¿Haremos algo más que declaraciones para frenar la Crisis Climática?

"La aceptación de la “responsabilidad compartida pero diferenciada” me lleva a recordar que 100 grandes corporaciones eran responsables del 71% de la emisiones en 2017. Creo que hacía ellas también deberíamos señalar y ver si nuestros representantes políticos tienen voluntad y capacidad de embridarlas". Aclaro, en primer lugar, que comparto plenamente el concepto de “responsabilidad compartida pero diferenciada” que se recogía en el Convenio sobre Cambio Climático aprobado en la Cumbre de Rio de 1992 y recuerdo también que son las personas que menos emiten, las más vulnerables, las que con más intensidad están soportando el sufrimiento y los efectos negativos de la Crisis Climática.

Por Pepe Larios

En los últimos meses vemos en algunos países una creciente movilización de base, débil aún en nuestro país, denunciando la inactividad de nuestros gobiernos frente a la crisis ecológica que estamos sufriendo. Movimientos como el Fridays For Future protagonizados por las jóvenes, con Greta Thunberg como cabeza e icono, y Extincion Rebelion, con denuncias más amplias y composición de edad diversa, con fuerte asentamiento en Gran Bretaña.
Una de las primeras consecuencias es que algunos grandes medios de comunicación como The Guardian o la Agencia EFE, y la Fundación del Español Urgente (Fundéu BBVA) deciden cambiar su léxico y sustituir Cambio Climático por Emergencia Climática o Crisis Climática y Biodiversidad por Vida Salvaje.
En esta misma dirección el parlamento del Reino Unido, a instancias del partido Laborista aprobó el pasado uno de mayo una moción declarando la Emergencia Climática.  Esta propuesta, que fue aprobada sin votar, expresaba el deseo de la Cámara de Los Comunes, pero el gobierno no tiene obligación legal de actuar. Previamente muchas ciudades británicas como Londres y Manchester ya lo habían hecho, como también lo habían hecho los gobiernos de Escocia y Gales y posteriormente se han sumado Irlanda, Canadá y Francia.
Esta declaración no se concreta más que en la intención se ser neutrales en sus emisiones o casi 0 para 2050 de gases de efecto invernadero. Simultáneamente estos países dedican cuantiosos apoyos económicos al uso y exportación de combustibles fósiles.
Me vais a permitir que exprese mi desconfianza sobre que estas declaraciones sean más que una medida cosmética de respuesta a las movilizaciones y esta desconfianza se asienta en la experiencia de lo ocurrido hasta ahora con procesos anteriores: La firma de Convenio sobre Cambio Climático de la ONU, el Protocolo de Kioto, los Acuerdos de Copenhague, los Acuerdos de París las Agendas XXI, el Pacto de Alcaldes, las 24 reuniones de la COP incluida la decepcionante reunión preparatoria de la COP 25 celebrada el mes pasado en Bonn en la que Estados Unidos, Rusia, Arabia Saudita y Kuwait  han cuestionado que se tenga en cuenta el informe del IPCC sobre 1,5ºC
Ya en un artículo anterior publicado aquí expresaba mi desconfianza con que a pesar de todas estas declaraciones y acuerdos nos acerquemos ya a las 500 ppm de CO2eq en este año y es que 2018 se quedó en 493 ppm de CO2.
La aceptación de la “responsabilidad compartida pero diferenciada” me lleva a recordar que 100 grandes corporaciones eran responsables del 71% de la emisiones en 2017. Creo que hacía ellas también deberíamos señalar y ver si nuestros representantes políticos tienen voluntad y capacidad de embridarlas.
Así mismo deberíamos cuestionarnos si estamos dispuestas a prescindir de buena parte de los beneficios de los que disfrutamos la ciudadanía de los países enriquecidos por las actividades de estas corporaciones y gobiernos, como el combustible barato para nuestros coches, los empleos de las fábricas de automóviles, los vuelos que traen a España 83 millones de turistas, los miles de kilómetros de autovías, la ropa que llega de Asia o África a los comercios que hemos invadido en las rebajas y que llenan nuestros armarios gracias a los bajos salarios, calidad de empleo en esos países y bajo precio del transporte hasta nuestras ciudades. Así un largo listado.
Y es que además nuestros gobiernos hacen gala de la reducción de emisiones cuando en realidad hemos desplazado a otros países la producción de bienes, desplazando así también las emisiones de los bienes que disfrutamos.
Es esta la realidad que no se tiene en cuenta, que se oculta, cuando gobiernos y economistas nos cuentan de que la economía se puede desacoplar de las emisiones de gases de efecto invernadero o se habla de que estamos rebajando la intensidad energética de nuestras actividades económicas.
Difícil tarea la que tenemos por delante si realmente queremos afrontar la Emergencia Climática, si realmente estamos dispuestas a que exista un futuro digno de ser vivido por las generaciones que están irrumpiendo en nuestro mundo y las que llegarán, no solo a los países enriquecidos si no a todo el Planeta.
No hay Planeta B al que huir, pero si puede haber Plan B si somos capaces de ver que tenemos un fallo insoluble de sistema.

Fuente: Contrainformación - Imagen: ‪UN News‬

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Huelga global del 20 de setiembre. Los adultos están invitados


La activista sueca Greta Thunberg conjuntamente con un grupo de adolescentes y jóvenes europeos reunidos en un movimiento estudiantil de proporciones mundiales: el llamado #FridaysForFuture (viernes por el futuro), está convocando a una huelga global para este 20 de setiembre con el propósito de llamar la atención de los políticos para que se tomen medidas inmediatas y efectivas para hacer frente al cambio climático.
Llaman a los mayores a sumarse a la lucha contra el cambio climático:
La niñez y la juventud se han sumado al concierto de voces quienes cansados de ver que los tomadores de decisiones no asumen reales compromisos para adoptar medidas que detengan y reviertan los procesos del cambio climático han decidido, como verdaderos tomadores de decisiones, levantar la voz de manera firme y contundente para decir basta ya de dilaciones, de tibieza, de indiferencia frente a los graves problemas que está causando el cambio climático y que está condenando a las generaciones presentes y futuras a sufrir las consecuencias del poco compromiso para hacer frente al cambio climático.
Esta inédita propuesta de una huelga global que incluya a los adultos pero que surge de la juventud, de las mujeres, de los que siempre han sido invisibilizados, es muy esperanzadora porque demuestra que la ciudadanía no se adquiere con la edad sino con el ejercicio activo de los derechos.
Los jóvenes nos están diciendo a los mayores que no podemos seguir como hasta ahora pues los efectos del cambio climático ya lo vemos en diferentes partes del mundo y los que más sufren son las poblaciones vulnerables. Dramáticas son las imágenes del derretimiento de los polos y la lucha de los animales por buscar alimentos cada vez más escasos.
Es un mensaje a la conciencia de la sociedad para que no sigamos pensando que la tierra solo es una canasta de recursos para explotarla infinitamente o es un gran depósito de residuos que ha superado largamente la capacidad de procesamiento de la tierra.
El modelo de desarrollo, que muchos mayores defienden como la única alternativa posible, es el gran causante de esta crisis civilizatoria. Seguimos pensando que los bosques, mares y suelos son para explotarlos y generar riqueza aún a costa de sacrificar personas y al propio ambiente.
En nombre del progreso, con un falso entusiasmo optimista, seguimos dependiendo de los combustibles fósiles y no hacemos los esfuerzos necesarios para buscar alternativas al desarrollo más conectadas con la naturaleza.
Los jóvenes nos están diciendo basta ya de indiferencia, basta ya de la política barata de mercado que hace de la corrupción un modo institucionalizado de vida y que busca enfermizamente el lucro y el beneficio personal en desmedro del bien común y los intereses de las grandes mayorías.
Los jóvenes nos están diciendo basta ya de actuaciones teatrales sobre acuerdos para detener el cambio climático pero que no se condicen con la vida real en tanto siguen las presiones contra la naturaleza en nombre del mercado y del crecimiento económico.
Los jóvenes están haciendo la diferencia. De manera legítima nos están diciendo que no les robemos el futuro. Que la acción es ahora y no cuando sea demasiado tarde. Que estamos invitados a sumarnos a ellos en esta huelga global programada para el 20 de setiembre. Nos están diciendo que el modelo civilizatorio que nos hemos construido no es amigable ni con la sociedad ni con el ambiente y que solo permite el crecimiento desmedido de la riqueza de unos pocos.
Con legítima indignación nos están diciendo que no continúe la desidia, la desesperanza y que es hora de levantar la voz para decir alto ya al grave daño que le estamos causando al planeta y a las poblaciones más vulnerables. Al final los impactos del cambio climático nos alcanzarán a todos y es por ello que no podemos seguir indiferentes.
Siempre habrá voces que digan que el cambio climático es un cuento inventado por los ambientalistas o por las fundaciones para conseguir recursos económicos, dirán que los cambios climáticos son consustanciales al sistema planetario, dirán que es el pretexto para detener la inexorable marcha del desarrollo económico e incluso hablarán en nombre del progreso para todos.
Pero más allá de aquellas voces que, consciente o inconscientemente, descalifican a los activistas para hacer frente al cambio climático, los efectos ya lo estamos viendo y sufriendo y cada vez los impactos serán mayores y más costosos de revertir.
Por todo ello existe la necesidad de plegarse a esta loable iniciativa de los jóvenes para reverdecer las esperanzas y las ilusiones que todavía es posible generar mundos alternativos donde los humanos se respeten los unos a los otros y los humanos respeten a los no humanos. Esto requiere una gran transformación de pensamiento, de sentimientos, de discursos y de acciones.
La huelga global del 20 de setiembre puede ser un buen inicio de un gran despertar colectivo. Estamos invitados a ser parte de la historia.

Por: Rodrigo Arce Rojas. Centro de Estudios Humanistas Nueva Civilización - Imagenes: ‪La Vanguardia‬


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