Aguafuertes ambientales: Lo que se viene en 2013
Ricardo Luis Mascheroni
En esta época, estudiosos, especialistas y comentaristas en las distintas áreas del quehacer social, económico, político, etc., proceden a efectuar los análisis correspondientes sobre lo que podría acontecer en el curso del año, anticipando tendencias y pronósticos sobre las perspectivas y actividades en cada tema.
La economía y la seguridad son materia de rigurosa observación, sobre la cual, gran cantidad de analistas ponen la lupa, intentando precisar diagnósticos, que brinden soluciones en esas áreas, que por lo general casi nunca se cumplen.
En cada tópico, hay cuestiones centrales y vemos que los desvelos en economía pasan por la inflación, el dólar y la evolución del crecimiento; en seguridad: el narcotráfico, la violencia y la inacción estatal marcan la cancha de los debates.
Arrancando el 2013, en materia ambiental, intentaré graficar las principales discusiones, conflictos y acciones que en este campo, se irán desenvolviendo y ocuparán la atención prioritaria, por lo menos para aquellos colectivos, ONGs, personas, redes y demás, dedicadas a la lucha por o en defensa del ambiente.
Entre los eventos que mayor atención captarán, sin hacer un ranking de importancia, reseñamos los siguientes:
Fracking: o fractura hidráulica: es un procedimiento para extraer gas y petróleo del subsuelo. El mismo consiste en la inyección a presión de agua con arena y productos químicos en el terreno, con el fin de fracturar el sustrato rocoso que encierra el gas o el petróleo, permitiendo su salida hacia el exterior.
Sobre esta técnica se alzan voces de alerta en torno a los impactos negativos sobre el ambiente, por el gran consumo de agua, y la introducción de productos químicos peligrosos que favorecen la fractura o incluso la disolución de la roca, y que podrían contaminar tanto el terreno como los acuíferos subterráneos.
Los rechazos al sistema aumentarán, teniendo en cuenta que el gobierno apuesta todas sus fichas energéticas al éxito de estas labores, sobre todo en el yacimiento de Vaca Muerta (Neuquén), en sociedad con empresas del ramo, de nefastos antecedentes en sus prácticas ambientales.
Modelo productivo agrario: Continuarán in crescendo las protestas y reclamos en contra del mismo, sobre todo por el uso de productos altamente tóxicos esparcidos por doquier a través de la fumigación aérea, en cercanías de ciudades, pueblos y urbanizaciones varias, con riesgo para personas, animales, plantas y recursos hídricos.
Como otros años, las acciones desplegadas tendrán en la sojización, el glifosato y Monsanto, la personalización de todos los males y el centro de todas sus demandas.
Minería a cielo abierto: Seguirán en distintas zonas del país las oposiciones a estos procedimientos que engendran altos y negativos impactos sobre las comunidades y ecosistemas de montaña, de por si frágiles y con escasez de agua, la que puede verse reducida o cuando menos contaminada.
En torno a este problema, el nivel de efervescencia se elevará a partir de la puesta en operaciones de nuevos yacimientos, que además de la extracción de minerales como: oro, plata, cobre, uranio, entrarán en juego otros, cuya demanda se incrementa en el mercado mundial, como el caso del litio, por mencionar un caso.
Comparto sin dudas la inquietud sobre estos temas y acompaño los reclamos en torno a los mismos y no tengo dudas que son los que más repercusión mediática y social tendrán, aunque debo aclarar, que estos conflictos no significan que sean los más importantes o preocupantes en materia ambiental, por lo menos desde mi punto de vista.
Considero que cuando uno adopta un posicionamiento en la vida debe tratar de ser coherente con el mismo, independientemente del éxito y de la repercusión social o mediática que el tema pudiera tener.
No desconocemos que en nuestro país, existe de parte de todos, una propensión a sumarnos entusiasta y fervorosamente a causas que tienen correlato en los medios de comunicación y en la actualidad, a aquellas que despiertan gran interés en redes sociales, portales e internet. Hago la salvedad, que ningún mensaje es inocente, ya que encierran intereses en una dirección u otra, lo que adormece nuestra capacidad de alerta y pensamiento crítico.
Se podrá discutir o no, la efectividad para condicionar que tienen unos y otros, lo que no se puede discutir es la potencia de llegada a toda la comunidad, lo que incide en determinados comportamientos, conductas y hábitos.
Estoy convencido que el consumismo moderno e irracional, no tiene su sustento en las urgencias o requerimientos vitales del hombre, sino que deriva de las técnicas de mercadotecnia, puesta al servicio de las grandes cadenas comerciales, que generan necesidades ficticias como mecanismo de sostenimiento del mercado. Y el mercado no solo abarca mercancías, sino también tendencias artísticas, políticas, sociales, ideas y concepciones mentales.
Como decía Gandhi: Quien trabaja en la atmósfera emponzoñada de la civilización moderna (GLOBALIZACIÓN) es semejante a un hombre que sueña. Las obras que leemos (toda la información que recibimos y asimilamos) son, en general, escritas por defensores de la civilización moderna. Estamos hipnotizados por esos escritos, y es así cómo, uno tras otro, somos arrastrados en el torbellino". “La Civilización nos adula al tiempo que nos sorbe la sangre.”
Creo que esa fuerza comunicacional, tapan o cuando menos diluyen, deliberadamente o no, la discusión de otros temas, que desde mi óptica, anidan en la esencia de la crisis ambiental y son causa fuente de la misma.
Los graves problemas ambientales
Dentro de ellos, ocupa un lugar destacado el transporte automotor, sobre todo el individual, el “auto”, ese obscuro objeto del deseo, erigido en la panacea de nuestras aspiraciones vitales.
Como lo sostengo desde hace largo tiempo, el “auto” precede a casi todos los problemas reseñados, salvo excepciones, extendiéndose como metástasis sobre el Planeta. Argentina no es la excepción y estos crecen como hongos después de la lluvia.
Me atrevo a afirmar que nada es más nefasto para la sanidad del ambiente y de las personas que este producto, que apenas cumple poco más de 100, pero que ha provocado más muertes que ninguna invención humana y que muchas de las guerras actuales y pasadas encuentran en la demanda de alimentos para sus tanques, su justificación.
Pese a que las andanzas de este asesino serial, se encuentra en la portada de casi todos los medios de comunicación, la reacción ciudadana contra el mismo es escasa para mi gusto.
Si a las bajas fatales que provoca, le sumamos heridos, discapacitados temporales y permanentes y bienes destruidos, traducirlo a términos presupuestarios, sería imposible de calcular en concepto de: indemnizaciones, seguros, pensiones, pérdida de capacidad laboral, internaciones y atención médica hospitalaria, rehabilitaciones, prótesis, daños morales y demás rubros a considerarse, que sin duda superan largamente todos los otras agresiones ambientales. Supera con creces a otro conflicto, muy sensible a los medios y al ciudadano común, cuál es el de las víctimas de la inseguridad delictiva.
Este adalid de la sociedad de consumo, no sólo mata, además fumiga el aire que respiramos con metales y gases letales como el monóxido de carbono y los aceites y fluidos que desecha, muchas veces van a los cursos de agua, generando la contaminación de esos recursos. Ni hablar de la polución acústica, causante de infinidad de daños auditivos. Por lo general, estos daños colaterales, rara vez son ponderados o presupuestados. Estudios afirman que caminar 30 minutos en micro-centros atestados de vehículos, equivale a fumar entre 15 y 40 cigarrillos por día.
Trabajar en favor de la vuelta a los ferrocarriles nacionales, es una buena manera de luchar por el ambiente.
Otro conflicto serio que tampoco se discute acabadamente, es el tema de la concentración urbana, expresado en el fenómeno de las megalópolis, que se consolida día a día de la mano de las políticas oficiales, en los países empobrecidos del Planeta.
Sin ir más lejos Macri, subido a la cresta de la ola de los planes nacionales, acaba de decir en un desvarío total, que hay que construir viviendas para 6 millones de personas en la Capital, casi duplicando las existentes.
Para ello, todo terreno es bueno, sean parques, baldíos, zonas destinadas a espacios verdes y demás, sin tener en cuenta los impactos, en una ciudad desde ya desmadrada y al borde del colapso.
Así, grandes superficies, despobladas en otros tiempos, en pocos años se convierten en una prolongación anárquica y miserable de las ciudades, cuyos “habitantes” olvidados de la mano de Dios y marginados de las políticas estatales, subsisten y se multiplican en medio de la precariedad, tugurización y el hacinamiento.
Estos asilados ambientales y sociales que recalan en las ciudades, buscando subsistir, quedan presos de un modelo injusto que los necesita justo ahí, como mano de obra barata y descartable, que les arrebata la dignidad y los convierte en esclavos del clientelismo político, del asistencialismo estatal, víctimas de la prepotencia policial y fuente inagotable de recursos humanos para la prostitución, la trata de blancas, la delincuencia y la venta de niños.
Cada uno de nosotros, como seres urbanos, somos parte del problema, aunque digamos lo contrario, ya que: “Obviamente, las ciudades son concentraciones de población: son lugares que deben importar desde el campo las necesidades materiales de dicha concentración. Esto significa que el Mundo Natural debe ser subyugado, exprimido y explotado según el interés de la ciudad."(1)
Repensar las ciudades, los medios de transporte y desempolvar el proyecto de Cambio de La Capital, deberían integrar nuestras prioridades estratégicas en pos de la sanidad ambiental, aunque dudo que el “chancho chifle”.
Los dejo para que lo analicen y me despido hasta la próxima Aguafuertes.
La economía y la seguridad son materia de rigurosa observación, sobre la cual, gran cantidad de analistas ponen la lupa, intentando precisar diagnósticos, que brinden soluciones en esas áreas, que por lo general casi nunca se cumplen.
En cada tópico, hay cuestiones centrales y vemos que los desvelos en economía pasan por la inflación, el dólar y la evolución del crecimiento; en seguridad: el narcotráfico, la violencia y la inacción estatal marcan la cancha de los debates.
Arrancando el 2013, en materia ambiental, intentaré graficar las principales discusiones, conflictos y acciones que en este campo, se irán desenvolviendo y ocuparán la atención prioritaria, por lo menos para aquellos colectivos, ONGs, personas, redes y demás, dedicadas a la lucha por o en defensa del ambiente.
Entre los eventos que mayor atención captarán, sin hacer un ranking de importancia, reseñamos los siguientes:
Fracking: o fractura hidráulica: es un procedimiento para extraer gas y petróleo del subsuelo. El mismo consiste en la inyección a presión de agua con arena y productos químicos en el terreno, con el fin de fracturar el sustrato rocoso que encierra el gas o el petróleo, permitiendo su salida hacia el exterior.
Sobre esta técnica se alzan voces de alerta en torno a los impactos negativos sobre el ambiente, por el gran consumo de agua, y la introducción de productos químicos peligrosos que favorecen la fractura o incluso la disolución de la roca, y que podrían contaminar tanto el terreno como los acuíferos subterráneos.
Los rechazos al sistema aumentarán, teniendo en cuenta que el gobierno apuesta todas sus fichas energéticas al éxito de estas labores, sobre todo en el yacimiento de Vaca Muerta (Neuquén), en sociedad con empresas del ramo, de nefastos antecedentes en sus prácticas ambientales.
Modelo productivo agrario: Continuarán in crescendo las protestas y reclamos en contra del mismo, sobre todo por el uso de productos altamente tóxicos esparcidos por doquier a través de la fumigación aérea, en cercanías de ciudades, pueblos y urbanizaciones varias, con riesgo para personas, animales, plantas y recursos hídricos.
Como otros años, las acciones desplegadas tendrán en la sojización, el glifosato y Monsanto, la personalización de todos los males y el centro de todas sus demandas.
Minería a cielo abierto: Seguirán en distintas zonas del país las oposiciones a estos procedimientos que engendran altos y negativos impactos sobre las comunidades y ecosistemas de montaña, de por si frágiles y con escasez de agua, la que puede verse reducida o cuando menos contaminada.
En torno a este problema, el nivel de efervescencia se elevará a partir de la puesta en operaciones de nuevos yacimientos, que además de la extracción de minerales como: oro, plata, cobre, uranio, entrarán en juego otros, cuya demanda se incrementa en el mercado mundial, como el caso del litio, por mencionar un caso.
Comparto sin dudas la inquietud sobre estos temas y acompaño los reclamos en torno a los mismos y no tengo dudas que son los que más repercusión mediática y social tendrán, aunque debo aclarar, que estos conflictos no significan que sean los más importantes o preocupantes en materia ambiental, por lo menos desde mi punto de vista.
Considero que cuando uno adopta un posicionamiento en la vida debe tratar de ser coherente con el mismo, independientemente del éxito y de la repercusión social o mediática que el tema pudiera tener.
No desconocemos que en nuestro país, existe de parte de todos, una propensión a sumarnos entusiasta y fervorosamente a causas que tienen correlato en los medios de comunicación y en la actualidad, a aquellas que despiertan gran interés en redes sociales, portales e internet. Hago la salvedad, que ningún mensaje es inocente, ya que encierran intereses en una dirección u otra, lo que adormece nuestra capacidad de alerta y pensamiento crítico.
Se podrá discutir o no, la efectividad para condicionar que tienen unos y otros, lo que no se puede discutir es la potencia de llegada a toda la comunidad, lo que incide en determinados comportamientos, conductas y hábitos.
Estoy convencido que el consumismo moderno e irracional, no tiene su sustento en las urgencias o requerimientos vitales del hombre, sino que deriva de las técnicas de mercadotecnia, puesta al servicio de las grandes cadenas comerciales, que generan necesidades ficticias como mecanismo de sostenimiento del mercado. Y el mercado no solo abarca mercancías, sino también tendencias artísticas, políticas, sociales, ideas y concepciones mentales.
Como decía Gandhi: Quien trabaja en la atmósfera emponzoñada de la civilización moderna (GLOBALIZACIÓN) es semejante a un hombre que sueña. Las obras que leemos (toda la información que recibimos y asimilamos) son, en general, escritas por defensores de la civilización moderna. Estamos hipnotizados por esos escritos, y es así cómo, uno tras otro, somos arrastrados en el torbellino". “La Civilización nos adula al tiempo que nos sorbe la sangre.”
Creo que esa fuerza comunicacional, tapan o cuando menos diluyen, deliberadamente o no, la discusión de otros temas, que desde mi óptica, anidan en la esencia de la crisis ambiental y son causa fuente de la misma.
Los graves problemas ambientales
Dentro de ellos, ocupa un lugar destacado el transporte automotor, sobre todo el individual, el “auto”, ese obscuro objeto del deseo, erigido en la panacea de nuestras aspiraciones vitales.
Como lo sostengo desde hace largo tiempo, el “auto” precede a casi todos los problemas reseñados, salvo excepciones, extendiéndose como metástasis sobre el Planeta. Argentina no es la excepción y estos crecen como hongos después de la lluvia.
Me atrevo a afirmar que nada es más nefasto para la sanidad del ambiente y de las personas que este producto, que apenas cumple poco más de 100, pero que ha provocado más muertes que ninguna invención humana y que muchas de las guerras actuales y pasadas encuentran en la demanda de alimentos para sus tanques, su justificación.
Pese a que las andanzas de este asesino serial, se encuentra en la portada de casi todos los medios de comunicación, la reacción ciudadana contra el mismo es escasa para mi gusto.
Si a las bajas fatales que provoca, le sumamos heridos, discapacitados temporales y permanentes y bienes destruidos, traducirlo a términos presupuestarios, sería imposible de calcular en concepto de: indemnizaciones, seguros, pensiones, pérdida de capacidad laboral, internaciones y atención médica hospitalaria, rehabilitaciones, prótesis, daños morales y demás rubros a considerarse, que sin duda superan largamente todos los otras agresiones ambientales. Supera con creces a otro conflicto, muy sensible a los medios y al ciudadano común, cuál es el de las víctimas de la inseguridad delictiva.
Este adalid de la sociedad de consumo, no sólo mata, además fumiga el aire que respiramos con metales y gases letales como el monóxido de carbono y los aceites y fluidos que desecha, muchas veces van a los cursos de agua, generando la contaminación de esos recursos. Ni hablar de la polución acústica, causante de infinidad de daños auditivos. Por lo general, estos daños colaterales, rara vez son ponderados o presupuestados. Estudios afirman que caminar 30 minutos en micro-centros atestados de vehículos, equivale a fumar entre 15 y 40 cigarrillos por día.
Trabajar en favor de la vuelta a los ferrocarriles nacionales, es una buena manera de luchar por el ambiente.
Otro conflicto serio que tampoco se discute acabadamente, es el tema de la concentración urbana, expresado en el fenómeno de las megalópolis, que se consolida día a día de la mano de las políticas oficiales, en los países empobrecidos del Planeta.
Sin ir más lejos Macri, subido a la cresta de la ola de los planes nacionales, acaba de decir en un desvarío total, que hay que construir viviendas para 6 millones de personas en la Capital, casi duplicando las existentes.
Para ello, todo terreno es bueno, sean parques, baldíos, zonas destinadas a espacios verdes y demás, sin tener en cuenta los impactos, en una ciudad desde ya desmadrada y al borde del colapso.
Así, grandes superficies, despobladas en otros tiempos, en pocos años se convierten en una prolongación anárquica y miserable de las ciudades, cuyos “habitantes” olvidados de la mano de Dios y marginados de las políticas estatales, subsisten y se multiplican en medio de la precariedad, tugurización y el hacinamiento.
Estos asilados ambientales y sociales que recalan en las ciudades, buscando subsistir, quedan presos de un modelo injusto que los necesita justo ahí, como mano de obra barata y descartable, que les arrebata la dignidad y los convierte en esclavos del clientelismo político, del asistencialismo estatal, víctimas de la prepotencia policial y fuente inagotable de recursos humanos para la prostitución, la trata de blancas, la delincuencia y la venta de niños.
Cada uno de nosotros, como seres urbanos, somos parte del problema, aunque digamos lo contrario, ya que: “Obviamente, las ciudades son concentraciones de población: son lugares que deben importar desde el campo las necesidades materiales de dicha concentración. Esto significa que el Mundo Natural debe ser subyugado, exprimido y explotado según el interés de la ciudad."(1)
Repensar las ciudades, los medios de transporte y desempolvar el proyecto de Cambio de La Capital, deberían integrar nuestras prioridades estratégicas en pos de la sanidad ambiental, aunque dudo que el “chancho chifle”.
Los dejo para que lo analicen y me despido hasta la próxima Aguafuertes.
Ricardo Luis Mascheroni es docente
Nota: Los paréntesis, son agregados míos.
Ref: 1.- Confederación Iroquesa, Mensaje al Mundo Occidental, Mutantia revista, N° 24, 1987
Imagen: agenda.eldiariomontanes.es.