El programa de progreso en Occidente
Antonio García-Olivares –
El programa del progreso en Occidente
Como afirmaba Weber, "intereses (materiales e ideales), y no ideas, son los que dominan inmediatamente la acción de los hombres. Pero, muy frecuentemente, las imágenes del mundo, que son construidas mediante ideas, han determinado como guardagujas las vías a través de las cuales la dinámica de los intereses movió la acción humana". Entre los siglos XI y XVII algunas de las imágenes del mundo medievales sufren modificaciones importantes y se ensamblan entre sí de un modo diferente, constituyendo una imagen del mundo y facilitando unas prácticas de gran influencia secular hasta la actualidad.
Denominaremos "programa del Progreso" a este conjunto formado por: (i) prácticas económicas desarrollistas, (ii) prácticas de acumulación y centralización del poder y (iii) imagen del mundo progresista. Tres imágenes medievales del mundo son las precondiciones de esta nueva cosmovisión: El Orden establecido por Dios; el milenarismo; la mentalidad burguesa. La peculiar síntesis que propone el puritanismo a partir de estos tres marcos metafóricos está en el origen de la nueva ideología progresista. Y el que esta ideología alcanzase la hegemonía cultural se debe a su ensamblaje dentro del citado sistema de prácticas.
[…], el progreso toma a veces el valor de un mito que no puede ser discutido. En otros casos, el progreso se sigue viendo como una ley inexorable, si no derivada de la voluntad divina como en sus orígenes puritanos, sí algo parecido a una ley universal garantizada, como las leyes de la física. Y esto es una mitificación, dado que el progreso es en realidad el resultado de un ensamblaje histórico concreto de artefactos y prácticas sociales. Y tales constructos carecen de inercia, como han demostrado Latour, Callon, Law y la escuela del actor-red.
Una dinámica tan auto-catalítica como ha sido hasta ahora el Programa del Progreso sólo podría entrar en crisis si la simbiosis básica desapareciera o si las emergencias macro del ensamblaje, que tanta atracción generan sobre las acciones micro de los participantes, se debilitaran irreversiblemente (García-Olivares).
Reestructuraciones en la simbiosis básica, provocadas por la aparición de prácticas económicas nuevas como la economía informacional, parecen haber sido encajadas por un capitalismo renovado de gran resiliencia, y no han supuesto ninguna inestabilidad estructural catastrófica para el mismo. Sin embargo, recientes evidencias indican que el tamaño finito de los recursos energéticos y minerales globales podrían estar en estos momentos frenando la acumulación exponencial de capital que ha estado hasta ahora en la base del funcionamiento del programa de desarrollo económico, uno de los constituyentes básicos del Programa del Progreso y de la forma de funcionar del capitalismo.
El progreso, ese valor-guía de origen puritano, luego contemplado como "ley ineluctable" de los tiempos modernos, podría tener los días contados. Nuevos sistemas económicos y nuevos valores guía deberían permitir que las futuras generaciones humanas pudieran seguir disfrutando de una vida digna pese a ello. Pero todas las grandes crisis estructurales en las sociedades humanas son traumáticas, sobre todo si afectan a los sistemas básicos de la producción y reproducción de las condiciones de existencia social. Una refundación inteligente del modo de producción y los valores guía progresistas todavía dominantes será clave para que la transición sea lo menos traumática posible.
Como afirmaba Weber, "intereses (materiales e ideales), y no ideas, son los que dominan inmediatamente la acción de los hombres. Pero, muy frecuentemente, las imágenes del mundo, que son construidas mediante ideas, han determinado como guardagujas las vías a través de las cuales la dinámica de los intereses movió la acción humana". Entre los siglos XI y XVII algunas de las imágenes del mundo medievales sufren modificaciones importantes y se ensamblan entre sí de un modo diferente, constituyendo una imagen del mundo y facilitando unas prácticas de gran influencia secular hasta la actualidad.
Denominaremos "programa del Progreso" a este conjunto formado por: (i) prácticas económicas desarrollistas, (ii) prácticas de acumulación y centralización del poder y (iii) imagen del mundo progresista. Tres imágenes medievales del mundo son las precondiciones de esta nueva cosmovisión: El Orden establecido por Dios; el milenarismo; la mentalidad burguesa. La peculiar síntesis que propone el puritanismo a partir de estos tres marcos metafóricos está en el origen de la nueva ideología progresista. Y el que esta ideología alcanzase la hegemonía cultural se debe a su ensamblaje dentro del citado sistema de prácticas.
[…], el progreso toma a veces el valor de un mito que no puede ser discutido. En otros casos, el progreso se sigue viendo como una ley inexorable, si no derivada de la voluntad divina como en sus orígenes puritanos, sí algo parecido a una ley universal garantizada, como las leyes de la física. Y esto es una mitificación, dado que el progreso es en realidad el resultado de un ensamblaje histórico concreto de artefactos y prácticas sociales. Y tales constructos carecen de inercia, como han demostrado Latour, Callon, Law y la escuela del actor-red.
Una dinámica tan auto-catalítica como ha sido hasta ahora el Programa del Progreso sólo podría entrar en crisis si la simbiosis básica desapareciera o si las emergencias macro del ensamblaje, que tanta atracción generan sobre las acciones micro de los participantes, se debilitaran irreversiblemente (García-Olivares).
Reestructuraciones en la simbiosis básica, provocadas por la aparición de prácticas económicas nuevas como la economía informacional, parecen haber sido encajadas por un capitalismo renovado de gran resiliencia, y no han supuesto ninguna inestabilidad estructural catastrófica para el mismo. Sin embargo, recientes evidencias indican que el tamaño finito de los recursos energéticos y minerales globales podrían estar en estos momentos frenando la acumulación exponencial de capital que ha estado hasta ahora en la base del funcionamiento del programa de desarrollo económico, uno de los constituyentes básicos del Programa del Progreso y de la forma de funcionar del capitalismo.
El progreso, ese valor-guía de origen puritano, luego contemplado como "ley ineluctable" de los tiempos modernos, podría tener los días contados. Nuevos sistemas económicos y nuevos valores guía deberían permitir que las futuras generaciones humanas pudieran seguir disfrutando de una vida digna pese a ello. Pero todas las grandes crisis estructurales en las sociedades humanas son traumáticas, sobre todo si afectan a los sistemas básicos de la producción y reproducción de las condiciones de existencia social. Una refundación inteligente del modo de producción y los valores guía progresistas todavía dominantes será clave para que la transición sea lo menos traumática posible.