Editorial del Boletín #256 del WRM: ¿Transición a qué? las injusticias de la economía '"baja en carbono" y la "energía verde"

"Es prioritario reducir de manera urgente y drástica la producción y el consumo de energía centralizados y a escala industrial. Por lo tanto, la discusión no puede ser simplemente sobre cambiar de una fuente de energía a otra, o sobre el uso de compensaciones de carbono para afirmar que la producción se ha vuelto ‘baja en carbono’. Más bien, la discusión debería comenzar reconociendo la explotación y destrucción intrínsecas al modelo económico dominante".

Por WRM

La transición a una economía ‘baja en carbono’: un camuflaje verde para un capitalismo más destructivo
Las respuestas dominantes frente al caos climático y la devastación ambiental están provocando una expansión continua de la economía capitalista. Los discursos sobre energía ‘verde’, ‘baja en carbono’ y ‘sostenible’ básicamente camuflan lo que de hecho es la continuación (y expansión en algunos casos) de un modelo económico y político que se basa en la extracción a gran escala. Un modelo que se basa, al mismo tiempo, en la opresión, la exclusión, el patriarcado y el racismo dirigido a las comunidades del Sur global.
Este boletín reflexiona sobre algunos aspectos de este camuflaje ‘verde’ y tiene como objetivo exponer intereses, actores y amenazas ocultas detrás de esa fachada. La palabra transición, según el diccionario, significa “Cambio o paso de un modo de ser o estado a otro distinto”. Entonces, ¿de qué cambio hablan las empresas y los gobiernos? ¿Es un “cambio para que todo siga igual”? ¿Una transición de qué? ¿Y hacia qué?
Las propuestas que están sobre la mesa revelan que el cambio consiste en gran medida en sustituir algunas fuentes de combustibles fósiles por las denominadas fuentes de energía renovable; sustituir algunos automóviles a gasolina o diésel por automóviles eléctricos; digitalizar las operaciones agrícolas, de tenencia de la tierra y de conservación de los bosques; certificar y promover algunas energías y procesos industriales como ‘verdes’, ‘sostenibles’ o ‘neutrales en carbono’; y, por supuesto, compensar enormes cantidades de emisiones de gases de efecto invernadero y pérdida de biodiversidad, que seguirán aumentando. El cambio que se promueve ni siquiera comienza a cuestionar alguno de los problemas de raíz de la crisis climática y ambiental, como la lógica de sobreproducción y consumo del modelo económico. Esta lógica está intrínsecamente ligada a los combustibles fósiles y a una matriz energética centralizada y violenta.

La transición energética se ha reducido en gran medida a un debate sobre qué tecnología o fuente de energía utilizar, en lugar de centrarse en quién controla y decide sobre el control y uso de qué fuentes de energía. La matriz energética actual que alimenta en primer lugar las necesidades del mercado industrial y empresarial, deja a millones de personas sin acceso a la energía y tiene un fuerte impacto en las comunidades vulnerables. Ya sea por la extracción de combustibles fósiles o las infraestructuras industriales de energía renovable, los múltiples efectos en las personas y los espacios de vida son casi siempre devastadores.
Un artículo de este boletín destaca los peligrosos impactos de la extracción de gas en Cabo Delgado, Mozambique, un combustible que, en el marco de la ‘transición verde’, se clasifica como ‘combustible limpio’. Otros artículos analizan los impactos de la extracción de minerales para la creciente demanda de baterías, automóviles eléctricos y centros de datos en Indonesia, Brasil, la República Democrática del Congo (extracción de cobalto) y Zimbabwe (extracción de diamantes). Otro artículo explora los alegatos de la generación de ‘hidrógeno verde’ con el uso de energía generada por mega-represas, parques eólicos y solares, con el ejemplo del proyecto Gran Inga en la República Democrática del Congo. Varios artículos destacan los efectos de los parques eólicos a gran escala, como el caso de un parque eólico en la provincia de Ceará, Brasil, y la creciente tala de madera de balsa en Ecuador, que se exporta a China para la construcción de molinos de viento. Otro artículo subraya el rastro de contaminación y toxicidad que se esconde detrás de la economía ‘digital’. Y otro destaca el uso de la certificación como estrategia para legitimar la continuación del mismo modelo económico.

Estos artículos subrayan que lo que esta transición no cambia son las relaciones de explotación y discriminación inherentes a la energía a escala industrial, independientemente de la tecnología utilizada para producirla. Las poblaciones que coexisten y dependen de los territorios sacrificados por esta matriz energética industrial son las que llevan la carga más pesada. La energía renovable a escala industrial no cambia la violencia y la opresión extremas provocadas por la mega infraestructura necesaria para extraer y hacer funcionar el sistema energético, ni el modelo económico globalizado que impulsa. Además, la energía renovable industrial no aborda el problema del consumo excesivo de energía, que es una de las principales causas subyacentes de la crisis.
¿Dónde se están construyendo estas mega infraestructuras? ¿De dónde provienen todos esos minerales metálicos y otros materiales necesarios? ¿Quiénes fueron desplazados, violados, discriminados? ¿Cuánta energía se utiliza para construir y poner en funcionamiento tales infraestructuras? ¿Cuánta contaminación y degradación provocará todo eso, y para quién? ¿Dónde terminan depositándose los residuos de estos procesos? ¿Adónde va esta ‘energía’ y adónde no llega? ¿Qué tipo de sociedades posibilitan estas infraestructuras? ¿Y a cuáles destruyen?
Tariq Fancy, ex director de inversiones sostenibles de BlackRock, la mayor gestora de activos del mundo, afirmó que las empresas “manejan máquinas para el lucro que funcionarán exactamente como se espera que lo hagan (…) Mover dinero a inversiones verdes no significa que los contaminadores ya no encontrarán financiadores. Si usted vende sus acciones de una empresa con una alta huella de emisiones, no importa. La empresa sigue existiendo; la única diferencia es que usted ya no posee esas acciones. La empresa seguirá funcionando como antes y hay 20 fondos de cobertura que comprarán esas acciones de inmediato. El mercado es el mercado”. También subrayó que las empresas solo están invirtiendo en activos ‘verdes’ para “no quedar atrapadas en el daño cuando [el cambio climático] golpee”. (1)
La realidad es que el camuflaje verde de la llamada transición pretende ocultar que las empresas de combustibles fósiles siguen expandiéndose y obteniendo beneficios como antes. Los bancos y otros inversores siguen proporcionando financiación a las principales empresas de combustibles fósiles que desarrollan nuevos proyectos polémicos de carbón, petróleo y gas a gran escala. (2) Y también se prevé que la tendencia a la excesiva producción y consumo continúe. En los últimos 120 años la población humana creció cinco veces (de 1.500 a 75.000 millones), mientras que los insumos procesados en la economía global (biomasa, combustibles fósiles, materiales de construcción, metales) crecieron aproximadamente trece veces, de 7,5 a 95 Gt por año (3).
Es prioritario reducir de manera urgente y drástica la producción y el consumo de energía centralizados y a escala industrial. Por lo tanto, la discusión no puede ser simplemente sobre cambiar de una fuente de energía a otra, o sobre el uso de compensaciones de carbono para afirmar que la producción se ha vuelto ‘baja en carbono’. Más bien, la discusión debería comenzar reconociendo la explotación y destrucción intrínsecas al modelo económico dominante. Sería un punto de partida necesario para el cambio real hacia economías más justas y respetuosas, así también sería necesario anteponer diversos conceptos, entendimientos y usos fundamentalmente diferentes de ‘energía’.
El desafío es abrir esos espacios de debate participativos para aprender diferentes conceptos de energía (4). Esto permitiría una discusión completamente diferente sobre qué es la energía y qué implicaría la soberanía energética. La mal llamada transición que actualmente está en curso, hacia la llamada economía ‘baja en carbono,’ es solo para unos pocos; y refuerza las desigualdades e injusticias históricas que sufren principalmente quienes viven en y alrededor de bosques, tierras fértiles, turberas, ríos y mares, así como en barrios urbanos pobres.

Fuente: https://wrm.org.uy/es/
Notas:
(1) The Guardian, 2021, Green investing 'is definitely not going to work’, says ex-BlackRock executive https://www.theguardian.com/business/2021/mar/30/tariq-fancy-environmentally-friendly-green-investing
(2) Five Years Lost. How Finance is Blowing the Paris Carbon Budget https://urgewald.org/sites/default/files/media-files/FiveYearsLostReport.pdf
(3) Joan Martinez-Alier, Mapping ecological distribution conflicts: The EJAtlas https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S2214790X21000289?dgcid=author
(4) Larry Lohmann with Nick Hildyard and Sarah Sexton. Energy Alternatives. Surveying the Territory. http://www.thecornerhouse.org.uk/resource/energy-alternatives
 

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