Parque Nacional Queulat (Chile): Un paraíso silvestre en la Carretera Austral




Un mundo vegetal donde aún importa el canto de las aves, el sonido del agua y el viento, y que se resiste a revelar todos sus secretos.

por Víctor Bencini

Viajar a la Patagonia chilena siempre resulta interesante, no sólo por su clima dinámico, que en ocasiones ofrece las cuatro estaciones del año durante un mismo día, sino también por su geografía y sus recursos naturales que siempre garantizan un itinerario amenizado con paisajes sorprendentes.
La Carretera Austral, esa sinuosa cinta de ripio que se abre paso entre montañas, acantilados y tupidos bosques de la Trapananda, bordea una de las más bellas reservas nacionales del país, entre el pueblo de Puerto Cisnes y hasta poco antes del llegar al lago Rosselot. Se trata del Parque Nacional Queulat, que se extiende en una superficie de más de 154.000 hectáreas en la Provincia de Aisén.
Su accidentada geografía, con laderas rocosas y escarpadas, espectaculares nevados y ventisqueros –evidencia que dejó la última glaciación que ocurrió hace ya miles de años–, se complementa con un manto de bosques que representan un verdadero refugio para variadas especies de fauna y flora nativas, convirtiéndolo en una atracción turística para quienes buscan el contacto con la naturaleza en su estado más puro.
Antes de ser declarada área protegida, varios exploradores se aproximaron a estas lejanas tierras. Los registros históricos mencionan, entre otras expediciones, las efectuadas por los señores Yungue y Müller, quienes recorrieron el sector del lago Risopatrón entre 1928 y 1930. También la exploración del litoral efectuada por el entonces capitán Enrique Simpson, quien en 1875 recorrió el seno Ventisquero y encontró que el glaciar, que actualmente cuelga a poco menos de ocho kilómetros del litoral, llegaba entonces a unos 100 metros de la orilla del mar. Finalmente, los antecedentes más antiguos datan de 1767 y relatan la incursión del sacerdote jesuita José García Alsué, quien se internó por la cuenca del río Queulat, llegando hasta la cascada llamada actualmente Salto del Padre García, en busca de la legendaria Ciudad de los Césares, aquella localidad fantástica que en tiempos de la Colonia se creía estaba construida y pavimentada con oro macizo.
Quizá, el ánimo del sacerdote fue avivado por ese aire misterioso que el parque adquiere en ocasiones, cuando las nubes se encuentran bajas y se topan con los impenetrables bosques de quila, chilco y helechos, dejando volar la imaginación sobre lo que podrían ocultar las cumbres perdidas en la neblina.
Gran parte del parque aún está cubierto por una selva virgen que no ha revelado del todo sus secretos. La vegetación corresponde tanto a la de bosque andino patagónico como a la de bosque siempreverde y turberas, compuesto por lengas, coigües de Magallanes, tepas, canelos y un sotobosque con innumerables helechos, copihues, enredaderas y nalcas descomunales.
La rica flora del parque brinda un atractivo hábitat a pudús, zorros culpeos, pumas y a los amistosos chucaos y huet-huet, mientras que los árboles cercanos a los canales son el dominio del martín pescador.
En las aguas del fiordo Queulat y en el seno de Puyuhuapi es posible observar gaviotas y cormoranes, así como ocasionales avistamientos de toninas y lobos de mar.
El parque está dividido en varios sectores que se pueden visitar en vehículo y que cuentan con oficina de guardaparques, como el sector El Pangue, a 36 km al sur de La Junta; el sector Ventisquero, a unos 20 km de Puyuhuapi; y el sector Portezuelo, a 170 km de Coihaique.
LAGUNA Y VENTISQUERO
Desde Puyuhuapi se llega fácilmente al sector Ventisquero, desde el cual se inician varios senderos que conducen a excelentes vistas del glaciar colgante y la laguna formada por los deshielos.
Unos 20 kilómetros al sur del poblado, la Carretera Austral presenta un desvío señalizado hacia la cordillera que, en poco más de dos kilómetros, lo conducirá hasta la casa del guardaparque y zona de camping. Ahí podrá escoger una de las tres sendas que comienzan en ese punto.
La primera de ellas es una caminata, que no demanda más de diez minutos, hasta el mirador que ofrece una panorámica del glaciar colgante y su entorno, así como de los ríos Ventisquero y Desagüe que confluyen al fondo del cajón.
El segundo sendero demora media hora y permite un contacto más cercano con la vegetación y requiere cruzar por un puente colgante sobre el río Ventisquero antes de llegar a laguna Témpanos; una ruta segura que lo llevará hasta la misma orilla de la laguna glaciar, donde podrá arrendar un bote para adentrarse rumbo al ventisquero colgante.
La tercera senda conduce al mirador del ventisquero colgante. Es una caminata que demanda mayor esfuerzo y que, luego de un ascenso de casi dos horas por el bosque, le ofrecerá una hermosa panorámica en altura del glaciar y del valle del río Ventisquero. En resumen, tres senderos para recorrer en este parque que, más allá de las leyendas, alberga un verdadero tesoro en la belleza de sus bosques.
GUÍA DEL VIAJERO
- VIAJES ACONSEJA
La mejor época para viajar es entre diciembre y marzo, aunque entre septiembre y abril también es posible realizar actividades como excursionismo, paseos en bote, picnic, pesca y ciclismo.
Planifique su recorrido en función del tiempo disponible e informe a los guardaparques si emprenderá una de las rutas más largas. Manténgase en los senderos abiertos, ya que fuera de éstos se encontrará con un muro de vegetación casi impenetrable,  y extraviar el rumbo puede ser fácil.
Lleve ropa especial para el cambiante clima de la Patagonia, idealmente confeccionada a base de telas impermeables y respirables.
La temperatura media anual fluctúa entre 4° y 9° C en distintos sectores del parque y las precipitaciones son abundantes durante todo el año.
Parque Nacional Queulat: Entrada $ 1.500 pp. Paseo en lancha por la laguna Témpanos: $ 3.000 pp. Campismo básico (sólo sitio para la carpa) posible en sectores Pangue y Ventisquero. www.conaf.cl.

Fuente: Revista Viajes |

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