Perú: Proyecto Marañón. La guerra contra la Amazonía continúa
Antonio Zambrano Allende
Al otro lado
Algunas veces pensar en lo peor para acertar sobre algún pronóstico termina dando mejores resultados que imaginarse que algo bueno pueda suceder.
El 21 de Julio de 2012 se aprobó por el Congreso de la República del Perú la Ley 29760 “Ley que declara de necesidad pública e interés nacional la ejecución del proyecto de trasvase del Río Marañón y el represamiento y la derivación del Río Huallaga para fines hidroenergéticos y agrícola” esta es un paso más luego de que el DS 020-2011 del MINEM y la RS 342-2010 le abrieran el camino para que, finalmente, se inicie el proceso de represamiento de dos de las principales vertientes del Río Amazonas.Obviamente nadie escuchó en el transcurso de este tiempo las voces que se levantaron contra esta iniciativa. Sin sangre de por medio no era necesario tomar en cuenta los pronunciamientos del Gobierno Regional de Loreto y de innumerables medios de comunicación (Radio, prensa escrita y blogs) que pretendieron hacer sentir su disconformidad ante esta norma, para variar, no consultada y que abre un nuevo ciclo en la famosa integración sudamericana, proceso que se ha convertido en una quimera de los intereses brasileños en nuestro territorio y que no se ha detenido desde que en el año 2000 se firmó la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Sudamericana – IIRSA.
Que significa esto. En primer lugar, la evidente triplicación de nuestra capacidad energética nacional instalada (el proyecto Marañón generaría 12430 Mw de energía) con el fin de exportarla o venderla en el mercado libre nacional, impactando “de taquito” en al menos siete regiones del país (Amazonas, Loreto, Cajamarca, San Martín, La Libertad, Ancash y Huánuco) tanto a su población como a su medio ambiente. Lo que no es tan fácil dilucidar, pero que se puede leer con un poco de agudeza, es el tipo de faenón de enormes proporciones que se podrían concluir entre Odebrecht, Electrobras y el gobierno García para privatizar el agua, la energía y expropiar tierras en grandes cantidades.
El proyecto que impediría el tránsito de nutrientes que alimentan el Amazonas y gran parte de los ríos de la sierra norte del Perú, muy probablemente significaría la reproducción en gran escala de lo que ha significado hasta hoy el desarrollo del proyecto Olmos en Lambayeque: la expropiación de tierras a los pequeños agricultores; la ampliación de la frontera agrícola hacia el monocultivo agroindustrial para exportación de alimentos; la conversión de los pequeños agricultores en peones o su migración forzosa a las ciudades y la privatización del agua. Todo esto sin contar los daños o desapariciones de las especies tanto en los ríos como en las zonas a inundar, especialmente en zonas de selva en donde la putrefacción de la vegetación genera inmensas cantidades de gas metano (capaz de generar 21 veces más “efecto invernadero” que el CO2).
Por supuesto, poco de esto es de interés real por el – hasta hoy- pusilánime Ministerio de Medio Ambiente que tal parece tiene el mismo enfoque que su par Brasileño – IBASA cuando este último argumenta: “Nosotros estamos para minimizar los daños no para cuidar el ambiente”.