La carrera por acceder a los recursos árticos se acelera



Un siglo después de las aquellas rivales expediciones de Frederick Cok y Robert Peary en la búsqueda de conquistar el Polo Norte, se ha desatado, esta vez en el Océano Glaciar Artico, una nueva carrera. Entran en escena las cinco potencias ribereñas de esta congelada tierra de nadie – Rusia, Canadá, EEUU (a través de Alaska) Noruega y Dinamarca (a través de Groenlandia) – y su objetivo ya no es la gloria, sino los abundantes recursos naturales de sus fondos marinos.
El jueves 21 de agosto, el rompehielos Louis S. Saint Laurent de la guardia costera canadiense debe abordar el Kugluktuk (territorio de los inuis* de Nunavut) con el objeto de realizar una misión de seis semanas en el mar de Beaufort en lo confines del Yukon canadiense y de la Alaska usamericana. Se le unirá a principios de setiembre a partir de Alaska el guardacostas usamericano Healy,
En cada una de esas naves se halla una veintena de científicos, geólogos, geofísicos, hidrógrafos y técnicos, instrumentos cartográficos oceánicos destinados a medir la profundidad de esos fondos y el espesor de las capas sedimentarias y a realizar un relevamiento del relieve marino. Esta campaña conjunta ha dicho el Ministro canadiense de recursos naturales Gary Lunn “permitirá recolectar suficientes datos como para ayudar a la delimitación de la plataforma continental del oeste ártico de ambos países”
La ciencia no es la única ni tampoco la motivación primordial de los dos países. Según las estimaciones de la oficina gubernamental usamericana de investigaciones geológicas (USGS) publicadas en julio de 2008, el Artico contiene un “22% de las reservas energéticas no descubiertas pero técnicamente explotables” del planeta. Al Norte del Circulo Polar yacerían en lo profundo el equivalente a 90 mil millones de barriles de petróleo (13% de las reservas mundiales inexploradas) 47 mil millones de metros cúbicos de gas natural (30% de las reservas) y 44 mil millones de barriles de gas natural licuado (20% de las reservas) Sin contar con los hipotéticos yacimientos de oro, diamantes, niquel, hierro, cobre o estaño.
Tal bagaje no puede sino excitar las codicias. Los rusos que reivindican el 45% del territorio circunscripto por el círculo ártico tomaron la delantera implantando simbólicamente su bandera en agosto de 2007, a 4.261 metros de profundidad bajo la capa glaciar. Los daneses, los usamericanos, los canadienses y los noruegos han lanzado a su vez misiones científicas destinadas a establecer sus respectivas soberanías en parte de esos fondos oceánicos.
La Convención de las Naciones Unidas sobre el derecho marítimo permite a todo estado costero extender efectivamente su jurisdicción sobre la plataforma continental – es decir la prolongación de sus tierras bajo la superficie del mar – más allá de las 200 millas náuticas (370 Km) de su zona económica exclusiva, a condición de demostrar ante una comisión internacional que el sector reivindicado es continuación de su territorio terrestre. Es aquí donde intervienen los científicos.
“Desde el punto de vista geológico la plataforma continental es la parte débilmente sumergida (solo algunos cientos de metros de profundidad) que se extiende desde la costa hasta el talud continental, caracterizado por una ruptura de la pendiente más allá de la cual comienzan las cuencas oceánicas profundas” explica Walter Roest, director del departamento de geociencias marinas del Instituto francés de investigaciones para la explotación marina (Ifremer). Pero, agrega, “a nivel jurídico las cosas son mucho más complejas”
El caso de la dorsal de Lomonossov es ilustrativo. Esta cadena de montañas submarinas, que tiene 1800km de largo y alturas de más de 3000 metros, se extiende desde Siberia hasta Groenlandia y la isla canadiense de Ellesmere. “ Desde hace decenas de millones de años esta zona ha estado vinculada a la plataforma continental siberiana, como lo evidencia la similitud de sus rocas graníticas” dice Walter Roest lo que avalaría las reivindicaciones de Rusia sobre una vasta región del Artico. Pero resulta, prosigue el geólogo, que el movimiento tectónico de las placas ha hecho que esta dorsal se aleje de Siberia, reforzando la posición de Canadá y Dinamarca.
En ocasión del 33er Congreso Geológico Internacional que se llevó a cabo en Oslo entre el 6 y el 14 de agosto pasado, los canadienses presentaron “pruebas científicas” que demuestran que la dorsal Lomonossof está vinculada a las placas continentales de América del Norte y Groenlandia. “Utilizando explosiones controladas y sismógrafos que miden la velocidad de la propagación de las ondas a 30 o 40 metros de profundidad, los investigadores demostraron la existencia de una continuidad geológica entre el continente y esa dorsal” explica Jacob Verhoef, experto del Ministerio de recursos naturales.
La actual competencia por la explotación de los recursos polares – agudizada por la posibilidad de apertura de nuevas rutas marítimas y de la voluntad de las grandes potencias de reforzar su presencia militar en la región – no augura nada bueno para el Artico, que no está, como el Antártico, protegido por un tratado internacional. En mayo de 2008, los cinco países costeros reunidos en Groenlandia, se han comprometido, sin embargo, a tomar medidas (…) para asegurar la protección y la preservación del frágil ecosistema marino del océano Artico.
Nota
*inuis, más conocidos como esquimales.
Le Monde (20.08.08) -
autor : Pierre Le Hit (publicado en el boletín 462 de ATTAC) Traducción Susana Merino

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