Territorios pluriversales. Defender la vida frente a la extracción
En mayo de 2024, más de 150 personas de distintas regiones de México y Colombia se reunieron en el estado de Coahuila, al norte de México, para apoyar una lucha campesina de larga data por el agua. El encuentro coincidió con una gran cabalgata organizada por el ejido de Jalpa —una pequeña comunidad campesina cerca de Saltillo— junto con el colectivo Sí a la vida, las comunidades que habitan la cuenca del río San Miguel y con el respaldo de la plataforma regional Crianza Mutua (CM). Este evento anual se organiza para denunciar la privatización y extracción del agua en una región cada vez más marcada por la expansión industrial y agrícola. Como ha documentado el colectivo cartográfico Geocomunes (2024), el norte de México atraviesa un proceso de subordinación territorial y colonialismo energético impulsado por intereses transnacionales y por la reestructuración del comercio global ante el aumento de las tensiones entre Estados Unidos y China. Coahuila, junto con estados vecinos como Nuevo León, Tamaulipas, Sonora y Chihuahua, está siendo transformado en un corredor estratégico de inversión —con autopistas, parques industriales e infraestructura orientada a la exportación—, que prioriza el desarrollo extractivo por encima del bienestar comunitario.
Carlos Tornel
Dibujo sobre las comunidades en Río San Miguel. Ilustración: Criss Poulain
En
medio de esta reconfiguración de las cadenas de suministro de América
del Norte, México se ha convertido en un enclave geopolítico clave para
asegurar el acceso al agua, la energía y la mano de obra barata.
Enmarcada como parte de los intereses de seguridad nacional de Estados
Unidos —tal como lo expresó explícitamente la general Laura Richardson
del Comando Sur de EE. UU.—, esta transformación refuerza un enfoque
militarizado y extractivista de la gobernanza regional, bajo el pretexto
de garantizar la estabilidad energética y tecnológica global.
En
este contexto, Coahuila ha emergido como una pieza central en la
estrategia de desarrollo industrial de México. Bajo la administración de
la presidenta Claudia Sheinbaum (2024–), el gobierno federal ha
anunciado la creación de, al menos, 100 parques industriales,
concentrando en el norte una amplia gama de industrias, entre ellas la
aeroespacial, farmacéutica, electromovilidad, transporte, petroquímica,
textil y agroindustria. Al mismo tiempo, y a pesar de los compromisos
previos realizados durante la administración de López Obrador para
prohibir el fracking, el gobierno de Sheinbaum lo ha adoptado ahora como
una pieza clave de su política de seguridad energética, colocando una
vez más a Coahuila en el epicentro de la extracción y del riesgo
ecológico.
En este contexto, redes comunitarias como Crianza Mutua
—movimiento que articula entramados comunitarios comprometidos con el
desmantelamiento de jerarquías y la construcción de autonomía frente al
mercado y al Estado—, buscan amplificar las luchas locales contra el
despojo, tejiendo alianzas más amplias y promoviendo prácticas basadas
en la suficiencia, la autonomía y la desmercantilización de la vida. A
través de encuentros que celebran la defensa del territorio y la
resistencia colectiva, CM articula actores diversos que ya construyen
alternativas cotidianas centradas en el cuidado. Su trabajo encarna lo
que Kothari y colegas definen como el pluriverso: una visión de
múltiples mundos coexistentes en oposición al imaginario hegemónico de
la modernidad capitalista. El encuentro en Coahuila no fue sólo un acto
de resistencia, sino parte de una insurrección en curso —en palabras de
Gustavo Esteva—, que busca reapropiarse de los verbos como habitar,
sanar y compartir, más allá del Estado y el mercado.
Este
texto propone dos ideas principales. Primero, recuperar el carácter
político del pluriverso, hoy amenazado por su abstracción académica que
diluye su potencia insurgente. Segundo, plantear la noción de
territorios pluriversales como herramienta política y geográfica para
reconocer ontologías superpuestas que desafían el extractivismo y
re-imaginan la vida común.
El riesgo de la cooptación conceptual
Como
advirtió una vez Iván Illich, las ideas poderosas pueden vaciarse de
contenido y convertirse en palabras plásticas: términos flexibles y de
moda que pierden su fuerza original. Pluriverso corre el riesgo de
convertirse en una de ellas. Originalmente arraigado en críticas
profundas al desarrollo, al colonialismo y a la modernidad, el concepto
ha sido cada vez más absorbido por el discurso académico del Norte
Global de maneras que diluyen su filo radical. Este proceso, a veces
llamado extractivismo epistémico, consiste en tomar conceptos nacidos de
luchas de base y convertirlos en marcos higienizados, desconectados de
sus contextos originales.
Esta cooptación ocurre de varias formas.
Primero, a menudo desplaza el enfoque hacia la identidad cultural
únicamente, dejando de lado las dimensiones políticas de la lucha
colectiva y el potencial de construir alianzas a través de las
diferencias. Segundo, emerge a través de una creciente especialización
dentro de los círculos académicos, lo que convierte conceptos como el
pluriverso en campos especializados de experticia. Al hacerlo,
marginaliza a pensadores clave que desafían las normas académicas o
trabajan fuera de las instituciones tradicionales: personas como Gustavo
Esteva, Iván Illich o Sylvia Marcos. Tercero, implica traducir
conceptos poderosos del Sur Global en teorías abstractas que encajan
cómodamente dentro de los debates académicos occidentales, mientras se
ignoran las realidades territoriales y políticas que les dieron origen.
Un
ejemplo claro de esto es el Buen Vivir, que comenzó como un grito de
lucha por la autonomía indígena y las alternativas al desarrollo. Como
ha mostrado Phillip Altmann con el tiempo, sin embargo, fue convertido
en política estatal y en discurso académico que lo despojó de su
conexión con la tierra, la lucha y la comunidad, transformándolo en un
eslogan vago o una palabra de moda del desarrollo. El mismo riesgo se
aplica al pluriverso: cuando se reduce a una metáfora o a una
celebración de la diversidad, pierde su sentido como proyecto de
transformación política.
Para resistirse a esto, necesitamos volver a
lo que Japhy Wilson llama universalidad insurgente: una lucha
compartida que no borra la diferencia, sino que se construye a partir de
ella. No se trata de relativismo ni de un pluralismo vago, sino de
confrontar los sistemas que niegan la existencia de otros mundos.
Significa ver el pluriverso no como un collage de culturas, sino como
una convergencia de luchas que interrumpen el orden dominante. Si el
pluriverso quiere seguir siendo una fuerza de cambio, debe mantenerse
arraigado en las voces, territorios y acciones de quienes lo crearon,
buscando construir a partir de la identidad, pero también ir más allá de
ella, como argumenta John Holloway.
Territorios pluriversales como zonas de contacto político
Para
devolver la idea del pluriverso a una lucha verdaderamente decolonial y
política, debemos entender el territorio no como un espacio estático o
soberano, sino como un campo vivo y en disputa, conformado por
relaciones, memoria y poder. Para muchos movimientos indígenas y
campesinos en América Latina, el territorio no es solo tierra: es la
vida misma, sostenida a través de vínculos comunitarios que van más allá
de la lógica del Estado o del mercado. Son lo que algunos llaman
territorios de vida, donde florecen distintas formas de ser mediante el
cuidado colectivo, la resistencia y la imaginación.
Sin embargo,
estos territorios no son utopías aisladas. Son lo que Marisol de la
Cadena y Arturo Escobar describieron como zonas de contacto
pluriversales: espacios donde cosmovisiones y cosmoexperiencias
distintas entran en contacto. Estas zonas revelan las profundas
tensiones entre la modernidad capitalista y las formas relacionales de
vida. Están marcadas por la fricción, pero también por la posibilidad.
En lugar de reducir la tierra a un conjunto de recursos, como tienden a
hacer los regímenes extractivos —los ríos, por ejemplo, son reducidos a
potenciales—, estas zonas de contacto insisten en la irreductibilidad de
otras formas de conocimiento y existencia: estos ríos son más bien
sitios de vida, origen y relacionalidad.
Esta
visión exige más que pluralismo o inclusión. Invita a una política
radical basada en el reconocimiento mutuo y en el rechazo a imponer un
solo mundo sobre los demás. Como dijo Gustavo Esteva, no se trata solo
de un diálogo de saberes, sino de un diálogo de vivires: un encuentro
entre diferentes formas de habitar el mundo. Es una política enraizada
en prácticas cotidianas de autonomía: aprender, sanar, cultivar
alimentos, construir comunidad. Los zapatistas ejemplifican esto cuando
llaman no a reformar un mundo, sino a construir un mundo donde quepan
muchos mundos.
En este sentido, el pluriverso no es una celebración
de la diferencia infinita, ni un llamado al relativismo. Es un proyecto
político, un «no» colectivo a la destrucción y la dominación, y muchos
«sí» a otras formas de vida. Frente al telón de fondo de lo que
nosotros, siguiendo a la pensadora y defensora mapuche Moira Millán,
llamamos un terricidio —la destrucción sistemática de la vida a través
del extractivismo—, estas luchas no se tratan solo de derechos o
identidad. Se trata de defender las condiciones mismas de existencia y
de abrir espacio para un futuro construido desde abajo, en relación con
los otros, humanos y más que humanos por igual.
El Encuentro de Coahuila: Una zona de contacto pluriversal
El
encuentro en Coahuila y el papel de Crianza Mutua México ejemplifican
la creación de un territorio pluriversal. Frente a décadas de robo de
aguas subterráneas legitimado por leyes neoliberales, los campesinos han
recurrido a la acción colectiva, la lucha legal y el intercambio de
saberes. La cabalgata —al mismo tiempo un ritual y un acto de protesta—,
encarnó su negativa a ser invisibilizados. Activistas y defensores de
distintas partes de México y Colombia compartieron historias de
criminalización y despojo, identificando enemigos comunes: el
extractivismo respaldado por el Estado, el acaparamiento del agua y la
violencia corporativa. El encuentro no disolvió las diferencias: las
puso en contacto significativo. «Estamos aquí no solo para denunciar
—dijo un ejidatario—, sino para fortalecer nuestra organización (…) para
saber que no estamos solos». La declaración del encuentro fue clara:
«El agua y la tierra no son mercancías. Son bienes comunes. Los pueblos
indígenas y campesinos deben conservar su derecho a la autonomía y a una
vida digna». Esta afirmación politizó la invisibilización que
enfrentan: no se limitó a exigir reconocimiento, sino que insistió en la
autonomía y la reparación.
El
encuentro apunta a la universalidad insurgente de Wilson: un proyecto
pluriversal que emerge desde abajo, arraigado en saberes situados y
luchas territoriales. Esta insurgencia no homogeniza: se enriquece con
lo particular. Los territorios pluriversales, como zonas de contacto,
posibilitan esta insurgencia al reunir movimientos que confrontan las
lógicas terricidas mientras sostienen la autonomía. Como nos recuerda
Haraway (1988), todo conocimiento está situado. Por lo tanto, un
verdadero universalismo debe partir de las territorialidades
superpuestas de quienes han resistido al olvido durante mucho tiempo.
Frente al universalismo capitalista, el pluriverso afirma que muchos
mundos ya existen y que su convergencia puede deshacer los cercamientos
ontológicos del mundo moderno.
La cita en Coahuila reveló que el
pluriverso no es un ideal distante, sino una realidad viva forjada en
las luchas cotidianas por el agua, la tierra y la vida. Ante el
extractivismo y el abandono del Estado, las comunidades están creando
territorios pluriversales: espacios de resistencia y regeneración que
desafían las lógicas dominantes del capitalismo, la modernidad y el
cercamiento. Al entretejer movimientos diversos sin borrar sus
diferencias, fomentando una afinidad política a través de prácticas
compartidas de cuidado, autonomía y aprendizaje mutuo, Crianza Mutua
busca desafiar la ontología modernista del capitalismo. No se trata de
unidad institucional, sino de cultivar un diálogo de vivires, donde las
alternativas se confrontan, se transforman e inspiran mutuamente.
Junto
a el Tejido Global de Alternativas que conecta estos esfuerzos a través
de diversas geografías, Crianza Mutua afirma una visión de
universalidad insurgente: Un rechazo colectivo a los sistemas que
destruyen la vida, acompañado de una celebración de los muchos síes que
hacen posibles otros mundos. Juntas, estas redes arraigan el pluriverso
en la acción, transformando la fricción en terreno fértil para la
transformación y recordándonos que defender la vida no solo es
necesario, ya está en marcha.
Bibliografía
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well-intentioned appropriation of Buen Vivir. Bulletin of Latin American
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29–50). London: Routledge.
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• Millán, M. (2024). Terricidio. Sabiduría ancestral para un mundo alternativo. Buenos Aires: Sudamericana.
• Wilson, J. (2022). Extractivism and Universality: Inside an uprising in the Amazon. New York: Routledge.
Fuente:
https://www.15-15-15.org/webzine/2025/12/05/territorios-pluriversales-defender-la-vida-frente-a-la-extraccion/
- (Publicado originalmente en inglés en el periódico independiente
Berlinergazette en junio de 2025.) - Imagen de portada: Criss Poulain
(@crisspoulain)





