Ecología profunda



Arne Naess

Por: José Luis Lezama

Era aún niño cuando tuvo esa suerte de inspiración que lo llevó a entender su vida y su ser como parte del universo. Allá, en lo alto de la montaña, en los irrepetibles fiordos noruegos, algunos considerados ya patrimonio de la humanidad, al contacto con la verde foresta de la alta montaña, o en la cercanía con la intensa nieve y con las blancas nubes, a la orilla de los lagos o del mar, ante la vastedad del limpio azul del interminable horizonte, sintiéndose liberado de las tareas escolares, de la presión del mundo social, experimentando en la compañía de la elevada montaña al sustituto del padre ausente, a muy temprana edad tuvo ante sí la conciencia del mundo como unidad. La naturaleza no te presiona ni te evalúa, amplía en cambio los espacios y el sentimiento de tu libertad, declara Naess en una entrevista.

En los años setenta acuñó el término Ecología Profunda (Deep Ecology) para referirse a un movimiento filosófico y social que buscaba las causas últimas de la destrucción del medio ambiente y proponía medidas de fondo para la salvación de la vida en el planeta. Naess proclamó el derecho de todo ser a vivir y florecer.

Arne Naess, filósofo noruego nacido en 1912, ve la causa de la crisis ambiental contemporánea en la avidez consumista del hombre moderno, en su individualismo y antropocentrismo. En esa creencia de que el destinatario exclusivo de la obra de Dios es el ser humano. Naess se opone también a la idea de ver al hombre por encima o fuera de la naturaleza, como la fuente de todo valor. Se niega igualmente a verla exclusivamente como fuente de materias primas, como simples insumos para la producción, alegando que si la naturaleza fuera un recurso, debería serlo para todas las especies de la creación.

Naess defiende la unidad del mundo. Por ello los seres humanos no pueden ser vistos y entendidos de manera aislada, por el contrario, los considera como partes interconectadas e interdependientes de un gran todo, al cual todos se deben y del cual todos son una parte constitutiva. Por ello, cada vez que un árbol es derribado o una especie borrada de la faz de la Tierra es una parte del hombre lo que se pierde y extingue.

En el verano de 1984 Arne Naess acampó en el llamado Valle de la Muerte en California con otro de los fundadores de la Ecología Profunda, George Sessions, y juntos elaboraron una suerte de manifiesto de sus principios básicos. Destacando entre otros, que el bienestar y florecimiento de la vida humana y no humana sobre la Tierra tienen un valor en sí mismo, independiente por lo tanto de la utilidad del mundo no humano para los fines humanos; que los humanos no tienen derecho a reducir la riqueza y diversidad de las formas de vida excepto para satisfacer necesidades vitales, que la actual interferencia del mundo humano sobre el no humano es excesiva, que las actuales políticas ambientales deben ser cambiadas radicalmente para atacar las causas, no los efectos, y que debe avanzarse hacia cambios culturales que se basen en la búsqueda de una mejor calidad, más que en altos estándares de vida.

En 1969 Arne Naess renunció a su puesto como profesor en la Universidad de Oslo para dedicarse libremente al activismo ambiental. En 1981 se encadenó juntó con otros activistas verdes para protestar contra la construcción de una gran presa en su país. En más de una ocasión las fotos de Arne Naess siendo retirado por la policía por su activismo ambiental recorrieron el mundo.

Arne Naess no es un filósofo convencional, aun antes de convertirse a la causa ambiental había leído a los filósofos clásicos y a las distintas escuelas filosóficas de la época moderna, asistió en su juventud a las reuniones del Círculo de Viena, en donde fue considerado como "un nuevo cometa en el firmamento filosófico", fue psicoanalizado por un colega y amigo personal de Freud durante 14 meses, ha sido un destacado montañista, siendo el primero en escalar la montaña Tirich Mir de 7 mil 690 metros de altura en Paquistán, ha alcanzado las partes más altas del Himalaya, fue excelente tenista y esquiador.

Su Ecología Profunda busca ir más allá de la Ecología Superficial (Shallow Ecology), trascender los enfoques tecnicistas, aquellos que reducen los problemas ambientales a problemas de contaminación, de administración de recursos y de gestión del desarrollo, que anteponen el bienestar en el mundo desarrollado al del no desarrollado. Las propuestas de Naess y de su movimiento buscan las causas más profundas, es antijerárquico, antipatriarcal, promueve la descentralización, y plantea no sólo la necesidad de la diversidad biológica para asegurar los equilibrios planetarios, sino también la étnica y cultural.

Para esta corriente de pensamiento, las propuestas del Desarrollo Sustentable no llegan al fondo de los problemas y mantienen el statu quo, por lo que deben ser radicalmente reformuladas si se desea enfrentar con seriedad los problemas ambientales del mundo. En su conjunto, los planteamientos de Arne Naess y la Ecología Profunda expresan una gran utopía, pero son también un modelo de aquello que, aunque posiblemente irrealizable, debería servir de guía o inspiración; tal vez como un ideal que recordara siempre a los responsables de la política pública su compromiso con el medio ambiente, sobre todo en países como México, donde abundan el discurso gubernamental ambientalmente frívolo y superficial, un tremendo y continuo daño ecológico y una escasez alarmante de medidas concretas y efectivas para detener la explotación de la naturaleza y de la gente.

Página en internet: www.jlezama.cjb.net



Ecología Profunda:
http://es.wikipedia.org/wiki/

Equilibrio entre ser humano y naturaleza.
Límite de recursos naturales, propuesta de una ciencia integral y abierta.
Revisión de las pautas del crecimiento económico
Discurso austero, mayor contacto con otras formas de consumo e intercambio.
El hombre al servicio de la tierra.

Paradigma Dominante:
Naturaleza como obstáculo al progreso.
Ciencia dominante, primacía de la razón humana.
Crecimiento ilimitado como condición de bienestar.
Consumismo
La tierra al servicio del hombre

La ecología profunda es una rama reciente de la filosofía ecológica que considera a la humanidad parte de su entorno, proponiendo cambios culturales, políticos, sociales y económicos para lograr una convivencia armónica entre los seres humanos y el resto de seres vivos.

La ecología profunda y los movimientos ambientales
Los movimientos ambientales modernos incluyen una diversidad de filosofías fundamentales. Todos ellos plantean críticas al modelo industrial de nuestra sociedad, considerado parcial o totalmente responsable de la crisis ecológica que hoy padecemos. La Ecología profunda es uno de los movimientos que más radicalmente se opone al actual modelo. Las voces del ecologismo son múltiples y entre ellas podemos encontrar:
Los conservacionistas y preservacionistas, que están basados en una visión antropocéntrica. El ambiente y la naturaleza debe ser usado y protegido al mismo tiempo. Para esta corriente, la naturaleza no tiene derechos más allá de que sirve los intereses de los seres humanos.
Ecología social y Ecofeminismo, están relacionados con demandas propias del siglo XX, en el período llamado posmodernismo Solucionarían los conflictos ambientales conciliando los conflictos en las relaciones humanas.
Ecología reformista, es la lucha contra la contaminación y la disminución o desaparición de recursos bajo un enfoque pragmático. En algunos simpatizantes, se le ve incluso como una oportunidad de mercado para el capitalismo.
Origen y posiciones ideológicas
La Ecología Profunda fue establecida por Arne Naess, como un término teórico, pero se transformó posteriormente en un movimiento. Para Naess son puntos centrales:
El ser humano en armonía con el medio; no por sobre o fuera de éste.
La igualdad Biocéntrica; todas las cosas naturales, los ecosistemas, la vida, etc., tienen derecho a existir. Independiente de su grado de autodeterminación.
Derecho a la diversidad cultural.
Actualmente la ecología profunda se mide contra la llamada ecología reformista, que es la que ha logrado mayor incidencia en los debates contemporáneos debido a la altura de muchos de sus simpatizantes; incluso logrando en muchos países estar sus miembros insertos plenamente en el poder político y empresarial. Sin embargo, su núcleo de acción se da en el mundo anglosajón, siendo casi inexistente en el resto del orbe. La ecología profunda tiene como premisa una integración total de la persona-en-naturaleza. No está ni por encima ni fuera de la naturaleza. Por la misma razón, también cuestiona fuertemente las grandes decisiones político-económicas, siendo muchos de sus adherentes personas que se perfilan en grupos políticos de de propuestas radicales.



Ecología Profunda

Revista Alcione
http://www.alcione.cl/nuevo/index.php?object_id=202


Vivir como si la Naturaleza importara

El término "Ecología Profunda" fue acuñado por Arne Naess y se refiere a un enfoque profundo y espiritual sobre la naturaleza, el que se deriva de una apertura más sensitiva hacia nosotros mismos y hacia la vida que nos rodea. La esencia de la ecología profunda brota, pues, naturalmente, del hecho de preguntarnos en profundidad sobre la vida humana, la sociedad y la naturaleza.

La ecología profunda es mucho más que una aproximación fragmentaria a los problemas medioambientales, una aproximación que intenta articular una visión religiosa y filosófica comprehensiva sobre el mundo. Sus fundamentos hay que buscarlos en aquellas intuiciones y experiencias con respecto a nosotros mismos y a la naturaleza que surgen espontáneamente de la conciencia ecológica junto a ciertas visiones naturales sobre la política y la sociedad.

La mayor parte de sus temas de interés son los tópicos que han preocupado a la filosofía y a la religión de todos los tiempos. ¿Qué significa ser un individuo único? ¿Cómo puede el ser individual conservar y potenciar su singularidad sin dejar de participar en un sistema global en el que no existe discontinuidad entre el ser y el otro? Una perspectiva verdaderamente ecológica puede conducir a aquello que Theodore Roszac denomina "el despertar de una totalidad que es algo más que la suma de sus partes. El espíritu de tal disciplina es, pues, contemplativo y terapéutico."

La conciencia ecológica y la ecología profunda se hallan en abierta contradicción con la visión del mundo imperante en las sociedades tecnocrático-industriales que consideran que los seres humanos estamos aislados y separados y que debemos ejercer nuestro poder sobre el resto de la creación. Esta visión del ser humano como una especie superior que se halla separada de la naturaleza es una manifestación de un patrón cultural que ha venido obsesionando a la cultura occidental desde hace miles de años, el concepto de "dominio": el dominio de la humanidad sobre la naturaleza, de lo masculino sobre lo femenino, de los ricos y los poderosos sobre los pobres, y, en suma, de la cultura occidental sobre la cultura oriental.

La conciencia ecológica profunda, por su parte, nos permite ir más allá de estas ilusiones erróneas y peligrosas. Según la ecología profunda, el estudio de nuestro lugar en el planeta Tierra nos obliga a reconocernos como parte de una totalidad orgánica. Pero ir más allá de la estrecha visión científico-materialista de la realidad nos obliga a fundir sus aspectos materiales y espirituales. Los líderes intelectuales más destacados de la visión del mundo imperante han tendido a considerar a la religión como una "mera superstición" y, en consecuencia, han subrayado la subjetividad de las antiguas prácticas espirituales y de la iluminación. La conciencia ecológica profunda, por su parte, constituye la búsqueda de una conciencia y de un estado de ser más objetivo mediante un cuestionamiento activo profundo, un proceso meditativo y un estilo de vida.

En el contexto de las diferentes tradiciones espirituales -cristianismo, budismo, taoísmo e iglesia nativa americana, por ejemplo- son muchas las personas que se han planteado en profundidad estos interrogantes y que han cultivado la conciencia ecológica y, si bien estas tradiciones difieren en muchos aspectos, todas ellas coinciden, sin embargo, en lo que respecta a los principios fundamentales de la ecología profunda.
El filósofo australiano Warwick Fox ha expresado sucintamente que la intuición central de la ecología profunda "es la idea de que no podemos establecer ninguna división ontológica definitiva en el campo de la existencia. En la realidad no existe ninguna diferencia radical entre el dominio humano y el dominio no humano... mientras sigamos percibiendo este tipo de fronteras no alcanzaremos a comprender qué cosa es la conciencia ecológica profunda."

A partir de esta intuición fundamental característica de la conciencia ecológica profunda, Arne Naess ha desarrollado dos "normas últimas" -dos intuiciones que no se derivan de ningún otro principio o intuición- a las que sólo puede accederse mediante un proceso de cuestionamiento que nos revela la importancia del nivel filosófico y religioso. Estas intuiciones, sin embargo, no pueden ser verificadas mediante la metodología de la ciencia moderna, basada en premisas mecanicistas y en una definición excesivamente estrecha de los datos. Se trata de "la autorrealización y la igualdad biocéntrica".

Autorrealización:
La norma de la autorrealización propuesta por la ecología profunda está relacionada con las grandes tradiciones espirituales de la mayor parte de las religiones del mundo y trasciende la noción occidental moderna que define al ser como un ego aislado cuyo impulso primario estriba en la gratificación hedonista o en una idea muy limitada de salvación individual en esta vida o la siguiente. El crecimiento y el desarrollo espiritual comienza cuando dejamos de concebirnos y de vernos a nosotros mismos como egos aislados que se hallan en oposición y nos abrimos a la identificación con otros seres humanos, comenzando por nuestra propia familia y siguiendo con nuestros amigos hasta terminar abrazando a toda la especie humana. Sin embargo, la ecología profunda va un paso más allá de esta identificación con la humanidad y subraya también la necesidad de llegar a identificarse con el mundo no humano. Debemos, pues, aprender a mirar más allá de las creencias y presupuestos de nuestra sociedad contemporánea, más allá de la sabiduría convencional de nuestra época y lugar, y esto sólo puede lograrse mediante un proceso meditativo de cuestionamiento profundo. Sólo de este modo podremos alcanzar la plena madurez de nuestra personalidad y de nuestra singularidad.

Una sociedad nutricia y no dominante puede resultar sumamente útil en el "trabajo real" de llegar a convertirnos en personas íntegras. Este "trabajo real" puede ser definido simbólicamente como la realización del "ser en el Ser"(entendiendo por "Ser" la totalidad orgánica) y también podríamos resumir en una frase el proceso del pleno desarrollo del ser diciendo: "Yo no puedo salvarme mientras no lo hagan todos los individuos", (y entendiendo aquí por individuo no sólo al individuo humano sino -además de toda la humanidad- a las ballenas, los osos pardos, los ecosistemas de los bosques húmedos, las montañas, los ríos y el más diminuto de los miocrobios).

Igualdad biocéntrica:

La intuición de la igualdad biocéntrica afirma que todas las cosas tienen el mismo derecho a vivir, crecer y alcanzar sus propias formas individuales de expresión y autorrealización dentro del marco superior de la Autorrealización. Esta intuición básica se resume en la idea de que todos los organismos y entidades que pueblan la ecosfera participan de la misma totalidad interrelacionada y que, por consiguiente, tienen el mismo valor intrínseco.

Este concepto de igualdad biocéntrica está estrechamente relacionado con la noción de Autorrealización omni-inclusiva en el sentido de que, si dañamos a la naturaleza, en realidad nos estamos dañando a nosotros mismos. Desde este punto de vista, todo está interrelacionado y no existe frontera alguna. Pero, en la medida en que percibimos las cosas en tanto que entidades u organismos individuales, esta intuición nos conduce a respetar a todos los individuos -humanos y no humanos - como parte de la totalidad sin sentir la necesidad de establecer un orden jerárquico entre las distintas especies que se halle coronado por el ser humano.

Las implicaciones prácticas de esta intuición, o de esta norma, nos invitan a vivir causando el menor impacto posible sobre las otras especies y sobre el planeta en general. Entonces veremos otro de los aspectos de este principio fundamental: simple en medios y rico en objetivos.

En tanto que individuos y comunidades humanas tenemos necesidades vitales que van mucho más allá de la satisfacción de nuestras necesidades básicas -como el alimento y el abrigo, por ejemplo- necesidades entre las que se incluyen también el amor, el juego, la expresión creativa, la relación con un determinado paisaje (o con el conjunto de la naturaleza), la relación íntima con los demás seres humanos y la necesidad vital del desarrollo espiritual para llegar a devenir seres humanos maduros.

Es muy probable que nuestras necesidades vitales materiales sean mucho menores de lo que generalmente creemos. La abrumadora publicidad de las sociedades tecnocrático-industriales alimenta falsas necesidades y deseos destructivos que sólo sirven para aumentar la productividad y el consumo, lo cual, de hecho, no hace sino impedirnos afrontar de manera directa, objetiva y desde el principio, la necesidad de llevar a cabo un "trabajo real" de crecimiento y maduración espiritual.

La mayor parte de las personas no se sienten partícipes de las ideas propugnadas por la ecología profunda, pero reconocen, sin embargo, nuestra necesidad vital - y, en realidad, la necesidad vital que tiene toda forma de vida- de vivir en un entorno natural de calidad, generando la menor cantidad posible de residuos tóxicos, evitando la contaminación nuclear, el smog y la lluvia ácida y manteniendo los suficientes bosques como para poder permanecer en contacto con nuestras fuentes, con los ritmos naturales y con el flujo del tiempo y el espacio.

Las normas últimas propuestas por la ecología profunda se apoyan en una visión de la naturaleza, de la realidad y del lugar que ocupamos como individuos (múltiples en la unidad) en el esquema global de las cosas. Dichos principios no pueden ser abordados de un modo meramente intelectual sino que tan sólo pueden ser aprehendidos experiencialmente. El cuadro que presentamos a continuación resume la diferencia existente entre la visión del mundo predominante en nuestra sociedad y la visión que nos propone la ecología profunda.

Visión del mundo predominante
Dominio sobre la Naturaleza.
Entorno natural como fuente de provecho
Crecimiento económico/material en pos del crecimiento de la población.
Creencia de que los recursos son inagotables
Progreso y soluciones de carácter exclusivamente tecnológico
Consumismo

Ecología profunda
Armonía con la Naturaleza.
Toda forma natural tiene valor intrínseco/igualdad biocéntrica
Necesidades materiales simples (los objetivos materiales se hallan supeditados a la meta superior de la autorrealización).
Bienes terrenales finitos
Tecnología adecuada, ciencia no-dominante
Hacer con lo suficiente, reciclaje

Bill Devall y George Sessions
Extractado por Farid Azael de
Trascender el Ego
Editado por Roger Walsh y Frances Vaughan
Kairós.

Fuente: http://cocipe-coahuila.blogspot.com/2008/10/ecologa-profunda.html

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