Las plantas emiten gases para comunicarse con el entorno, bacterias y hongos

La investigación, dirigida por Gerard Farré-Armengol, concluye que el futuro de la agricultura pasa por encontrar pesticidas que eliminen los hongos o bacterias patógenas de las plantas, pero no los integrantes de la filosfera.

Los compuestos orgánicos volátiles que emiten las plantas para repeler a herbívoros y atraer polinizadores les sirven para comunicarse con su entorno y con las bacterias y hongos que las cubren, según un estudio, que concluye que el futuro de la agricultura pasa por pesticidas que no alteren estos gases
El informe, elaborado por el Centro de Investigación y Aplicaciones Forestales (CREAF) de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), se ha centrado en analizar la estrecha relación que existe entre estos compuestos y los microorganismos que habitan las plantas.
La investigación, dirigida por Gerard Farré-Armengol, concluye que el futuro de la agricultura pasa por encontrar pesticidas que eliminen los hongos o bacterias patógenas de las plantas, pero no los integrantes de la filosfera -el microambiente tridimensional que rodea las hojas-, ya que de esta forma los compuestos orgánicos volátiles (COVs) no se verían alterados y la polinización o herbivoría sería la natural, con lo que se mejoraría la producción.
“Si aplicamos pesticidas en cultivos para que no haya infecciones de microbios, no sólo eliminaremos los microorganismos infecciosos. También mataremos aquellos que están de forma natural en la planta y que le modifican o participan en características tan importantes como el olor de las flores. Así, la respuesta de los polinizadores puede ser también diferente y terminar afectando la producción de los cultivos de forma negativa”, ha advertido Farré-Armengol.
Comunicación mediante señales químicas
Según el estudio, las plantas se comunican mediante señales químicas que difunden en su entorno y las ayudan a interactuar entre sí y con los seres vivos que las rodean, incluyendo los microorganismos.
En concreto, las plantas emiten compuestos orgánicos volátiles que les sirven para atraer polinizadores, para disfrutar de protección contra ciertos estreses ambientales o para repeler herbívoros.
Los investigadores del CREAF y del CSIC han analizado la estrecha relación que existe entre estos compuestos y los microorganismos que habitan la planta.
“Conocer la microbiota que vive en las plantas y su interacción con los COVs puede ayudar a comprender mejor la contribución que estas emisiones hacen a la composición de la atmósfera e, incluso, los efectos en el clima que se pueden derivar”, ha destacado Gerard Farré-Armengol.
Los COVs son sustancias químicas producidas y emitidas por las plantas y otros organismos en forma de gas, formadas por carbono y que las ayudan a atraer polinizadores, sirven como señales para plantas vecinas o como defensa contra insectos herbívoros y parásitos.
Relaciones con bacterias y hongos
Las plantas no utilizan los COVs sólo para su propio beneficio, sino que estas sustancias también las ayudan a relacionarse con las bacterias y hongos que cubren su superficie.
Las partes aéreas de la planta, que componen la filosfera, son colonizadas principalmente por bacterias y en menor cantidad por hongos, como también ocurre en las raíces.
“Puede haber 10 millones de bacterias por cada centímetro cuadrado de hoja. Si imaginamos la cantidad de bacterias que tiene cada planta, y al mismo tiempo la inmensidad de superficies vegetales que hay en el planeta, podemos hacernos una idea de lo importantes que son estos microorganismos”, ha destacado Farré-Armengol.
El estudio ha determinado que los COVs emitidos por la planta determinan qué microbiota podrá vivir en la filosfera: aquellos microorganismos que sean capaces de alimentarse de los mismos compuestos orgánicos volátiles y también aquellos que sean resistentes a determinados COVs con efectos antimicrobianos.
De hecho, en cada tejido de la planta puede ser que proliferen diferentes tipos de microorganismos, como ocurre en los humanos.

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