Represas y emisiones de gases de cambio climático




Por Peter Hartmann, Coordinador Coalición Ciudadana por Aisén Reserva de Vida.

Seguramente para estar a la moda del €"Cambio Climático"€ uno de los principales argumentos  o mitos con que se promocionan hoy los megaproyectos de represas de HidroAysén y Energí­a Austral es ése que habla de que evitarìan 16 millones de toneladas de gases de efecto invernadero el primero y un millón 600 mil toneladas el segundo.
Agregan que, según ellos y alguna autoridad desinformada, fuera de sus "limpios"€ proyectos no habrí­a alternativa energética para Chile, aunque lo contrario se ha demostrado con creces en estudios realizados por expertos en la materia (Universidad de Chile y Universidad Técnica Federico Santa María-2008 y además, Hall, Román y otros, Universidad de Chile-2009).
Lo más insólito de esto de estar a la moda es que ninguno de los dos estudios de impacto ambiental (EIA) entregados tanto por HidroAysén como por Energí­a Austral hace el menor esfuerzo en calcular o siquiera analizar si por casualidad esos proyectos emiten gases, de ésos que son responsables del calentamiento global, y el volumen de aquéllos. Es más, en el EIA de HidroAysén se dan el trabajo de hacer un balance de la emisión actual de esos gases en la región, pero del propio proyecto: ¡nada!
Lo que no hicieron a quienes les correspondí­a sí­ lo intentó en 2009 la tesista de magí­ster en Ingenierí­a Civil y Ambiental del prestigioso Massachusetts Institute of Technology (MIT), Laura Mar. La investigadora encontró lo que quienes hicieron esos EIA no quisieron descubrir: que esos proyectos tienen una considerable cantidad de emisiones, principalmente durante su construcción.  Aparte que eliminar mediante inundación miles de hectáreas de vegetación y suelo implica la desaparición de reservorios y absorción de CO2, además de la producción de gas metano con la descomposición en el agua de esa materia vegetal.
Según los cálculos de Laura Mar el proyecto HidroAysén emitirí­a 915 mil 170 toneladas de CO2 durante su construcción, 2 millones 409 mil por cambio de uso de suelo (lo que incluye parte de la emisión por descomposición de la vegetación), 446 mil incorporadas a los materiales utilizados (como huella de carbono) y cero en su operación. Esto suma sobre 3 millones 770 mil toneladas.  A esa cifra hay que sumar las toneladas de CO2 inherentes a la construcción, cambio de uso de suelo y materiales de la lí­nea de transmisión de Cochrane a Santiago, que según esta tesis serí­an casi 8 millones 960 mil toneladas.
Al revisar bien los cálculos y criterios en que se funda esta tesis, como me ha tocado hacerlo, uno puede lograr otras conclusiones, por lo que la cifra de toneladas de CO2 del proyecto de represas serí­a bastante mayor aún (sobre los 4 millones 680 mil toneladas) y la cifra de la lí­nea de transmisión podrí­a ser algo menor, dependiendo de cuantos cables se utilice (aunque aquí­ también es posible afinar el cálculo).
Es más, las toneladas emitidas aumentan exponencialmente al agregar el CO2 que dejan de absorber las algas y fitoplancton marino a causa de la alteración de la calidad de las aguas de los rí­os que llegan a ellas (el Baker y el Pascua en el caso de HidroAysén), pudiéndose deducir de varios estudios sobre ese tema.
Aparte de dejar en claro que los proyectos de represas sí­ emiten considerables cantidades de gases de cambio climático (lo cual nunca es informado por estas empresas, dándose el lujo el vicepresidente ejecutivo de HidroAysén, Daniel Fernández, de dar cátedra sobre disminución de gases efecto invernadero a través de la construcción de sus represas), esta tesis del MIT concluye en que la Corema debe exigir el balance de gases de estos proyectos y que serí­a mejor ubicar la producción eléctrica más cerca de su lugar de demanda, evitando largas lí­neas de transmisión y con ello cuantiosas emisiones o pérdida de almacenamiento y secuestro de gases.

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