Pensar en modo sistemas (Segunda parte)
Trampas, trampas por todos lados.
Los problemas comunes que afectan a gobiernos, economías, empresas, ecosistemas e individuos suelen tener su origen en patrones repetitivos dentro de los sistemas. Muchas de estas estructuras subyacentes generan comportamientos predecibles y problemáticos, conocidos como arquetipos sistémicos. Tendemos a culpar a eventos específicos o a actores individuales dentro del sistema por estos problemas, pero rara vez nos detenemos a analizar las estructuras sistémicas que los generan.
Cuando intervenimos en algún sistema asumiendo que el problema radica en eventos aislados o en individuos (por ejemplo, culpando a personas o implementando políticas dirigidas a síntomas superficiales), perdemos de vista el verdadero origen del problema: una estructura sistémica disfuncional. Esto nos lleva a caer en lo que Meadows denomina “trampas del sistema” (ver ilustración 1). Exploremos algunas de estas trampas con ejemplos para entenderlas mejor.
Imagen 1: Algunas de las trampas sistémicas que Meadows detalla en el capítulo 5 de su libro Thinking in systems. Ilustración y ejemplos propios.
• Resistencia a las políticas: Se da cuando los actores de un sistema tienen objetivos en conflicto. Si un actor impulsa el sistema en una dirección, otros pueden oponerse, empujándolo en la dirección contraria. Un ejemplo común es cuando los responsables políticos implementan medidas que no están alineadas con los incentivos o intereses de la población. En lugar de lograr el cambio deseado, estas políticas pueden generar resistencia, lo que no solo frena el avance, sino que a menudo empeora el problema original al fortalecer las dinámicas contrapuestas del sistema.
• Adicción o trasladar la carga al interventor: Ocurre cuando una intervención externa destinada a solucionar un problema se convierte en parte del problema mismo. Al depender continuamente de dicha intervención, se socava la capacidad del sistema para autorregularse. En lugar de fomentar soluciones duraderas, se genera una dependencia crónica en la intervención, lo que puede debilitar al sistema a largo plazo. Los bloqueos (lock-in) o dependencias son ejemplos claros de trampas sistémicas. Estos ocurren cuando usuarios, empresas o sistemas se encuentran "atrapados" en un producto, servicio o comportamiento, lo que dificulta o encarece la transición hacia alternativas, incluso cuando estas son beneficiosas. Una en particular, la dependencia al carbono (carbon lock-in) es un ejemplo de diversos tipos de lock-in (ver imagen 2) que se interconectan y refuerzan un tipo específico de bloqueo.
El carbon lock-in se expresa particularmente bien en las ciudades debido a la interacción entre sistemas tecnológicos, institucionales y conductuales que crean dependencias difíciles de romper como, por ejemplo, la dependencia a los automóviles⁴. Las formas urbanas autocentricas, generadas a través de un cúmulo de preferencias sociales y culturales por las opciones de movilidad individual, e incentivadas por diferentes grupos de interés, se vuelven particularmente reacias a cualquier tipo de política que vaya en su contra, tales como la ampliación de senderos peatonales, bicisendas, estacionamientos restringidos o prioridad al uso de medios de movilidad alternativa (imagen 3). Cada vez que una “solución” a la movilidad urbana o congestión se enfoca en aumentar carriles u otorgar beneficios al uso del automóvil se repite el círculo adictivo donde la intervención alimenta la dependencia.
Creeme bro, un carril más lo solucionara todo…
Existen otras trampas sistémicas que se originan más bien en nuestra tendencia como individuos a subestimar los costos a largo plazo y nuestra incapacidad para evaluar en retrospectiva. Vamos con dos ejemplos:
• Tragedia de los bienes comunes: La explotación de un recurso compartido hasta su agotamiento producto de individuos actuando sólo bajo su interés. Meadows señala que este problema surge porque los ciclos de retroalimentación que indican el estado del recurso suelen ser inexistentes o tardan demasiado en manifestarse. Además, incluso cuando estos ciclos se hacen evidentes, a menudo se ignoran hasta que el colapso es inevitable. ¿Te suena?
• Deriva hacia un bajo rendimiento: Ocurre cuando se comienzan a bajar los estándares de calidad o rendimiento al comparar con situaciones que también están disminuyendo su rendimiento. Esto crea una espiral descendente en la que el rendimiento general del sistema se deteriora gradualmente. Vamos con ejemplos para entenderlo mejor.
En cuanto a la famosa tragedia de los comunes, el ejemplo más evidente es la acumulación de gases de efecto invernadero en la atmósfera. Mientras que una empresa obtiene beneficios económicos directos al aumentar sus emisiones, las consecuencias negativas se reparten entre toda la población. De manera similar, la deforestación en el Amazonas, causada principalmente por la expansión agroganadera⁵ está llevando a este ecosistema no solo a convertirse en un acelerador del cambio climático, sino que también a alterar patrones de lluvia fundamentales. Al ser un pulmón verde planetario, el Amazonas contribuye al desarrollo de ríos voladores que transportan enormes cantidades de humedad desde estos bosques hasta los Andes, regulando las precipitaciones de gran parte de Sudamérica y favoreciendo la producción de alimentos⁶. Sin estos bosques, regiones como La Pampa o el Chaco argentino podrían convertirse en zonas desérticas. Esta tragedia no es tenida en consideración en los libros contables de los grandes responsables por los incendios y deforestación del Amazonas. El precio a pagar es altísimo, pero bajo la mirada económica cortoplacista no pareciera importar.
Estos problemas también contribuyen a la pérdida de biodiversidad, un fenómeno global de tal magnitud que incluso se habla de una sexta extinción masiva (aunque este término no deja lo suficientemente expuesta la responsabilidad humana en tal evento⁷). A pesar de que la biodiversidad global decrece a ritmos alarmantes, parece pasar desapercibida por la sociedad en general y los medios de comunicación. Sin embargo, a medida que la biodiversidad disminuye gradualmente, cada nueva generación tiende a aceptar el estado más degradado del entorno como la nueva normalidad, lo que se conoce como Punto de Referencia Cambiante. Esta tendencia nos lleva a aceptar el deterioro progresivo sin darnos cuenta de la magnitud de la pérdida.
El Punto de Referencia Cambiante puede contribuir a la Deriva hacia un Bajo Rendimiento. Nos vamos acostumbrando a menos biodiversidad, menos espacios verdes, toleramos en mayor medida políticas flexibles con el extractivismo e incluso nos acostumbramos a climas cada vez más inestables. Cómo dice Mariana Matija: nos tragamos con facilidad nuevas normalidades, y llega un momento en el que algo por fin nos sacude y nos hace decir: “¿qué diablos pasó aquí? ¿En qué momento llegamos a esto? ¿Por qué se está quemando todo si antes no ocurría?”⁸.
La deriva hacia un bajo rendimiento nos acostumbra a dejar la vara cada vez más baja en todos los aspectos.
¿Oportuncrisis? Dame una palanca y armare una biodiverciudad
Hasta ahora vimos un montón de trampas y problemas pero también hay escapatorias. Elinor Ostrom, economista ganadora del nobel por su trabajo sobre la gobernanza de los recursos comunes⁹, identifico 8 principios para gestionar los comunes. La misma Meadows, además de identificar las trampas del sistema, observó doce oportunidades o puntos de palanca para lograr cambios sistémicos.
Como muestra el gráfico, el poder de generar cambios aumenta a medida que dejamos de centrarnos y actuar sobre eventos aislados y empezamos a entender los patrones de comportamiento y las estructuras sistémicas o sociales que los sostienen. Finalmente, los puntos de apalancamiento más poderosos son aquellos que buscan cambiar los paradigmas y los modelos mentales que los sustentan o perpetúan (puntos 1 y 2).
Es más fácil comprender estas ideas con ejemplos. Por eso, tomemos un caso práctico y apliquemos cinco de estas palancas (12, 10, 6, 3 y 1) para transformar el sistema urbano, centrándonos en el "sistema de áreas verdes". Partimos de la siguiente premisa: ¿Cómo podríamos convertir nuestros entornos urbanos en auténticas "biodiverciudades"?
¿Qué es una biodiverciudad? Es una ciudad donde los humanos podemos vivir, trabajar y evolucionar en armonía con el entorno¹⁰. Además de ser centros de creatividad, cultura y aprendizaje, las ciudades podrían convertirse en impulsoras de una infraestructura ecológica robusta, con parques, jardines, espacios abiertos y áreas de captación de agua que fomenten ecosistemas prósperos y biodiversos. Para lograrlo, no basta con optimizar sistemas mediante soluciones tecnocráticas impuestas desde arriba hacia abajo; es necesario emprender cambios radicales en los sistemas socio-técnicos y socio-ecológicos que las sostienen¹¹.
Ahora si, vamos a los ejemplos con las cinco palancas de cambio que seleccionamos.
Mucho ruido y pocas nueces: Constantes, parámetros, números (12)
Es el tipo de ajuste más usual a la hora de querer lograr un cambio en el sistema. Aunque modificar estos parámetros puede parecer una forma obvia de generar cambios, no alteran la estructura fundamental del sistema, por lo que su impacto suele ser superficial. Algunos ejemplos típicos incluyen:
• Ofrecer subsidios a empresas y desarrolladores para crear y mantener áreas verdes, incentivando la inversión en parques y jardines.
• Introducir un impuesto especial sobre desarrollos urbanos que no incluyan áreas verdes, destinando los fondos recaudados a la creación y mantenimiento de parques públicos.
• Establecer estándares mínimos obligatorios para áreas verdes en nuevos desarrollos urbanos, como exigir que un porcentaje mínimo de cualquier proyecto se destine a estos espacios.
Estos ajustes son como la punta del iceberg: visibles y aparentemente importantes (especialmente para quienes se ven directamente afectados), pero incapaces de cambiar la estructura profunda del sistema. No abordan los problemas estructurales que afectan a la calidad del verde urbano: tala y poda innecesaria, falta de cuidado o privatización de los espacios públicos, aumento de plazas secas y con poco espacio verde real, proliferación de especies invasoras y pérdida de flora autóctona, etc. Tampoco promueven un cambio cultural hacia comportamientos más amigables con el ambiente por parte de la comunidad. En otras palabras, aunque son medidas que queremos ver implementadas en los códigos urbanos, no son suficientes para modificar prácticas y creencias más profundas. ¿Cómo lograr transformaciones significativas y duraderas que nos lleven hacia horizontes deseables? Debemos ir más allá de ajustes dentro del viejo sistema, necesitamos de estrategias que generen puntos de apalancamiento más efectivos.
Efectivos pero caros: Estructuras de stock y flujo (10)
Las estructuras de stocks y flujos materiales son la forma en que los recursos físicos se mueven, transforman y almacenan dentro de un sistema. Si hablamos de áreas verdes, estas serían la cantidad y calidad de los espacios verdes, la cantidad y calidad de la vegetación, el crecimiento, uso y deterioro de estos espacios, o la distribución y conexión entre áreas, entre otros. Para mejorar un sistema de áreas verdes fragmentado, con parques y plazas pequeñas, aisladas y distribuidas de manera desigual, podemos utilizar este punto de apalancamiento buscando:
1 Conectar áreas verdes: Crear corredores verdes que conecten los parques y plazas existentes, permitiendo el flujo de biodiversidad, mejorando la calidad del aire y proporcionando espacios de recreación más amplios y accesibles.
2 Diseñar espacios multifuncionales: Integrar las áreas verdes en áreas de otros usos, como estaciones de transporte público, infraestructura para bicicletas y peatones, y espacios comunitarios. Esto además fomenta la interacción social, promueve la actividad física y reduce la dependencia al automóvil.
3 Aprovechar los espacios residuales: Transformar terrenos baldíos, bordes de carreteras y otros espacios infrautilizados en áreas verdes, aumentando la superficie total de espacios verdes y mejorando la calidad del entorno urbano.
Aunque, si se logra activar, puede resultar una estrategia muy potente, cambiar la estructura de un sistema, sobre todo cuando es física, es bastante costoso y suele llevar tiempo. Además, en nuestro ejemplo, la disponibilidad de espacio para aumentar el área verde suele ser escasa y choca con diferentes conflictos de interés. Por eso, si bien sumamente necesaria, no es una de las palancas más potentes para activar cambios sistémicos.
La información es poder: Flujos de información (6)
Los flujos de información proporcionan retroalimentación esencial para el ajuste y mejora de cualquier sistema. Un sistema puede transformarse significativamente al agregar nuevos flujos de información que amplíen la perspectiva de quienes toman decisiones. En el caso de la gestión y desarrollo de las áreas verdes de una ciudad, tanto la información como las reglas son fundamentales. Para actuar en esta palanca, la principal herramienta a nuestra disposición es la participación ciudadana, un proceso inclusivo en el que las personas involucradas pueden ser parte, tener parte y tomar parte en los procesos y la toma de decisiones.
La participación ciudadana es mucho más que un acto de inclusión; es una fuente vital de información y aprendizajes que puede transformar la gestión de las áreas verdes. Al abrir canales de comunicación bidireccionales, las decisiones se enriquecen con múltiples perspectivas, sensibilidades y necesidades reales, permitiendo que sean más equilibradas, justas y sostenibles¹².
Para que esta participación sea efectiva, debe darse en distintas escalas:
• Diseño participativo: Todo proyecto que beneficie a la comunidad debe realizarse a través del codiseño y la construcción de consensos desde sus primeras etapas.
• Protección activa: Involucrar a la ciudadanía en el diseño de áreas verdes fomenta su compromiso en la protección y cuidado de estos espacios.
• Participar en la legislatura: Fortalecer las leyes que protegen las áreas verdes es clave para frenar los cambios de usos del suelo que puedan comprometer su integridad ecológica y social.
Para lograrlo, gobiernos y organizaciones pueden, o mejor dicho deben, generar nuevos flujos de información que fomenten la participación. Por ejemplo, las plataformas en línea para reportar problemas en las áreas verdes facilitan la interacción entre los usuarios y las autoridades, promoviendo un mantenimiento más eficiente y participativo. Además, son necesarias campañas de comunicación y programas educativos que destaquen los beneficios a la ciudadanía de las áreas verdes y la biodiversidad. ¿Por qué? Porque si no se entienden los objetivos, ¿Cómo vamos a apoyar los cambios?
Preguntarnos los porqués: Objetivo y propósito (3)
El objetivo de un sistema es su propósito más elevado. Cambiar este objetivo puede transformar todos los demás aspectos: sus estructuras, reglas, flujos de información y mecanismos de retroalimentación. Por ejemplo, ¿qué propósito estamos persiguiendo con nuestras áreas verdes? La búsqueda de un objetivo para mejorar los espacios verdes va mucho más allá de embellecer la ciudad. Nos invita a formular las preguntas correctas: ¿Valoramos estos espacios tanto como otras políticas públicas, como la educación o la salud? Si no es así, ¿por qué no? ¿Qué nos impide reconocer el valor intrínseco de la naturaleza y su papel en nuestro bienestar?
Si nuestro objetivo es crear espacios que nutran nuestra salud física y mental, protejan la biodiversidad y nos ayuden a enfrentar los desafíos del cambio climático, entonces surgen nuevas preguntas clave: ¿Nuestras ciudades se desarrollan pensando en las personas o en los automóviles y las torres? ¿Estamos dispuestos a sacrificar la belleza y tranquilidad de posibles “ciudades en la naturaleza” por un desarrollo urbano descontrolado? Al preguntarnos los porqués, podemos alinear nuestras decisiones con un propósito más profundo.
Algunos objetivos transformadores para crear espacios verdes que no sean solo estéticos, sino que también funcionales, resilientes y equitativos podrían incluir:
• Conexión: diseñar espacios que inviten al juego, la exploración y la contemplación, fomentando un vínculo más profundo con el entorno natural.
• Resiliencia: diseñar espacios que absorban agua de lluvia, bajen la temperatura y protejan frente a eventos climáticos extremos
• Equidad: asegurar que todas las personas en la ciudad tengan acceso a espacios verdes de calidad
• Actividad: Crear áreas que contribuyan a una vida más saludable, que ayuden a reducir el estrés, mejorar la calidad del aire y promover la actividad física
Preguntarnos los porqués y buscar un propósito también nos acerca a la palanca mas potente, la que busca cambiar paradigmas.
El verdadero cambio: El poder de trascender paradigmas (1)
Este es el punto más poderoso de la lista de Meadows. Trascender un paradigma significa no aferrarse a ninguna visión en particular, manteniéndose flexible y abierto a nuevas posibilidades.
Un paradigma es un conjunto de creencias y supuestos que moldean nuestra percepción del mundo. Aunque útiles para entender la realidad, también pueden ser limitantes al impedirnos ver alternativas. El verdadero cambio ocurre cuando reconocemos que ningún paradigma es la verdad absoluta y nos permitimos explorar nuevas formas de pensar.
En el contexto de las áreas verdes, trascender paradigmas implica cuestionar los supuestos tradicionales sobre cómo deberían diseñarse, gestionarse y utilizarse estos espacios. Por ejemplo:
• Paradigma tradicional: Los parques son principalmente lugares para la recreación pasiva y el disfrute estético.
• Trascender el paradigma: Los parques pueden convertirse en espacios multifuncionales que fomenten la biodiversidad, la educación ambiental, la producción de alimentos, la integración social y la resiliencia urbana.
Como vemos en la imagen debajo, la valoración de la relación naturaleza-ciudad ha sufrido varios cambios. Desde un paradigma que la veía como algo ajeno, incompatible y hasta casi molesto en la ciudad, hasta uno que la prioriza y la ve como un componente fundamental. Estos cambios no suceden por escalas, sino que confluyen y se mezclan, generando conflictos pero también posibles puentes. Lo importante es que, al trascender paradigmas obsoletos o limitados, nos abrimos a nuevas posibilidades, enriqueciendo el valor y los roles de las áreas verdes en nuestras ciudades.
Pensar en sistemas: un antídoto a las soluciones simplistas
Manfred Max-Neef solía decir que "una mente simplista es una mente llena de respuestas", y añadía: “La persona de mente simplista busca inspiración y conocimientos en teorías simplistas (...). Si estos personajes aparecieran en una tira cómica, serían un hombrecillo con un maletín lleno de soluciones, buscando los problemas que se ajusten a esas soluciones"¹³. Si el economista chileno hubiera escrito esto en 2024, seguramente le sería fácil encontrar ejemplos reales.
A medida que nuestra sociedad y los problemas que enfrentamos se vuelven más complejos, parece que buscamos refugio en teorías cada vez más simplificadas, tanto sociales como políticas y económicas. Hemos heredado siglos de enfoques reduccionistas y cuantitativos, cuyos efectos secundarios no intencionados han sido peligrosos. En lugar de cambiar de dirección, seguimos profundizando en modelos incapaces de capturar la complejidad de los sistemas que intentan explicar. La creencia en la eficacia de soluciones rápidas y simples solo nos mantiene atrapados en el laberinto de las múltiples crisis. Como respuesta podríamos inspirarnos en los ecosistemas: no hay simplicidad en ellos, porque son ejemplos vivos de la complejidad. La resiliencia de la naturaleza no es simplista.
Con esta ultima edición no buscamos hacer una guía de pasos ni un manual de soluciones. El mundo ya está lleno de supuestas soluciones. Más bien, es un recordatorio para tener cautela ante las soluciones mágicas, aquellas que se presentan como la única y definitiva respuesta a un problema. Haces bien en desconfiar. Frente a cualquier solución de este tipo, pregúntate: ¿busca abordar la raíz del problema o es solo un parche? ¿entrelaza beneficios en lo social, ambiental, económico y climático? ¿Se preocupa por cambiar los comportamientos o las culturas que originaron el problema? ¿Cómo afecta a los demás sistemas? ¿Qué paradigmas perpetúa?
Son muchas preguntas, sí, pero solo cuestionándonos de esta manera podemos, retomando a Max-Neef, poner fin a una “manera estúpida de vivir”.
Recomendaciones para (re)conectar
Notas:
¿Qué son los abanicos ambientales?
Te dejamos el enlace a nuestra pagina web para que sepas todo de ellos: https://link.sbstck.com/redirect/627131d5-0a77-4796-82b6-d4b3d4d3ccb2?j=eyJ1IjoiM21qM3gyIn0.Xt3LzxCrb06cF0REDccb545sUJRmQqomEKKSjku3KnY
Para un año de tanta negación, es un regalo ideal para habilitar conversaciones y llevar el tema a lugares donde no suelo frecuentar la discusión sobre el clima y el ambiente. 4 IPCC (2023). AR6 WGIII Chapter 08. https://www.ipcc.ch/report/ar6/wg3/chapter/chapter-8/
5 https://www.nationalgeographic.es/medio-ambiente/2020/06/deforestacion-amazonas-alcanza-niveles-historicos-debido-consumo-carne
6 https://web.archive.org/web/20170315042652/ http://www.endemico.org/index.php/2017/03/10/el-rol-de-los-bosques-en-atraer-la-lluvia/
7 Como bien nos ha señalado en publicaciones anteriores Javier Goldschtein, en la ciencia no se habla de extinción masiva ya que la misma se asocia a eventos exógenos e inmediatos o de corto plazo. En este caso, hablamos de una extinción de especies de manera endógena y por responsabilidad de una de ellas: nosotros.
Fuente: ¿AHORA QUÉ? -