Siria en la mira: Haciendo del mundo un lugar seguro para los banksters
Por Ellen Brown
Irak y Libia han sido eliminados, e Irán ha sido fuertemente boicoteado. Siria está ahora en la mira. ¿Por qué? He aquí un escenario que se pasa por alto. Al igual que Libia e Irak antes de su captura, Siria e Irán tienen bancos centrales de propiedad estatal que emiten la moneda nacional y están bajo el control del Gobierno.
Los poderes del capitalismo financiero tenían otro objetivo de gran alcance, nada menos que crear un sistema mundial de control financiero en manos privadas, capaz de dominar el sistema político de cada país y la economía del mundo en su conjunto. — Profesor Caroll Quigley, Georgetown University, Tragedy and Hope (1966)
En un artículo de agosto de 2013 titulado Larry Summers and the Secret ‘End-game’ Memo, Greg Palast publicó la evidencia de un plan secreto de finales de los años noventa ideado por Wall Street y funcionarios del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos, para abrir la banca al lucrativo negocio de los derivados. Para llevar a cabo esto se requería de la relajación de las regulaciones bancarias, no sólo en los Estados Unidos sino a nivel mundial. El vehículo que sería utilizado fue el Acuerdo de Servicios Financieros (FSA por sus siglas en inglés) de la Organización Mundial del Comercio.
El ‘juego final’ requeriría no sólo de coaccionar el apoyo entre los miembros de la OMC, sino eliminar a aquellos países que se negaran a unirse. Algunos países clave seguían resistiéndose a la OMC, incluyendo Irak, Libia, Irán y Siria. En estos países islámicos, los bancos son en su mayoría de propiedad estatal, y la ‘usura’, cobrar por el ‘uso’ del dinero, es vista como un pecado, si no como delito. Esto les pone en conflicto con el modelo occidental de extracción rentística por parte de intermediarios privados. Los bancos de propiedad pública son también una amenaza para el creciente negocio de los derivados, ya que los gobiernos con sus propios bancos, no necesitan de swaps sobre las tasas de interés, instrumentos de cobertura de incumplimiento crediticio (credit default swaps), o calificaciones de grado de inversión por agencias privadas de calificación con el fin de financiar sus operaciones.
La desregulación bancaria procedió según lo previsto, y el negocio de los derivados, promulgado e incentivado por el Gobierno, creció hasta un esquema piramidal de 700 billones de dólares. Altamente apalancado, completamente desregulado y peligrosamente insostenible, colapsó en 2008, cuando el banco de inversión Lehman Brothers se declaró en quiebra, llevándose a un gran segmento de la economía global consigo. Los países que lograron escapar, fueron aquellos sostenidos por los modelos de banca pública por fuera de la red bancaria internacional. No todos estos países eran islámicos. El 40% de los bancos de todo el mundo son de propiedad pública. Están en gran parte en los países BRIC (Brasil, Rusia, India y China), que albergan al 40% de la población mundial. También escaparon de la crisis crediticia de 2008, pero al menos hicieron la pantomima de ajustarse a las normas bancarias occidentales. Este no fue el caso de las ‘forajidas’ naciones islámicas, en donde la usura fue prohibida por las enseñanzas islámicas. Para hacer del mundo un lugar seguro para la usura, estos estados forajidos tenían que ser silenciados por otros medios. Al no haber podido sucumbir ante la coerción económica, terminaron en la mira del poderío militar de los Estados Unidos.
He aquí algunos datos en apoyo de esta tesis.
La nota del juego final
En su artículo del 22 de agosto, Greg Palast publicó una captura de pantalla de una nota de 1997 de Timothy Geithner, entonces Secretario Asistente de Asuntos Internacionales bajo Robert Rubin, y este bajo Larry Summers, entonces Secretario Adjunto del Tesoro. Geithner se refirió en la nota al ‘juego final de las negociaciones sobre servicios financieros de la OMC’, e instó a Summers a ponerse en contacto con los directores ejecutivos de Goldman Sachs, Merrill Lynch, Bank of America, Citibank y Chase Manhattan Bank, de quienes sus números de teléfono privados fueron proporcionados.
El juego de entonces era la desregulación de los bancos para que pudieran apostar en el nuevo campo lucrativo de los derivados. Para lograr esto se requería, en primer lugar, la derogación de la ley Glass-Steagall de 1933, que impuso una barrera entre la banca de inversión y banca de depósitos con el fin de proteger los fondos de los depositantes de las apuestas bancarias. Pero el plan requería de algo más que la simple desregulación de los bancos estadounidenses. Los controles bancarios tenían que ser eliminados a nivel mundial, para que el dinero no se fuera a las naciones con leyes bancarias más seguras. El ‘juego final’ era lograr esta desregulación global a través de una oscura adenda a los acuerdos comerciales internacionales implementados por la Organización Mundial del Comercio, llamada Acuerdo de Servicios Financieros. Palast escribió:
Hasta que los banqueros comenzaron con su juego, los acuerdos de la OMC simplemente trataban con el comercio de bienes, esto es, mis automóviles por sus bananos. Las nuevas reglas, creadas por Summers y los bancos, obligarían a todas las naciones a aceptar el comercio en ‘males’, activos tóxicos como los derivados financieros.
Hasta los banqueros reescribieron el FSA, cada nación controlaba y constituía los bancos dentro de sus propias fronteras. Las nuevas reglas del juego obligarían a todas las naciones a abrir sus mercados al Citibank, JP Morgan y sus ‘productos’ de los derivados.
Y los 156 países de la OMC tendrían que derribar sus propias barreras al estilo Glass-Steagall entre los bancos comerciales de ahorros y los bancos de inversión que apostaban con los derivados.
La labor de convertir la FSA en el ariete de los banqueros le fue encomendada a Geithner, quien fue nombrado embajador ante la Organización Mundial del Comercio.
Los miembros de la OMC fueron inducidos a firmar el acuerdo bajo la amenaza de impedir su acceso a los mercados mundiales si se negaban, y todos firmaron, con excepción de Brasil. Luego Brasil fue amenazado con un embargo, pero su resistencia dio frutos, ya que solo este entre las naciones occidentales, sobrevivió y prosperó durante la crisis de 2007-2009. En cuanto a los otros:
El nuevo FSA quitó la tapa de la caja de Pandora del comercio de derivados en todo el mundo. Entre las operaciones notorias legalizadas: Goldman Sachs (donde el secretario del Tesoro Rubin había sido copresidente) impulsó un swap secreto de euroderivados con Grecia, que, en última instancia, destruyó a esa nación. Ecuador, con su propio sector bancario desregulado y demolido, estalló en disturbios. Argentina tuvo que vender sus empresas petroleras (a los españoles) y sus sistemas de agua (a Enron), mientras que sus profesores buscaban comida en los botes de basura. Entonces, los banqueros se enloquecieron en la Eurozona, y se tiraron de cabeza en los pozos de los derivados sin saber nadar, y el continente ahora está siendo vendido a Alemania en pequeñas y baratas piezas.
Los forajidos
Ese fue el destino de los países de la OMC, pero Palast no habló de los que no eran parte de esa organización, incluyendo a Irak, Siria, Líbano, Libia, Somalia, Sudán e Irán. Estos siete países fueron nombrados por el general estadounidense retirado Wesley Clark en una entrevista de Democracy Now de 2007, como los nuevos ‘estados forajidos’ que serían objeto de ataque luego del 11 de septiembre de 2001. Dijo que alrededor de diez días después del 9-11, un general le comentó que la decisión de declararle la guerra a Irak había sido tomada. Más tarde, el mismo general le dijo que habían planeado capturar siete países en cinco años: Irak, Siria, Líbano, Libia, Somalia, Sudán e Irán.
¿Qué tenían en común estos países? Además de ser islámicos, no eran miembros ni de la OMC o del Banco de Pagos Internacionales (BIS por sus siglas en inglés). Esto los dejó por fuera del largo brazo regulador del banco central de los banqueros centrales en Suiza. Otros países, que tampoco eran miembros del BIS, más tarde también fueron identificados como ‘estados forajidos’, incluyendo a Corea del Norte, Cuba y Afganistán.
El órgano regulador de los bancos hoy en día, se llama Consejo de Estabilidad Financiera (FSB por sus siglas en inglés), y se encuentra en el BIS en Suiza. En 2009, los jefes de las naciones del G20 acordaron regirse por las reglas impuestas por el FSB, aparentemente para evitar otra crisis bancaria global. Sus normas no son meramente consultivas, sino vinculantes, y pueden crear y quebrar no sólo a los bancos, sino a naciones enteras. Esto fue demostrado por primera vez en 1989, cuando el Acuerdo Basilea I aumentó los requerimientos de capital en sólo un 2%, del 6% al 8%. El resultado fue forzar una reducción drástica de los préstamos por parte de los grandes bancos japoneses, que para entonces eran los acreedores más grandes y poderosos del mundo. Sin embargo, fueron subcapitalizados en relación con otros bancos. La economía japonesa se ??hundió junto con sus bancos y aún hoy tiene que recuperarse por completo.
Entre otras regulaciones determinantes en proceso dentro del marco del FSB, están Basilea III y las nuevas reglas de rescate forzado. Basilea III está programado para imponer paralizantes requisitos de capital a los bancos públicos, cooperativos y comunitarios, coaccionando su venta a los grandes bancos multinacionales.
El modelo del ‘rescate forzado’ (bail-in) fue probado por primera vez en Chipre, y sigue las regulaciones impuestas por el FSB en 2011. Los bancos demasiado grandes para quebrar están obligados a redactar ‘testamentos en vida’ que establecen cómo van a evitar la insolvencia ante la ausencia de rescates gubernamentales. La solución del FSB es el ‘rescate’ por parte de los acreedores (incluyendo a los depositantes), convirtiendo a los depósitos en acciones de los bancos, efectivamente confiscándoles.
La alternativa de la banca pública
Los países que funcionan bajo el yugo de un sistema bancario privado extractivo, se ven obligados al ‘ajuste estructural’ y la austeridad a causa de su deuda impagable. Pero algunos países han logrado escapar. En el Medio Oriente, a estos se les señala de ‘estados forajidos’. Sus bancos de propiedad estatal pueden emitir el crédito del Estado en nombre del Estado, aprovechando los fondos públicos para el uso público sin pagar un enorme tributo a intermediarios privados. El financiamiento estatal generoso les permite aportar generosamente a su pueblo.
Al igual que Libia e Irak antes de ser envueltos en la guerra, Siria proporciona educación gratuita a todos los niveles, y atención médica gratuita. También proporciona viviendas subsidiadas para todo el mundo (aunque algo de esto ha sido comprometido por la adopción de un programa de ajuste estructural del FMI en 2006, y la presencia de cerca de 2 millones de refugiados iraquíes y palestinos). Irán también proporciona educación superior casi gratuita y atención primaria en salud.
Al igual que Libia e Irak antes de su captura, Siria e Irán tienen bancos centrales de propiedad estatal que emiten la moneda nacional y están bajo el control del Gobierno. Ver si estos países tendrán éxito en mantener su soberanía financiera ante la enorme presión económica, política y militar, aún está por verse.
En cuanto a Larry Summers, se convirtió en presidente de Harvard, donde aprobó una apuesta en derivados sobre swaps de tipos de interés que hizo que la universidad perdiera más de mil millones de dólares. Dimitió en 2006 para gestionar un fondo de cobertura entre otras actividades, y se convirtió en el benefactor clave de la campaña del senador estatal Barack Obama.
Summers jugó un papel clave en la desregulación bancaria que trajo la crisis actual, causando que millones de ciudadanos estadounidenses perdieran sus empleos y hogares. Sin embargo, es la primera opción del presidente Obama para sustituir a Ben Bernanke como director de la Reserva Federal. ¿Por qué? Él ha demostrado que puede manipular el sistema para hacer del mundo un lugar seguro para Wall Street, y en un mundo al revés, en el que los banqueros mandan, ese parece ser el nombre del juego.
Ellen Brown es abogada, presidenta del Public Banking Institute y autora de doce libros, incluyendo al best seller Telaraña de Deuda. En su libro más reciente, The Public Bank Solution, explora los modelos históricamente exitosos de la banca pública a nivel mundial. Sus sitios web son http://telaranadedeuda.wordpress.com/, http://WebofDebt.com, http://PublicBankSolution.com y http://PublicBankingInstitute.org. Publicado en: EcoPortal.net - Imagenes: cubadebate.cu - orbistertiusescalando.blogspot.com
Irak y Libia han sido eliminados, e Irán ha sido fuertemente boicoteado. Siria está ahora en la mira. ¿Por qué? He aquí un escenario que se pasa por alto. Al igual que Libia e Irak antes de su captura, Siria e Irán tienen bancos centrales de propiedad estatal que emiten la moneda nacional y están bajo el control del Gobierno.
Los poderes del capitalismo financiero tenían otro objetivo de gran alcance, nada menos que crear un sistema mundial de control financiero en manos privadas, capaz de dominar el sistema político de cada país y la economía del mundo en su conjunto. — Profesor Caroll Quigley, Georgetown University, Tragedy and Hope (1966)
En un artículo de agosto de 2013 titulado Larry Summers and the Secret ‘End-game’ Memo, Greg Palast publicó la evidencia de un plan secreto de finales de los años noventa ideado por Wall Street y funcionarios del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos, para abrir la banca al lucrativo negocio de los derivados. Para llevar a cabo esto se requería de la relajación de las regulaciones bancarias, no sólo en los Estados Unidos sino a nivel mundial. El vehículo que sería utilizado fue el Acuerdo de Servicios Financieros (FSA por sus siglas en inglés) de la Organización Mundial del Comercio.
El ‘juego final’ requeriría no sólo de coaccionar el apoyo entre los miembros de la OMC, sino eliminar a aquellos países que se negaran a unirse. Algunos países clave seguían resistiéndose a la OMC, incluyendo Irak, Libia, Irán y Siria. En estos países islámicos, los bancos son en su mayoría de propiedad estatal, y la ‘usura’, cobrar por el ‘uso’ del dinero, es vista como un pecado, si no como delito. Esto les pone en conflicto con el modelo occidental de extracción rentística por parte de intermediarios privados. Los bancos de propiedad pública son también una amenaza para el creciente negocio de los derivados, ya que los gobiernos con sus propios bancos, no necesitan de swaps sobre las tasas de interés, instrumentos de cobertura de incumplimiento crediticio (credit default swaps), o calificaciones de grado de inversión por agencias privadas de calificación con el fin de financiar sus operaciones.
La desregulación bancaria procedió según lo previsto, y el negocio de los derivados, promulgado e incentivado por el Gobierno, creció hasta un esquema piramidal de 700 billones de dólares. Altamente apalancado, completamente desregulado y peligrosamente insostenible, colapsó en 2008, cuando el banco de inversión Lehman Brothers se declaró en quiebra, llevándose a un gran segmento de la economía global consigo. Los países que lograron escapar, fueron aquellos sostenidos por los modelos de banca pública por fuera de la red bancaria internacional. No todos estos países eran islámicos. El 40% de los bancos de todo el mundo son de propiedad pública. Están en gran parte en los países BRIC (Brasil, Rusia, India y China), que albergan al 40% de la población mundial. También escaparon de la crisis crediticia de 2008, pero al menos hicieron la pantomima de ajustarse a las normas bancarias occidentales. Este no fue el caso de las ‘forajidas’ naciones islámicas, en donde la usura fue prohibida por las enseñanzas islámicas. Para hacer del mundo un lugar seguro para la usura, estos estados forajidos tenían que ser silenciados por otros medios. Al no haber podido sucumbir ante la coerción económica, terminaron en la mira del poderío militar de los Estados Unidos.
He aquí algunos datos en apoyo de esta tesis.
La nota del juego final
En su artículo del 22 de agosto, Greg Palast publicó una captura de pantalla de una nota de 1997 de Timothy Geithner, entonces Secretario Asistente de Asuntos Internacionales bajo Robert Rubin, y este bajo Larry Summers, entonces Secretario Adjunto del Tesoro. Geithner se refirió en la nota al ‘juego final de las negociaciones sobre servicios financieros de la OMC’, e instó a Summers a ponerse en contacto con los directores ejecutivos de Goldman Sachs, Merrill Lynch, Bank of America, Citibank y Chase Manhattan Bank, de quienes sus números de teléfono privados fueron proporcionados.
El juego de entonces era la desregulación de los bancos para que pudieran apostar en el nuevo campo lucrativo de los derivados. Para lograr esto se requería, en primer lugar, la derogación de la ley Glass-Steagall de 1933, que impuso una barrera entre la banca de inversión y banca de depósitos con el fin de proteger los fondos de los depositantes de las apuestas bancarias. Pero el plan requería de algo más que la simple desregulación de los bancos estadounidenses. Los controles bancarios tenían que ser eliminados a nivel mundial, para que el dinero no se fuera a las naciones con leyes bancarias más seguras. El ‘juego final’ era lograr esta desregulación global a través de una oscura adenda a los acuerdos comerciales internacionales implementados por la Organización Mundial del Comercio, llamada Acuerdo de Servicios Financieros. Palast escribió:
Hasta que los banqueros comenzaron con su juego, los acuerdos de la OMC simplemente trataban con el comercio de bienes, esto es, mis automóviles por sus bananos. Las nuevas reglas, creadas por Summers y los bancos, obligarían a todas las naciones a aceptar el comercio en ‘males’, activos tóxicos como los derivados financieros.
Hasta los banqueros reescribieron el FSA, cada nación controlaba y constituía los bancos dentro de sus propias fronteras. Las nuevas reglas del juego obligarían a todas las naciones a abrir sus mercados al Citibank, JP Morgan y sus ‘productos’ de los derivados.
Y los 156 países de la OMC tendrían que derribar sus propias barreras al estilo Glass-Steagall entre los bancos comerciales de ahorros y los bancos de inversión que apostaban con los derivados.
La labor de convertir la FSA en el ariete de los banqueros le fue encomendada a Geithner, quien fue nombrado embajador ante la Organización Mundial del Comercio.
Los miembros de la OMC fueron inducidos a firmar el acuerdo bajo la amenaza de impedir su acceso a los mercados mundiales si se negaban, y todos firmaron, con excepción de Brasil. Luego Brasil fue amenazado con un embargo, pero su resistencia dio frutos, ya que solo este entre las naciones occidentales, sobrevivió y prosperó durante la crisis de 2007-2009. En cuanto a los otros:
El nuevo FSA quitó la tapa de la caja de Pandora del comercio de derivados en todo el mundo. Entre las operaciones notorias legalizadas: Goldman Sachs (donde el secretario del Tesoro Rubin había sido copresidente) impulsó un swap secreto de euroderivados con Grecia, que, en última instancia, destruyó a esa nación. Ecuador, con su propio sector bancario desregulado y demolido, estalló en disturbios. Argentina tuvo que vender sus empresas petroleras (a los españoles) y sus sistemas de agua (a Enron), mientras que sus profesores buscaban comida en los botes de basura. Entonces, los banqueros se enloquecieron en la Eurozona, y se tiraron de cabeza en los pozos de los derivados sin saber nadar, y el continente ahora está siendo vendido a Alemania en pequeñas y baratas piezas.
Los forajidos
Ese fue el destino de los países de la OMC, pero Palast no habló de los que no eran parte de esa organización, incluyendo a Irak, Siria, Líbano, Libia, Somalia, Sudán e Irán. Estos siete países fueron nombrados por el general estadounidense retirado Wesley Clark en una entrevista de Democracy Now de 2007, como los nuevos ‘estados forajidos’ que serían objeto de ataque luego del 11 de septiembre de 2001. Dijo que alrededor de diez días después del 9-11, un general le comentó que la decisión de declararle la guerra a Irak había sido tomada. Más tarde, el mismo general le dijo que habían planeado capturar siete países en cinco años: Irak, Siria, Líbano, Libia, Somalia, Sudán e Irán.
¿Qué tenían en común estos países? Además de ser islámicos, no eran miembros ni de la OMC o del Banco de Pagos Internacionales (BIS por sus siglas en inglés). Esto los dejó por fuera del largo brazo regulador del banco central de los banqueros centrales en Suiza. Otros países, que tampoco eran miembros del BIS, más tarde también fueron identificados como ‘estados forajidos’, incluyendo a Corea del Norte, Cuba y Afganistán.
El órgano regulador de los bancos hoy en día, se llama Consejo de Estabilidad Financiera (FSB por sus siglas en inglés), y se encuentra en el BIS en Suiza. En 2009, los jefes de las naciones del G20 acordaron regirse por las reglas impuestas por el FSB, aparentemente para evitar otra crisis bancaria global. Sus normas no son meramente consultivas, sino vinculantes, y pueden crear y quebrar no sólo a los bancos, sino a naciones enteras. Esto fue demostrado por primera vez en 1989, cuando el Acuerdo Basilea I aumentó los requerimientos de capital en sólo un 2%, del 6% al 8%. El resultado fue forzar una reducción drástica de los préstamos por parte de los grandes bancos japoneses, que para entonces eran los acreedores más grandes y poderosos del mundo. Sin embargo, fueron subcapitalizados en relación con otros bancos. La economía japonesa se ??hundió junto con sus bancos y aún hoy tiene que recuperarse por completo.
Entre otras regulaciones determinantes en proceso dentro del marco del FSB, están Basilea III y las nuevas reglas de rescate forzado. Basilea III está programado para imponer paralizantes requisitos de capital a los bancos públicos, cooperativos y comunitarios, coaccionando su venta a los grandes bancos multinacionales.
El modelo del ‘rescate forzado’ (bail-in) fue probado por primera vez en Chipre, y sigue las regulaciones impuestas por el FSB en 2011. Los bancos demasiado grandes para quebrar están obligados a redactar ‘testamentos en vida’ que establecen cómo van a evitar la insolvencia ante la ausencia de rescates gubernamentales. La solución del FSB es el ‘rescate’ por parte de los acreedores (incluyendo a los depositantes), convirtiendo a los depósitos en acciones de los bancos, efectivamente confiscándoles.
La alternativa de la banca pública
Los países que funcionan bajo el yugo de un sistema bancario privado extractivo, se ven obligados al ‘ajuste estructural’ y la austeridad a causa de su deuda impagable. Pero algunos países han logrado escapar. En el Medio Oriente, a estos se les señala de ‘estados forajidos’. Sus bancos de propiedad estatal pueden emitir el crédito del Estado en nombre del Estado, aprovechando los fondos públicos para el uso público sin pagar un enorme tributo a intermediarios privados. El financiamiento estatal generoso les permite aportar generosamente a su pueblo.
Al igual que Libia e Irak antes de ser envueltos en la guerra, Siria proporciona educación gratuita a todos los niveles, y atención médica gratuita. También proporciona viviendas subsidiadas para todo el mundo (aunque algo de esto ha sido comprometido por la adopción de un programa de ajuste estructural del FMI en 2006, y la presencia de cerca de 2 millones de refugiados iraquíes y palestinos). Irán también proporciona educación superior casi gratuita y atención primaria en salud.
Al igual que Libia e Irak antes de su captura, Siria e Irán tienen bancos centrales de propiedad estatal que emiten la moneda nacional y están bajo el control del Gobierno. Ver si estos países tendrán éxito en mantener su soberanía financiera ante la enorme presión económica, política y militar, aún está por verse.
En cuanto a Larry Summers, se convirtió en presidente de Harvard, donde aprobó una apuesta en derivados sobre swaps de tipos de interés que hizo que la universidad perdiera más de mil millones de dólares. Dimitió en 2006 para gestionar un fondo de cobertura entre otras actividades, y se convirtió en el benefactor clave de la campaña del senador estatal Barack Obama.
Summers jugó un papel clave en la desregulación bancaria que trajo la crisis actual, causando que millones de ciudadanos estadounidenses perdieran sus empleos y hogares. Sin embargo, es la primera opción del presidente Obama para sustituir a Ben Bernanke como director de la Reserva Federal. ¿Por qué? Él ha demostrado que puede manipular el sistema para hacer del mundo un lugar seguro para Wall Street, y en un mundo al revés, en el que los banqueros mandan, ese parece ser el nombre del juego.
Ellen Brown es abogada, presidenta del Public Banking Institute y autora de doce libros, incluyendo al best seller Telaraña de Deuda. En su libro más reciente, The Public Bank Solution, explora los modelos históricamente exitosos de la banca pública a nivel mundial. Sus sitios web son http://telaranadedeuda.wordpress.com/, http://WebofDebt.com, http://PublicBankSolution.com y http://PublicBankingInstitute.org. Publicado en: EcoPortal.net - Imagenes: cubadebate.cu - orbistertiusescalando.blogspot.com