La telaraña más grande del mundo: descubren una colonia de más de 100.000 arañas en una cueva atravesada por un arroyo de aguas tóxicas
Un ecosistema único en la frontera entre Albania y Grecia, sustentado por microbios que se alimentan de químicos tóxicos, alberga la primera colonia documentada de dos especies comunes de arañas, revelando un aislamiento genético y una red alimentaria independiente del mundo exterior.
por Guillermo Carvajal
En las profundidades de una cueva atravesada por un arroyo de aguas humeantes y tóxicas en la frontera entre Albania y Grecia, los científicos han hecho un impactante descubrimiento de vida en la más absoluta oscuridad. No se trata de unas pocas arañas aisladas, sino de una metrópolis vibrante y densamente poblada, un tapiz viviente formado por los hilos de más de cien mil individuos que viven en el interior de la Cueva del Azufre.
La Cueva del Azufre, cuyo acceso se encuentra en Grecia pero que se adentra en territorio albanés, es un lugar inhóspito para la mayoría de las formas de vida. Su aire puede contener hasta 14 partes por millón de sulfuro de hidrógeno (H₂S), un gas tóxico con un característico olor a huevo podrido. Por sus galerías fluye un arroyo cuyas aguas, a una constante temperatura de 26°C, pueden alcanzar concentraciones de este gas de hasta 65 mg por litro.
Sin embargo, lejos de ser un lugar estéril, la cueva bulle de vida. Y en una de sus paredes, comenzando a unos 50 metros de la entrada, se extiende una estructura que ha dejado perplejos a los biólogos: una colonia masiva de telarañas que cubre un área estimada de más de 100 metros cuadrados. Según un estudio reciente publicado en la revista Subterranean Biology, esta colonia está formada por una asombrosa cantidad de 69,000 ejemplares de la araña doméstica (Tegenaria domestica) y más de 42,000 individuos de la pequeña araña Prinerigone vagans.
Estas son ambas especies de superficie que nunca se habían reportado formando colonias, señalan los autores del estudio, liderados por Traian Brad del Instituto de Espeleología Emil Racoviţă en Rumanía. Este comportamiento colonial, donde miles de individuos cooperan construyendo una estructura de telarañas interconectadas, es el primero documentado en estas especies a nivel mundial.
La base de un ecosistema inusual: microbios que comen piedra
La pregunta obvia es: ¿cómo puede prosperar una población tan masiva de depredadores en las profundidades de una cueva, un lugar tradicionalmente pobre en recursos alimenticios? La respuesta no llega del mundo exterior, del sol y la fotosíntesis, sino de las mismas paredes y aguas de la cueva.
El sustento de toda esta comunidad proviene de un proceso llamado quimiosíntesis. Mientras que las plantas en la superficie utilizan la luz solar (fotosíntesis), ciertos microorganismos en la cueva obtienen energía de reacciones químicas, en este caso, oxidando el sulfuro de hidrógeno. Estos microbios forman biopelículas blancas y algodonosas que cubren los sedimentos del arroyo y las paredes húmedas.
Estas biopelículas son el «pasto» de este ecosistema subterráneo. Son consumidas por larvas de mosquitos no picadores (quironómidos) y otros pequeños invertebrados. Estos, a su vez, se convierten en el alimento de los depredadores. En la Cueva del Azufre, la transición entre presa y depredador es espectacular: un enjambre densísimo de mosquitos adultos, identificados como Tanytarsus albisutus, revolotea justo frente a la colonia de arañas. Los investigadores estimaron la increíble cifra de más de 2,4 millones de estos mosquitos descansando en las proximidades de la colonia, proporcionando un bufete constante y abundante.
Para asegurarse de lo que estaban viendo, los científicos no se fiaron solo de la observación. Utilizaron dos herramientas clave: el análisis genético y el estudio de isótopos estables.
El análisis del ADN de las arañas reveló que las poblaciones de la Cueva del Azufre son genéticamente distintas. Aunque están estrechamente relacionadas con sus parientes de superficie, presentan haplotipos (variantes genéticas) únicos, lo que sugiere que están aisladas y no intercambian individuos con el exterior.
Por otro lado, el análisis de isótopos estables de carbono y nitrógeno actuó como un «registro dietético» de los animales. Este método permite rastrear lo que han comido a lo largo del tiempo. Los resultados fueron clarísimos: las arañas y sus presas presentaban firmas isotópicas completamente diferentes a las de sus equivalentes en la superficie. Esto confirma de manera irrefutable que la red alimentaria de la que dependen las arañas se origina dentro de la cueva, en las biopelículas microbianas quimiosintéticas, y no en materia orgánica arrastrada desde el exterior.
Tegenaria domestica en la Cueva del Azufre. Hembra junto a un agujero en forma de embudo en la telaraña colonial. Crédito: István Urák et al. 2025
Una comunidad diversa y adaptaciones únicas
Aunque Tegenaria domestica y Prinerigone vagans son las reinas de la colonia, la cueva alberga otras especies de arañas. Metellina merianae teje sus telas en solitario cerca de la colonia, aprovechando la misma abundancia de presas. Otras especies, como Lepthyphantes magnesiae y Kryptonesticus eremita, prefieren las zonas más profundas y húmedas de la cueva, mostrando una clara partición del hábitat.
La vida en la oscuridad perpetua y en una atmósfera cargada de azufre parece haber inducido otras adaptaciones. El estudio de la biología reproductiva de T. domestica mostró que el número medio de huevos por puesta era de 16, con variaciones estacionales (significativamente más altas en junio). Este número es notablemente menor al de sus congéneres de superficie, que pueden poner hasta 100 huevos en su primera puesta. Los factores ambientales de la cueva, como la oscuridad perpetua y las condiciones sulfúricas, podrían estar asociados con esta reducción en la fecundidad.
Además, los científicos analizaron el microbioma (las comunidades bacterianas) de las arañas T. domestica. La comparación fue reveladora: mientras un individuo capturado en la superficie cerca de la cueva albergaba alrededor de 30 géneros bacterianos diferentes, las arañas de la cueva mostraban una diversidad bacteriana «marcadamente más baja». Una gran parte de las bacterias encontradas en ellas eran simbiontes intracelulares como Wolbachia.
Una ventana a la evolución y la conservación
El descubrimiento de la Cueva del Azufre representa un caso de estudio excepcional sobre cómo especies comunes pueden colonizar ambientes extremos y desarrollar comportamientos y características genéticas únicas. La colonia es un ejemplo fascinante de lo que se conoce como colonialidad facultativa, donde una especie que normalmente es solitaria adopta un comportamiento social en respuesta a una abundancia extrema de recursos.
Los autores enfatizan que este ecosistema es excepcionalmente frágil. La colonia de arañas depende por completo de la integridad del sistema quimiosintético y del flujo de sulfuro de hidrógeno. Cualquier alteración en las condiciones hidrogeológicas de la cueva o en la calidad de sus aguas podría tener consecuencias devastadoras para esta comunidad única.
El estudio concluye: Nuestros hallazgos revelan un caso único de colonialidad facultativa en esta araña cosmopolita, probablemente impulsado por la abundancia de recursos en una cueva quimioautotrófica, y proporcionan nuevas perspectivas sobre la adaptación e integración trófica de especies de superficie en hábitats subterráneos sulfúricos.
En la oscuridad más absoluta, sostenida por un proceso que convierte el veneno en alimento, una ciudad de arañas teje su historia, ofreciéndonos una lección invaluable sobre los misterios que aún aguardan en los rincones más inexplorados de nuestro planeta.
FUENTES
Urák I, Vrenozi B, Głąbiak Z, Lecoquierre N, Eiberger C, Maraun M, Ştefan A, Flot J-F, Brad T, Dainelli L, Sarbu SM, Băncilă RI (2025) An extraordinary colonial spider community in Sulfur Cave (Albania/Greece) sustained by chemoautotrophy. Subterranean Biology 53: 155-177. doi.org/10.3897/subtbiol.53.162344
Publicado en: https://www.labrujulaverde.com/2025/11/la-telarana-mas-grande-del-mundo-descubren-una-colonia-de-mas-de-100000-aranas-en-una-cueva-atravesada-por-un-arroyo-de-aguas-toxicas - Imagen de portada: La telaraña colonial de la Cueva del Azufre alberga una colonia mixta de Tegenaria domestica y Prinerigone vagans. Crédito: Marek Audy



