La isla danesa de Samso logra autoabastecerse con los recursos procedentes de las energías limpias



Energía verde Un molino de viento se eleva en un campo de la isla danesa de Samso.
MARTIN BURLUND / REUTERS
SAMSO

Asegurarse la energía puede ser una preocupación en muchos países europeos, pero en la isla danesa de Samo, no. Allí, los 4.000 vecinos han logrado ser autosuficientes en energía renovable los próximos 10 años. El Gobierno local planteó el reto en 1997 y el proyecto fue ampliamente financiado por los impuestos locales y las inversiones individuales. Dinamarca es uno de los países más ricos de Europa. El PIB per cápita fue de 2.493 euros en el 2007.
Hoy por hoy, los isleños han demostrado que querer es poder y se han convertido en un escaparate global para una de las más preciadas industrias de exportación de Dinamarca, donde está la mayor fábrica de turbinas eólicas del mundo: Vestas. "Siempre pongo Samso como un ejemplo ambicioso de cómo se pueden superar los grandes retos que afronta nuestro país en la carrera hacía la independencia de los combustibles fósiles", explica Randy Udall, un activista estadounidense de energía sostenible. Udall, con base en Colorado, importa ideas de todo el mundo sobre cómo las comunidades pueden ser autosuficientes.
En Samso las turbinas eólicas giran por todas partes en los campos verdes y se elevan de las aguas picadas del mar del Norte. Centeno, trigo y paja son usados para calentar los edificios de una sola planta, mientras los paneles solares emergen por todos los lados sobre los tejados de tejas. "Samso se ha impuesto un agenda para el tema del cambio climático, y ha demostrado que es posible", afirma Soren Hermansen, director de la Academia de Energía de Samso y uno de los principales protagonistas del proyecto. Sin ninguna subvención en la construcción, los isleños invirtieron el equivalente de 56.000 millones de euros, 13.300 euros por ciudadano. "Esta inversión --que parece mucho para 4.000 habitantes-- en realidad no es tanto", explica el isleño Jörgen Tranberg, que se describe como un productor de leche y "propietario de un par de molinos de viento".
Samso era conocida por sus patatas de principios de temporada. Hoy, 11 molinos en tierra firme cubren toda la demanda en electricidad y el 70% de los hogares tienen calefacción que proviene de combustibles biológicos y de la energía solar.

Ganarle a la UE
Pese a que algunos hogares han conservado las calderas de petróleo para la calefacción y que los coches aún son de gasolina o gasóleo, los isleños exhiben orgullosos un saldo cero de emisiones de CO2. "Producimos mucha más electricidad de la necesaria. La que sobra se vende al continente", dice Hermansen.
Estos esfuerzos encajan con la política de la Unión Europea pero han sobrepasado los objetivos oficiales: la UE se comprometió a reducir sus emisiones de gas a una quinta parte antes del 2020 y dejarlas a los niveles de 1990. Quieren sacar esa quinta parte de energía de fuentes renovables. "Al principio, hace falta determinación y un espíritu positivo. Luego se han de poner las bases económicas para que el proyecto sea posible", afirma Tranberg, desde la cabina de mando de su turbina eólica.
Muchos isleños tienen hoy acciones en los molinos. Un viento más potente de lo previsto disminuyó el periodo de recuperación de la inversión. Según la Academia de Energía de Samso, una acción en una turbina eólica genera hoy 70 euros al año. "Lo hemos logrado porque hemos contratado buenos expertos buenos y hemos confiado en nuestro instinto", destaca Tranberg, que compró él mismo un molino de viento y, luego, una segunda turbina submarina con un socio.
También hubo beneficios secundarios para los isleños: se precisaba cemento para construir las bases de las turbinas y los paneles solares tenían que ser colocados. Lo que dio trabajo a los herreros y a los trabajadores del cemento para que se queden en la isla en un periodo de desaceleración económica.

Interés exterior
El proyecto ha suscitado mucho interés en el exterior, y ello ha ayudado a llamar la atención en otros países sobre el valor de la energía eólica danesa. Vestas calculó que la energía eólica constituirá 10% de la producción energética global en el 2020, frente al 1% actual, lo que representa un crecimiento del 20% a 25% en los próximos 12 años. "Usar recursos locales disponibles, producirlos de manera autosuficiente y exportar energía verde es algo que a otros países les gustaría ver", apunta Rudolf Gabrovec, embajador esloveno.

Foto: REUTERS / BOB STRONG

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