España lidera las importaciones de gas fósil de Nigeria
Esta dependencia energética está contribuyendo a la crisis ambiental y social en el delta del Níger, una de las regiones con más recursos naturales de África, según denuncia un informe internacional en el que ha participado Ecologistas en Acción: España se ha convertido en el mayor importador mundial de gas fósil procedente de Nigeria, el país más poblado de África. Detrás de ese flujo energético, que en 2023 situó al país africano como el cuarto mayor proveedor del Estado español, se esconden graves impactos sociales y ambientales en el territorio africano, advierte un nuevo informe publicado por la red Gas No Es Solución, de la que forma parte Ecologistas en Acción, junto con la organización nigeriana Connected Advocacy.
CLIMÁTICA
El documento denuncia que la dependencia energética española está contribuyendo a agravar la crisis ambiental y social en el delta del Níger, una de las regiones más ricas en recursos naturales de África y, al mismo tiempo, una de las más contaminadas del planeta. A pesar de que Nigeria es uno de los mayores productores de gas fósil de África, más del 30% de su población sigue sin tener acceso a la electricidad, según el informe.
Impactos sobre las comunidades locales
La extracción y exportación de gas en Nigeria tiene consecuencias profundas en la vida cotidiana de las comunidades del delta del Níger. Desde hace décadas, la población local sufre contaminación del aire y del agua, deterioro agrícola y pérdida de medios de vida tradicionales como la pesca o la agricultura. Estas condiciones, señala el informe, agravan desigualdades preexistentes, entre ellas las de género, y generan una creciente inseguridad alimentaria.
Uno de los aspectos más preocupantes es la quema de gas en antorcha, una práctica que consiste en incinerar el gas asociado al petróleo extraído y que libera grandes cantidades de contaminantes a la atmósfera. Esta técnica, advierten las organizaciones, representa un riesgo severo para la salud de la población, contribuye al cambio climático y destruye ecosistemas enteros. “El gas fósil consumido en el Estado español ha tenido devastadoras consecuencias en su cadena de valor, destrozando el territorio del delta del Níger. Debemos hacer que las compañías responsables paguen por ello, siguiendo el principio de quien contamina, paga”, señala Sofía Fernández, portavoz de Ecologistas en Acción.
Proyectos que profundizan la dependencia
Nigeria cuenta con uno de los sistemas gasistas más extensos del continente africano y proyecta una expansión de infraestructuras que, según las organizaciones, podría reforzar la dependencia económica del país respecto a las exportaciones de combustibles fósiles. Entre las obras en marcha o planificadas se encuentran los gasoductos Trans-Sahara, Nigeria-Libia, Nigeria-Marruecos (que conectaría con 13 países hasta llegar a la península ibérica) y el Gasoducto del Golfo de Guinea.
Las organizaciones alertan de que estos megaproyectos restan recursos al desarrollo nacional y aumentan el riesgo de endeudamiento. Actualmente, Nigeria dedica más del 37% de su presupuesto estatal al pago de la deuda externa, lo que limita la inversión en servicios públicos básicos como la sanidad, la educación o el acceso a la energía.
Responsabilidad corporativa y modelo extractivista
El informe también apunta a la responsabilidad de grandes compañías extranjeras implicadas en el negocio del gas y el petróleo. Denuncian la evasión fiscal de empresas multinacionales como Shell, Chevron, ExxonMobil, Eni, Total y Equinor, que privan al país de ingresos públicos vitales, y al papel de bancos como el Santander, que siguen financiando proyectos de gas fósil en Nigeria.
Este patrón, añaden, no es nuevo: reproduce dinámicas históricas de explotación de recursos naturales en países empobrecidos, donde las violaciones de derechos humanos y el incumplimiento del Consentimiento Libre, Previo e Informado (CLPI) siguen siendo la norma.
Como antecedente, el informe recuerda el caso del pueblo Ogoni, en el delta del Níger, que sufrió represión, desplazamientos forzosos y destrucción ambiental a raíz de las actividades petroleras. A pesar de todo, la resistencia local continúa. Movimientos sociales como Ogoni People Movement mantienen vivas las reivindicaciones por la justicia climática y el cambio del modelo energético.
Desde Connected Advocacy, su director Prince Israel Orekha denuncia que “mientras España se beneficia de las importaciones de gas nigeriano, las comunidades locales sufren una mala calidad del aire, infecciones respiratorias y una menor esperanza de vida”.
El activista reclama situar los derechos humanos en el centro de las políticas energéticas internacionales y “amplificar las voces locales para poner fin al colonialismo de los combustibles fósiles”. También subraya la necesidad de reforzar los marcos de justicia ambiental y acción climática, y de exigir responsabilidades a las empresas contaminadoras y a los agentes políticos.
Un modelo en cuestión
El informe coincide con un momento en el que Europa busca diversificar sus fuentes energéticas tras la guerra en Ucrania, lo que ha incrementado la demanda de gas procedente del África subsahariana. Las entidades que están detrás de este dosier advierten de que esta estrategia traslada los impactos del extractivismo al sur global, sin resolver la crisis energética ni climática.
La red insiste en que la transición ecológica no puede basarse en nuevos acuerdos de dependencia fósil, sino en una reducción real del consumo energético, una apuesta por las renovables y un modelo centrado en la justicia social y climática. “El gas no es una solución”, concluyen las organizaciones, “sino una trampa que perpetúa las desigualdades y alimenta las crisis que decimos querer resolver.”
Fuente: https://climatica.coop/espana-gas-fosil-nigeria/ - Imagen de portada: Un árbol muerto en una zona de manglares contaminada del campamento Bakana ii, en la zona del delta del Níger, en Okrika, Nigeria. Foto: REUTERS/Afolabi Sotunde.
