PFAS: el origen de los “contaminantes eternos”


Las sustancias perfluoroalquiladas (PFAS) se encuentran prácticamente en todos lados. Los podemos absorber o inhalar. Sin embargo, en grandes cantidades pueden provocar graves problemas de salud y en el ambiente. ¿Cuál es su origen? y ¿qué regulaciones existen frente a estos contaminantes?

Texto por Natalia Figueroa

Una escena de la película Dark Waters (2019) es clarísima para dimensionar este tema: el abogado Robert Bilott, miembro de un prestigioso bufete de defensa corporativa, decide representar a un granjero de Virginia Occidental (EE.UU), cuya salud y la de sus animales se han visto gravemente afectadas por la acción de la multinacional química DuPont. Al revisar los archivos de la empresa, Bilott reconoce un patrón inquietante: entre cientos de documentos se repite un compuesto nombrado como “PFOA”. Va más allá y logra identificar que este compuesto está en el agua y en muchos otros artículos de uso cotidiano, como el teflón. Cuando se realizan pruebas de sangre a los residentes, más de tres mil de ellos muestran resultados que determinan enfermedades graves en su salud a causa de la exposición permanente a estos químicos.

En la película Dark Waters (2019) el abogado Robert Bilott decide representar a un granjero de Virginia Occidental (EE.UU), cuya salud y la de sus animales se han visto gravemente afectadas por la acción de la multinacional química DuPont.
Tal como lo refleja la película, este compuesto es parte de sustancias llamadas perfluoroalquiladas y polifluoralquiladas o PFAS por su sigla en inglés. En términos químicos, consisten en moléculas que poseen una cadena alquílica hidrofóbica y un grupo terminal hidrofílico, la cual puede estar total o parcialmente fluorada. Actualmente abarcan al menos 10.000 compuestos diferentes, de los cuales 4.730 tienen una estructura química conocida, según lo ha señalado un estudio de la OECD.
En 1938, estas sustancias fueron descubiertas por el joven químico norteamericano Roy Plunkett, quién le dio como primer uso ser un agente antiadherente para el teflón. Estos compuestos se utilizaron inicialmente en las naves espaciales porque eran muy resistentes a los cambios de temperatura y permitían repeler la humedad, el agua y las manchas.
Se tratan de compuestos sintéticos, es decir, que son producto de la actividad humana y son liberados al ambiente, ya sea porque están presentes en productos de usos cotidianos, como sartenes, cosméticos, envases plásticos, pantallas de teléfonos móviles, ropa impermeable, superficies antiadherentes, muebles, adhesivos. Estas sustancias repelen el aceite y el agua y se usan como aditivos para otros productos, como las fibras resistentes al agua que pueden tener esta sustancia recubriendo el textil o en alfombras que son resistentes a las manchas o en el recubrimiento de cables eléctricos.

El joven químico norteamericano Roy Plunkett, junto a dos químicos más. En 1938 Plunkett descubrió por accidente el PTFE, uno de los PFAS.

Se habla de ellos como los “contaminantes eternos” o los químicos permanentes dado que depende de qué tan reactivos sean, para que una sustancia sea degradada en el ambiente o en el cuerpo humano. Estos compuestos son muy estables químicamente hablando y, por ende, son difíciles de degradar.
Richard Toro, académico del Departamento de Química de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile, señala que “un compuesto PFAS podría tener tiempos de vida media –el tiempo que se requiere para que la concentración inicial de una sustancia se reduzca a la mitad– de alrededor de 8 años en algunos de ellos, sin embargo, otros pueden tener más y otros menos”.
¿Dónde se encuentran?
Por las características anteriores, estos compuestos pueden encontrarse en el suelo, en el agua y en el aire. Como son sustancias persistentes, no se degradan en el ambiente y, por ejemplo, al quitarse un producto cosmético, esos residuos se van por el desagüe hasta la planta de tratamiento de agua, llegando a un río o al mar. Se liberan al ambiente por cualquier vía: a la atmósfera lo hacen a través de las fibras sintéticas cuando se sacude o se lava la ropa se liberan estas fibras al aire y terminan dispersándose en todo el medio. A partir de ahí, se pueden bioacumular en la vida silvestre. Dado que los compuestos de PFAS son muy móviles, se absorben fácilmente a través de la piel humana y de los conductos lagrimales, y a menudo se ingieren sin que nos demos cuenta. Al tomar agua, comer pescado, mariscos o al ducharse uno puede absorberlos a través de la piel, incluso, inhalarlos.

©Bernd Dittrich
Estos compuestos pueden encontrarse en el suelo, en el agua y en el aire. ©Matt Hardy
 
©Matt Palmer

En un reportaje publicado por el New York Times, la profesora de farmacología y toxicología de la Universidad de Colina del Este, Jamie DeWitt, señala que una vez que “estos compuestos entran en el cuerpo, les gusta pasar el rato en el torrente sanguíneo porque les gusta adherirse a las proteínas de nuestra sangre e interactuar con todo tipo de moléculas diferentes”. En la misma película Dark Waters, se muestra cómo un grupo de adolescentes se bañan en el río aledaño a la planta química porque el agua está tibia. Al contacto con el agua, ya sea al tomarla o al sumergirse en ella, los contaminantes son absorbidos ingresando al torrente sanguíneo.
Más aún, los efectos de los PFAS podrían potenciarse. Un estudio realizado por científicos e investigadores de la Universidad de Birmingham, publicado en octubre de 2024, ha mostrado que los microplásticos podrían contener contaminantes orgánicos persistentes y, entre ellos, están los PFAS, que interactúan muy bien con los plásticos y podrían ser inhalados e ingresar al sistema a través de la inhalación por las vías respiratorias. La investigación señala que la combinación de ambas sustancias hace que sean más tóxicas y peligrosas para la salud.
Además, este estudio señala que la fauna acuática es especialmente vulnerable a estas sustancias dado que las masas de agua actúan como importantes medios de transporte y transformación de los PFAS. Es por esto, que los especialistas advierten que su “coaparición con los microplásticos puede intensificar el impacto en las especies acuáticas e influir en la absorción y el transporte de PFAS”.
PFOA y PFOS: los más conocidos
Aunque es un tema hasta ahora poco abordado, existen dos de estos compuestos sintéticos de los cuales se ha investigado en mayor profundidad. Se trata del PFOS, que es el ácido perfluorooctanosulfónico y el PFOA, que es el ácido perfluorooctanoico. Este último es un químico muy utilizado en la industria porque se usa para producir el teflón, una sustancia que está presente en sartenes, ollas, electrodomésticos, cables, cosmética, entre otros usos. Mientras que el PFOS también es una sustancia sintética que se emplea en las industrias para impermeabilizar los productos del agua, la grasa y la suciedad. Dado que se encuentra en las aguas residuales de las fábricas puede llegar a contaminar las aguas de consumo urbano.

PFOA es un químico muy utilizado en la industria porque se usa para producir el teflón. ©Louis Hansel

Efectos en la salud
Estos compuestos, al encontrarse en espacios con alta exposición para las personas, pueden ser ingeridos con facilidad y, en altas concentraciones en la sangre, generar efectos adversos para la salud. Toro explica que se han asociado algunos tipos de cáncer: como de riñón, testicular y al hígado. Así también, enfermedades a la tiroides, úlceras con efectos en embarazadas y lactantes. Además, estos compuestos han generado preeclampsia, es decir, el incremento en la presión arterial en personas embarazadas.
Si bien no hay claridad sobre los efectos que tendrían sobre la salud muchos de estos compuestos, sí se ha determinado que están asociados a efectos cardiovasculares o desórdenes cardiovasculares durante el embarazo. Lo complejo, detalla el químico ambiental, es que se puede transmitir desde la madre a un lactante y que, además, son disruptores endocrinos, entonces afectan al sistema hormonal y también se relacionan con algunos problemas de fertilidad.
Sin embargo, considerando que se tratan de millones de compuestos posibles de estos contaminantes, hay muchísimos otros efectos de los cuales no tenemos aún información. Entonces, las enfermedades que se podrían producir con estos compuestos es una lista interminable de patologías que se podrían asociar a la exposición sostenida a estas sustancias.
Regulaciones
Los más conocidos de estos compuestos fueron regulados a partir de la Convención de Estocolmo de Contaminantes Orgánicos Persistentes (COPs), adoptada en mayo de 2001 y que entró en vigor en 2004. Mientras que la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) ha establecido un límite de ingesta semanal tolerable (IST) para cuatro PFAS. Adicionalmente, Australia, Canadá, Nueva Zelanda, Reino Unido, la Unión Europea, Italia, Japón y Estados Unidos han dispuesto regulaciones específicas para varios de estos contaminantes. Entre los millones de ellos, el PFOS y el PFOA han sido regulados restringiendo su producción y su uso en entornos domésticos.
Recientemente se aplicó una regulación en Francia que establece la prohibición, a partir del 1 de enero de 2026, de fabricar, importar y vender cualquier producto cosmético, de cera (material para los esquís de nieve) o producto de ropa textil que contenga PFAS. Considera como excepción algunos textiles industriales o de usos esenciales. Sin embargo, esta regulación ha generado polémica dado que no incluyó los productos de cocina, que son los de mayor exposición diaria. Así también, algunos textiles industriales o aquellos usos que tienen una connotación militar. “Es complicado porque ahí es donde hay una potencial exposición súper grande. Francia dio un primer paso, pero sin duda se tiene que regular mucho más todo esto”, dice Richard Toro.
En el caso chileno, no existe ninguna regulación de estos compuestos. En cualquier supermercado, por ejemplo, se puede comprar sartenes con teflón que libera estas sustancias. Si bien existen opciones libres de PTFE (politetrafluoroetileno), que es el compuesto químico del teflón y un tipo de PFAS, son más costosas en comparación a las otras. Toro asegura que “tenemos un Estado muy al debe con el tema dada la falta de regulación al respecto y, por lo tanto tenemos que tomar acciones propias, como consumidores”.
Por ahora, sabemos que este tema ha sido explorado recientemente y que cuenta con regulaciones iniciales a nivel mundial. Sin embargo, es evidente que se necesitan mayores esfuerzos para impedir que estos contaminantes sigan presentes en la fabricación de productos de uso cotidiano y, de esta manera, cuidar la salud humana y ambiental.

Los PFAS están presentes en sartenes, cosméticos, envases plásticos, pantallas de teléfonos móviles, ropa impermeable, superficies antiadherentes, muebles, adhesivos.

 Referencias:
Soltanighias, T, Umar, A, Abdullahi, M., Abdallah, M. A.-E., & Orsini, L. (2024). Toxicidad combinada de sustancias perfluoroalquiladas y microplásticos en la especie centinela Daphnia magna: Implicaciones para los ecosistemas de agua dulce. Environmental Pollution, 363(Parte 1).
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). (2018). Informe resumido sobre la nueva base de datos mundial completa de sustancias perfluoroalquilo y polifluoroalquilo (PFAS).
Grullón, I. (2022). Estas son las sustancias indestructibles de las que es prácticamente imposible escapar. The New York Times. Qué son las PFAS, las ‘sustancias químicas eternas’ – The New York Times
Entrevista Richard Toro, académico del Departamento de Química de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile.
Película Dark Waters (2019), dirección Todd Haynes, Estados Unidos.
IFuente: Revista Endérmico - https://endemico.org/pfas-el-origen-de-los-contaminantes-eternos/ - magen de portada: ©Vladyslav Bahara

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