redes sociales, correo electrónicos o teléfonos. “Mientras más personas participen, más enriquecemos el mapa. Los datos quedan a disposición de toda la comunidad y pueden servir para que un gobierno desarrolle una política pública o para una asociación de cooperativas o un productor que no conocía este modelo de producción”, destaca Bellomo.

El mapa surge con la impronta autogestiva de las fuertes redes que existen en el país entre productores, académicos y profesionales, pero cuenta con un respaldo político de las universidades en las que Sarmiento y Bellomo desarrollan su actividad docente. “Las universidades están preocupadas por encontrar alternativas al modelo agrícola”, asegura Sarmiento respecto de las casas de altos estudios de Río Cuarto y Villa María. Y lo valora en el contexto crítico al que están sometidas por el ajuste de la gestión de La Libertad Avanza, que incluso incumple la Ley de Financiamiento Universitario votada y ratificada por el Congreso. 
“Las universidades apoyan en esta coyuntura. Es muy difícil poner un peso para cualquier iniciativa, cuando a duras penas estamos llegando al financiamiento de las actividades mínimas”, denuncia Sarmiento y ejemplifica con su caso: cuenta con un presupuesto de 150 mil pesos anuales para realizar trabajos de investigación a campo. “Son maravillosas las cosas que se logran hacer en el sistema universitario con el presupuesto que se tiene”, reivindica.  Esta producción académica no solo ofrecerá el mapa de ALdeA sino también un libro de próxima publicación que sintetizará los resultado de este primer relevamiento. 

Un paseo por la ALdeA agroecológica del centro-sur de Córdoba
Sarmiento señala como puntapié de este proyecto el dato del Censo Nacional Agropecuario 2018, que, por primera vez, incluyó la pregunta sobre las producciones agroecológicas, orgánicas y biodinámicas. Aquella radiografía de Córdoba señaló que existen 108 establecimientos agropecuarios de agricultura orgánica, 30 de agricultura biodinámica y 114 de agroecología. “Cuando conocimos ese número, años atrás, dijimos: ¡guau! Y punteamos un proyecto de investigación para definir los campos con los que habíamos trabajado en la región y a partir de ahí ampliar la búsqueda”, cuenta Sarmiento.
Los campos relevados están en 13 departamentos de Córdoba —además de la inclusión de cuatro predios ubicados a pocos kilómetros en la provincia de San Luis y un campo ubicado en la frontera provincial con Santa Fe— y el 71 por ciento se concentran en cuatro departamentos: Río Cuarto, Juárez Celman, Calamuchita y San Javier. Las producciones se extienden desde las que tienen menos de un cuarto de hectárea —para la producción de lavandas o frutos rojos— hasta estancias agrícola-ganaderas de más de 4.100 hectáreas.
En Río Cuarto y Juárez Celman predominan los campos extensivos, dedicados principalmente a la ganadería y al cultivo de cereales y oleaginosas; mientras que en Calamuchita y San Javier predominan chacras de pequeña escala, dedicadas a la frutihorticultura, la vitivinicultura, el cultivo de aromáticas y la plantación de olivos.

Del total de los campos, 53 son pluriactivos, mientras que 30 se dedican a una sola actividad, mientras que las prácticas orgánicas, agroecológicas, permaculturales, biodinámicas y regenerativas no son excluyentes, sino que se utilizan de manera combinada y complementaria. La amplitud de experiencias, prácticas y tamaños de predios en una región dominada por el agronegocio permite romper un mito respecto de la rentabilidad de estos procesos productivos con un dato: un 83 por ciento de los campos relevados tiene más de cinco años.
“Todo lo que está en el mapa de ALdeA está verificado, los productores dieron su consentimiento para poner su información. Se trata de volcar en una base de datos la experiencia de campo”, valora Bellomo y precisa que el mapa se apoya sobre Open Street Map, un sistema de mapeo de datos abiertos y colaborativos.
“Si le preguntamos a cualquier persona sobre un mapa digital, seguramente nos hable de Google Maps. Lo encaramos desde otro lugar, con mapas hechos colaborativos y con la comunidad”, destaca el técnico e integrante de la asociación Altermundi y de otras iniciativas de mapeo colaborativa en la ruralidad cordobesa como la huella de la lantana, un arbusto exótico que se transformó en un problema para la producción tras los incendios forestales de 2020.   

La actividad productiva que más se realiza, según la información que se desprende de ALdeA, es la frutihorticultura de productos frescos, presente en 28 campos de 11 departamentos de la región. En paralelo, el 84 por ciento de los campos relevados practican actividades ganaderas: tambo, ganadería bovina de ciclo completo, la ganadería bovina de cría y la avicultura (gallinas ponedoras).
En cuanto a los cultivos, el más sembrado es el maíz, tanto para la venta del grano como para alimento del ganado. El trigo se ubica en segundo lugar con alta demanda para la elaboración de harinas orgánicas y agroecológicas. Mientras que la soja, al contrario de lo que ocurre en la región, no es cultivada con frecuencia en los campos que practican la ALdeA, pero los seis campos relevados que la cultivan son con certificación orgánica para la exportación o para elaboración de alimentos.
El resultado de esta amplitud de prácticas se destaca también por el agregado de valor que está presente en más de la mitad de los campos relevados con la transformación de la materia prima para la comercialización de productos con marcas propias de mermeladas y conservas, vinos, quesos, aceites, snacks o, por ejemplo, productos derivados de la lavanda.

Un mapa como ventana a otro modelo de campo
El relevamiento de ALdeA (Agricultura Libre de Agroquímicos) le pone nombre, superficie y valor agregado a un modelo centrado en la producción de alimentos sanos, con preservación del ambiente y arraigo. Un modelo sostenido por la agricultura familiar, campesina e indígena que el gobierno de Milei se encargó de arrasar en estos últimos dos años. “Está pasando lo que pasa con todos los sectores más vulnerables. No hay preocupación desde el Estado por estos sectores. En el caso del sector agrícola, no es por el hecho de ser agroecológicos, sino por esa característica de no ser productores con abundancia económica, sino más vale con pocas hectáreas o en zonas marginales”, contextualiza Sarmiento.
Pero el mapeo que presentó en este Mes de la Agroecología no solo muestra que ese modelo de producción sigue en pie sino que está presente en una región dominada por el agronegocio y que se hace carne en nuevos sujetos sociales. “Los productores agroecológicos regionales son de otras características a la del productor serrano, más relacionado a la cultura campesina. Son productores más insertos en los mercados, con otra manera de entender la producción”, explica Sarmiento, quien viene estudiando el sujeto social regional y “La transición agroecológica, un proceso humano de transformación”, capítulo que publicó junto a Alejandra Lorena Decara y Marcela Geymonat en el libro Agroecología a la Carta.
Sarmiento explica que entre los productores regionales relevados hay patrones comunes: un cambio generacional con otras perspectivas sobre el cuidado del alimento y las dietas saludables, un fenómeno de “neoruralidad” o vuelta al campo y, entre ellos, un nutrido grupo de universitarios. Pero con una curiosidad: los productores provienen de disciplinas como economía, contabilidad, arquitectura, medicina, mientras que los que escasean son los ingenieros agrónomos.

“Otra alimentación, otra espiritualidad, otra forma de entender el mundo son cambios que impulsaron a los productores a buscar otras formas de producir. Debiera estar poblado de agronómos haciéndolo, porque no tiene que ver con un problema de rentabilidad. Los productores viven del trabajo que realizan en el campo. Pero algo ocurre con la enseñanza en agronomía, una sobreoferta del modelo del agronegocio”, analiza.
El director de la diplomatura de Agroecología en la UNRC advierte, de todas formas, una grieta en el discurso hegemónico. “Los desafíos de la agricultura actual produjeron un quiebre”, sentencia y amplía: “Hay un replanteo del modelo agrícola, hay prácticas que avanzan ya sin ponerlas en discusión con el paradigma que plantea la agroecología: cultivos de cobertura o ‘cultivos de servicio’, integración con la ganadería, cuidar la vida del suelo, mantener siempre verde el campo, potenciar la biodiversidad. En la agroecología lo hablamos hace tiempo, pero ahora se plantea también en los congresos de Acrea o Aapresid”.
Sarmiento lo destaca como “una etapa muy interesante de diálogo y experimentación”, que diez años atrás estaba vedada. Pero reconoce desde la experiencia de campo que es muy difícil que el modelo del agronegocio pueda llevarlo adelante: “¿Cómo hacés para aplicar un modelo que acompañe la biodiversidad si estás monitoreándolo sin estar día a día en el campo, donde un lote puede tener condiciones que el lote de al lado no tenga?”.  Y completa: “El modelo instalado hace 25 años funciona en piloto automático, con poca gente. Es repetitivo, rutinario y tercerizado”.

Ese modelo generó lo que Sarmiento señala como un problema estructural a resolver: “Un país donde el 70 por ciento de la tierra está en alquiler y en el que más del 70 por ciento de las labores no las hace el dueño, sino la hace un contratista. Es muy difícil hacer una agricultura más amigable con el ambiente con esos parámetros”.
En este punto el mapa de ALdeA tiene su misión: “Que haya un contacto, un lugar donde encontrarse, donde informarse sobre los campos en producción sin agroquímicos. Y que quienes no hacen agricultura ecológica se enteren, llamen, se acerquen a comprar huevos, hortalizas, vinos, quesos o para ir a ver el campo y sentarse a hablar”, propone Sarmiento. 
“Hay muchos productores que pueden no ser agroecológicos, porque no saben cómo producir sin químicos o no conocen, pero hacen ganadería o agricultura mixta y viven en el campo, tienen fuerte arraigo, amor por la tierra, por su campo y no ven al campo sólo como un negocio. Se reconocen como productores agropecuarios como parte de su identidad. No diría que la agroecología pasa a un segundo plano, pero tenemos muchas cosas en común”, confía el docente de las universidades del sur cordobés y los convoca: “Cuando empieza a haber agroecología, empieza a volver la vida al campo. Empiezan a haber animales silvestres, aves, flores. Es maravilloso cómo la gente se conecta otra vez, como sin forzar nada se transforma en un lugar vinculado a la vida.”

Fuente: https://agenciatierraviva.com.ar/la-agroecologia-en-forma-de-mapa-15-000-hectareas-productivas-sin-venenos/ - Todas las imágenes son Foto de: Mapa agroecológico del sur cordobés

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