De cómo ganar la lucha del clima desde los movimientos de base




Harvey Wasserman
CounterPunch

La marcha más esperanzadora, diversa, fotogénica, vigorizante y a menudo hilarante a la que me he unido nunca en 52 años de activismo –y una de las más grandes, con unos 310.000 participantes- ha entregado un mensaje sencillo y claro: podemos liberar el planeta de combustibles fósiles y energía nuclear, lo haremos desde las bases, sabemos que, cuando menos, será sacrificado y difícil pero también que tendrá sus momentos de gran diversión.
Con nuestras vidas en juego y el planeta en peligro, nuestra especie ha respondido.
Por un lado, esta marcha pretendía de forma manifiesta influir en los responsables políticos. Es evidente que es parte del trabajo.
Pero lo que demostró ser en realidad fue un movimiento increíblemente amplio, diverso, imaginativo, perspicaz y poco convencional, con una profunda devoción por la causa y la persistencia y un gran talento para la diversión.
Pero como empuje viene de empujar –y es lo que se ha hecho-, nuestro futuro solartopiano habrá conseguido una victoria al mismo tiempo.
Oh…, sí, sí, sí… trataremos de influir en los responsables políticos. La ONU, la administración Obama, el comprado y alquilado Congreso, los sospechosos habituales…
Pero no vamos a estar rogando. Tiene que ser al revés.
Porque lo que debemos hacer, ante todo, es organizarnos desde las bases contra todas y cada una de las centrales contaminantes de energía, contra los permisos no solicitados, contra el irregular esquema de financiación, contra los repulsivos sobornos, contra las perforaciones que están matando el planeta, contra los reactores a punto de fundirse y contra muchas, muchas cosas más.
No vamos a ganar esa lucha por la supervivencia global con un gran triunfo sobre la avaricia y la hipocresía de las corporaciones; será necesario irlas abatiendo con un millón de heridas, con innumerables pequeñas victorias obtenidas día a día desde las invisibles bases populares. Tal y como el hombre dijo, esta revolución no va a televisarse.
A la marcha -buque insignia- de Manhattan se unieron manifestaciones hermanas por todo el mundo. Según todas las cuentas, millones de preocupados ciudadanos salieron para decir alto y claro que se acabó el debate:
Que el caos climático es un peligro evidente y actual.
Que está causado por el “Rey CONG” [siglas en inglés de carbón, petróleo, nucleares y el gas].
Que las corporaciones que nos amenazan a todos tienen que reestructurarse y rendir cuentas. Con la avaricia corporativa no puede impulsarse la economía. La identidad corporativa es un mito insostenible. El afán de lucro corporativo está en guerra con nuestra supervivencia.
Pero las energías renovables, bajo el control y propiedad comunitaria, pueden proporcionar energía verde al Planeta de forma limpia y barata, facilitando puestos de trabajo, prosperidad, equilibrio ecológico, además de paz y justicia social, sin las cuales ninguna transición verde podría llevarse a cabo.
Y llegará hasta nosotros a través de campañas locales contra todos y cada uno de los proyectos contaminantes, una con cada caso, lo que requerirá del inacabable, del riguroso y duro trabajo de una ciudadanía volcada en esa lucha.
La magia del momento de hoy en Nueva York fue su alegre diversidad, su brillantez e inagotable encanto. Un cruce entre un mitin político y un mes de martes de carnaval. Había carrozas, bailes sincronizados, atrevidos eslóganes, gritos, canciones, trajes coloristas, bandas de música, abrazos, padres con sus niños y un sudoroso joven disfrazado de gorila.
Pero, sobre todo, había alegría, mucha alegría, lo que significa optimismo… lo que significa que creemos que podemos ganar… que es el mejor indicador de que vamos a ganar.
Fue una marcha de la ciudadanía normal y corriente, muchos habían hecho un largo viaje, pasando grandes incomodidades y soportando gastos, pero profundizando en el proceso de convertirse en organizadores comunitarios, interventores, denunciantes, desobedientes civiles, recaudadores de fondos, oradores espontáneos, escritores de cartas y cualquier cosa que podamos necesitar para conseguir superar esta horrible enfermedad corporativa.
La gente que vi, entrevisté y con la que fui montado en el autobús (desde la zona central de Ohio, conseguí la última plaza) está trabajando a nivel local aunque pensando a nivel global. Constituyen el sistema inmunológico planetario de nuestras especies.
En la marcha se dijo que ahora somos un movimiento maduro con un gran sentido de misión, diversidad y autocontrol.
Que sabemos cuál es el problema.
Que sabemos quiénes son los criminales.
Que sabemos cuáles son las soluciones y que sabemos que funcionan.
¿Será suficiente?
El tiempo lo dirá. Tendremos, como siempre, que luchar encarnizadamente. Será duro, como poco.
Pero, por favor, a lo largo del camino, ¡tengamos muchas marchas como ésta! 

Harvey Franklin Wasserman (1945) es periodista, escritor, activista por la democracia y defensor de las energías renovables. Ha sido uno de los estrategas y organizadores del movimiento antinuclear en Estados Unidos. Es editor de Nukefree.org y autor del libro Solartopia! Our Green-Powered Eart. Fuente: http://www.counterpunch.org/2014/09/23/how-to-win-the-climate-fight/ Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández. - Imagen:  www.librered.net

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