Megarepresas y sus impactos ambientales
Por Clar Alejandra, Sosa Rosana
Los efectos negativos de la energía hidroeléctrica comenzaron a ser percibidos a medida que esta se fue desarrollando en países tropicales y sub-tropicales dado que en estas regiones las represas se construyeron con las condiciones opuestas a las mencionadas antes: clima cálido, malas condiciones sanitarias y alta densidad de población ribereña. Esta situación, sumada al hecho de que las represas construidas en países del Tercer Mundo suelen tener dimensiones monumentales, antes desconocidas, reveló los verdaderos impactos de las represas.
La energía hidroeléctrica suele considerarse una energía “limpia” o “verde” pero ¿es esto realmente así? Cualquier persona que se pare ante la inmensidad de concreto que es la represa de Itaipú no puede más que darse cuenta de que semejante huella humana debe, forzosamente, tener impactos sobre el medio ambiente. El hecho de que esta energía no depende del uso de combustibles fósiles no debe hacernos caer en el error de pensar que no tiene efectos adversos sobre el ambiente; las energías llamadas "limpias" nunca son limpias cuando se producen en tan gran escala ni cuando producen un cambio tan drástico del ambiente, por el contrario, tienen graves impactos en vidas humanas y ecosistemas naturales, muchas veces irreversibles.
El área de influencia de una represa incluye no sólo sus alrededores y el embalse, sino también la cuenca del río, aguas abajo de la represa. Hay impactos ambientales directos asociados con la construcción de la represa, pero los impactos más importantes son el resultado del embalse del agua, la inundación de la tierra para formar el reservorio, y la alteración del caudal de agua, aguas debajo de la represa. Estos efectos tienen impactos directos en los suelos, la vegetación, la fauna, el clima y la población humana del área. Hay también efectos indirectos que incluyen los que se asocian con la construcción, el mantenimiento y el funcionamiento de la represa y el desarrollo de las actividades agrícolas, industriales o municipales que posibilita la fuente de agua que representa el embalse de la represa.
A pesar de esto, la cada vez mayor escasez de energía por el inminente agotamiento del petróleo y otros combustibles fósiles, sumada a la propaganda de que la hidroeléctrica es “verde”, hace que se planifiquen y construyan cada vez más represas. Cabe mencionar que estos mismos argumentos son los que se utilizan para promover otro tipo de energía: la nuclear.
A pesar de que la energía hidroeléctrica moderna ya tiene más de un siglo (la primera central hidroeléctrica se construyó en 1880 en Inglaterra), la conciencia sobre sus impactos negativos solo tiene algunas décadas (desde más o menos las décadas de 1960-1970). Según Mauricio Schoijet esta concientización tardía se debe a dos razones: por un lado por una de orden general consistente en que las preocupaciones de tipo ecológico sólo comenzaron a tener fuerza en dicha época (o incluso más tarde según el país), y, por otro lado, por la razón específica relacionada con cómo se ha desarrollado a lo largo del tiempo la energía hidroeléctrica en el mundo. Esto se refiere al hecho de que los primeros países en los que se desarrolló esta energía fueron países de clima frío o templado, con baja densidad de población en márgenes de ríos y con adecuados servicios y condiciones sanitarios (como Europa Occidental, Canadá y Estados Unidos), y que en estos casos las represas construidas no tuvieron el tamaño monumental de las megarepresas, como Itaipú, ya que, al ser países desarrollados, urbanizados e industrializados, con su población asentada establemente, los mejores sitios para aprovechamiento hidroeléctrico ya se encontraban dedicados a otras finalidades.
Los efectos negativos de la energía hidroeléctrica comenzaron a ser percibidos a medida que esta se fue desarrollando en países tropicales y sub-tropicales dado que en estas regiones las represas se construyeron con las condiciones opuestas a las mencionadas antes: clima cálido, malas condiciones sanitarias y alta densidad de población ribereña. Esta situación, sumada al hecho de que las represas construidas en países del Tercer Mundo suelen tener dimensiones monumentales, antes desconocidas, reveló los verdaderos impactos de las represas.
Otro aspecto de gran relevancia es que muchas de estas megarepresas están construidas en zonas de humedales (por ejemplo, en nuestro país esto sucede en la región del Delta e Islas del Paraná). Estos ecosistemas son muy importantes, ya que, entre otras cosas, tienen una enorme biodiversidad y productividad, actúan como “esponjas” que retienen excesos de agua previniendo inundaciones, recargan acuíferos y depuran el agua. Los humedales son ecosistemas “de pulsos”, es decir, su correcto funcionamiento requiere de las pulsaciones de inundaciones regulares para sobrevivir, por lo que las represas son especialmente dañinas. En adición a la alteración de su régimen natural, otro de los impactos más nocivos es el favorecimiento de un proceso denominado “colmatación” que sucede cuando el agua en la zona de la represa deja de correr y, aguas arriba, el río original y sus tributarios siguen fluyendo, pero en un estado alterado, con un flujo muy lentificado. Esto hace que sedimentos que normalmente se trasladarían aguas abajo se depositen, haciendo que progresivamente disminuya la porosidad del suelo. Esto altera la capacidad de absorción del humedal, causando inundaciones y evitando la recarga de acuíferos y la depuración del agua.
En nuestro país el problema ambiental de las represas afecta mucho a la ecorregión de Delta e Islas del Paraná, no sólo por la presencia en ésta de la represa de Yacyretá, sino también porque Brasil es un país con una gran “apuesta” a la energía hidroeléctrica, por lo que en el curso superior del Río Paraná hay un elevado número de represas, que alteran los tramos medio e inferior del mismo. Esto se ve agravado por el hecho de que, a pesar de que los impactos de las represas son conocidos, en la actualidad, hay planificaciones para muchos proyectos hidroeléctricos nuevos en el área, tanto en Brasil como en nuestro país.
Frente a este panorama, se vuelve especialmente relevante realizar una reevaluación de los impactos de estos complejos y fomentar una concientización sobre el costo ambiental que implican para la sociedad.
Impactos a nivel global: aportes de las represas a la crisis ecológica mundial
Nadie puede, en la actualidad, negar el hecho de que nos encontramos frente a una crisis ecológica de nivel global: los efectos del calentamiento global ya se sienten y sólo aumentarán, hay una crisis cada vez mayor, tanto energética como hídrica y alimenticia, el suelo se está degradando, los océanos acidificando, etcétera.
Si bien estos fenómenos se conocen y son evidentes, también lo es la escasez de instrumentos que tiene la humanidad (si bien se están desarrollando muchos) para medir la mayoría de estos procesos, y poder definir así qué límites no se deben cruzar (por ejemplo, qué concentración de CO2 en la atmósfera no se debe superar).
Un modelo que se ha propuesto para esto es el postulado por un grupo internacional de científicos liderados por Johan Rockström (Centro de Resiliencia de la Universidad de Estocolmo, Suecia), en el artículo: “Límites planetarios: un espacio operativo seguro para la humanidad.” En este se identifican nueve procesos que consideran claves en los sistemas terrestres y los límites dentro de cada uno que no deben ser trasgredidos por la humanidad para evitar causar cambios irreversibles en nuestro planeta.
Los límites propuestos son para: cambio climático, diversidad biológica, entradas de nitrógeno y fósforo en la biosfera y océanos, ozono estratosférico, cambio en el uso de la tierra, uso del agua dulce, acidificación de los océanos, cargas de aerosoles y contaminación química. El ensayo además postula que es muy posible que los tres primeros de estos límites ya hayan sido traspasados y remarca que todos están muy interconectados, por lo que cruzar uno puede afectar mucho a alguno de los otros.
Nos pareció interesante, entonces, evaluar los impactos a nivel global de las represas, analizando a cuáles de los procesos globales descritos por Rockström realizan un aporte.
Pérdida de Biodiversidad:
Si bien en la naturaleza existe el proceso de extinción de especies sin intervención humana, este proceso se ha ido acelerando paulatinamente por procesos antrópicos desde la Revolución Industrial. La situación ha llegado a un punto tal que la velocidad de este proceso es de entre 100 y 1000 veces mayor que la que sucedería naturalmente.
Esta enorme pérdida es un proceso muy grave ya que la biodiversidad no solamente brinda numerosos servicios ambientales al hombre, sino que, además, a medida que se extinguen especies y se destruyen las funciones que cumplen, los ecosistemas se vuelven más vulnerables a las perturbaciones y, por lo tanto, aumenta su fragilidad.
Las represas aportan significativamente a este proceso por:
· Las descargas de agua de la presa, que en muchas ocasiones es más fría que el agua superficial sobre la cae, puede carecer de oxígeno y tener sulfuro de hidrógeno, o tener un pH inferior, todo lo cual tiene un gran impacto en la fauna acuática.
· La alteración del régimen hidrológico de los ríos.
· El cambio de un hábitat de agua que fluye, bien oxigenada y con mucha luminosidad, a uno de agua quieta, con poco oxígeno y oscuro.
· La inundación permanente de grandes extensiones de ecosistemas terrestres, que muchas veces son áreas tropicales o subtropicales, con bosques y selvas, donde se desarrollan algunos de los ecosistemas más ricos en biodiversidad del mundo. Además estos complejos generalmente se construyen en regiones alejadas de las ciudades e industrias, que son el último refugio de especies desplazadas.
· El posible agotamiento del oxígeno en el agua embalsada.
· La interrupción de las rutas migratorias por el bloqueo del río.
· La deforestación, que se da por la necesidad de caminos para el paso de maquinarias y otras infraestructuras, y se agrava porque abre la puerta a los traficantes de madera.
· La invasión de especies exóticas que compiten con las nativas. Las represas hidroeléctricas se construyen sobre saltos de agua. Estos actuaban antes como barreras ecológicas para la fauna y la flora, pero al construir uno de estos complejos, se almacena el agua en la represa (en la que se infiltran especies de flora y fauna) y luego se libera de forma tal que estos organismos sobreviven y pueden pasar a un hábitat aguas abajo, que antes no habitaban.
· La proliferación de plantas flotantes acuáticas, que se reproducen muy rápidamente y tienen muy fácil adaptación, por lo que suplantan rápidamente al resto de la flora.
Cambio Climático:
Este proceso antrópico ya es indiscutible y sus efectos son apreciables. Es uno de los problemas ambientales actuales más críticos, ya que sus consecuencias son muy impredecibles y afectan mucho a la biodiversidad y a la mayoría de los otros procesos que se tratan en el artículo de Rockström. Es también muy relevante porque las medidas que se deberían tomar para mitigarlo implicarían un decrecimiento del consumo, y, por el momento, no parece haber una tendencia hacia esta actitud.
Las represas aportan a este proceso por que:
· Causan una gran deforestación, que tiene gran influencia en el cambio climático, ya que los bosques y selvas son sumideros de dióxido de carbono.
· Si no se deforesta para construir la represa, los árboles quedan bajo agua y mueren, generando metano, un gas con efecto invernadero aún mayor que el dióxido de carbono.
· La mayoría de las represas, finalizada su vida útil, son abandonadas bajo el agua sin tratamiento, con algunos de sus materiales en procesos de descomposición, lo que también genera emisión de gases de efecto invernadero.
Ciclos de Nitrógeno y Fósforo:
Estos ciclos naturales globales han sido muy alterados antropicamente por el enorme ingreso de distintas formas químicas de estos materiales para actividades humanas, especialmente la agricultura.
Los embalses de las represas proveen una gran fuente de agua para irrigación, por lo que muchas veces se aprovechan áreas cercanas para la agricultura, causando contaminación con fertilizantes que contienen especies de ambos elementos.
Estos también pueden llegar al agua por la contaminación por afluentes, ya sea por centros urbanos cercanos o por industrias instaladas en los alrededores del embalse.
Estos procesos son especialmente críticos en los embalses de represas porque, al detener el río, se pierde su capacidad autopurificadora por el proceso de colmatación.
Uso mundial de agua dulce:
Es un proceso de enorme importancia ya que afecta a la biodiversidad, al funcionamiento de los ecosistemas y la seguridad alimenticia y sanitaria. El ser humano ha ido aumentando exponencialmente este uso (a lo que se suma la pérdida de aguas por su contaminación), por lo que en la actualidad este recurso ya se encuentra en muchas zonas en crisis.
Las proyecciones estiman que, incluso con mejoras tecnológicas para una mayor eficiencia hídrica, en el año 2030 habrá una brecha entre la oferta y la demanda de por lo menos un 60%. Sin embargo, muchos países, como el nuestro y Brasil, siguen actuando como si el agua dulce fuese un recurso inagotable. Es crítico promover un cambio de actitud y comenzar a adoptar estrategias para su conservación a futuro.
El efecto en el uso del agua de las represas se da por:
· La deforestación, que causa la alteración del régimen de precipitaciones de la región.
· La acumulación de agua embalsada, que reduce la pérdida de agua por evaporación y por percloración.
· La instalación de industrias y el desarrollo de la agricultura en las cercanías del embalse para el aprovechamiento de dicha fuente de agua, que son las actividades responsables de la mayor parte del consumo de agua mundial.
· La pérdida de agua por su contaminación por sulfuro de hidrógeno, acumulación de materia orgánica, pesticidas, fertilizantes, descarga de efluentes, etcétera, agravada por la pérdida de la capacidad de autodepuración del río. Además, si represa está en una zona con algún acuífero, la contaminación podría alcanzar las aguas subterráneas.
· La disminución del caudal de los ríos aguas abajo de la represa, lo que altera la disponibilidad de agua en esta zona y la reposición del agua de acuíferos.
Cambio del uso de la tierra
Se debe principalmente a la expansión de la agricultura y la deforestación que tiene asociada., y afecta a la biodiversidad, a la calidad de los suelos y al clima, entre otros.
Las represas causan un gran cambio en el uso de la tierra por la deforestación y por la inundación de grandes áreas que antes no estaban bajo agua. Además, como ya dijimos antes, se suelen usar las tierras cercanas para agricultura y la instalación de industrias para aprovechar la fuente de agua dulce del embalse.+
Acidificación de los océanos:
Este problema es una gran amenaza para la biodiversidad marina y para la función de los océanos como sumideros de carbono. La principal causa de este fenómeno es la creciente concentración de dióxido de carbono atmosférico. Esto se debe a que entre la atmósfera y los océanos hay un equilibrio químico en el que el dióxido de carbono atmosférico se disuelve en agua y se transforma en ácido carbónico y bicarbonato, bajando el pH del agua.
Entonces, las represas influyen en este proceso porque, como ya mencionamos previamente, liberan dióxido de carbono a la atmósfera.
Contaminación química:
La represa en sí no aporta demasiado a este proceso, ya que, si bien libera especies como sulfuro de hidrógeno, que es dañina para la fauna, este tipo de contaminantes no es ni persistente ni de origen antrópico.
Lo que sí aporta es la agricultura, con su uso de pesticidas, y las industrias que se desarrollan cerca del complejo hidroeléctrico.
Liberación de aerosoles a la atmósfera:
Si bien todavía no existe una manera de medirlos a nivel global ni se conocen bien sus efectos, sí se sabe que afectan al clima y a la salud humana.
El mayor aporte de las represas a la liberación de aerosoles se da durante su construcción y, posteriormente, por la exposición del suelo por la deforestación.
Otros impactos de las represas
Impacto directo en la salud humana:
Las aguas estancadas a causa de las represas pueden ser causa de una gran variedad de enfermedades ya que agentes portadores de enfermedades, como insectos y caracoles, proliferan en aguas quietas.
Una de las enfermedades típicas de zonas tropicales y subtropicales con represas es la esquistosomiasis, que se transmite a los humanos cuando las formas larvarias del parásito, liberadas por caracoles de agua dulce, penetran en la piel durante el contacto con aguas infestadas.
Esta enfermedad crónica se caracteriza por desórdenes del hígado, vías urinarias, pulmones o sistema nervioso.
Para que se pueda dar el ciclo de vida de este parasito se necesitan aguas estancadas o de movimiento lento, por lo que la enfermedad está directamente relacionada con las represas, y se ha expandido geográficamente en los últimos tiempos. Este es el caso, por ejemplo, del Sur de Brasil, región tropical con elevado número de represas.
Otras enfermedades asociadas con la construcción de las represas son el dengue, el paludismo y la fiebre amarilla por el ambiente ideal para la proliferación de mosquitos que genera el estancamiento del agua. Se han encontrado casos de estos en los alrededores de las represas Itaipú y Yacyretá.
También puede aumentar las posibilidades de que se den enfermedades como disentería, diarrea, erupciones en la piel y otras.
Impactos Socioculturales
Entre numerosos impactos sociales se encuentran:
• Desintegración de comunidades y desplazamiento y separación de sus integrantes.
• Inadecuados programas de mitigación, reasentamiento y desarrollo para desplazados.
• Mayor empobrecimiento.
• Pérdida de actividades económicas como la pesca y, en muchas ocasiones, turismo.
• Costos sociales y ambientales que deberán cargar generaciones futuras.
• Corrupción: las represas hidroeléctricas son siempre fuente de gran corrupción. Por empezar, siempre hay un intento de “engañar al público”, de “propaganda falsa”: las represas son presentadas como fuente de empleo y energía (además “limpia”) para todos y como algo que enriquecerá la región, cuando en la mayoría de los casos generan más costos que beneficios. Las evaluaciones de impacto ambiental (EIA) son manipuladas y utilizadas como herramientas por algunas industrias y países, beneficiadas por las represas a costa de pobladores locales, para generar dicha imagen positiva. Por otro lado, las represas requieren una enorme inversión inicial, que puede ser utilizada como soborno para su aprobación, ya que los funcionarios gubernamentales y los políticos pueden fácilmente apropiarse de una parte.
Conclusiones: deuda ambiental, pasivos ambientales y represas
Las represas y sus impactos son un exponente más del funcionamiento actual del sistema económico, que beneficia a unos pocos y perjudica a muchos, y que se considera superior a todos los otros aspectos de la vida y, por lo tanto, con derecho a regirlos. Los efectos de los emprendimientos hidroeléctricos son otro ejemplo de que las consecuencias de las actividades económicas (“externalidades”) afectan a terceros y no son daños colaterales, sino impactos centrales del sistema (“pasivos ambientales”), y que son el medio ambiente y la sociedad los que deben pagan su costo.
El hecho de que las mega-represas son mayormente construidas en países del Tercer Mundo es otro ejemplo de la asimetría usual entre cómo se manejan los riesgos ambientales en países desarrollados y en países no desarrollados. Por otro lado, la mayorparte de la energía producida por estas represas hidroeléctricas no se destina a la población, sino a las industrias de la zona (en general subsidiada por el Estado), que además abusan del consumo de agua y contaminan. Cabe destacar que la mayoría de estas industrias no son nacionales, sino transnacionales de países desarrollados. Es decir, las represas de los países del tercer mundo son, por lo general, una parte más de la deuda ecológica que los países “del Norte” tienen con los “del Sur”.
Por deuda ecológica entendemos “la deuda contraída por los países industrializados con los otros por el despojo de recursos naturales, los impactos ambientales exportados y la libre utilización del espacio para depositar sus residuos.”
Las represas aportan a:
· La Deuda de Carbono por su emisión de gases de efecto invernadero.
· Los Pasivos Ambientales por todos los impactos estudiados.
· La Exportación de Residuos Tóxicos por la contaminación por fertilizantes y biocidas importados usados para la agricultura, y por contaminación por industrias extranjeras.
Parte de esta deuda podría ser cuantificada monetariamente: los impactos ambientales reversibles, con un costo económico calculable. Sin embargo, cabe preguntarse quién se haría cargo de dichos costos: ¿los responsables de las represas? ¿las industrias? ¿los agricultores? En una situación como esta, en que no se puede distinguir con claridad dónde termina la responsabilidad de un actor y comienza la de otro, lo más probable es nadie se haga cargo de la remediación de dichos efectos.
No obstante, en muchos casos los impactos son irreversibles (como la pérdida de biodiversidad y el cambio en la vida de los pobladores desplazados). Calcular un valor monetario para estos implicaría una evaluación arbitraria y, en nuestra opinión, no sería ético.
Si bien no se puede calcular un valor exacto de la deuda ecológica de las represas (y, de todas formas, no es claro a quién sería el reclamo o si sería ético), nos parece que es un argumento útil para promover una mitigación de sus impactos y un cese de la construcción de emprendimientos hidroeléctricos.
Los efectos negativos de la energía hidroeléctrica comenzaron a ser percibidos a medida que esta se fue desarrollando en países tropicales y sub-tropicales dado que en estas regiones las represas se construyeron con las condiciones opuestas a las mencionadas antes: clima cálido, malas condiciones sanitarias y alta densidad de población ribereña. Esta situación, sumada al hecho de que las represas construidas en países del Tercer Mundo suelen tener dimensiones monumentales, antes desconocidas, reveló los verdaderos impactos de las represas.
La energía hidroeléctrica suele considerarse una energía “limpia” o “verde” pero ¿es esto realmente así? Cualquier persona que se pare ante la inmensidad de concreto que es la represa de Itaipú no puede más que darse cuenta de que semejante huella humana debe, forzosamente, tener impactos sobre el medio ambiente. El hecho de que esta energía no depende del uso de combustibles fósiles no debe hacernos caer en el error de pensar que no tiene efectos adversos sobre el ambiente; las energías llamadas "limpias" nunca son limpias cuando se producen en tan gran escala ni cuando producen un cambio tan drástico del ambiente, por el contrario, tienen graves impactos en vidas humanas y ecosistemas naturales, muchas veces irreversibles.
El área de influencia de una represa incluye no sólo sus alrededores y el embalse, sino también la cuenca del río, aguas abajo de la represa. Hay impactos ambientales directos asociados con la construcción de la represa, pero los impactos más importantes son el resultado del embalse del agua, la inundación de la tierra para formar el reservorio, y la alteración del caudal de agua, aguas debajo de la represa. Estos efectos tienen impactos directos en los suelos, la vegetación, la fauna, el clima y la población humana del área. Hay también efectos indirectos que incluyen los que se asocian con la construcción, el mantenimiento y el funcionamiento de la represa y el desarrollo de las actividades agrícolas, industriales o municipales que posibilita la fuente de agua que representa el embalse de la represa.
A pesar de esto, la cada vez mayor escasez de energía por el inminente agotamiento del petróleo y otros combustibles fósiles, sumada a la propaganda de que la hidroeléctrica es “verde”, hace que se planifiquen y construyan cada vez más represas. Cabe mencionar que estos mismos argumentos son los que se utilizan para promover otro tipo de energía: la nuclear.
A pesar de que la energía hidroeléctrica moderna ya tiene más de un siglo (la primera central hidroeléctrica se construyó en 1880 en Inglaterra), la conciencia sobre sus impactos negativos solo tiene algunas décadas (desde más o menos las décadas de 1960-1970). Según Mauricio Schoijet esta concientización tardía se debe a dos razones: por un lado por una de orden general consistente en que las preocupaciones de tipo ecológico sólo comenzaron a tener fuerza en dicha época (o incluso más tarde según el país), y, por otro lado, por la razón específica relacionada con cómo se ha desarrollado a lo largo del tiempo la energía hidroeléctrica en el mundo. Esto se refiere al hecho de que los primeros países en los que se desarrolló esta energía fueron países de clima frío o templado, con baja densidad de población en márgenes de ríos y con adecuados servicios y condiciones sanitarios (como Europa Occidental, Canadá y Estados Unidos), y que en estos casos las represas construidas no tuvieron el tamaño monumental de las megarepresas, como Itaipú, ya que, al ser países desarrollados, urbanizados e industrializados, con su población asentada establemente, los mejores sitios para aprovechamiento hidroeléctrico ya se encontraban dedicados a otras finalidades.
Los efectos negativos de la energía hidroeléctrica comenzaron a ser percibidos a medida que esta se fue desarrollando en países tropicales y sub-tropicales dado que en estas regiones las represas se construyeron con las condiciones opuestas a las mencionadas antes: clima cálido, malas condiciones sanitarias y alta densidad de población ribereña. Esta situación, sumada al hecho de que las represas construidas en países del Tercer Mundo suelen tener dimensiones monumentales, antes desconocidas, reveló los verdaderos impactos de las represas.
Otro aspecto de gran relevancia es que muchas de estas megarepresas están construidas en zonas de humedales (por ejemplo, en nuestro país esto sucede en la región del Delta e Islas del Paraná). Estos ecosistemas son muy importantes, ya que, entre otras cosas, tienen una enorme biodiversidad y productividad, actúan como “esponjas” que retienen excesos de agua previniendo inundaciones, recargan acuíferos y depuran el agua. Los humedales son ecosistemas “de pulsos”, es decir, su correcto funcionamiento requiere de las pulsaciones de inundaciones regulares para sobrevivir, por lo que las represas son especialmente dañinas. En adición a la alteración de su régimen natural, otro de los impactos más nocivos es el favorecimiento de un proceso denominado “colmatación” que sucede cuando el agua en la zona de la represa deja de correr y, aguas arriba, el río original y sus tributarios siguen fluyendo, pero en un estado alterado, con un flujo muy lentificado. Esto hace que sedimentos que normalmente se trasladarían aguas abajo se depositen, haciendo que progresivamente disminuya la porosidad del suelo. Esto altera la capacidad de absorción del humedal, causando inundaciones y evitando la recarga de acuíferos y la depuración del agua.
En nuestro país el problema ambiental de las represas afecta mucho a la ecorregión de Delta e Islas del Paraná, no sólo por la presencia en ésta de la represa de Yacyretá, sino también porque Brasil es un país con una gran “apuesta” a la energía hidroeléctrica, por lo que en el curso superior del Río Paraná hay un elevado número de represas, que alteran los tramos medio e inferior del mismo. Esto se ve agravado por el hecho de que, a pesar de que los impactos de las represas son conocidos, en la actualidad, hay planificaciones para muchos proyectos hidroeléctricos nuevos en el área, tanto en Brasil como en nuestro país.
Frente a este panorama, se vuelve especialmente relevante realizar una reevaluación de los impactos de estos complejos y fomentar una concientización sobre el costo ambiental que implican para la sociedad.
Impactos a nivel global: aportes de las represas a la crisis ecológica mundial
Nadie puede, en la actualidad, negar el hecho de que nos encontramos frente a una crisis ecológica de nivel global: los efectos del calentamiento global ya se sienten y sólo aumentarán, hay una crisis cada vez mayor, tanto energética como hídrica y alimenticia, el suelo se está degradando, los océanos acidificando, etcétera.
Si bien estos fenómenos se conocen y son evidentes, también lo es la escasez de instrumentos que tiene la humanidad (si bien se están desarrollando muchos) para medir la mayoría de estos procesos, y poder definir así qué límites no se deben cruzar (por ejemplo, qué concentración de CO2 en la atmósfera no se debe superar).
Un modelo que se ha propuesto para esto es el postulado por un grupo internacional de científicos liderados por Johan Rockström (Centro de Resiliencia de la Universidad de Estocolmo, Suecia), en el artículo: “Límites planetarios: un espacio operativo seguro para la humanidad.” En este se identifican nueve procesos que consideran claves en los sistemas terrestres y los límites dentro de cada uno que no deben ser trasgredidos por la humanidad para evitar causar cambios irreversibles en nuestro planeta.
Los límites propuestos son para: cambio climático, diversidad biológica, entradas de nitrógeno y fósforo en la biosfera y océanos, ozono estratosférico, cambio en el uso de la tierra, uso del agua dulce, acidificación de los océanos, cargas de aerosoles y contaminación química. El ensayo además postula que es muy posible que los tres primeros de estos límites ya hayan sido traspasados y remarca que todos están muy interconectados, por lo que cruzar uno puede afectar mucho a alguno de los otros.
Nos pareció interesante, entonces, evaluar los impactos a nivel global de las represas, analizando a cuáles de los procesos globales descritos por Rockström realizan un aporte.
Pérdida de Biodiversidad:
Si bien en la naturaleza existe el proceso de extinción de especies sin intervención humana, este proceso se ha ido acelerando paulatinamente por procesos antrópicos desde la Revolución Industrial. La situación ha llegado a un punto tal que la velocidad de este proceso es de entre 100 y 1000 veces mayor que la que sucedería naturalmente.
Esta enorme pérdida es un proceso muy grave ya que la biodiversidad no solamente brinda numerosos servicios ambientales al hombre, sino que, además, a medida que se extinguen especies y se destruyen las funciones que cumplen, los ecosistemas se vuelven más vulnerables a las perturbaciones y, por lo tanto, aumenta su fragilidad.
Las represas aportan significativamente a este proceso por:
· Las descargas de agua de la presa, que en muchas ocasiones es más fría que el agua superficial sobre la cae, puede carecer de oxígeno y tener sulfuro de hidrógeno, o tener un pH inferior, todo lo cual tiene un gran impacto en la fauna acuática.
· La alteración del régimen hidrológico de los ríos.
· El cambio de un hábitat de agua que fluye, bien oxigenada y con mucha luminosidad, a uno de agua quieta, con poco oxígeno y oscuro.
· La inundación permanente de grandes extensiones de ecosistemas terrestres, que muchas veces son áreas tropicales o subtropicales, con bosques y selvas, donde se desarrollan algunos de los ecosistemas más ricos en biodiversidad del mundo. Además estos complejos generalmente se construyen en regiones alejadas de las ciudades e industrias, que son el último refugio de especies desplazadas.
· El posible agotamiento del oxígeno en el agua embalsada.
· La interrupción de las rutas migratorias por el bloqueo del río.
· La deforestación, que se da por la necesidad de caminos para el paso de maquinarias y otras infraestructuras, y se agrava porque abre la puerta a los traficantes de madera.
· La invasión de especies exóticas que compiten con las nativas. Las represas hidroeléctricas se construyen sobre saltos de agua. Estos actuaban antes como barreras ecológicas para la fauna y la flora, pero al construir uno de estos complejos, se almacena el agua en la represa (en la que se infiltran especies de flora y fauna) y luego se libera de forma tal que estos organismos sobreviven y pueden pasar a un hábitat aguas abajo, que antes no habitaban.
· La proliferación de plantas flotantes acuáticas, que se reproducen muy rápidamente y tienen muy fácil adaptación, por lo que suplantan rápidamente al resto de la flora.
Cambio Climático:
Este proceso antrópico ya es indiscutible y sus efectos son apreciables. Es uno de los problemas ambientales actuales más críticos, ya que sus consecuencias son muy impredecibles y afectan mucho a la biodiversidad y a la mayoría de los otros procesos que se tratan en el artículo de Rockström. Es también muy relevante porque las medidas que se deberían tomar para mitigarlo implicarían un decrecimiento del consumo, y, por el momento, no parece haber una tendencia hacia esta actitud.
Las represas aportan a este proceso por que:
· Causan una gran deforestación, que tiene gran influencia en el cambio climático, ya que los bosques y selvas son sumideros de dióxido de carbono.
· Si no se deforesta para construir la represa, los árboles quedan bajo agua y mueren, generando metano, un gas con efecto invernadero aún mayor que el dióxido de carbono.
· La mayoría de las represas, finalizada su vida útil, son abandonadas bajo el agua sin tratamiento, con algunos de sus materiales en procesos de descomposición, lo que también genera emisión de gases de efecto invernadero.
Ciclos de Nitrógeno y Fósforo:
Estos ciclos naturales globales han sido muy alterados antropicamente por el enorme ingreso de distintas formas químicas de estos materiales para actividades humanas, especialmente la agricultura.
Los embalses de las represas proveen una gran fuente de agua para irrigación, por lo que muchas veces se aprovechan áreas cercanas para la agricultura, causando contaminación con fertilizantes que contienen especies de ambos elementos.
Estos también pueden llegar al agua por la contaminación por afluentes, ya sea por centros urbanos cercanos o por industrias instaladas en los alrededores del embalse.
Estos procesos son especialmente críticos en los embalses de represas porque, al detener el río, se pierde su capacidad autopurificadora por el proceso de colmatación.
Uso mundial de agua dulce:
Es un proceso de enorme importancia ya que afecta a la biodiversidad, al funcionamiento de los ecosistemas y la seguridad alimenticia y sanitaria. El ser humano ha ido aumentando exponencialmente este uso (a lo que se suma la pérdida de aguas por su contaminación), por lo que en la actualidad este recurso ya se encuentra en muchas zonas en crisis.
Las proyecciones estiman que, incluso con mejoras tecnológicas para una mayor eficiencia hídrica, en el año 2030 habrá una brecha entre la oferta y la demanda de por lo menos un 60%. Sin embargo, muchos países, como el nuestro y Brasil, siguen actuando como si el agua dulce fuese un recurso inagotable. Es crítico promover un cambio de actitud y comenzar a adoptar estrategias para su conservación a futuro.
El efecto en el uso del agua de las represas se da por:
· La deforestación, que causa la alteración del régimen de precipitaciones de la región.
· La acumulación de agua embalsada, que reduce la pérdida de agua por evaporación y por percloración.
· La instalación de industrias y el desarrollo de la agricultura en las cercanías del embalse para el aprovechamiento de dicha fuente de agua, que son las actividades responsables de la mayor parte del consumo de agua mundial.
· La pérdida de agua por su contaminación por sulfuro de hidrógeno, acumulación de materia orgánica, pesticidas, fertilizantes, descarga de efluentes, etcétera, agravada por la pérdida de la capacidad de autodepuración del río. Además, si represa está en una zona con algún acuífero, la contaminación podría alcanzar las aguas subterráneas.
· La disminución del caudal de los ríos aguas abajo de la represa, lo que altera la disponibilidad de agua en esta zona y la reposición del agua de acuíferos.
Cambio del uso de la tierra
Se debe principalmente a la expansión de la agricultura y la deforestación que tiene asociada., y afecta a la biodiversidad, a la calidad de los suelos y al clima, entre otros.
Las represas causan un gran cambio en el uso de la tierra por la deforestación y por la inundación de grandes áreas que antes no estaban bajo agua. Además, como ya dijimos antes, se suelen usar las tierras cercanas para agricultura y la instalación de industrias para aprovechar la fuente de agua dulce del embalse.+
Acidificación de los océanos:
Este problema es una gran amenaza para la biodiversidad marina y para la función de los océanos como sumideros de carbono. La principal causa de este fenómeno es la creciente concentración de dióxido de carbono atmosférico. Esto se debe a que entre la atmósfera y los océanos hay un equilibrio químico en el que el dióxido de carbono atmosférico se disuelve en agua y se transforma en ácido carbónico y bicarbonato, bajando el pH del agua.
Entonces, las represas influyen en este proceso porque, como ya mencionamos previamente, liberan dióxido de carbono a la atmósfera.
Contaminación química:
La represa en sí no aporta demasiado a este proceso, ya que, si bien libera especies como sulfuro de hidrógeno, que es dañina para la fauna, este tipo de contaminantes no es ni persistente ni de origen antrópico.
Lo que sí aporta es la agricultura, con su uso de pesticidas, y las industrias que se desarrollan cerca del complejo hidroeléctrico.
Liberación de aerosoles a la atmósfera:
Si bien todavía no existe una manera de medirlos a nivel global ni se conocen bien sus efectos, sí se sabe que afectan al clima y a la salud humana.
El mayor aporte de las represas a la liberación de aerosoles se da durante su construcción y, posteriormente, por la exposición del suelo por la deforestación.
Otros impactos de las represas
Impacto directo en la salud humana:
Las aguas estancadas a causa de las represas pueden ser causa de una gran variedad de enfermedades ya que agentes portadores de enfermedades, como insectos y caracoles, proliferan en aguas quietas.
Una de las enfermedades típicas de zonas tropicales y subtropicales con represas es la esquistosomiasis, que se transmite a los humanos cuando las formas larvarias del parásito, liberadas por caracoles de agua dulce, penetran en la piel durante el contacto con aguas infestadas.
Esta enfermedad crónica se caracteriza por desórdenes del hígado, vías urinarias, pulmones o sistema nervioso.
Para que se pueda dar el ciclo de vida de este parasito se necesitan aguas estancadas o de movimiento lento, por lo que la enfermedad está directamente relacionada con las represas, y se ha expandido geográficamente en los últimos tiempos. Este es el caso, por ejemplo, del Sur de Brasil, región tropical con elevado número de represas.
Otras enfermedades asociadas con la construcción de las represas son el dengue, el paludismo y la fiebre amarilla por el ambiente ideal para la proliferación de mosquitos que genera el estancamiento del agua. Se han encontrado casos de estos en los alrededores de las represas Itaipú y Yacyretá.
También puede aumentar las posibilidades de que se den enfermedades como disentería, diarrea, erupciones en la piel y otras.
Impactos Socioculturales
Entre numerosos impactos sociales se encuentran:
• Desintegración de comunidades y desplazamiento y separación de sus integrantes.
• Inadecuados programas de mitigación, reasentamiento y desarrollo para desplazados.
• Mayor empobrecimiento.
• Pérdida de actividades económicas como la pesca y, en muchas ocasiones, turismo.
• Costos sociales y ambientales que deberán cargar generaciones futuras.
• Corrupción: las represas hidroeléctricas son siempre fuente de gran corrupción. Por empezar, siempre hay un intento de “engañar al público”, de “propaganda falsa”: las represas son presentadas como fuente de empleo y energía (además “limpia”) para todos y como algo que enriquecerá la región, cuando en la mayoría de los casos generan más costos que beneficios. Las evaluaciones de impacto ambiental (EIA) son manipuladas y utilizadas como herramientas por algunas industrias y países, beneficiadas por las represas a costa de pobladores locales, para generar dicha imagen positiva. Por otro lado, las represas requieren una enorme inversión inicial, que puede ser utilizada como soborno para su aprobación, ya que los funcionarios gubernamentales y los políticos pueden fácilmente apropiarse de una parte.
Conclusiones: deuda ambiental, pasivos ambientales y represas
Las represas y sus impactos son un exponente más del funcionamiento actual del sistema económico, que beneficia a unos pocos y perjudica a muchos, y que se considera superior a todos los otros aspectos de la vida y, por lo tanto, con derecho a regirlos. Los efectos de los emprendimientos hidroeléctricos son otro ejemplo de que las consecuencias de las actividades económicas (“externalidades”) afectan a terceros y no son daños colaterales, sino impactos centrales del sistema (“pasivos ambientales”), y que son el medio ambiente y la sociedad los que deben pagan su costo.
El hecho de que las mega-represas son mayormente construidas en países del Tercer Mundo es otro ejemplo de la asimetría usual entre cómo se manejan los riesgos ambientales en países desarrollados y en países no desarrollados. Por otro lado, la mayorparte de la energía producida por estas represas hidroeléctricas no se destina a la población, sino a las industrias de la zona (en general subsidiada por el Estado), que además abusan del consumo de agua y contaminan. Cabe destacar que la mayoría de estas industrias no son nacionales, sino transnacionales de países desarrollados. Es decir, las represas de los países del tercer mundo son, por lo general, una parte más de la deuda ecológica que los países “del Norte” tienen con los “del Sur”.
Por deuda ecológica entendemos “la deuda contraída por los países industrializados con los otros por el despojo de recursos naturales, los impactos ambientales exportados y la libre utilización del espacio para depositar sus residuos.”
Las represas aportan a:
· La Deuda de Carbono por su emisión de gases de efecto invernadero.
· Los Pasivos Ambientales por todos los impactos estudiados.
· La Exportación de Residuos Tóxicos por la contaminación por fertilizantes y biocidas importados usados para la agricultura, y por contaminación por industrias extranjeras.
Parte de esta deuda podría ser cuantificada monetariamente: los impactos ambientales reversibles, con un costo económico calculable. Sin embargo, cabe preguntarse quién se haría cargo de dichos costos: ¿los responsables de las represas? ¿las industrias? ¿los agricultores? En una situación como esta, en que no se puede distinguir con claridad dónde termina la responsabilidad de un actor y comienza la de otro, lo más probable es nadie se haga cargo de la remediación de dichos efectos.
No obstante, en muchos casos los impactos son irreversibles (como la pérdida de biodiversidad y el cambio en la vida de los pobladores desplazados). Calcular un valor monetario para estos implicaría una evaluación arbitraria y, en nuestra opinión, no sería ético.
Si bien no se puede calcular un valor exacto de la deuda ecológica de las represas (y, de todas formas, no es claro a quién sería el reclamo o si sería ético), nos parece que es un argumento útil para promover una mitigación de sus impactos y un cese de la construcción de emprendimientos hidroeléctricos.
Publicado en: ecoportal.net