Yuli Velásquez y su lucha medioambiental contra el fracking en Colombia

 

La nativa de Bucaramanga ha recibido numerosas amenazas de muerte, sin embargo, ella continúa bregando por conservar las fuentes de agua y los ecosistemas de la región

El 20 de enero de 2021 dos sicarios intentaron asesinar a Yuli Velásquez, una pescadora y lideresa ambiental de la Ciénaga de San Silvestre, en la región colombiana del Magdalena Medio (centro), que ha venido denunciando la corrupción en el manejo de dinero que debía destinarse a la protección ambiental.
Colombia es uno de los países más peligrosos del mundo para ser líder social y más si ese liderazgo está puesto en función de la defensa del medio ambiente.
En 2020, la organización Indepaz registró el asesinato de 310 líderes populares; en lo que va de 2021, la misma ONG ya contabiliza 21 crímenes contra personas que trabajan al servicio de las comunidades.
De otro lado, la organización internacional Global Witness tiene a Colombia como el lugar más riesgoso en el planeta para defender el medio ambiente. Sus conteos advierten que en 2020 fueron asesinados 64 ambientalistas.
Una realidad que conoce de sobra Yuli Velásquez, una lideresa social que el pasado 20 de enero sufrió un atentado, mientras veía caer la noche frente al pórtico de su casa en las afueras de Barrancabermeja, el principal municipio petrolero de Colombia y epicentro del Magdalena Medio colombiano. Una región que se extiende en varios departamentos del centro del país y que contiene toda la riqueza hídrica y natural que acompaña al Río Magdalena, la principal arteria fluvial de Colombia. Por lo mismo ha sido centro de disputa de actores armados durante décadas.
En esta región se encuentran ecosistemas de gran valor ambiental, como lo son las ciénagas. Unos reservorios que recogen las aguas dulces de las quebradas que bajan de las montañas. Son aguas tranquilas y cálidas en las que la vida brota con facilidad.
Las ciénagas son una especie de incubadora de peces que después, en las últimas semanas de enero y las primeras de febrero, salen de allí para remontar el río Magdalena en bandada y terminar en las quebradas que botan sus aguas a las mismas ciénagas donde se criaron. A eso se le llama la subienda.

Es un tiempo de oro para los pescadores como Yuli Velásquez, quien se encuentra afiliada a La Asociación de Pescadores de la Ciénaga de San Silvestre (Apescasan), una organización que trabaja en defensa del medio ambiente y especialmente por el cuidado de las aguas de la Ciénaga de San Silvestre y otros acuíferos aledaños el río Magdalena.
Esta área sufre el impacto de la actividad petrolera y social de Barrancabermeja, segundo municipio del departamento de Santander, donde el Gobierno de Colombia realiza los planes pilotos de fracking, para la extracción de petróleo, tan cuestionados por su impacto al medio ambiente. Una práctica prohibida en diferentes países por el daño irremediable que le hace a las aguas subterráneas que permiten la vida.
¿Quién es Yuli Velásquez?
Yuli Andrea Velásquez es ingeniera ambiental. Tiene 35 años y dos hijos. Se define como una pescadora criada en la Ciénaga de San Silvestre. Hija de Yasmin Velásquez, quien también es lideresa social, y presidenta de la Junta de Acción Comunal de Barrio San Silvestre. Madre e hija comparten la pasión por el trabajo comunitario, la defensa del medio ambiente y las cicatrices de la guerra.
“A nosotras nos ha tocado una vida dura. Cuando yo era una niña a mi hermano, que tenía cinco años, lo mató una bala pérdida. En esos días la guerrilla era la que mandaba por aquí, así que siempre los he responsabilizado a ellos de su muerte. Pero también he sido víctima del otro lado. A mi papá, que en realidad fue mi padrastro y también era líder y pescador, lo mataron los paramilitares en el año 2000. Lo asesinaron en un playón en Puerto Wilches”, narra con amargura.
Asegura que a su padrastro lo asesinaron porque buscaba justicia. “A él los paramilitares le asesinaron una hermana y él denunció eso y empezó a indagar más sobre lo ocurrido. Pero una vez puso la denuncia en la Fiscalía, que estaba infiltrada por los paramilitares, ellos inmediatamente lo ubicaron y lo asesinaron en Wilches. Allá donde hoy están haciendo sus terribles planes pilotos de fracking“, asegura, no sin advertir que con esa técnica de extracción petrolera se va a acabar con los ríos, caños y ciénagas de la región, y que eso dejará sin sustento a los cientos de pescadores del Magdalena Medio.

Para rematar esta tragedia familiar, a Yuli se le suicidó una hermana. “Para mi mamá ha sido terrible todo. Le matan al marido, luego a un hijo chiquito y para completar hubo una época en que muchos jóvenes de Barranca aparecían colgados del cuello. Hubo una oleada de suicidios de jóvenes en 2019 y entre esos estuvo mi hermana, quien tenía 20 años”, agrega con desesperación por lo que ha tenido que vivir su madre. “El día del atentado estábamos con mi esposo reposando el almuerzo cuando vimos a dos hombres que venían hacia nosotros. Mi esposo andaba desconfiado y me dijo que nos entráramos a la casa. A mí no me alcanzaron a matar porque mi esposo vio a los sicarios venir y avisó a tiempo; y porque mis hijos estaban dentro de la casa. Si ellos hubieran estado conmigo seguro me matan porque por protegerlos me hubiera enredado para correr”, añade.
La denuncia de Yuli
Para Yuli los motivos detrás del atentado que padeció pueden están relacionados con su actividad en defensa de la Ciénaga y con las denuncias de corrupción que ha hecho. “En el año 2018 que me vinculé al trabajo con Apescasan empecé a identificar las afectaciones que teníamos en la Ciénaga, el problema con Aguas de Barranca y el relleno sanitario del municipio, que tira sus residuos a un caño”, explica Velásquez con el objetivo de poner en contexto su actividad como líder social.
Cuenta que a raíz de identificar las fuentes de contaminación se percató que la autoridad ambiental del departamento, que es la Corporación Autónoma Regional de Santander (CAS), disponía de unos recursos para cuidar, limpiar y mantener la Ciénaga. “Empecé entonces a hacerle seguimiento a esos recursos que debían ser destinados a las comunidades para que cuidaran las fuentes hídricas”, agrega.
“En ese trabajo me llamó la atención un contrato adjudicado por la CAS, que era destinado a los pescadores, pero que nunca era entregado a ellos. Le hice seguimiento y me di cuenta que el contrato debía entregarse por una licitación pública, y que debía ejecutarse en siete meses cuando la realidad era que solo se contrató a la gente por tres meses”, señala.

Velásquez denuncia que la empresa que ganó la licitación no contrató a los pescadores de San Silvestre sino que llevaron a 30 personas de otra región engañados, que les pagaron menos por sus honorarios y que los dejaron tirados en la Ciénaga como si fueran desplazados. Cuenta que fue así como Yuli se acercó a los recién llegados, quienes le contaron cuánto les pagaban y todo lo que les habían prometido a cambio de hacer el trabajo de limpieza de la Ciénaga.
“El contrato estaba por 1.200 millones de pesos [341.000 dólares]. Ahí nos dimos cuenta que la Ciénaga de San Silvestre se convirtió en la gallina de los huevos de oro para los contratistas. Al siguiente año el contrato se adjudicó a dedo, por presuntos favores políticos, y esta vez ya no fue por 1.200 millones sino por 5.000 millones [1,4 millones de dólares]. Entonces volví a denunciar, pero con mis denuncias no pasó nada, antes, lo único que pasó fue que me hicieron un atentado en mi casa”, relata con indignación.
“En Barrancabermeja hemos vivido una violencia terrible. Y hoy no es la excepción. Cuando empecé a denunciar empezaron a preguntar quién soy y hacerme seguimiento. Pero mi lucha es mostrar la realidad, así me cueste la vida, porque esto tiene que parar o van a acabar con todos los cuerpos de agua de Barranca”, dice Yuli. “Y, claro, están ofendidos porque nosotros no nos dejamos corromper con suelditos ni refrigerios. Por eso me quieren matar. Y si por defender a la gente y nuestros ríos lo logran, pues habré muerto por una justa causa”, concluye.
Las autoridades de investigación y Policía colombianas deberán esclarecer quiénes quieren atentar contra la vida de Yuli Velásquez. Así como deben proteger su vida y su integridad, más allá del botón de pánico y el chaleco antibalas que le proporcionaron.
Está claro que esta mujer nacida en Bucaramanga, pero criada en la Ciénaga de San Silvestre, no se quedará callada mientras algunos se estarían enriqueciendo por contratos que no resuelven los impactos medioambientales de la industria petrolera en el Magdalena Medio.

Fuente: Cortesía de Alfredo Molano Jimeno Sputnik
 

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