Mary Oliver, una poeta de la contemplación

Mary Oliver escribió poemas y ensayos sobre su relación con la naturaleza y la escritura. Fue una poeta de la contemplación y del detenimiento, del tiempo suspendido. Salía con su libreta a escribir al bosque. Registraba los sonidos, las sensaciones, lo que veía afuera y lo que pasaba adentro, en su interior.

Texto por María Belén Sanchez

Instrucciones para vivir una vida:
Prestar atención.
Sorprenderse.
Contarlo.
Mary Oliver.


Mary Oliver nació en Maple Heights, Ohio, en 1935. Su obra aborda la relación entre la escritura, la naturaleza y la vida interior. Con su libreta en mano, recorría los bosques registrando sonidos, sensaciones y paisajes. Su poesía es reveladora: las palabras traen luz sobre las cosas. Existe un tono de sabiduría, fruto de lo aprendido durante su vida. Este tono combina consejo y cercanía, alejándose de cualquier soberbia o arrogancia. Así, establece con quien lee un vínculo de proximidad y complicidad. En el poema “Gansos salvajes”, escribe: “No tenés por qué ser buena./ No tenés por qué caminar de rodillas/ cientos de kilómetros a través del desierto, arrepintiéndote./ Solamente tenés que dejar que el suave animal de tu cuerpo/ ame lo que ama”.

Libro Nuestro mundo de Mary Oliver, publicado por Ediciones Comisura. ©María Belén Sanchez

La escritura de Oliver es honesta, transparente, suave y filosa. Las preguntas son invitaciones a dar un paso más, a no tener miedo, a seguir una intuición, a ser feliz con eso que se tiene, a agradecer. La escritura es un gesto amable en el que encontramos sostén y refugio. En un mundo capitalista y feroz, su voz pronuncia con suavidad que lo estamos haciendo bien. Nos recuerda que lo importante está en lo pequeño, lo cercano, lo simple: tener tiempo para contemplar la naturaleza. En sus poemas hay preguntas que parecen portales, muestran otra forma de habitar este mundo, otras posibilidades, son preguntas que encienden el fuego, “¿y tú, qué piensas hacer con tu única, preciosa y salvaje vida?”
En su ensayo La escritura Indómita señala la necesidad del artista de tener un espacio de intimidad y soledad para escribir, la necesidad del tiempo libre. En un mundo que nos quiere productivos, sin descanso y abrumados de tanta información Oliver plantea el descanso como condición necesaria y fundamental para crear y escribir. Dice “Me agrada la docencia, pero no me gusta dejar de lado todo lo demás: escritura, paseos, y por supuesto, ‘la ociosidad y el ensueño’ perceptivos para todo poeta”.
La autora no niega los males que aquejan al mundo, no oculta la tristeza y el desamparo. Incluso en uno de sus poemas escribe que una de las tres cosas que se necesitan para atravesar el lago azul es “un agudo conocimiento del dolor” pero la fuerza de su poesía reside en mostrar una forma más amable de vivir, más luminosa.

«En un mundo capitalista y feroz, la voz de Mary Oliver nos recuerda que lo importante está en lo pequeño, lo cercano, lo simple: tener tiempo para contemplar la naturaleza».

Oliver es una poeta que se siente parte del mundo, parte del ecosistema, unida a una red de relaciones con la naturaleza, las plantas, los pájaros, los animales, su perra Lucke y su amor, la fotógrafa Molly Malone Cook. Una poeta que escribe sobre lo que pasa afuera, pero también sobre lo que pasa adentro. En el poema “El pescado”, la poeta se refiere a esta comunión con los seres vivos: “Más tarde/ abrí su cuerpo y separé/ la carne de las espinas/ y lo comí. Ahora el mar/ está en mí: Yo soy el pez, el pez/ brilla dentro mío; hemos/ resurgido, entrelazados, seguros de/que volveremos a caer en el mar”.
En otro de sus textos hace referencia a miles de pececillos que se mueven a lo largo de la orilla y dice “Clavo la mirada en el agua. Me digo a mí misma: ¿cuál de ellos soy yo?”.
Oliver cuenta que durante treinta años llevó el mismo tipo de libreta en su bolsillo: pequeña y cosida a mano. En las libretas de primavera y otoño hay páginas donde la caligrafía se torna borrosa y cuesta leerla. Esto se debe a que primavera y otoño son las estaciones más lluviosas y casi todas las anotaciones fueron escritas al aire libre. Su oficio, la escritura y la naturaleza están en estrecha vinculación, tal es así que al referirse al trabajo de escritura se pregunta “Sobre poemas que no funcionan: ¿quién quiere ver a un pájaro casi volar?”.
Podemos decir, que Mary Oliver fue una poeta de la contemplación. En uno de sus libros escribe “Observar el mundo fue una parte importantísima de mi vida, y eso fue lo que hice. Tan sencillo como eso”.  Mary Oliver nos invita, con cada verso, a conectar con lo esencial: la vida que palpita en todo lo que nos rodea, y en nosotros mismos. Su obra no es solo un refugio, sino también una guía. Nos invita a sentirnos parte de algo más vasto y profundo. En su poesía, naturaleza y humanidad se entrelazan, recordándonos que habitamos un mismo tejido, uno hecho de luz y sombra, de pérdida y belleza. Leer a Oliver es buscar en lo cotidiano el fuego que da sentido a nuestra “única, preciosa y salvaje vida”.

©María Belén Sanchez

Referencias
Oliver, M. (2018). El pájaro rojo. Buenos Aires: Caleta Olivia.
Oliver, M. (2021). El trabajo del sueño. Buenos Aires: Caleta Olivia.
Oliver, M. (2021). La escritura indómita. Madrid: Errata Naturae.
Oliver, M. (2023). Nuestro mundo. Madrid: Ediciones Comisura.
Oliver, M. (2024). Americano primitivo. Buenos Aires: Mansalva.
Imagen de Portada: ©Evie S - Fuente: Revista Endémico - https://endemico.org/mary-oliver-una-poeta-de-la-contemplacion/

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