Abejas amenazadas: de cuando el zorro (Monsanto) compró el gallinero (Beeologics)
Por: Terra
Si se tratara de una novela, el público criticaría la trama por parecer demasiado exagerada: productivas colonias de abejas desaparecen de la noche al día sin dejar rastro, los cuerpos de las víctimas nunca se encuentran. Pero no es ficción, es lo que está sucediendo en un tercio de las colmenas comerciales de abejas en Estados Unidos, -más de un millón de colonias de cada año-, y en similares proporciones en la Unión Europea. Colmenas aparentemente sanas vuelan para no volver nunca más. La abeja reina y madre de la colmena es abandonada a su suerte y muere de hambre.
Miles de científicos han estado investigando este caso durante los últimos 15 años, tratando de determinar por qué las abejas del mundo están desapareciendo en cantidades alarmantes. "Ésta es la mayor amenaza para nuestro suministro de alimentos", según Kevin Hackett, el líder del programa de abejas y polinización del Departamento de Agricultura estadounidense.
Hasta hace poco, las evidencias encontradas no eran concluyentes sobre las causas que provocan el misterioso "desorden del colapso de colonias" (CCD, Colony Collapse Disorder en inglés y "síndrome de despoblamiento de las colmenas", en español), que amenaza el futuro de todo el mundo apícola. Sin embargo, varios estudios recientes señalan con el dedo acusador a un culpable que muchos han sospechado desde el principio: una clase de pesticidas conocidos como neonicotinoides.
Los efectos de los herbicidas
¿Por qué uno de los mayores proveedores de pesticidas, semillas genéticamente modificadas y agroquímicos del mundo, como Monsanto, quiere comprar una empresa que ha estado buscando soluciones a las crecientes amenazas sobre la población de abejas del mundo, como Beelogics?
La portavoz de Monsanto Kelli Powers dice que es para echar una mano a la nueva empresa, y por eso la adquirieron en septiembre de 2011. Beeologics desarrolló un producto llamado Remembee, un agente antiviral que proclaman que ayudará a contener la marea de CCD que ha llevado a la desaparición de millones de abejas durante la década pasada. La raíz del problema, sin embargo, puede no ser el virus al que apunta este producto Remembee, -un agente químico que interfiere en el ARN, un mecanismo que bloquea la expresión de los genes de las abejas-, sino que el causante del CCD sean los herbicidas e insecticidas agroquímicos que empresas gigantes como Monsanto, Dow y Bayer han estado vendiendo y promoviendo entre los agricultores de todo el mundo.
Ésta es la conclusión de cuatro estudios recientes que implican a una clase de pesticidas neurotóxicos, llamados neonicotinoides o "neonics", que se han aplicado actualmente en 142 millones de hectáreas de maíz, trigo, soja y algodón, solamente en EE.UU. Estos pesticidas también son un ingrediente común en una amplia variedad de productos de jardinería doméstica en todo el mundo. Según las conclusiones de la investigación que se publicó en la revista Science en marzo de 2012 (Field Research on Bees Raises Concern About Low-Dose Pesticides), los pesticidas neonics son absorbidos por el sistema vascular de las plantas y contaminan el polen y el néctar que las abejas encuentran durante sus vuelos. Los neonics son un veneno para el sistema nervioso de estos polinizadores, desorientan a sus víctimas, y parecen dañar la habilidad de orientación de las abejas, -lo que puede ayudar a explicar su misterioso fracaso en conseguir regresar a la colmena.
En otro estudio realizado por entomólogos de la Universidad de Purdue y publicado en la revista Environmental Science and Technology de la American Chemical Society (Assessment of the environmental exposure of honeybees to particulate matter containing neonicotinoid insecticides coming from corn coated seeds), los científicos encontraron que el polvo que estos pesticidas neonics liberan al aire en el momento de la siembra tuvo "efectos letales compatibles con el fenómeno de las pérdidas de colonias observados por los apicultores." Observaron como las abejas en las colmenas infectadas presentaban temblores, falta de coordinación y convulsiones; todos los síntomas de una intoxicación aguda por este insecticida.
Un tercer estudio de la Escuela de Salud Pública de Harvard recreó el desorden del colapso de colonias en varias colmenas de abejas simplemente mediante la administración de pequeñas dosis de un pesticida neonic popular, el imidacloprid. Observaron cómo con la simple aplicación de imidacloprid en una colonia de abejas, éstas presentaban los mismos signos que una colmena con CCD. Este estudio seguía el camino abierto por dos estudios anteriores sobre abejas reinas perdidas y abejas que se perdían en su camino de vuelta a la colmena.
Otro estudio publicado en la revista Nature, ofreció nuevas claves en octubre de 2012 para entender cómo perjudican estos plaguicidas a las colonias de polinizadores. Los abejorros mueren el doble al exponerse a una combinación de pesticidas comunes, como neonicotinoides y piretroides, y ven mermada su capacidad para la recoleción de alimentos, según este trabajo de la Universidad de Londres. En muchos casos, las abejas intoxicadas mueren al regresar a la colmena, pero en otros muchos los insecticidas provocan que la abeja se desoriente tanto, que no sea siquiera capaz de volver.
Los estudiosanteriormente citados muestran una relación clara entre el uso de pesticidas en el campo, -en comparación con el laboratorio-, y los grandes descensos en el número de abejas en las colmenas. Al igual que muchos productos químicos, sólo porque los plaguicidas neonicotinoides no matan a las abejas inmediatamente en el laboratorio de ensayos, no significa que no tengan un impacto desastroso. Estos estudios plantean preguntas a los actuales procedimientos de autorización de productos plaguicidas. Hasta el momento, sólo se exige a los fabricantes que aseguren que las dosis encontradas en el campo no matan a las abejas, pero ignoran las consecuencias de las dosis que no las mata, pero que les puede causar problemas de conducta.
Además, cuando se usan, los pesticidas neonicotinoides se vuelven omnipresentes en el ambiente y pueden persistir durante meses o años. Estos pesticidas sistémicos se transfieren a todos los tejidos a medida que las plantas crecen y, eventualmente, contaminan el néctar y el polen. No solo las abejas libando miel están expuestas directamente, sino también el resto de la colmena que, al regresar estos individuos intercambian material contaminado.
Otros causantes del colapso de colonias de abejas
Aunque estos estudios sugieren que los herbicidas son culpables, los científicos advierten que el síndrome de despoblamiento de colmenas es un fenómeno complejo con múltiples causas. Éstas van desde la pérdida de hábitats de abejas silvestres, hasta el debilitamiento de los sistemas inmunitarios de las abejas, como resultado de la mala alimentación (las abejas comerciales son frecuentemente alimentadas con jarabe de maíz rico en fructosa y con pesticidas, en lugar de su propia miel), y también debido a las técnicas de la apicultura moderna, que incluyen la inseminación artificial de reinas, y la consiguiente pérdida de la diversidad genética en la población de abejas. Las abejas comerciales también se espolvorean con venenos químicos para controlar los ácaros y otros agentes patógenos que han florecido en las colonias comerciales debido al hacinamiento.
Algunos científicos también han señalado con el dedo al maíz Roundup Ready modificado genéticamente que ingieren las abejas, y que contiene un potente insecticida dentro de su estructura genética. Las semillas de Roundup son fabricados por Monsanto, y actualmente están plantadas en amplias franjas de Estados Unidos y en otros campos del mundo.
La estrategia de Monsanto
Así que, con los productos de Monsanto entre los principales sospechosos en el síndrome del despoblamiento de colmenas, uno se podría preguntar: ¿por qué la multinacional compró una empresa que ha sido un actor clave en la investigación de este trastorno, así como del virus israelí de la parálisis aguda, otro flagelo de las abejas?
"Estamos absolutamente comprometidos con el trabajo existente en Beeologics '", dijo la portavoz de Monsanto Kelli Powers. Sin embargo, uno tiene que preguntarse si ser dueño de una empresa dedicada a arrojar luz sobre el problema de las abejas podría servir a los intereses de Monsanto para permitirle cubrir su propia complicidad en el problema. Esperemos que Monsanto sea tan bueno como su palabra y use esta compañía que adquirió a finales de 2011 para llegar con confianza al fondo del misterio de las abejas que desaparecen. Pero si la historia nos sirve de guía, hay pocos motivos para el optimismo. El organismo de vigilancia de grupos de salud "Natural Society" calificó a Monsanto como "la peor en 2011 por su continuado trabajo en amenazar la salud humana y el medio ambiente".
Avances en el control de pesticidas que afectan la polinización
En 1923, Rudolph Steiner, el fundador alemán de la agricultura biodinámica, un precursor del movimiento orgánico moderno, predijo que dentro de cien años las técnicas industriales utilizadas para criar abejas conduciría a un colapso de la especie. Su profecía ha dado justo en el blanco...
Las abejas de la miel han sido comparadas con los canarios en la mina de carbón. Su desaparición es la forma que tiene la naturaleza de decirnos que las condiciones se han deteriorado en el mundo que nos rodea. Las abejas no sobrevivirán mucho tiempo si no cambiamos nuestras prácticas de cría comerciales y eliminamos las toxinas mortales de su entorno. Una muerte masiva de estos polinizadores pondría en peligro los suministros mundiales de alimentos y devastaría ecosistemas completos que dependen de ellos. La pérdida de estas criaturas podría rivalizar con el cambio climático en su impacto sobre la vida en la Tierra.
Sin embargo, esto es un desastre que no es necesario que ocurra. En Alemania y Italia ya se ha restringido el uso de los plaguicidas que han sido relacionados con la muerte de las abejas. Francia ha prohibido su uso, Reino Unido asegura que no provocan daño, y en EEUU siguen estudiando la materia. Todavía hay tiempo para salvar a las abejas, trabajando con la naturaleza y no contra ella, según el ambientalista Bill McKibben: "Pasado un cierto punto, no podemos hacer que la naturaleza se ajuste a nuestro modelo industrial. El colapso de las colmenas es una advertencia, y la astucia de unos pocos apicultores en encontrar la manera de trabajar con las abejas no como dueños, sino como socios, muestra un camino de esperanza para muchos de nuestros problemas ecológicos ".
Las situación de las abejas en España y Europa
Ni España, ni la Unión Europea han prohibido estos pesticidas neurotóxicos neonicotinoides. Algunos países de Europa ya habían limitado su uso para no perjudicar a las abejas, pero el informe que presentó en enero de este año 2013 la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA por sus siglas en inglés) señala el camino para que la Comisión Europea actúe de algún modo contra estos insecticidas. La EFSA se ha centrado en tres productos herbicidas (tiametoxam, imidacloprid y clotianidina), evaluando sus efectos en determinados puntos de contacto con las abejas, y ha recomendado que se limite su uso en determinados cultivos, semillas y escenarios. Por ejemplo, la autoridad europea considera inaceptable el uso de estos pesticidas sobre cultivos donde el polen y el néctar sean atractivos para las abejas.
El síndrome de despoblamiento de colmenas, que en España mata al 25%-30% de las abejas cada año, es un problema multifactorial y de escala global, y no sería responsabilidad exclusiva de los pesticidas como hemos comentado. Las sequías, la merma de superficie verde, las especies invasoras y los patógenos, también tienen su parte de culpa. Se calcula que las abejas realizan un trabajo gratuito que, solo en España, genera 3.000 millones de euros anuales en favor de la agricultura. De ahí que el Gobierno español haya lanzado un programa piloto de estudio del estado de las colonias que comenzó en otoño de 2012 y que pondrá la lupa sobre 200 explotaciones apícolas de todo el país. En todo caso, la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) en España ha pedido reiteradamente aportar documentación sobre la alta toxicidad que sufren en España las colonias de abejas melíferas por el uso y la falta de control de los insecticidas clotianidina, tiametoxam, fipronil y imidacloprid, -moléculas autorizadas por la UE que se utilizan en el tratamiento de semillas y en numerosos cultivos para combatir plagas de forma puntual.
Aunque las empresas dedicadas a la producción de estos insecticidas, como Bayer y Syngenta, ya tenían preparadas sus respectivas notas de respuesta para el momento en que la EFSA hiciera público su informe, estas compañías consideran una victoria que la EFSA no haya recomendado prohibir sus productos, e insisten en los beneficios que sus plaguicidas proporcionan para la eficiente producción de alimentos. Calculan que la prohibición de estos pesticidas en la UE provocaría pérdidas de 17.000 millones de euros y la desaparición de 50.000 puestos de trabajo por el daño causado a la agricultura. Consideran que los principales responsables de la pérdida de abejas son las enfermedades que las atacan y aseguran que el uso correcto y mesurado de sus productos no es nocivo para las colmenas.
Con el informe de EFSA en la mano, el futuro de los neonicotinoides está en manos de la Comisión Europea. El 15 de marzo de 2013, la propuesta destinada a proteger las abejas de los pesticidas tóxicos en Europa no logró el apoyo de la mayoría necesaria, -Alemania, el Reino Unido y otros gobiernos se abstuvieron o votaron en contra. Pero la Comisión Europea llevará la decisión a un comité de apelación y aún hay posibilidades de que pueda adoptarse.
Prohibición temporal de los plaguicidas en Europa - [actualización Mayo 2013]
Los tres plaguicidas neonicotinoides, -imidacloprid, clotianidina y tiametoxam-, son producidos principalmente por la alemana Bayer y la suiza Syngenta. En los informes científicos publicados a principios de este año 2013, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) dijo que los tres neonicotinoides plantean "riesgos agudos altos" para las abejas en determinado cultivo utiliza. Estos informes de la EFSA desencadenaron una propuesta de la Comisión sobre la prohibición de las tres sustancias. El 29 de abril de 2013, los representantes de los 27 gobiernos nacionales de la UE no lograron llegar a un consenso sobre la conveniencia o no de imponer una sanción de dos años en los neonicotinoides, -con 15 votos a favor de la propuesta.
Aunque la mayoría de los Estados miembros de la empresa apoya la propuesta de la Comisión, no se alcanzó la mayoría cualificada necesaria. En consecuencia, la Comisión emitirá sólo una prohibición temporal de los pesticidas neonicotinoides, que solo podrán comercializarse o usarse bajo estrictas restricciones a partir de diciembre 2013.
Existe una inciativa para firmar en Change.org y otra iniciativa para firmar en Avaaz.org para tratar que la Comisión Europea prohíba los plaguicidas neonicotinoides.
Si se tratara de una novela, el público criticaría la trama por parecer demasiado exagerada: productivas colonias de abejas desaparecen de la noche al día sin dejar rastro, los cuerpos de las víctimas nunca se encuentran. Pero no es ficción, es lo que está sucediendo en un tercio de las colmenas comerciales de abejas en Estados Unidos, -más de un millón de colonias de cada año-, y en similares proporciones en la Unión Europea. Colmenas aparentemente sanas vuelan para no volver nunca más. La abeja reina y madre de la colmena es abandonada a su suerte y muere de hambre.
Miles de científicos han estado investigando este caso durante los últimos 15 años, tratando de determinar por qué las abejas del mundo están desapareciendo en cantidades alarmantes. "Ésta es la mayor amenaza para nuestro suministro de alimentos", según Kevin Hackett, el líder del programa de abejas y polinización del Departamento de Agricultura estadounidense.
Hasta hace poco, las evidencias encontradas no eran concluyentes sobre las causas que provocan el misterioso "desorden del colapso de colonias" (CCD, Colony Collapse Disorder en inglés y "síndrome de despoblamiento de las colmenas", en español), que amenaza el futuro de todo el mundo apícola. Sin embargo, varios estudios recientes señalan con el dedo acusador a un culpable que muchos han sospechado desde el principio: una clase de pesticidas conocidos como neonicotinoides.
Los efectos de los herbicidas
¿Por qué uno de los mayores proveedores de pesticidas, semillas genéticamente modificadas y agroquímicos del mundo, como Monsanto, quiere comprar una empresa que ha estado buscando soluciones a las crecientes amenazas sobre la población de abejas del mundo, como Beelogics?
La portavoz de Monsanto Kelli Powers dice que es para echar una mano a la nueva empresa, y por eso la adquirieron en septiembre de 2011. Beeologics desarrolló un producto llamado Remembee, un agente antiviral que proclaman que ayudará a contener la marea de CCD que ha llevado a la desaparición de millones de abejas durante la década pasada. La raíz del problema, sin embargo, puede no ser el virus al que apunta este producto Remembee, -un agente químico que interfiere en el ARN, un mecanismo que bloquea la expresión de los genes de las abejas-, sino que el causante del CCD sean los herbicidas e insecticidas agroquímicos que empresas gigantes como Monsanto, Dow y Bayer han estado vendiendo y promoviendo entre los agricultores de todo el mundo.
Ésta es la conclusión de cuatro estudios recientes que implican a una clase de pesticidas neurotóxicos, llamados neonicotinoides o "neonics", que se han aplicado actualmente en 142 millones de hectáreas de maíz, trigo, soja y algodón, solamente en EE.UU. Estos pesticidas también son un ingrediente común en una amplia variedad de productos de jardinería doméstica en todo el mundo. Según las conclusiones de la investigación que se publicó en la revista Science en marzo de 2012 (Field Research on Bees Raises Concern About Low-Dose Pesticides), los pesticidas neonics son absorbidos por el sistema vascular de las plantas y contaminan el polen y el néctar que las abejas encuentran durante sus vuelos. Los neonics son un veneno para el sistema nervioso de estos polinizadores, desorientan a sus víctimas, y parecen dañar la habilidad de orientación de las abejas, -lo que puede ayudar a explicar su misterioso fracaso en conseguir regresar a la colmena.
En otro estudio realizado por entomólogos de la Universidad de Purdue y publicado en la revista Environmental Science and Technology de la American Chemical Society (Assessment of the environmental exposure of honeybees to particulate matter containing neonicotinoid insecticides coming from corn coated seeds), los científicos encontraron que el polvo que estos pesticidas neonics liberan al aire en el momento de la siembra tuvo "efectos letales compatibles con el fenómeno de las pérdidas de colonias observados por los apicultores." Observaron como las abejas en las colmenas infectadas presentaban temblores, falta de coordinación y convulsiones; todos los síntomas de una intoxicación aguda por este insecticida.
Un tercer estudio de la Escuela de Salud Pública de Harvard recreó el desorden del colapso de colonias en varias colmenas de abejas simplemente mediante la administración de pequeñas dosis de un pesticida neonic popular, el imidacloprid. Observaron cómo con la simple aplicación de imidacloprid en una colonia de abejas, éstas presentaban los mismos signos que una colmena con CCD. Este estudio seguía el camino abierto por dos estudios anteriores sobre abejas reinas perdidas y abejas que se perdían en su camino de vuelta a la colmena.
Otro estudio publicado en la revista Nature, ofreció nuevas claves en octubre de 2012 para entender cómo perjudican estos plaguicidas a las colonias de polinizadores. Los abejorros mueren el doble al exponerse a una combinación de pesticidas comunes, como neonicotinoides y piretroides, y ven mermada su capacidad para la recoleción de alimentos, según este trabajo de la Universidad de Londres. En muchos casos, las abejas intoxicadas mueren al regresar a la colmena, pero en otros muchos los insecticidas provocan que la abeja se desoriente tanto, que no sea siquiera capaz de volver.
Los estudiosanteriormente citados muestran una relación clara entre el uso de pesticidas en el campo, -en comparación con el laboratorio-, y los grandes descensos en el número de abejas en las colmenas. Al igual que muchos productos químicos, sólo porque los plaguicidas neonicotinoides no matan a las abejas inmediatamente en el laboratorio de ensayos, no significa que no tengan un impacto desastroso. Estos estudios plantean preguntas a los actuales procedimientos de autorización de productos plaguicidas. Hasta el momento, sólo se exige a los fabricantes que aseguren que las dosis encontradas en el campo no matan a las abejas, pero ignoran las consecuencias de las dosis que no las mata, pero que les puede causar problemas de conducta.
Además, cuando se usan, los pesticidas neonicotinoides se vuelven omnipresentes en el ambiente y pueden persistir durante meses o años. Estos pesticidas sistémicos se transfieren a todos los tejidos a medida que las plantas crecen y, eventualmente, contaminan el néctar y el polen. No solo las abejas libando miel están expuestas directamente, sino también el resto de la colmena que, al regresar estos individuos intercambian material contaminado.
Otros causantes del colapso de colonias de abejas
Aunque estos estudios sugieren que los herbicidas son culpables, los científicos advierten que el síndrome de despoblamiento de colmenas es un fenómeno complejo con múltiples causas. Éstas van desde la pérdida de hábitats de abejas silvestres, hasta el debilitamiento de los sistemas inmunitarios de las abejas, como resultado de la mala alimentación (las abejas comerciales son frecuentemente alimentadas con jarabe de maíz rico en fructosa y con pesticidas, en lugar de su propia miel), y también debido a las técnicas de la apicultura moderna, que incluyen la inseminación artificial de reinas, y la consiguiente pérdida de la diversidad genética en la población de abejas. Las abejas comerciales también se espolvorean con venenos químicos para controlar los ácaros y otros agentes patógenos que han florecido en las colonias comerciales debido al hacinamiento.
Algunos científicos también han señalado con el dedo al maíz Roundup Ready modificado genéticamente que ingieren las abejas, y que contiene un potente insecticida dentro de su estructura genética. Las semillas de Roundup son fabricados por Monsanto, y actualmente están plantadas en amplias franjas de Estados Unidos y en otros campos del mundo.
La estrategia de Monsanto
Así que, con los productos de Monsanto entre los principales sospechosos en el síndrome del despoblamiento de colmenas, uno se podría preguntar: ¿por qué la multinacional compró una empresa que ha sido un actor clave en la investigación de este trastorno, así como del virus israelí de la parálisis aguda, otro flagelo de las abejas?
"Estamos absolutamente comprometidos con el trabajo existente en Beeologics '", dijo la portavoz de Monsanto Kelli Powers. Sin embargo, uno tiene que preguntarse si ser dueño de una empresa dedicada a arrojar luz sobre el problema de las abejas podría servir a los intereses de Monsanto para permitirle cubrir su propia complicidad en el problema. Esperemos que Monsanto sea tan bueno como su palabra y use esta compañía que adquirió a finales de 2011 para llegar con confianza al fondo del misterio de las abejas que desaparecen. Pero si la historia nos sirve de guía, hay pocos motivos para el optimismo. El organismo de vigilancia de grupos de salud "Natural Society" calificó a Monsanto como "la peor en 2011 por su continuado trabajo en amenazar la salud humana y el medio ambiente".
Avances en el control de pesticidas que afectan la polinización
En 1923, Rudolph Steiner, el fundador alemán de la agricultura biodinámica, un precursor del movimiento orgánico moderno, predijo que dentro de cien años las técnicas industriales utilizadas para criar abejas conduciría a un colapso de la especie. Su profecía ha dado justo en el blanco...
Las abejas de la miel han sido comparadas con los canarios en la mina de carbón. Su desaparición es la forma que tiene la naturaleza de decirnos que las condiciones se han deteriorado en el mundo que nos rodea. Las abejas no sobrevivirán mucho tiempo si no cambiamos nuestras prácticas de cría comerciales y eliminamos las toxinas mortales de su entorno. Una muerte masiva de estos polinizadores pondría en peligro los suministros mundiales de alimentos y devastaría ecosistemas completos que dependen de ellos. La pérdida de estas criaturas podría rivalizar con el cambio climático en su impacto sobre la vida en la Tierra.
Sin embargo, esto es un desastre que no es necesario que ocurra. En Alemania y Italia ya se ha restringido el uso de los plaguicidas que han sido relacionados con la muerte de las abejas. Francia ha prohibido su uso, Reino Unido asegura que no provocan daño, y en EEUU siguen estudiando la materia. Todavía hay tiempo para salvar a las abejas, trabajando con la naturaleza y no contra ella, según el ambientalista Bill McKibben: "Pasado un cierto punto, no podemos hacer que la naturaleza se ajuste a nuestro modelo industrial. El colapso de las colmenas es una advertencia, y la astucia de unos pocos apicultores en encontrar la manera de trabajar con las abejas no como dueños, sino como socios, muestra un camino de esperanza para muchos de nuestros problemas ecológicos ".
Las situación de las abejas en España y Europa
Ni España, ni la Unión Europea han prohibido estos pesticidas neurotóxicos neonicotinoides. Algunos países de Europa ya habían limitado su uso para no perjudicar a las abejas, pero el informe que presentó en enero de este año 2013 la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA por sus siglas en inglés) señala el camino para que la Comisión Europea actúe de algún modo contra estos insecticidas. La EFSA se ha centrado en tres productos herbicidas (tiametoxam, imidacloprid y clotianidina), evaluando sus efectos en determinados puntos de contacto con las abejas, y ha recomendado que se limite su uso en determinados cultivos, semillas y escenarios. Por ejemplo, la autoridad europea considera inaceptable el uso de estos pesticidas sobre cultivos donde el polen y el néctar sean atractivos para las abejas.
El síndrome de despoblamiento de colmenas, que en España mata al 25%-30% de las abejas cada año, es un problema multifactorial y de escala global, y no sería responsabilidad exclusiva de los pesticidas como hemos comentado. Las sequías, la merma de superficie verde, las especies invasoras y los patógenos, también tienen su parte de culpa. Se calcula que las abejas realizan un trabajo gratuito que, solo en España, genera 3.000 millones de euros anuales en favor de la agricultura. De ahí que el Gobierno español haya lanzado un programa piloto de estudio del estado de las colonias que comenzó en otoño de 2012 y que pondrá la lupa sobre 200 explotaciones apícolas de todo el país. En todo caso, la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) en España ha pedido reiteradamente aportar documentación sobre la alta toxicidad que sufren en España las colonias de abejas melíferas por el uso y la falta de control de los insecticidas clotianidina, tiametoxam, fipronil y imidacloprid, -moléculas autorizadas por la UE que se utilizan en el tratamiento de semillas y en numerosos cultivos para combatir plagas de forma puntual.
Aunque las empresas dedicadas a la producción de estos insecticidas, como Bayer y Syngenta, ya tenían preparadas sus respectivas notas de respuesta para el momento en que la EFSA hiciera público su informe, estas compañías consideran una victoria que la EFSA no haya recomendado prohibir sus productos, e insisten en los beneficios que sus plaguicidas proporcionan para la eficiente producción de alimentos. Calculan que la prohibición de estos pesticidas en la UE provocaría pérdidas de 17.000 millones de euros y la desaparición de 50.000 puestos de trabajo por el daño causado a la agricultura. Consideran que los principales responsables de la pérdida de abejas son las enfermedades que las atacan y aseguran que el uso correcto y mesurado de sus productos no es nocivo para las colmenas.
Con el informe de EFSA en la mano, el futuro de los neonicotinoides está en manos de la Comisión Europea. El 15 de marzo de 2013, la propuesta destinada a proteger las abejas de los pesticidas tóxicos en Europa no logró el apoyo de la mayoría necesaria, -Alemania, el Reino Unido y otros gobiernos se abstuvieron o votaron en contra. Pero la Comisión Europea llevará la decisión a un comité de apelación y aún hay posibilidades de que pueda adoptarse.
Prohibición temporal de los plaguicidas en Europa - [actualización Mayo 2013]
Los tres plaguicidas neonicotinoides, -imidacloprid, clotianidina y tiametoxam-, son producidos principalmente por la alemana Bayer y la suiza Syngenta. En los informes científicos publicados a principios de este año 2013, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) dijo que los tres neonicotinoides plantean "riesgos agudos altos" para las abejas en determinado cultivo utiliza. Estos informes de la EFSA desencadenaron una propuesta de la Comisión sobre la prohibición de las tres sustancias. El 29 de abril de 2013, los representantes de los 27 gobiernos nacionales de la UE no lograron llegar a un consenso sobre la conveniencia o no de imponer una sanción de dos años en los neonicotinoides, -con 15 votos a favor de la propuesta.
Aunque la mayoría de los Estados miembros de la empresa apoya la propuesta de la Comisión, no se alcanzó la mayoría cualificada necesaria. En consecuencia, la Comisión emitirá sólo una prohibición temporal de los pesticidas neonicotinoides, que solo podrán comercializarse o usarse bajo estrictas restricciones a partir de diciembre 2013.
Existe una inciativa para firmar en Change.org y otra iniciativa para firmar en Avaaz.org para tratar que la Comisión Europea prohíba los plaguicidas neonicotinoides.
Información elaborada a partir de varios artículos: The Fox (Monsanto) Buys the Chicken Coop (Beeologics) de Richard Schiffmann en The Huffington Post, Mystery of the disappearing bees: Solved! de Richard Schiffmann en Reuters, COAG reclama al Ministerio de Agricultura controles específicos para comprobar la exposición real de las abejas melíferas a los insecticidas neurotóxicos, fabricados por multinacionales como Bayer del Gabinete de Comunicación de Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG), La UE relaciona los pesticidas con la muerte masiva de las abejas, de Javier Salas en Materia. Actualización Mayo 2013 desde www.euractiv.com
http://www.terra.org - Imagenes: Una abeja etiqueta con un microchip RFID para el seguimiento de sus movimientos. Foto © Science / AAAS. - Abejas entrando en un colmenar en Alemania. Foto de Björn Appel. - Recogida de abejas muertas en un colmenar cerca de Xátiva (Valencia). Fuente: COAG.
http://www.terra.org - Imagenes: Una abeja etiqueta con un microchip RFID para el seguimiento de sus movimientos. Foto © Science / AAAS. - Abejas entrando en un colmenar en Alemania. Foto de Björn Appel. - Recogida de abejas muertas en un colmenar cerca de Xátiva (Valencia). Fuente: COAG.