Crisis Climática: Por primera vez en 100 años se achica el Glaciar Perito Moreno
Es el glaciar más famoso de América, conocido durante años por no retroceder. Además, es el tercero más grande de Argentina. Sin embargo, el Perito Moreno atraviesa un momento crítico. El emblemático puente de hielo, que solía romperse cada pocos años y atraía a visitantes de todo el mundo, no se forma desde 2018. Esa fue la primera señal de alarma para un glaciar que había mantenido casi un siglo de estabilidad. Estudios recientes revelan que su frente se adelgaza, pierde masa y ha comenzado a retroceder, en un proceso que los científicos describen como irreversible, marcado por el avance del calentamiento global.
Por Emiliano Gullo
Hubo una vez en la que las personas con mayor fortuna podían presenciar -cada tanto- algo único, extraordinario, en el desierto blanco más austral del mundo. Si acertaban en el día y la hora justa, podían ser testigos del estruendo más bello de la Patagonia argentina: el desprendimiento del puente del glaciar Perito Moreno. Pero ese fenómeno es mucho más que un espectáculo natural. Es, sobre todo, un síntoma de bienestar del glaciar porque significa que la masa de hielo avanza; crece. Ahora, sin embargo, esa experiencia parece estar casi al borde de la extinción. Y, con ella, la primera alarma del glaciar después de casi un siglo de estabilidad.
Según los últimos estudios, el frente del glaciar está adelgazado, pierde masa de hielo anualmente y se encuentra en retroceso; ya no llega a cruzar el lago y no logra tocar la península. Por eso no hay puente que se desprenda. La imagen que solíamos ver como símbolo del glaciar parece imposible que se vuelva a repetir. Ahora, los únicos hielos que se desprenden son témpanos de base y no indican otra cosa que el efecto del calentamiento global.
Los derrumbes del puente del Perito Moreno -y el bloqueo temporal del Canal de los Témpanos- sucedían cada cuatro o cinco años y desde el año 2000 había aumentado su frecuencia a dos o tres años. Sin embargo, ya son siete años desde la última vez. Sucedió en 2018, durante la madrugada y los únicos testigos fueron las aguas del lago. Los científicos usan una palabra clara y contundente para explicar el retroceso del glaciar más famoso de América: “Irreversible”.
De acuerdo a los investigadores, en esos los últimos siete años el Perito Moreno perdió más de 3.000 metros de los 250 kilómetros cuadrados de superficie que lo convierten en el tercero más grande de Argentina, después del Upsala, de 872 km2, y del Viedma, de 1046 km2, el más grande de Sudamérica. Junto el Spegazzini, bastante más pequeño (134 km2), y otros, componen el Parque Los Glaciares que emerge al sur de la provincia de Santa Cruz. El Parque fue creado en 1937 y en 1981 fue declarado Patrimonio Natural de la Humanidad por la UNESCO.
Aunque parezca extraño, con los desprendimientos de hielo en el Perito Moreno sucede algo similar a lo que sucede con el colesterol en las personas. El colesterol está siempre asociado a la mala salud, pero sabemos que también existe el llamado colesterol bueno, que no sólo es un indicador positivo sino que su presencia es, en un punto, necesaria. Lo mismo podría decirse de los desprendimientos. También existen, específicamente uno, que es necesario. Las caídas del gran puente son, de alguna manera, un indicador de sanidad glacial porque implica que el glaciar no retrocede sino que avanza hasta tocar la península.
El geólogo argentino Lucas Ruiz -especialista en glaciología- lo explica así: “Las dos son desprendimientos. Uno es la culminación de un avance asociado a que el glaciar tiene una gran cantidad de masa que viene por la parte alta, empuja el hielo y lo hace llegar a la península”.
Este es el tipo de derrumbes de paredes de más de 60 metros de alto -que se transformaron en el símbolo del glaciar- y que no suceden desde 2018. Esa fecha coincide con los registros de los geólogos que desde entonces despiertan preocupación. Las altas temperaturas producidas por el calentamiento global parecen haber llegado definitivamente a esta parte del mundo. Los glaciares Viedma y Upsala sufren un proceso similar desde hace más tiempo. Hasta ahora, el único que mantenía un equilibrio histórico entre avances y retrocesos era el Perito Moreno. Es que a diferencia de esos glaciares -y de muchos más- se había mantenido en un equilibrio similar durante, al menos, los últimos cien años. Los científicos calculaban que el balance daba cero; es decir, que en el partido versus el calentamiento global se ganaba la misma masa (hielo) que la que perdía al derretirse.
La razón se debe a su morfología particular. A diferencia de los grandes glaciares del Campo Hielo Sur, su cuenca de acumulación se encuentra en una altura mayor. Con lo cual recibe más nieve que el resto. Además, el Perito Moreno fluye por el valle y cuando se encuentra en el frente con la península su base entra en fricción con la base del lago y genera un freno en su frente.
Ahora, en cambio, se produce el otro tipo de desprendimiento, que Ruiz -investigador del Conicet en Argentina y de Geoestudios en Chile- sintetiza de esta manera:
“Lo que estamos viendo son desprendimientos de témpanos de base y fracturas de masa pero por un proceso diferente. El glaciar deja de tener esa fuerza para empujar y apilar el hielo en la parte de adelante y se adelgaza. Entonces el peso del hielo es menor y, cuando eso sucede, por densidad (el hielo) va a subir un poco y ese es el efecto del empuje que le genera el agua. Y ese empuje es lo que termina sacando los témpanos desde abajo”.
El glaciar Perito Moreno se extiende sobre el Lago Argentino, el más grande de la Patagonia y el segundo más grande del país con una superficie de 1415 kilómetros cuadrados y una profundidad de 150 metros. En sus aguas también se desprende el glaciar Upsala. El otro gran glaciar de la zona, el Viedma, se prolonga en el Lago Viedma.
A diferencia de los glaciares cordilleranos, como el Fitz Roy -que se ubica en el cerro Chaltén-, los glaciares que terminan en cuerpos de agua tienen un comportamiento particular. Aunque haya un gran enfriamiento, no responden de manera lineal al clima. Como tienen mayor competencia (con el agua), para poder avanzar tiene que ir construyendo su lecho y buscar un equilibrio con la fuerza para que se mantenga el hielo, entre otros procesos.
Sin embargo, su retroceso es mucho más rápido. El hielo se fractura, se acelera, adelgaza, pierde estabilidad y empieza a flotar. La consecuencia, el desprendimiento del témpano.
“El retroceso del frente va a ser lo último del cambio de masa que tiene el glaciar que depende del clima. Aunque los cambios no sean tan drásticos, el equilibrio que mantiene el frente se pierde y retrocede hasta encontrar un nuevo equilibrio. Este proceso es irreversible porque en el momento en que comienza no frena. No significa que no vaya a frenar nunca, frena cuando encuentra ese nuevo equilibrio”. Esto es lo que, hasta el momento, se desconoce.
En los más de 3.500 kilómetros que tiene la Cordillera de los Andes en Argentina, hay más de 16.000 glaciares; la mitad de ellos se encuentran en la cuenca del río Santa Cruz, que drena parte del Campo Hielo Sur, una extensión de hielo continental que une Argentina y Chile y mide casi 17 mil kilómetros cuadrados, dos mil kilómetros más grande que toda la Región Metropolitana de Santiago.
Pero la situación es alarmante por dos factores. El climático, por un lado, afecta a esta región por igual que al resto del planeta. La emergencia climática golpea en los glaciares a nivel mundial. Sea en el descongelamiento y el desprendimiento de los témpanos en los lagos o acelerando el derretimiento del permafrost en las montañas. A su vez, en Argentina es puntualmente grave porque desde su asunción en 2023, el gobierno de Javier Milei desfinancia sistemáticamente todos los organismos de ciencia e investigación tecnológica. Y los glaciares no son la excepción. Actualmente, no hay nadie monitoreando la situación del Perito Moreno y los demás glaciares.
De hecho, Ruiz tuvo que suspender su trabajo en el Conicet argentino y trasladó sus tareas de investigación a Chile. Dice sobre la situación del Perito Moreno:
“Es gravísima. Los glaciares a escala global están perdiendo masa, en Chile, en Argentina, en el Himalaya, donde sea. En particular con el Perito Moreno desde que se lo empezó a estudiar nunca se lo había visto en fase de retroceso. Los glaciares de este tipo tienen este tipo de retroceso, que son rápido y catastróficos. Es lo que esperamos que suceda, aunque todavía no terminó de perder el apoyo; está ahí”.
Para monitorear el desarrollo de los glaciares, los geólogos y especialistas como Ruiz miden las variables en el terreno, cuánto hielo se derrite en la superficie del glaciar pero también cuánta nieve acumula, entre otras. La primera alarma surgió en 2015, cuando gracias al monitoreo detectaron la primera pauta de retroceso. Para eso utilizan información satelital que, hasta el momento, arroja un promedio de retroceso acumulado de unos 3000 metros con respecto a la península. Es decir, cuan distante de la costa está el glaciar; de la pasarela donde lo ven los turistas. El glaciar se encuentra así de cerca como se lo ve en las fotos clásicas desde, por lo menos, el año 1917, fecha en la que se calcula que alcanzó su mayor acercamiento a la península.
Las expediciones realizadas por europeos y argentinos a fines del Siglo XIX y principios del Siglo XX muestran con claridad la fuerza del entonces llamado Glaciar Bismarck. En 1881 el alemán Rudolph Hauthal avistó el glaciar y lo nombró en honor al canciller prusiano; nombre que fue reemplazado por el actual recién 18 años después.
En 1908, el geólogo sueco Percy Dudgeon Quensel lideró una investigación por el sur argentino. Llegó hasta Tierra del Fuego y cruzó hasta las Islas Malvinas. Cuando pasó por el glaciar Perito Moreno su asombro fue absoluto. En su diario de viaje La Patagonia Salvaje, escribió: “A diferencia de otros glaciares de la Patagonia que he visto, este glaciar avanza rápidamente. Avanza por sobre el bosque en ambos lados, llevándose todo por delante. He visto árboles todavía verdes tumbados por el hielo”.
Más de cien años después, la situación del Perito Moreno, el único glaciar que era estable en el mundo, comenzó a retroceder y lo hace a un ritmo de 700 metros por año.
Entre 1874 y 2016, el glaciar Viedma perdió un 10 por ciento de su masa total. A partir de ese año la situación empeoró, se aceleró la pérdida y hoy se estima que ya perdió 8 kilómetros de hielo desde ese año y retrocede 100 metros por año.
Mientras que el Upsala lo hace unos 200 metros por año y en los últimos 50 años se retrotrajo casi 10 kilómetros por año. Además de funcionar como un síntoma del calentamiento global, Ruiz grafica la importancia de preservar los glaciares y sus afluencias en los ríos de la región: “Es uno de los centinelas del clima. como andar en el auto con el cinturón de seguridad. El cinturón glaciar de la cordillera es la reserva de agua sólida. Si los glaciares se achican, también se achica nuestra caja de ahorro de agua para hacer frente a las futuras sequías”.
Fuente: https://laderasur.com/articulo/lo-que-queda-al-descubierto-por-primera-vez-en-100-anos-se-achica-el-glaciar-perito-moreno/