La pobreza como capricho

La pobreza es un lujo de la civilización moderna que no nos podemos permitir y que debiera invitarnos a un realizar un replanteamiento de base sobre el empleo que realizamos de los recursos que el planeta nos ofrece y el reparto de los mismos entre las especies que lo poblamos y muy especialmente, dentro de la nuestra - Homo sapiens (¿hombre sabio?) u Homo oeconomicus (hombre economicista, más acorde con el devenir de los tiempos, a mí parecer) -.
 
¿Alguien cree, de verdad, que no existen en la biosfera recursos necesarios como para garantizar que ninguno de los cerca de 7.000 millones de personas que la habitamos pasemos hambre, penurias o suframos enfermedades de carácter incurable (es irónico que aún hablemos de enfermedades de difícil sanación con los avances que la tecnología y la ciencia han realizado en los últimos lustros)?
Ciertamente, con un reparto racional y equitativo de los mismos desde una gobernanza creíble y exigida por los ciudadanos, habría suficiente para subsanar aberraciones como que la mitad de la población mundial viva con menos de 2 dólares al día y que, a su vez, aproximadamente la mitad de estos lo haga con menos de 1 dólar diario.
Pero, claro, esto nos obliga a un ejercicio de humildad, de renuncia sobre alguno de esos caprichos que nos obligan a retroalimentar a un sistema que, como reconocen sis tapujos quienes nos (des)gobiernan, se sustenta en el consumo imparable de materias, que permiten un crecimiento ilimitado y expansionista y un aumento de la cifra del PIB, al que todos adoramos con veneración fanática, cuasi religiosa.
Así que, cuando te dispongas consumir un bien o servicio, plantéate la máxima de que "no es más rico quien más tiene, sino quien menos necesita" y recuerda lo que Toni Lodeiro cita en su obra "Consumir menos, vivir mejor": "tu vida debe ser hermosa y tu huella ecológica ligera".

Fuente: decrecimiento.info

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