Descenso a la desigualdad

He tenido la suerte de conocer un dato asombroso gracias al aporte de Marga Mediavilla en su blog donde además lo plantea de forma breve y reveladora. Sencillamente, con el mismo coste, en 2015 obtendríamos ya aproximadamente un 25% menos de energía que en 1995. O de una forma más visual como ejemplo, si en 1995 gastábamos un barril de petróleo para obtener -extraer- 16 barriles, en 2015 ya solo obteníamos 12 barriles de petróleo por cada barril gastado en la extracción -o su energía equivalente-.

Obviamente es una simplificación. Todo esto se explica bien viendo el gráfico que hay al principio, que proviene del Grupo de Energía Economía y Dinámica de Sistemas (GEEDS) de laUniversidad de Valladolid. En el gráfico se utiliza el concepto de Tasa de Retorno Energético (TRE, o EROI en inglés) que no es más que un indicador para saber cuánta energía utilizamos para obtener o producir más energía, dicho a grosso modo. En 1995 nuestra TRE sería aproximadamente de 1 a 16 y en 2015 sería de 1 a 12. Marga Mediavilla lo explica mejor, desde luego:“Cuando decía que ya estamos decreciendo era por cosas como esta: la tasa de retorno energético global a nivel mundial lleva ya años deteriorándose. A la vez se deterioran salarios y tiempos de ocio. He puesto dos valores porque hay varias formas de calcularla.”
O sea, que este descenso energético incide frontalmente en la economía. Por tanto, son evidentes las dificultades que están presentes, y son crecientes, para conseguir el sacralizado crecimiento económico. Cada vez es más dificultoso obtener beneficios o rentabilidad en cualquier actividad, excepto las especulativas, claro. La creación de burbujas especulativas – financieras, inmobiliarias, de franquicias, etc. – es un mecanismo para extraer rentas y riqueza que tan solo pasan de unas manos a otras más reducidas en número, como una estafa piramidal, sin crear o producir nada útil para la sociedad, engañando a muchas y beneficiando a unas pocas. Posiblemente de ahora en adelante tendremos que ver otras burbujas como el boom del coche eléctrico, el mal llamado hidrógeno verde o el ascenso de las renovables.
Es por esto que la riqueza de unos pocos individuos más ricos sigue aumentandomientras que los ingresos y la calidad de vida de la mayoría de la población se deteriora día tras día. Y además, esta minoría que sigue aumentando su riqueza a base de extraerla de la mayoría social se ve beneficiada por un sistema fiscal que debería ser progresivo -que pague más quien más tiene- pero que les beneficia enormemente.
Y cómo podríamos hacer para combatir o al menos ordenar este proceso destructivo de incremento de la desigualdad. Lo principal es reconocer que hemos chocado con los límites del crecimiento, no ahora, los llevamos superando desde hace varias décadas. Reconocer que vivimos en un medio de recursos limitados y finitos y que por tanto el crecimiento económico nunca puede ser infinito. Obviamente ciertas poblaciones han sobrepasado dichos límites de crecimiento, mientras que otras ni se acercan. Asumir que debemos producir, consumir y transportar o transportarnos de otra manera muy diferente, con menos gasto energético y de materiales, con menos velocidad y de forma más simple. Esto entendido como sociedad, lo que requiere una regulación exhaustiva.
También nos serviría reconocer que este proceso de pérdida de cierta ‘velocidad’, disponibilidad de materiales y de energía nos va a suceder, nos está sucediendo ya a la inmensa mayoría, sobre todo repercutiendo desde un punto de vista económico o bien de condiciones laborales. Sí o sí. 

Tan solo podemos elegir si ese proceso de descenso material se produce lo más ordenadamente posible o desordenadamente e ignorándolo, que es tal como lo hace ahora, hasta el colapso total. 

La sociedad ante el decrecimiento
Unamos a esta compleja situación de descenso en la disponibilidad de energía y aumento en paralelo de la desigualdad, la masiva destrucción de biodiversidad que favorece pandemias como la que estamos afrontando, la crisis climática actualmente en rumbo de descontrol al seguir aumentando las emisiones de gases de efecto invernadero globalmente, los bucles de realimentación como el deshielo del permafrost y la liberación a la atmósfera de toneladas de gas metano (CH4), -25 veces peor como gas de efecto invernadero (GEI) que el CO2- la pérdida de las masas de hielo polares y glaciares, el aumento de los niveles marinos y oceánicos y el incremento de su acidificación, sequías prolongadas, olas de calor extremas y frecuentes, lluvias torrenciales, riadas e inundaciones cada vez más frecuentes…
Es imprescindible ordenar y equilibrar esta situación, tratarla como lo que es, una verdadera emergencia ecológica y social a escala planetaria. La emergencia climáticatan solo es una manifestación más, sin duda enorme y de magnitud incalculable en todas sus implicaciones, pero no lo es todo. El descenso energético también está aquíseñalando los límites que no queremos aceptar. Además, no explicarlo, negarlo y ocultarlo a la sociedad, dejarlo para más tarde, es un error histórico que están cometiendo la mayoría de políticos y políticas, así como los gobiernos, tanto europeos y estatales como autonómicos y locales.
La llamada Transición Energética, si es que esta se produce, no puede consistir en el mismo modelo de burbuja especulativa, invasión y destrucción de hábitats para su despliegue, minería exacerbada y contaminante, con la única ilusión falaz de pretender sustituir petroleo por paneles solares y molinos, pues esto es imposible, no hay el mismo rendimiento energético. Es necesario acomodar nuestro metabolismo social a una disponibilidad de energía menor, resultando ser una sociedad mucho menos compleja pero también más adaptada a la realidad. Realidad que hoy queremos desconocer.

Fuente: https://desdeahoraya.wordpress.com/2020/10/26/descenso-a-la-desigualdad/ - Gráfico de evolución de la Tasa de Retorno Energético mundial, 1995 – 2015. Fuente: Marga Mediavilla, Grupo de Energía, Economía y Dinámica de Sistemas, Universidad de Valladolid.

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